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jueves, 10 de febrero de 2022

Segundas oportunidades capítulo 19


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Segundas oportunidades

 Autora: Gabi 

 Capítulo 19 ¿Todo bien?

 

 



 

 

Es peculiar la sensación de casa y visita que te da una ciudad cuando ya no vives en ella y regresas. Manejar por las calles de la que antiguamente había sido mi ciudad, el lugar donde vivía, trabajaba, había crecido era algo, inusual. 

 

Era como estar en casa estando lejos de ella, la familiaridad, pero al mismo tiempo ver como había todo cambiado, donde antes había estado un pequeño restaurante que antes amabas ahora era una tienda de ropa. Donde habías ido a tomar un café con alguna amistad era un restaurante de tacos. 

 

En algún punto te dabas cuenta que el tiempo no perdona…o simplemente trataba de todas las formas posibles de no pensar en lo que estaba por suceder y en lo que había pasado la noche anterior. 

 

“¿Gabriel? ¿Gabriel, hijo?” Podía escuchar la voz de Henry, mi cerebro me daba señales de que me llamaban, pero mi boca y cuerpo parecían no querer reaccionar. 

 

“Dijo que no.” Las palabras salieron de mi boca sin permiso, en realidad no era lo que quería decir, ni lo que quería hablar, pero al mismo tiempo deseaba gritarlo a los cuatro vientos. 

 

“¿Disculpa?” Me dijo Henry, “Solo…te pasaste la salida. Debíamos doblar en la sexta calle.” 

 

“Si, claro. Solo que…me gusta mas tomar por la decima y hacer el retorno allí.” Me excuse, tratando de evitar mas preguntas. 

 

“¿Quién dijo que no?” pregunto Henry, observándome profundamente. 

 

“¿Que?” Ante mi pregunta, algo infantil e inmadura, Henry solo levanto una ceja y negó con la cabeza. 

“Te acabas de pasar la décima, hijo.” Me informo, haciéndome soltar un improperio por bajo. “Sabes, si seguimos por este camino nos encontraremos el trafico del boulevard, cosa que quiero evitar. Debemos estar allí en 20 minutos.” 

 

“Si, claro.” Me enfoque en llegar a nuestro destino, ignorando tanto mis pensamientos y las miradas inquisidoras de Henry. 

 

Para mi placer llegamos justo a tiempo, y cuando vi la cantidad del cheque me fui de espalda. Nunca había visto tanto dinero bajo mi nombre en mi vida. Sabia que el seguro de vida de Mary era grande, pero no me imaginaba que tanto. 

 

No solo podría pagar la universidad de todos mis hijos tranquilamente, pero tendría suficiente dinero para mi vejez. “No puedo aceptar esto.” Le dije a Henry, de repente sintiéndome culpable. Este dinero venia tras la muerte de la mujer con la que había deseado pasar el resto de mi vida.

 

“¿Disculpa?” Henry sonaba completamente confundido, viéndome sorprendido. 

“Esto…esto no me pertenece.” Le dije, “Mary…si bien la ame con todo mi corazón, y todavía la amo, pero…Henry ella era su hija y-“ 

 

Ante mi asombro Henry sonrió, no en forma como si le estuviera contando el mejor de todos los chistes, pero como si entendiera algo que yo apenas podía vislumbrar. “Por eso lo mereces.” Me dijo, “Sabes, Mary tuvo uno que otro novio, y si bien algunos me cayeron bien ninguno me agrado tanto como tú.” Me dijo, “Se que no hay ningún vínculo sanguíneo, pero eso no implica que no te ame como un hijo.” Se encogió de hombros, y luego me sonrió. “Además, yo no lo necesito. Tienes tres hijos y probablemente algún día, si tú y Paula deciden comprometerse y formalizar todo, tengas más. Lo vas a necesitar.” 

 

Suspire, recordando la noche anterior. “No creo que eso pase.” Le dije simplemente, “dijo que no.” 

