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sábado, 22 de abril de 2023

Javier capitulo 8


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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Javier

Autora : Pili 

 "Decisiones"


Noah

Me había pasado largas horas de la noche pensando qué hacer con todo lo que cargaba.

Sé que soy un estorbo en la vida de papá y quiero cambiar eso, tenía la opción de esperar a cumplir dieciocho y luego irme y así le desligaba de mi, o bien tomaba la opción del sitio web que llevaba frecuentando recientemente. 

El suicidio.

Eso era algo que no quería hacer, me daba miedo, pero era una solución rápida y definitiva hasta hace unos minutos cuando navegando por Facebook encontré a mamá, irme con ella también podía ser una opción, el mal era que mamá no me quería. Tenía su posible dirección, podía confrontarla. Estar con ella significaba liberar a papá rápido y no morir. Además deshacerme de mis compañeros de clase de una vez por todas. 

Al estar con ella me daba daba igual arruinarle la vida con mi compañía, ella se la había arruinado a papá con la mía.

 Pero no quieres ir con ella y tampoco quieres morir.

Cerré los ojos con fuerza para disipar un poco los pensamientos y lo único que logré, fue recordar aquellos tortuosos momentos en los que debía ir al cole. Mis compañeros fingiendo que éramos amigos frente a los maestros y al resto de la clase, para luego entre empujón y empujón, ser acorralado en los baños.

- Vamos Gordo, quítate la sudadera.

Al quitármela comenzarían los golpes, a veces sentía que  me estaban matando y la verdad es que si lo hacían, de a poco, pero lo hacían.

Cada día me sentía menos vivo.

Una vez en particular me asfixiaron, estábamos en el baño de discapacitados, nadie lo usaba y era más grande, Albert el más fuerte de todos me cogió de la ropa para levantarme del piso en el que acababan de golpearme, yo ya estaba llorando mientras mi cabeza me decía "corre" "huye" "ve con un maestro" o simplemente imaginaba que papá entraba y me sacaba de ahí, no le imaginaba pegando a los chicos o vengándose, solo entrando y con sus brazos me rodeaba haciendo que me sintiera seguro, pero eso jamás pasó.

Lo que sucedió fue que me acorralaron con un movimiento violento que hizo que me golpeara la cabeza en la pared de porcelanato, luego con su antebrazo comenzó hacer presión en mi garganta mientras me levantaba lentamente, intente quitarle por puro instinto, no logre hacerlo no podía hablar y solo escuchaba risas y los constantes insultos que eran parte de mi vida.

"Mira su rostro"

" Oh vamos maricón, ¿Cómo vas a llorar por algo así?"

"Es un hijo de puta"

"Grábale Matt, grábale, jajaja que rostro tan feo, mira como arruga la cara"

Llegó un punto en el que creí que perdería la conciencia. Sentía la presión en mis oídos como si en segundos la sangre fuera a estallar por ellos. El pensamiento no terminó de cruzar por mi cabeza cuando sonó el timbre y me soltaron.

"Anda Noah, llama a tu mamá, a cierto, no tienes mamá"

"Vístete gordo de mierda y sales en diez minutos. Le inventas alguna excusa al maestro por el retraso ¿oíste?

Yo estaba en el piso sudado y tratando de normalizar mi respiración.

"Te hice una pregunta hijo de puta ¿O qué? ¿Quieres que hagamos todo nosotros? 

se acercó hacia mí, creí que me golpearon otra vez, de verdad que lo creí. Me senté rápidamente en el suelo y me arrastre al muro donde me había golpeado la cabeza antes. estaba asustado. Después de una golpiza. Cuando ya dejan de pegarte, el dolor se apodera de tu cuerpo y a estas alturas mi mente estaba bajo el control del miedo.

"Yo coff inventare snif inventare cof cof algo snif por favor snif"

"Iugh que asco, mirenle la cara la tiene llena de mocos jajaja"

"Qué vergüenza, tú papá aparte de tener un hijo maricon, tiene uno que no sabe limpiar sus mocos"

No me pegaron. Me lanzaron la sudadera y me quedé solo en el baño, sentado en el piso abracé mis rodillas y lloré un buen rato, más de diez minutos. Repetí en mi cabeza una y otra vez que no era maricon, cada vez con más rabia, sin embargo mi conciencia o aquellos pensamientos que no controlaba me abatían dando la razón pero tildado de cobarde y contra eso no podía hacer nada, solo limitarme a llorar deseando una vez más que papá llegara a abrazarme. 

