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martes, 17 de mayo de 2022

Segundas oportunidades capitulo 21


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Segundas oportunidades

 Autora: Mis hijos 

 Capítulo 21

 


 

Hay situaciones en la vida que son tan…irreales…donde uno no sabe si reírse, molestarse, pellizcarse, o simplemente abalanzarse a golpes frente a la persona. 

 

El cinismo de Diana me tenía en ese punto, donde no sabía cómo reaccionar. Por suerte, sostenía en mis manos la caja de regalos de Daniel que, al ser algo grande y abultada, me detuvo de hacer lo último y darle una buena golpiza al…personaje…frente a mí. 

 

No podía llamarle mujer, porque, pues, apenas y llegaba a eso. No podía llamarle ser humano, porque no tenía ni pisca de humanidad. Y no podía llamarle animal porque no había animal sobre la tierra que tratara a sus crías de esa forma. 

 

“¿Perdón?” Sarcasmo. Mi boca reacciono con sarcasmo. “¿Cuáles hijos?” Antes de continuar Daniel salió corriendo de la casa. 

 

“¡Papi! ¡Papi! ¡MIRAAA!” Grito emocionado, mostrándome un kit científico que le habían regalado. 

 

“¡Él no es tu papá!” Grito Diana, tratando de acercarse a Daniel y jalarlo, pero antes de que pudiera hacer algo deje caer la caja aquella y le tome en brazos, airado. 

 

Mi respiración se aceleró como si hubiera corrido una maratón, podía sentir la sangre hervir en mis venas, y de no ser porque tenía a mi pequeño en brazos hubiera sido capaz de matarla allí mismo. 

 

Daniel, obviamente, soltó un pequeño grito que se volvió en un llanto descomunal, y al ver a la mujer se aferró a mí con brazos y piernas, dejando caer su antes preciado regalo. “¡¡¡NOOOO!!!!” Gritaba una y otra vez, haciendo que todos salieran de casa, con Logan y Lautaro perdiendo todo color. 

 

“¡¿Qué haces aquí?!” Le espeto Paula, poniéndose frente a los dos mayores. Logan se había aferrado a la camisa de Marcos, y Viviana se puso frente a este. Lautaro, por su parte, se aferró a su hermano mayor, escondiendo su rostro en la camisa de este, temblando de temor. Maia, por su parte, abrazaba a Lautaro, sus ojos revelando el gran temor que tenía.

 

“Vine por lo que es mío.” Le dijo tranquilamente. “Así que vamos, niños. Es hora de regresar con mami.” 

 

“Señora, puede meterse lo que es suyo por el cu-“ 

“¡Viviana!” Regañe, aunque la apoyaba al 100. 

“¡MAMI!” Llamo Daniel, y Diana por un momento pareció brillar, como diciendo, ‘Ven, mi hijo me quiere’ pero su triunfo se esfumo cuando Daniel le tiro los brazos a Paula, quien rápidamente le tomo en brazos para llenarlo de besos y calmarlo, dejándome libre para ponerme frente a mi familia. 

 

“Niños, entren a casa.” Les ordene, viendo de reojo como Paula le pasaba a Daniel a Viviana, dándoles unas ordenes rápidas de que subieran a nuestra habitación y esperaran allí. 

 

“Tio-“

“¡Ahora, Marcos!” Ordené más fuerte de lo que quise, viendo como Diana hacia una rabieta descomunal, diciendo que le habíamos robado a sus hijos. Que Paula no era mami, ella era mami. Sus puños bajaban y subían, y ella brincaba en el lugar. Parecía una niña de dos años…o más bien una loca descomunal. 

 

Luego de que la puerta se cerró, sentí a Paula poner una mano en mi hombro. No sabía si buscaba calmarse ella o calmarme a mí, pero le agradecí el gesto. Al ver que los niños se habían ido, Diana volteo a vernos con la cara toda manchada por el pesado maquillaje que llevaba encima. 

 

“¡Son mis hijos!” Grito, queriendo abalanzarse sobre nosotros, y fue todo lo que necesite. 

 

Le tome de las muñecas, no dejando que le tocara ni un pelo a Paula y mucho menos me rasgara la cara. “Ya no.” Le espete, tirándole al suelo y aguantando todas las ganas que tenía por patearla. “Legalmente yo tengo su tutela. ¡Si los quieres de vuelta tendrás que pelear por ellos!” 

 

“¡Los secuestraste!” grito, y yo no pude, pero rodar los ojos. 