 

“Vamos, creo que esta platica es mejor con un buen café.” Puso su mano en mi hombro y apretó suavemente, “Después de todo, es muy temprano para un whiskey.”

 

Eso me hizo reír, asentí y, guardando el cheque en mi billetera para depositarlo en unas horas, nos dirigimos a un pequeño bistró cercano. Después de todo, era casi el medio día. 

 

Me sorprendí cuando pocos minutos después de haber ordenado llego Michael, y por un momento me sentí aliviado de tenerlo allí. Nunca había sido muy apegado a mi padre, en realidad miraba mas como un padre a Michael que a cualquier otra persona, y me alegre de tener a ambos hombres allí para mí. Talvez sonaba egoísta, o infantil, pero me daba cuenta que esas figuras paternas siempre se necesitaban no importaba la edad que uno alcanzaba. 

 

Mientras esperábamos la comida Henry le comentaba a Michael acerca del pequeño rancho que habían comprado para estar cerca nuestro, invitándole a pasar una temporada con ellos. Michael, mientras tanto, nos comentaba algunos proyectos que tenía en casa junto con Marcos. 

 

Por mi parte me mantuve callado hasta que ambas miradas se centraron en mí, y sabia era mi momento de hablar. No andaba de humores de dar vueltas, así que me fui directo al grano, sin ningún preámbulo. “Anoche le propuse matrimonio a Paula.” 

 

No habían ni salido mis palabras de mi boca cuando ambos hombres reaccionaron, uno botando el bocado del tenedor sobre sus pantalones y el otro atorándose en su bebida. 

 

“¡Pero…pero muchacho!” Empezó Michael, limpiando su pantalón con una servilleta mientras Henry trataba de recuperar el aliento. “¡¿Estás loco?!” Me dijo, “¡Pero si apenas empiezan a salir!”

 

“Bueno,” Dijo Henry, con voz ronca, “No es para tanto. Mi Ana y yo apenas salimos cuatro meses antes de casarnos. Pero si, eran otros tiempos.” 

 

“Y bueno, ¿entonces que paso?” 

 

Y tras la pregunta de Michael, recordé la noche anterior…

 

La respiración de Paula se entre corto, sus ojos agrandados mientras que mi corazón latía a mil por hora. Las palabras salieron de mi boca y en realidad no lo pensé tanto…bueno, en realidad no lo pensé en absoluto. Fue un impulso, pero un impulso que deseaba de todo corazón. 

 

“¿Que?” Esperaba otra clase de respuesta. A decir verdad, esperaba que todo fuera como esa típica escena de película, donde el hombre propone de la nada y la mujer se lo come a besos. De lo contrario, ¿Por qué diablos todas las mujeres parecen amar esas ridiculeces? 

 

“Paula…te amo. Sinceramente, te amo. Múdate conmigo y casémonos.” 

 

“Gabriel…” no me dijo nada, mas bien dio un paso atrás, pegando en la encimera.  La sonrisa que había tenido en mi rostro se había evaporado de a poco, pero ahora la miraba con preocupación. 

 

“Ya veo.” Le dije simplemente, tomando un paso atrás. 

“No…amor, no, de verdad, no lo tomes a mal…¡te amo! Eres, eres un hombre maravilloso, me divierto al estar contigo, eres dulce, atento, cuando me sorprendes con una simple flor, o cientos de ellas, o-“

 

“Ve al grano, Paula.” Mi paciencia se agotaba rápidamente. El hecho de que me dijera que no me había tomado por sorpresa, y no era una muy grata, agradable, y mucho menos satisfactoria. 

 

“Vamos muy rápido.” Me dijo simplemente. “No llevamos ni un año de salir…y..”

 

“Ya veo.” No quería escuchar más así que simplemente hice lo que cualquiera hubiera hecho, traté de sonreír y me encogí de hombros. “Esta bien,” le dije, “Tienes razón, es muy pronto.” 