 Me salte la primera clase y me oculte en el armario del conserje en el receso para que no pudieran encontrarme.

¿Es que merecía ese trato? No lo sé ¿Pero no me habían pasado suficientes cosas malas? No sabía cómo se habían enterado de que mi madre me había abandonado.

Si lo sabes.

No, no fue Jonathan, él es mi amigo.

Tu amigo que te acosa.

¿Por qué haría algo así? ¿Con qué objeto? No habíamos sido amigos por tanto tiempo, ni siquiera le había visto tantas
veces.
Le conocí en el restaurante de papá hace unos meses. Fue durante las vacaciones, él se había mudado hace poco a la ciudad con toda su familia y el Señor Mckenzie, su papá, había pedido trabajo en el restaurante como conserje. Durante la última semana de ese verano Jony acompañó a su padre un par de veces, jugábamos en la laptop de papá, o veíamos películas, nos divertimos mucho y antes que iniciaran las clases me pregunto por mamá.

- ¿Noah? ¿Tu mamá no viene acá?

- No... La verdad es que no tengo.

- ¿Qué? Pero si mi papá dice que tu padre tiene anillo de casado... Esta... ¿Murió?

- No - aunque en realidad no lo sabía - solo no tengo. Debería saberlo, todos los que trabajan acá conocen el chisme.

Luego me entere que todo comenzó por Amanda, ella me había gustado desde siempre, hable con papá y me dijo que la invitara a por un helado, lo hice y aceptó al momento, durante ese periodo fui la persona mas feliz del universo y digo periodo por que al finalizar me cancelo... los chicos le habían dicho que era gay y que había perdido una apuesta y tenía que darle un beso a la niña que más asco me diera. Ella vino hasta donde estaba y me dio un bofetón, me dijo que "solo acepto salir conmigo por que le daba lastima que nadie quisiera salir con una bola de grasa como yo" los chicos se rieron me lance a darles una paliza y aunque los números se me hacían fáciles, en ese momento mi cerebro dictaminó que era buena idea pelearme yo solo contra cuatro. Ese día perdí la pelea, entendí que era mejor no resistirse cuando el número te sobrepasa y perdí a Jonathan, mi posible amigo, le gustaba Amanda por eso inventó esas cosas y filtro rumores y verdades que eran cotilleo común entre los empleados de mi padre. 

Desperté a la mañana siguiente con las caricias de papá.

-Noah vamos, es más temprano de lo común, pero luego no puedo volver por ti, levanta.

Sentí un beso en la mejilla que limpié rápidamente tratando de evitar despertarme del todo. ¿Qué hora es? ¿Las 05:00?  No, a esa hora me dormí. Estaba en el cuarto de George, me había dormido pensando en aquellos recuerdos.

- Cariño por favor, hoy tengo reunión con un socio.

- Mgh déjame en... Uaaaah paz.

- Vamos duendecillo, te dejo la ropa a los pies de la cama.

Abrí los ojos, los sentía muy pesados y me giré para darle la espalda.

- Noah vamos, arriba, no tengo tiempo para juegos.

- No son mgh juegos, quiero dormir, son vacaciones mgh.

- Vacaciones tu trasero caradura. Vamos necesito que te levantes.

Me revolvió el cabello y para entonces ya estaba bastante fastidiado.

- ¡YA! ¡Quiero dormir! ¡¿Qué parte no entiendes hombre?!

- Pero hijo no quiero que te quedes solito.

- Piri hiji ni quiri qui ti quidis siliti. ¡Vete a la mierda! No quiero ir al puto restaurant y menos contigo.

Mi posición era indefensa, mi cabeza estaba cubierta, pero mi cuerpo tenía las mantas abrazadas por lo que mi espalda, piernas y trasero estaban indefensos.

- PLAS PLAS PLAS Ay PLAS PLAS No PLAS PLASS Auu.