“Vamos con ellos.” Le dije a Paula, quien miraba a Diana como si fuera una misera cucaracha en su cocina. Ella asintió, pero cuando vi que Diana, quien ya se había puesto de pie nuevamente quiso tirarse sobre nosotros la mujer actuó. 

 

Admiraba a Paula, y hubiera sido un verdadero…baboso…si la dejaba ir. Paula, con el puño cerrado como si fuera una boxeadora le quebró la nariz. Así, un momento Diana gritaba queriendo abalanzarse sobre nosotros, y Paula levanto su puño, lo hizo para atrás y lo dejo estrellarse sobre su nariz con todas sus fuerzas. Apenas paso esto y chorros de sangre corrían por su rostro. Paula aplasto a la cucaracha...bueno, más o menos.

 

“¡No te atrevas a poner una mano encima de mi novio!” Grito, fúrica, “¡Ni tampoco te atrevas ni a VER a MIS HIJOS!” Grito, temblando de la rabia, mientras la rubia aclamaba que la habían asaltado. “¡Te vuelvo a ver y te parto la madre!” 

 

“Amor, vamos.” Le dije, sujetándole de la cintura al ver que quería golpear nuevamente a la mujer. Ella temblaba de la colera, y yo no me quedaba atrás. A este punto, Diana tomo algunas rocas y piedras que había y empezó a lanzarlas contra nosotros. Una de ellas toco mi espalda, pero no solté a Paula que quería regresar a golpear a la mujer. 

 

Solo paro para tomar el juguete ahora olvidado de Daniel y se metió a la casa. Yo tome la caja rápidamente y entre tras ella. Paula temblaba de la colera, su mano con sangre, seguramente de Diana, pero ella no hacía más que murmurar por bajo. 

 

Simplemente puse la caja de regalos con cuidado, y me giré para cerrar con llave. Esa loca era capaz de entrar a la fuerza, y luego me gire, jale a Paula hacia mí y le di un beso como nunca se lo había dado antes. 

 

Ella me lo devolvió, y luego me soltó. “Ame ver como la tirabas al suelo.” Me susurro, riendo por bajo. 

“Y yo ame ver cómo le diste un puñetazo…realmente sexy.” 

 

“Y nosotros todo el espectáculo.” Dijo Viviana, y nos dimos cuenta que los niños estaban en las escaleras viendo todo sorprendidos. 

 

Apenas nos giramos a ellos y los tres varones menores salieron corriendo a abrazarnos. Los tres lloraban, seguramente temiendo que Diana se los llevara. Nunca la llamaría la madre de mis hijos nuevamente. Ella había perdido ese derecho, incluso legalmente. 

 

“Gracias.” Nos susurró Logan, escondiendo su rostro en mi pecho, mientras Daniel trataba de escalar a Paula para que esta le tomara en brazos. 

“No hay porque,” le dije al mayor, besando su frente para luego hacer lo mismo con Lautaro y Daniel. “Jamás, escúchenme bien, JAMAS podrá llevárselos.” 

    

“Seguramente llamara a la policía.” Dijo Paula, viendo su mano por primera vez. “Y yo…bueno…”

“Fue en defensa propia.” Dijo Marco seriamente, “y Viviana fue muy inteligente y lo grabo todo. Ella se tiró a golpearlos, Tío la trato de detener, pero por algún motivo ella cayó al suelo. Ustedes se dieron vuelta para regresar, y ella se abalanzó contra ustedes, y Tía simplemente se defendió.” 

 

“Mientras, Maia calmaba a mis hermanitos y mi novio hermoso aquí presente llamo a la caballería.” Le miramos algo extrañados, pero ella solo sonrió. “Abuelo Henry y Michael vienen en camino.” Nos explicó, encogiéndose de hombros. 

 

Marcos asintió, “El abuelo dijo que tuvieras los papeles legales listos por cualquier cosa.” 

 

Asentimos, deshaciendo el abrazo de los cinco por primera vez. “Bien. Vamos, todos a ponerse los pijamas. Los quiero a todos arriba.” Les dije, si la policía venia lo mejor sería que los niños tuvieran aunque sea un atisbo de normalidad por la noche. 

 

“¿Papi?” Pregunto Lautaro, todavía sujetando mi camisa, restregando su puño contra sus ojitos llorosos. “¿Puedo dormir con ustedes hoy?” 

 

Asentí, y luego una idea se vino a mi cabeza. “Saben, ¿porque no acampamos hoy?” 