 

Paula trato de sonreír igual que yo, pero la tensión que había era tan notable como una gran espinilla en la nariz de alguien. En ese momento quería simplemente darle un beso, un abrazo…aunque sea tomar su mano, algún tipo de contacto físico, pero no sabía si era adecuado o no. 

 

Paula suspiro y cuando iba a hablar Daniel entro corriendo acusando a Lautaro de no dejarlo usar uno de los cochecitos, y justo detrás de el venia Lautaro defendiéndose de lo que era una mentira. 

 

Ambos niños eran ignorantes de la tensión entre ambos, así que simplemente me di la vuelta y centré mi atención en ellos. 

 

Y tras decir eso ultimo volví al pequeño bistró, donde ambos hombres me miraban con lo que esperaba no fuera lastima. 

“Bueno, hijo, creo que Paula tiene algo de razón.” Me dijo Michael, “No llevan ni seis meses saliendo hasta donde yo recuerdo.” 

 

“Talvez sea así, pero les recuerdo que no solo son ellos dos en quien deben pensar.” Nos dijo Henry, “Es decir, ahora tienen que pensar en Logan, Lautaro y Daniel…incluso en Viviana que sea como sea esta bajo su protección.” 

 

“Pero, aun así,” intervino Michael, “De que sirve un matrimonio infeliz solo por los niños. Mejor tener padres separados, pero felices que dos que estén queriendo matarse todo el tiempo.”

 

“Y tienes toda la razón,” dijo Henry antes de que pudiera intervenir yo, “Pero ese no es el caso de estos dos.” 

Abrí mi boca, pero Michael intervino. “Si, es cierto. Pero sabes que Gabriel siempre ha sido impulsivo.” Bueno, ahora por lo visto me habían dejado fuera de la ecuación. 

“Hmm, sí, siempre nos fijamos en eso.”

“No te imaginas todas las veces que le tuve que calentar el trasero por ello.” Y mi cara se puso roja. 

“Me imagino. Pero volviendo, puede sea impulsivo pero eso no significa que no esté enamorado de Paula.” 

“Eso no te lo niego. Y la verdad, le conviene rehacer su vida. Los niños le han devuelto esa chispa que había perdido.” 

“Bueno-“ Y cuando quise intervenir, nuevamente me interrumpieron.

“No solo los niños, creo que el cambio en general le ayudo a sanar y Paula es un gran factor en ello. Y lo ideal es que mamá y papá estén juntos.” 

Ya que aparentemente no iba a ser un factor a tomar en cuenta, simplemente me cruce de brazos y me desplome en la silla. 

“Pero, Henry, ¡es demasiado pronto! No sabemos mucho de la familia de Paula tampoco. Ella es una chica maravillosa y el-“

“El esta presente.” Interrumpí, todavía cruzado de brazos y llamando la atención de ambos hombres que solo me vieron un poco apenados. 

 

“Disculpa, campeón,” me dijo Michael, haciéndome soltar un soplido un poco burlón, pero de buena gana. “¿Volviste a hablar con ella luego de eso?”

 

“No, me fui con Daniel y Lautaro, Logan regreso a casa y la verdad no volvimos a estar solos. Se marcho a casa como a eso de las siete.” Y al finalizar ambos me miraban como esperando dijera más, y no supe que más decir así que me encogí de hombros. “¿Que? Eso fue todo.” 

 

“Cuando ella se despidió,” Empezó Henry, “Lo hizo como lo hace siempre o…”

“¿Que?” Michael dijo lo que yo quería preguntar. 

“Vamos, Michael llevas años casado con Melissa, y tu Gabriel estuviste casado con mi hija. Sabes que con las mujeres hasta el más mínimo detalle es de importancia. Así sabes si estas en problemas o no.” 

“Tiene razón.” Me dijo Michael asintiendo. 

“No...ella, nos dimos un beso en la boca y dijo que me llamaría esta noche.” 