Al acabar me cubrí por completo con las colchas y llevé una mano atrás para sobarme. Me cubrí con la manta hasta la cabeza y escuche como salió de cuarto, no volví a recobrar el sueño por lo que pude sentir cuando volvió a entrar y me beso la cabeza sobre las mantas

- No me vuelvas a hablar así o tendremos una conversación más seria. Te amo duendecillo, tu abuelo te lleva mas tarde y no te pongas malcriado.

Me decía así por un disfraz que use una navidad, se suponía que era para navidad pero lo termine usando más días, hasta para ir a las compras.

Desearía tanto que se quedara a mi lado más tiempo y a la vez decirle que le quería y que me perdonara, pero no podía hacerlo.

Dile la verdad. Papá te va a escuchar.
Y si solo le digo que me espere los cuatro años, no quiero ir con mamá y tampoco quiero morir.

Me puse a llorar.

La mañana pasó rápidamente y de la nada me encontré discutiendo con el abuelo para que me dejase ir solo, él dirigía una reunión en el hospital así que no podía llegar tarde, fue más fácil convencerle.

Mi plan se puso en marcha. Metí unas mudas de ropa en mi mochila y salí de casa cinco minutos después del abuelo, tome un taxi y le di la dirección que tenía de mi madre, tardó unos cincuenta minutos en llegar y casi quedo sin dinero para el taxi, ya no me alcanzaba para volver.

Camine por un barrio con casas pequeñas, pero lindas. Me adentré un poco más y mi mente comenzó a reconocer el lugar. Yo ya había estado aquí. Camine un poco más confiado sorprendido de saber a donde ir, luego de unos minutos me choqué de frente con el  nombre de la calle que llevaba anotada, busqué el número de la casa y la encontré... La abuela, aquí vivía la abuela de mamá, yo viví aquí la primera vez que me abandonó.
Abrí la cerca y a pesar de todo el culto que hice en el trayecto hacia tocar la puerta, nadie abrió, llamé una y otra vez y no hubo respuesta, me senté en el piso y escondí la cabeza en mis rodillas.

Todo estaba saliendo mal. No tenía móvil, no tenía dinero e ir caminando sería un esfuerzo de horas. Por lo menos no había comprado las malditas píldoras asesinas.

- Oye niño ¿Estás bien?

Levanté la vista, por un segundo creí que podía ser mamá, pero no. Era una chica de unos veinticinco años.

- Oye ¿Estás bien? - Insistió nuevamente.

- ¿Acaso me ves mal?

- Estás llorando afuera de la casa del viejo loco. Cualquiera te preguntaría si estas bien.

¿Viejo loco? ¿Llorando?

Toqué mis mejillas y al sentir la humedad la limpié rápidamente.

- Estoy bien... -Susurre.

-Bienes por... - Se tapó una de sus fosas nasales, pero no entendí a qué se refería y ella igual lo noto. - Si no vienes a eso ¿Que haces aquí?

- Qué te importa.

- A decir verdad. Nada, pero estás en una casa a la que nadie entra por miedo a las pandillas.

Mire a mi alrededor asimilando lo que escuchaba.

- Estoy buscando a mi mamá.

- ¿Y vive aquí?

- Según internet si.

- Entonces eres hijo de la puta que vive con el abuelo.
La miré un tanto estresado de lo pesada que era. Me habían entrado ganas de defender a mi madre, pero a la vez me provocaba rechazo hacerlo. Decidí que no le hablaría más. - Te voy a dar un consejo, por tu ropa eres un niñito acomodado y si tienes un lugar al que ir vete ya, si no quieres meterte en problemas gordos.

- ¿Qué sabes tú?

- Entonces tus padres te enviaron a comprar droga.

- No hables como si supieras, mi papá no es así, él es dueño de un restaurante.

- Si no es así, sigue mi consejo y vete mientras puedas.

La chica se fue y me quedé ahí sentado un buen rato, estaba preparado para comenzar mi regreso a casa caminando, que no esté mamá podía ser una señal del universo para que deje mis bobadas y vaya con papá. Mi única familia real. Me puse de pie y limpié mis pantalones del polvo.

- ¡¿Qué haces aquí?!

No puede ser. A escasos dos metros de distancia estaba mamá.

- ¡¿Qué diablos?! ¡¿Tu padre sabe que estás aquí?!