 

Paula me vio como si estaba loco, y Maia pareció entusiasmarse con la idea. Daniel saco su cabecita de su escondite en el hombro de su mamá, y Marcos y Viviana intercambiaron miradas. “Marco, amigo, ayúdame a llevar algunos de los colchones a nuestra recamara. No el de la cama de Daniel, ese es algo pequeño, pero los de Viviana, Logan y Lautaro pueden servir, ponlos alrededor de mi recamara. Viviana, princesa, tu y Maia busquen todas las almohadas, cojines y lo que quieran para que estén cómodos. Mientras, Logan, campeón, tu y tus hermanos busquen una película. Luego todos, a ponerse pijamas, se lavan los dientes y pasamos una noche todos juntos.” 

 

Era una idea algo loca, pero todos los niños sonrieron y salieron corriendo a obedecer, excepto Daniel que seguía aferrado a Paula. Sabía que seguramente habría algunas pesadillas de parte de mis chiquitos y esa noche lo último que deseaba era tenerlos lejos. 

 

Mientras, Paula y yo nos cercioramos de que todas las ventanas y puertas estuvieran cerradas. Sali un momento solo para cerrar mi auto que con el alboroto había quedado abierto mientras Paula vigilaba desde la puerta aun con Daniel en brazos. Todavía quedaban algunas cosas dentro del auto. Ignoraba si comida, pero si se echaba a perder no me importaba. Cerré mi auto, puse la alarma rápidamente y entre a casa, cerciorando que estuviera con llave y todo estuviera bien. 

 

Cuando llegamos a nuestra habitación parecía todo menos eso. Los niños parecieron entender que aun nuestra cama debía irse. La base de esta estaba en el pasillo, mientras que nuestro colchón estaba al medio. Era como un colchón gigante, todos los cojines y almohadas de la casa estaban en esta, y todos los niños menos Daniel también, ya en pijama y listos para la noche. 

 

Marcos y Viviana se habían quedado a una orilla, muy abrazaditos y supe que seguramente dormirían allí. No le vi nada de malo, después de todo tendrían mucha compañía, y si no fuera así sabía que ni Viviana ni Marcos eran tontos. Seguían siendo niños en muchas áreas, pero pronto serian adultos y lo mejor era empezar a darles esas pequeñas libertades. 

 

Lautaro, Maia y Logan estaban en medio de la “cama”, riendo y discutiendo acerca de la película que habían elegido. 

 

Tome a Daniel en mis brazos, “Vamos, amorcito, solo faltas tu y tu pijama.” Le dije. 

 

“Sacare una de tus pijamas y te la llevare.” Me dijo Paula, sobando la espalda de Daniel. 

 

“Tengo un botiquín bajo el lavabo.” Le dije, señalando su puño. “Por favor, limpia bien esa herida.” 

Paula me sonrió y asintió, y me lleve a Daniel para ponerle su pijamita, un enterito de algodón para que no pasara frio. 

 

Di gracias cuando la “pijama” que Paula me llevo fue un simple pantalón de algodón negro y una camiseta gris. Después de cambiarme y cambiar a Daniel, saque los papeles de los niños de donde los guardaba. Allí estaba no solo el certificado de adopción de Lautaro y Daniel, pero también donde decía que la tutela legal de Logan era mía. Además, estaba el testimonio escrito de los Gullier donde declaraban que Diana les había pedido que cuidaran de sus hijos una semana, pero que ella había desaparecido. 

 

Estaba también una declaración oficial del director de la escuela de estos, donde declaraba que Diana no había asistido a ninguno de los llamados. La declaración del juez donde decía que Diana no había atendido a la petición de presentación que se había mandado a su domicilio y que no había ninguna otra forma para contactarse con ella. 

 

Y lo último, que me hizo sonreír de oreja a oreja y querer abrazar a Henry y aferrarme a él como un koala. La copia de una orden de captura a Diana Almira por varios cargos, abandonar a tres menores a su merced, abuso y negligencia, entre otros. 

 

Quince minutos después, llegaron Henry y Michael, quienes vieron divertidos la forma en que dormiríamos. Viendo que todo estaba en orden, los hombres decidieron unirse a la pijamada. Henry se hizo un campito entre Lautaro y Logan, mientras que Michael se acurruco con su hija. Me hizo algo de gracia ver a Marcos darle una mirada algo nerviosa a su padre solo para que este le guiñara el ojo en complicidad, haciendo que Marco simplemente apretara el abrazo en su novia. 