 

Ambos asintieron, Michael tomando un sorbo de su bebida y Henry jugando con una servilleta. Solo pude pensar en ese momento que parecíamos un par de viejas chismosas sin que hacer, chismeando de mis problemas a pleno medio día en un lunes. 

 

“Yo opino,” dijo Michael, “que hables con ella hoy. Talvez lo pensó y después de todo quiera casarse contigo o…”

“¿O quiera romper conmigo?” termine con él. 

“No, eso lo dudo. Ella se ve que te ama.” Me dijo Henry con una sonrisa, poniendo su mano en mi hombro. “Mis padres girarían en la tumba si me escucharan decir esto, pero, ¿Por qué no intentan vivir juntos primero?”

 

Michael asintió, completamente de acuerdo. “La verdad me parece una buena idea. Aunque deben estar seguros de querer dar ese cambio por los niños.” 

“Claro que sí, su relación no solo afecta a ambos, pero también a los niños.”

“Los niños.” Dije simplemente asintiendo. 

 

Al final, hablar con ambos no me ayudo en mucho. No llegamos a una conclusión más allá de que debía hablar con Paula y saber cómo se sentía, lo que me parecía una total pérdida de tiempo, pero ambos parecían pensar que eso es lo que seguramente ella quería. 

 

Esa noche, después de un largo y arduo día, llegue a casa luego de pasar trayendo a los niños por casa de Dante y Meghan. Daniel llevaba la usual energía de siempre, Lautaro se quejaba de tener mucha hambre mientras que Logan tiro su mochila a la entrada y se tiró al sofá a jugar en su móvil. 

 

No había hablado con Paula en todo el día y a los niños no pareció extrañarles que ella no estaba en casa. Simplemente me dirigí a la cocina a buscar que darles de comer, recordando que teníamos varios sobrantes que simplemente podría recalentar. 

 

“¿Oye, Gabriel?” me interrumpió Logan, pegado a su móvil como era ya una costumbre. “¿Puedo salir con mis amigos?” 

 

“¿Cuándo?” pregunte, abriendo el contendor y oliendo una pasta que llevaba mínimo una semana refrigerada. Olía bien, así que la puse junto a los otros para calentar. 

 

“Hoy,” me dijo el niño, “solo vamos a ir a jugar-“

“No lo creo, campeón.” Le dije, poniendo el primer contenedor con estofado en el microondas. “Hoy es lunes y estoy seguro no has completado tus tareas.” 

 

Logan rodo los ojos, cruzándose de brazos. “Solo tengo una por hacer, y no me va a tomar tanto tiempo.” Me informo, “Además, solo serán un par de horas.” 

“Dije no, Logan. No insistas.” 

 

El niño solo resoplo, “Esto es tonto.” Murmuro, lo que decidí ignorar. 

 

“Ayúdame a poner la mesa, por favor.” Le pedí, tratando de mantener mi tono conciliador. 

 

“Porque yoooo!” Se quejo, “¡Lautaro no está haciendo nada!” 

“Pero tu estas aquí,” le informe, botando uno de los contenidos de otro contenedor que se había arruinado ya. 

“¡Siempre me pides todo a mí!” Se quejo, resoplando y cruzándose de brazos. “¡A ellos nunca les pides nada!” 

“Logan, eso no es cierto y tu lo sabes. Ahora, ayúdame con eso y luego ve a hacer tus tareas.” 

A regañadientes Logan empezó a obedecer, sacando los platos de mala gana y tirando algunas de las gavetas. 

 

Trate de ignorarlo por unos segundos, pero después de un minuto mi paciencia se agotó. “¡Logan!” Grite, justo cuando un plato cayó al suelo haciéndose añicos. 

“¡Te dije que no quería!” Me dijo de mala gana, pateando uno de los pedazos de vidrio. 

 

Estaba seguro le fulmine con la mirada, pero simplemente tome la escoba y el recogedor y se los pase. “Limpia eso, y mas te vale lo hagas bien y luego termina lo que hacías.” 