- Yo... Yo quería vert...

- Lárgate, ¡Vete ya mismo!

- No tengo dinero. -Respondí más compuesto, aunque mi voz sonaba temblorosa. - Y no me voy a ir hasta hablar contigo.

Mamá miró a todos lados y a empujones me metió en la casa.

- Mierda... ¿Qué quieres? Habla la mierda que vayas a decir y te vas.

Aush.

No noah, no llores.

- Quiero vivir contigo.

- No. Ahora vete.

- Pero... Nunca te has encargado de mí.

- Y que te hace pensar que lo voy hacer ahora... Si te deje con tu padre es porque no te quería conmigo...

Doble aush

Sabía que si decía una palabra, me largaría a llorar.

Papá entra y abrázame por favor.

Baje la vista al piso de madera vieja, se notaba que a cada paso rechinaba. Sobre la misma madera dos segundos después pude ver cuatro gotas estrelladas. Estaba harto de llorar y me sentía tan roto.
Mire a mamá fijamente, pero no fui capaz de decir nada, tampoco me hubiera dejado.

- No siempre tenemos lo que queremos Noah... ¿Tú papá te trata bien?

Asentí, aún tratando de mantener a raya mis lagrimas, sin éxito obviamente.

- Y por qué viniste si te trata bien.

Levante los hombros con desdén y me limpie los mocos.

- Quizás por que creí que eras mejor que una perra.

- Cuidado.

¿Cuidado? ¡¿Cuidado?! ¡¡Yo no había pedido nacer!! Quería gritarle tantas cosas pero un estruendo en la puerta nos interrumpió. El pomo estaba siendo notoriamente forzado. Mamá me metió en un armario que estaba en el cuarto de al lado, un armario lleno de abrigos.

- No hables. - Me ordenó.

O viene el hombre malo.


Retumbó en mi cabeza. 

Escuché unos gritos de un hombre, estaba insultando a mamá, ella no respondía. Por instinto quise ayudar, pero estaba asustado, se quebraron algunas cosas.

- !¿CON QUIÉN ESTABAS?! - escuche la voz de un hombre. - ¡Me dijeron que había un muchacho afuera!

- ¡Yo no soy tu propiedad para que me hables así!

Seguido de eso se escuchó un quejido, lo más probable es que era de mi madre.

- ¡ERAN LOS MALDITOS PROTESTANTES! ¡¿contento?! - Escuche que la puerta se abría de golpe, estaba asustado, la furia del hombre era palpable, me puse al extremo más alejado de la puerta del armario, el tipo me iba a encontrar, en mi cabeza se reprodujo cada una de las palizas que me habían dado y me paniquee, tape mi boca con ambas manos, entendiendo que estaba en peligro.

- ¿QUE TAN ESTÚPIDO CREES QUE SOY?

- ¡Cálmate! No era nadie importante, Brenan, vamos a la cama... los dos.

Quedó todo en silencio, escuche el sonido de la puerta una vez más, pero aún estaba inseguro de salir de aquel pequeño espacio, me sentía a salvo, espere unos cuantos minutos y fije mi vista en una pequeña repisa que había en la parte superior con un montón de cajas, una de ellas en particular llamó mi atención, decía mi nombre, la tome y tuve que salir del armario ya que la oscuridad me impedía ver que había dentro. Inspeccione el contenido, había dinero, unos doscientos o trescientos dolares, pero mi atención fue robada por  un montón de fotos mías de pequeño, nunca antes había tenido una, el registro de mi padre había comenzado desde que yo tenía seis, me estaba viendo por primera vez cuando fui bebé y había una donde estaba con la abuela de mamá, lo recuerdos de aquella mujer que había olvidado me invadieron, tome las fotos y las metí en mi mochila para salir rápido de allí. Fui incapaz de tomar el dinero.

- Cof Cof. Niño... Coff ven aquí.

Levanté la vista apurado, en una habitación había un abuelo en una cama, mis ojos se toparon con los suyos, la habitación tenía la puerta abierta lo que permitía vernos a pesar de la distancia entre nosotros ¿Por que había un cuarto dentro de otro?
El señor me llamó con un movimiento de su mano y me acerqué a él, quería beber agua de la jarra que había junto a su cama, le ofrecí un poco.