 

Estábamos a mitad de la película cuando escuche el inconfundible sonido de una sirena de policía. Daniel se había quedado dormido, al igual que Maia contra Michael. Con cuidado, tanto Henry como yo nos levantamos. Pude ver como Logan se puso algo rígido, pero un rápido beso a la frente le calmo los nervios. 

 

Justo al llegar a la planta baja llamaron a la puerta. Eran dos oficiales de policía, uno mas joven que el otro. El mas joven estaba a la puerta, mientras que el mayor hablaba con Diana, tratando de tranquilizarla. 

 

Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano por no tirarme la carcajada al ver el estado de la vieja esa. La nariz la tenía obviamente inflamada, dándole un aspecto de Rodolfo el reno por lo roja que estaba, todo el coso ese negro que se ponen en los ojos, como sea que se llame, estaba chorreteado. Pero lo peor es que le decía al oficial, ya que podía escucharle claramente, que le había quebrado su uña. Así, su UÑA. 

 

“Buenas noches, caballeros.” Nos saludo tranquilamente el hombre. “Lamento irrumpir su noche, no obstante-“ 

 

“Sabemos porque vino, oficial.” Le irrumpió gentilmente Henry, dándole una sonrisa. “Esta es la casa de mi hijo, yo soy su representante legal. Esto no es nada nuevo, pero creo que esto le puede interesar.” Le informo, extendiéndole el folder con todos los papeles. 

 

Pude ver el interés que el hombre tenía, y cuando llego a la ultima hoja era evidente que trataba de no sonreír. “Vaya…creí nunca vería esto.” Nos dijo, para luego pedir disculpas y caminar hasta su compañero. 

 

Ambos hombres se distanciaron un poco, y Diana me vio triunfante, mientras que yo solo pude soltar una risa burlona. Me sentía como ese niño que tira la piedra y recibe un premio porque nunca se dieron cuenta de su trastada. 

 

El policía mayor se acerco a Diana, y le hiso una pregunta algo suave, mientras que el joven caminaba hacia su auto seguramente a buscar en la base de datos. Unos minutos luego, asintió y para mi gratificación vi algo que esperaba Viviana estuviera grabando. 

 

El mayor saco sus esposas, “Señora, lamento informarle que está bajo arresto.” Uff, es que debíamos hacer una fiesta. 

 

“¡¿QUE?!” El grito de la mujer fue escandaloso, y me sobresalte cuando sentí una mano en mi hombro. Me gire y allí estaban todos. Los niños seguramente se habían despertado, Viviana sostenía su móvil en alto grabando con una gran sonrisa, Lautaro miraba asombrado aquello, Logan sonreía con algo de picardía, y Daniel…ay, Daniel tenia su dedo nuevamente en su boca, mientras estaba cómodamente en los brazos de Paula. Michael, Marco y Maia miraban todo desde atrás, mientras esta tenía a sus dos hijos abrazados. 

 

“Sabia que hay una orden de captura a su nombre?” Prosiguió el policía, “hay varios cargos,” y prosiguió a leer cada uno de ellos. 

 

“¡Eso es mentira! ¡Es mentira!” Grito la rubia, y para asombro de nosotros prosiguió a salir corriendo. Parecía una escena de caricatura. Diana corría casi en zigzag siendo perseguida por ambos policías, el menor gritando que si no se detenía usarían fuerza mayor. 

 

Escuché las risitas, incluso la de Daniel, y me sentí aliviado, aunque sabia que esto apenas comenzaba. Por supuesto no tardaron mucho en darle captura. La esposaron, y la metieron al vehículo. 

 

Ambos policías se acercaron a nosotros, saludando y luego apagaron las cámaras que llevaban en sus pechos. 

 

“Paula, ¿cómo estas?” pregunto para mi asombro el mas joven, y mi novia camino a darle un fuerte abrazo…debo admitir, me sentí algo celoso. Bueno, bastante celoso. 

 

“Gracias por el show, Beto.” Le dijo riendo la mujer. 

 

“Debo admitir, desde la escuela siempre quise que se la llevaran lejos.” Dijo el hombre, encogiéndose de hombros. 

 

“Si, bueno, deben saber que ella puede salir bajo fianza según la ley.” Prosiguió el mayor, que nos miraba como si le hubiéramos irrumpido su tranquila noche. Seguramente así seria. 

 

“Claro,” dijo Henry, asintiendo. “Pero debe saber que le tenemos en video atacando a mi hijo y su novia, amenazando y tirando piedras a donde residían varios menores al momento, por lo que presentaremos cargos.” Y empezó con un sin fin de palabras legales que sinceramente no entendía ni me interesaban mucho. 