 

Logan me devolvió una mirada fulminante, pero no dijo nada, recogiendo los vidrios de mala gana, pero recogiéndoles, a fin de cuentas. 

 

De vez en cuando, mientras llevaba alguno de los contenedores a la mesa verificaba que recogiera bien todo el vidrio y que hiciera bien lo que se le había pedido. Se notaba su molestia, pero por lo menos no refutaba mas ni tiraba las cosas ya. 

 

“Llama a tus hermanos para que cenemos.” Le dije por último, poniendo uno de los últimos contenedores sobre la mesa. Teníamos pasta, pollo, estofado, ensalada verde, ensalada de coditos, arroz, algunas verduras, y bistec. A decir verdad, eran sobrantes de las ultimas dos semanas. 

 

Daniel y Lautaro vinieron corriendo a la mesa, con Lautaro viendo cada contenedor con alegría. Parecía no definir qué era lo que quería comer, ya que se relamía los labios con la lengua. 

 

Sabiendo que Daniel amaba las pastas, le serví en su plato un poco de lo que había junto con ensalada verde, fijándome en que no llevara ningún pimentón, pero si pepino y tomate, dos cosas que comía sin ningún pero. 

 

Mientras le ayudaba a Lautaro a servirse me percate que Logan no había regresado. Termine lo que hacía, pero antes de salir en busca de mi niño mayor este entro con una gran sonrisa, pero antes de que pudiera inquirir trato de ocultarla, y cuando me vio su felicidad se fue de golpe y volvió a verme con molestia. 

 

“¡Logan, justo a tiempo!” Le dije con una sonrisa, “Elige lo que quieras comer.” Siempre que comíamos sobrantes dejaba que ellos eligieran primero, y luego seleccionaba yo cualquier cosa. 

 

Logan se encogió de hombros, pero sabría yo que iría tras el pollo y el arroz, dos de sus platos favoritos. La cena fue como usualmente era desde que los niños habían entrado a mi vida, risas, anécdotas escolares, Daniel y Logan peleando por el ultimo pedazo de pastel, Lautaro sobándose el estómago diciendo había comido mucho, aunque si le ponían un bocado de comida extra enfrente lo consumía con gusto. 

 

Mientras Daniel y Lautaro me ayudaban a retirar los platos, Logan salió corriendo a su habitación. No le detuve, era lo justo, él me había ayudado a poner la mesa, después de todo. 

 

Mientras limpiaba la mesa mi teléfono sonó, y aunque por un instante quise ignorarlo tenia la esperanza fuera Paula. Y la verdad no me equivoque. Era un mensaje de Paula preguntando si podía llegar a casa luego de acostar a Daniel y Lautaro. El hecho de que me preguntara algo así, cuando por lo general solo caía de sorpresa me lleno de preocupación. 

 

El resto de la noche hice todo por instinto, actuando automáticamente. Verifique que Daniel y Lautaro guardaran sus juguetes, verifique que sus mochilas estuvieran listas para el día siguiente, me cercioré de que los tres tomaran sus baños, y a decir verdad tuvo que haberme extrañado que Logan fuera el primero en querer ir a la cama. 

 

Eran las 8:30 cuando escuche a Paula entrar en casa. A diferencia de otros días, esta vez no entro como mi hermoso huracán, entro como una persona civilizada, tranquilamente poniendo su cartera en la mesita de la entrada y luego pregunto por los niños. 

 

Ese hecho me ponía los pelos de punta, y aun más cuando note que no solo yo me sentía nervioso, pero ella también. Eran señales sutiles, como rascar su dedo pulgar con su dedo índice, o que de vez en vez se pasaba su mano por el muslo, como limpiando el sudor de esta en su pantalón. Muy sutilmente mordía su labio inferior, algo que apenas era notorio. 

 

“Están dormidos.” Le dije, sobando mi pierna al sentir un poco de dolor punzante. Probablemente me había sobre esforzado ese día y el escozor en la zona de mi cicatriz me lo recordó. 