- ¿Y quien carajos eres tú?

- Noah... Me tengo que ir...

- ¿Noah? ¿Rudrud?

- Sí señor. -Lo fui alguna vez, ahora era Dorfman.

- Coff En el closet cof cof es tuyo... Tu nombre

- No... Yo... Solo las fotos. - Respondí entendiendo que se refería a la caja.

- Es tuyo... Cof todo, el dinero... Tómalo coff coff mi esposa, la abuela cof cof lo guardo para ti.

No recordaba a un abuelo.

- No lo necesito, gracias.

¿Y con que te vas idiota?

Bueno talves solo un poco

- Y cof hay un CD... Tómalo todo muchacho. Y vete antes que vengan esos idiotas.

¿Un CD?

- Está bien... Adiós señor.

No respondió, tomé el contenido completo de la caja y lo metí a la mochila.
Salí de la casa sin inconvenientes y volví mis pasos hasta dar con un taxi que me dejara en el trabajo de mi padre, para ser  exactos a escasos metros del restaurante, sólo debía cruzar el estacionamiento.

La certeza entró en mi cabeza como un rayo, quería ver a papá y contarle todo, él me quería, me había amado más que nadie y me sentía un tanto aliviado de no tener que estar con mamá. Ella era un monstruo.
Yo no podía traicionar así a papá, él me quería y yo a él. Podía hacerlo, si él no hacía nada o me miraba con molestia me iría, pero qué pasa si no lo hacía y me daba ese abrazo que tanto había esperado y la imagen que llevaba tanto tiempo en mi cabeza comenzó a verse más real. Papá me dejaba llorar y explicarle todo y me decía que me quería porque sí y no por lastima, me decía que mi rostro no era feo como decían los chicos y que había sido un bobo por creer eso, que su divorcio no fue mi culpa y me amaba más a mi. Quería tanto escuchar esas palabras. Noté mis mejillas húmedas.

- Maldito llorica. -Me dije a mi mismo.

Haría eso, dependiendo de la reacción de papá, sería invisible hasta los dieciocho o posiblemente todo vuelva como era antes. Tenía que intentarlo, tenía que hacerlo, no podía ser un cobarde. Le llevaría al despacho y le dejaría caer la bomba. Seque mis lagrimas y camine con determinación por el estacionamiento, cuando a mi costado escuche la risa de papá.

Estaba con Elena, sentí tan feo en el pecho.

Me oculte detrás del auto que estaba al lado y a pesar de que escuche la conversación ya olvide lo que dijeron.
Papá estaba feliz. ¿Qué hacía ahora?

¡Que se vayan todos a la mierda!
¡Maldita sea! Por qué decidieron tenerme si me iban a tratar así.
Que se jodan, que se jodan, ¡Que se jodan!
¡¿Esta era parte de la reunión importante a la que tanto no podía faltar?!

¡Papá estúpido!

Tomé mis cosas y me marché de ahí corriendo lo más rápido que mis piernas lo permitieron, entré a una estúpida  librería y compre una libreta, sobres y un lápiz, luego fui a diferentes farmacias en las que compre muchos medicamentos, de estos que venden sin derivación médica.

¿Querían una vida sin Noah? 

Pues felicidades, aquí tienen su maldita vida sin Noah.

Cuando acabé de comprar todo, aún me sobraba dinero, me compre algo para comer y dos energizantes, una para ahora y la otra para los medicamentos.
¡Estaba furioso!
Me senté en una mesa para jugar ajedrez y escribí cuatro cartas de despedida, ahora solo quedaba hacer que tuvieran peso y un significado.

Fui a un baño público de la estación del metro. Abrí uno por uno cada paquete de pastillas y las dejé en una bolsita, me sorprendió la cantidad que había.

Eran las diez ¿Lo hacía aquí o en un lugar más bonito? Podía pasar la noche aquí y mañana ir a algún bosque, eso sonaba mucho mejor.
Esperé a que fuera media noche y cuando no quedó nadie, cerré la puerta con el seguro para que nadie pudiera entrar, aunque claro eso no impidió que algunos borrachos peguen a la puerta.
Tuve miedo, tuve frío y muchas dudas, pero ya estaba cansado de ser un cobarde.




 

 



 

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