 

Minutos después los policías, y Diana esposada en la parte trasera se marcharon, dejándonos aliviados, aunque solo fuera momentáneamente. 

 

“Bien, vayan a terminar la película. Ya es tarde.” Les dijo Michael a los niños, dándoles un beso de buenas noches a sus hijos y recordándoles pasaría al dia siguiente por ellos. 

 

“Por esta noche ya no hay mucho que hacer,” nos dijo Henry, mientras observábamos a los niños correr a la segunda planta, con Maia y Lautaro reviviendo la pequeña persecución graciosamente. “Descansen, y manténganse tranquilos y alejados de ella.” 

 

“Si, claro.” Le dijo Paula, “Aunque la verdad, prefería las ideas que nos dieron los niños.” 

 

No pude evitar reír recordando eso. “¿Como así?” pregunto Michael, curioso. 

“Una vez logramos calmarlos un poco, Marcos sugirió que talvez seria buena idea ayudarle a cruzar al más allá y enterrarle en la piscina bajo un buen poco de concreto.” El hombre me vio con grandes ojos, “Pero luego Maia aclamo que ella quería usar la piscina, y que no era justo arruinarla por ella.” 

 

“Vaya.” Dijo Henry, levantando la ceja. 

 

“Eso no es todo,” Continuo la historia Paula, con una gran sonrisa, “Viviana dijo que era un gasto de energía innecesario para esa, literalmente, alimaña. Lautaro entonces sugirió que podríamos llevárnosla de paseo y dejarla botada en algún sitio.” 

 

“Logan sugirió algún desierto lejano, que total, los accidentes siempre pasan, Marco entonces dijo que sabia de varios que servirían, uno en especifico a unos cuantos días de aquí y Daniel entonces ofreció sus ahorros. Tres dólares.” Cuando termine de hablar ambos hombres reían a carcajadas ante las ocurrencias de los menores. 

 

“Y eso no es todo.” Siguió Paula, riendo también. “Lautaro, mi pequeño comilón, dijo que si recopilaban fondos talvez podrían hacer una parrillada con lo que sobrara y comer, repito, ‘tan rico como hoy’.” 

 

Nos unimos a las risas de los hombres, con Henry diciendo que la recolecta no seria necesaria. El sería el patrocinador y cubriría todos los gastos, y seguramente Ana y Melissa se ofrecerían a hacer varios postres para todos aquellos que quisieran ayudar. 

 

Nos quedamos un rato mas hablando. “Gabriel, hijo,” me hablo por bajo Michael cuando Henry le explicaba un poco de como iría el proceso a Paula y contestaba alguna de las preguntas de estas. 

 

Con su mano sobre mi brazo, Michael me dirigió gentilmente aparte. Me miraba con preocupación, y solo pude dar gracias al cielo el haberme dado un cuñado, un padre, como este. “¿Como te encuentras?” me pregunto, poniendo su mano en mi hombro. “¿Estas bien?” 

 

Sonreí, viéndole con gratitud. “Si, no te preocupes. Me alegra que Henry me obligara a poner todo en orden, la verdad.” 

 

Michael asintió, para luego jalarme en un fuerte abrazo que le devolví con igual emoción. “Gracias.” Le susurre al momento que nos soltamos, y el solo puso su mano en mi rostro. 

 

“Cualquier cosa, no importa la hora o el día, cualquier cosa y me llamas.” Me dijo, “Se que eres un adulto, un hombre hecho y derecho, pero en mi corazón eres mi hijo al igual que Marcos y Maia y si me necesitas no dudare en venir corriendo a tu lado.” Me recordó, haciendo que mis ojos se llenaran de lagrimas y le diera un fuerte abrazo nuevamente. 

 

Henry nos recordó que todo estaría bien, que cualquier cosa le llamáramos y con eso se retiraron por la noche. Eran pasadas las diez, pero sentíamos como s i fueran las dos de la mañana. El agotamiento nos podía, o talvez era el simple hecho de saber que por lo menos por esa noche todo estaba perfectamente bien. 

 

Al subir encontramos a todos los niños hechos bolita. Habían dejado a Daniel, Lautaro y Logan al medio y los habían rodeado, así que Paula y yo simplemente encontramos una parte entre todos los colchones donde pudiéramos acomodarnos. 

 

Por esa noche podríamos dormir tranquilos, después de todo mis hijos, sobrinos, y protegida estaban seguros, no estaba solo. Mi familia estaba allí. 








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