 

“¿A esta hora?” pregunto sorprendida, “Bueno…supongo que es bueno duerman temprano.”

 

Mi única respuesta fue asentir. En realidad, lo que más quería era volver al pasado, solo 48 horas, y darme un buen puñetazo en la boca para evitar hablar. 

“Hace un poco de calor.” Dije, sintiéndome de repente atrapado en mi propia casa. No lo pensé, simplemente actúe. Me puse de pie y caminé al porche. Era una de las áreas de la casa que, después de restaurar en realidad no había hecho más allá. En realidad, muy pocas veces pasábamos tiempo allí, era mas solo un paso mas para entrar a la casa. 

 

Así que simplemente me apoye contra la barandilla. Escuché la puerta abrirse y supe que esto seria todo con Paula. Me pregunte como los niños tomarían su ausencia, y si-

 

Unos brazos alrededor de mi cintura hicieron que mis pensamientos pararan de golpe, más cuando sentí como Paula depositaba suaves besos por uno de mis hombros, subiendo hacia mi cuello, bajando por mi espalda. No solo fue mi espalda la que sintió como un calor le invadía, pero ciertas áreas de mi cuerpo también se pusieron un tanto…alertas. 

 

No lo pensé dos veces, me di la vuelta y la tome en mis brazos, dejando que ella besara mi cuello nuevamente y luego decidí tomar acción, buscando sus labios. Mas que un beso dulce fue uno urgente. Necesitaba saber que ella me amaba y me necesitaba tanto como yo a ella. 

 

“Te amo, Gabriel.” Me dijo, cuando decidí besar su cuello. Me alejo un poco buscando mi mirada y supe que era uno de esos momentos donde las mujeres tienen la necesidad de hablar. Era una necesidad que los hombres también sentíamos de vez en vez. “Te amo, Gabriel, y nada me haría mas feliz que un día ser tu esposa, pero…ahora no es el tiempo.” Me dijo, tratando de sonreír tras un par de lágrimas. 

 

“Paula-“ Puso su dedo en mis labios, callándome suavemente. 

“Shhhh…déjame hablar, por favor.” Asentí, besando no solo ese dedo, pero también el dorso de su mano. “Gracias.” Me dijo, sobando mi cabello y viéndome intensamente. 

 

“Ayer…ayer me tomaste por sorpresa, no te voy a mentir. No solo una sorpresa, pero no se que tan listos estemos para algo así. Luego, los niños y pues…¿y si primero nos mudamos?” 

 

A este punto estaba dispuesto a aceptar casi cualquier cosa por retenerla a mi lado, cualquier cosa que no estuviera contra mis valores ni contra la integridad física y emocional de los niños. 

 

El alivio que sentí tras sus palabras se transformo en una gran carcajada de alivio que lo devolví con un gran beso y muchos otros en todo su rostro. Ella simplemente rio, guindándose de mi cuello y abrazándome con todas sus fuerzas. 

 

Estuvimos así por un momento, y minutos mas tarde ella se encontraba sentada sobre el barandal, conmigo entre sus piernas mientras platicábamos. Ella me sobaba el cabello, yo le abrazaba por las caderas mientras nos poníamos de acuerdo a cuando se haría esa mudanza cuando algo llamo mi atención. 

 

Aunque el porche tenia luz, la verdad era que el jardín frontal todavía necesitaba trabajo y parte de ello era alumbrar correctamente pero aun así el alumbrado publico ayudaba y pude ver una pequeña silueta caminar por las áreas mas obscuras. 

 

“¡LOGAN!” Grite reconociéndole. Iba de salida, eso era obvio, y al escuchar mi grito tanto Paula como la silueta de Logan se giraron casi al unisonó, además de que el muchacho soltó un pequeño gritito casi perceptible. 

 

Paula se bajó de donde había estado sentada, poniendo sus brazos sobre su cadera y viendo molesta al muchacho, mientras que Logan se quedo frizado sin moverse de su puesto. No me cabía dudas de los que mi muchacho había intentado hacer, después de todo, no hace mucho yo había tenido su edad también. 

 

“Ven. Aquí.” le llame casi entre dientes, mi enojo creciendo al recordar que el me había, de hecho, pedido permiso para salir esta misma tarde. Talvez nunca sabre si fue mi tono o el enojo que mi rostro mostraba, pero funciono para que, aunque con mala cara, Logan viniera a mí. 

 

“¿Se puede saber que estabas haciendo?” Pregunte sumamente molesto. 

 

Por lo general Logan era un niño muy tranquilo, responsable, y con un amor infinito hacia sus hermanos. Pero en esta ocasión me mostro un lado que no me gusto para nada. “¿No es obvio?” me dijo con una sonrisa irónica. 

 

“No seas malcriado, Logan.” Le regaño Paula, suspirando antes de acercarse a él. Le acomodo el cabello y luego le tomo del mentón. “Es obvio que ibas a la calle, la pregunta que tu padre quiere saber es por qué.” 

 

Logan respiro algo agitadamente, viéndome con algo de colera y soltándose bruscamente del suave agarre de Paula. “¡Él no es mi papá!” 

 

Mi respiración se entrecorto. Biológicamente no era el padre de ninguno, legalmente solo era el padre de Lautaro, pero en todos los demás sentidos que cuentan eran mis hijos y escuchar a Logan decir eso hizo que me sintiera sumamente miserable. 

 

“¡LOGAN!” El grito de Paula no fue uno de enojo, pero de sorpresa. Le miraba como si fuera un animal extraño sacado de las profundidades del mar. Yo…yo apenas podía respirar. El balde de agua helada que me había caído ante las palabras del niño había pasado a alojarse en mi corazón junto con un puñal que me causaba uno de los peores dolores que alguien podría sentir. Era muy similar al que había sentido al saber de aquel bebé que Mary y yo habíamos creado que nunca fue. 

 

“Puede que no sea tu padre,” Le dije a Logan, tratando de ignorar el dolor que sentía, “Pero sigo siendo el adulto responsable de ti.” Le dije, mi voz algo fría, mas de lo que podía imaginar usaría en uno de mis niños. 

 

Los ojos de Logan mostraron algo de sorpresa y dolor, pero decidí ignorarlo. No dijo más, dio la vuelta y corrió a su habitación, no sin antes dar un portazo a la puerta frontal de la casa y por lo que pudimos escuchar por la ventana abierta, otro portazo en su habitación. 

 

“Amor…” Paula se acercó a mí, sobando mi cabello. “No le hagas caso, el-“

“Tiene razón.” Le dije, tratando de sonreír. “Me alegra saber que te tendré las 24/7 como apoyo.”  

 

“Ni tanto.” Me dijo, haciéndome elevar una ceja. “Tengo que trabajar, tu también…y si me voy de vacaciones pues no estaré aquí, y que si-“

 

No pude evitar reírme ante esto, dándole un beso en la frente ante sus ocurrencias. “Sabes a lo que me refiero.” 

 

“Mi apoyo incondicional, hmm, eso si puedo hacerlo.” Me dijo con dulzura, “pero antes ¿qué vas a hacer con Logan?” Me pregunto algo preocupada, “No seas duro con él. Seguramente en este momento se está arrepintiendo de lo que dijo.” 

 

Le solté y me giré hacia la entrada de la casa, aunque no hice por entrar. “Supongo que quedarse sin teléfono y sus amados electrónicos dos semanas le dará una lección.” Le dije, “Además de estar castigado ese tiempo. Talvez después de clases me lo lleve conmigo al proyecto.”

 

“Esa ultima parte me gusta,” me dijo, acercándose a mí, “Pero Gabriel, no debería de ver pasar tiempo contigo como un castigo, sino como algo especial.” 

 

Asentí, sobándome la frente. “Este día ha sido…largo.” Le dije, sonriéndole con cansancio. 

“Para ambos.” Me dijo, apoyando su cabeza en mi hombro. “Sinceramente, creí que ibas a calentarle el traserito a Logan.” Me dijo, “Mañana voy a hablar con él, y quiero que ambos sepan que si vuelve a hablarte de esa forma no voy a pensarlo dos veces para calentarle yo misma.” 

 

Mi sonrisa cansada se volvió algo picara, viéndole con ironía. “¿No se supone que por lo general es el padre el que defiende a la madre de las malcriadeces?” 

 

“Ay, por Dios, vivimos en un tiempo donde las mujeres podemos hacer todo lo que un hombre pueda. El limite es caminar sobre las aguas y volar como un pájaro.” 

 

“Deberías de ver el MCU.” 

 

“En la vida real, Ironman y Falcon no cuentan.” Me dijo divertida. 

 

Nos estuvimos un rato mas en silencio, simplemente disfrutando la presencia del uno y del otro. “Bueno, supongo que debería de ir a hablar con Logan.” Le dije, no pudiendo sacar las palabras de mi mente ni la daga de mi pecho. 

 

“Solo recuerda que es un adolescente. Y que apenas empieza.” Me dijo con dulzura. “Mañana voy a empezar a traer algunas cosas, pero deberíamos de hablar con los niños de este cambio.” 

 

Asentí, poniéndonos de acuerdo para cenar y hablar con ellos durante este tiempo. Así también ella podría hablar con Logan antes o después, y tener un poco de tiempo a solas con el niño. 

 

Después de despedirnos, subí a buscar a mi pequeño escapista. Estaba ya con su pijama puesta, para mi sorpresa. Se notaba había llorado o estaba a punto de hacerlo, aunque si era por colera, enojo o simple tristeza no lo supe ya que estaba enfurruñado. Sus brazos cruzados, un puchero en su boca, y su ceño fruncido, viendo atentamente sus piernas cruzadas sentado en su cama. 

 

“Debemos hablar.” Le dije, luego de observarlo un poco. 

“Me vas a pegar.” Me dijo, en un tono algo resignado y enojado. 

 

“No, en realidad no.” Le dije con una sonrisa triste, “Aunque bien merecidas tendrías esas nalgadas.” 

 

Logan gruño, viéndome con suplicio. “¡No lo digas así!” Me pidió sonando mas pequeño de lo que en realidad era. 

 

Trate de no sonreír ante su suplica, encogiéndome de hombros. “Que no vaya a castigarte de esa forma no significa que no vaya a hacerlo.” Le dije, volviendo a mi tono serio. “Estas castigado durante dos semanas. De la escuela a casa y de casa a la escuela. Cero películas, cero celular, cero computadora, cero todo.” Le dije.

 

Logan soltó un quejido, pero asintió. 

 

“Lo que estabas a punto de hacer no esta bien. Salir de casa sin permiso, salir sin permiso en si es algo que siempre te llevara un castigo.” Le dije, poniéndome algo serio. 

 

“Solo quería estar con mis amigos.” Me dijo en tono triste.

 

“Lo sé, pero pasas con ellos bastante tiempo. Te di permiso el domingo, y también el viernes. Pasas con ellos mas tiempo que en lo que en realidad pasas con nosotros.” Le dije, pensando en esto ultimo por primera vez. 

 

Logan no dijo nada, solo agacho su rostro. Suspire, no tenia mucho que en realidad quería decirle. Sabia que debía hablar con el de lo que había dicho, del hecho que yo no, bueno, de eso. Pero no tenia las palabras, ni sabia como afrontarlo. No sabia si en realidad lo pensaba, y no quería saber tampoco si así era. Así que simplemente no dije nada. 

 

“Sabes, en las tardes vas a casa de Meghan. Podrías…si gustas, podrías pasar una de estas tardes conmigo.” Le dije, “Seguirías castigado, pero podrías acompañarme a uno de los proyectos. Dante y yo tenemos una nueva oficina, me gustaría llevarlos a conocer y pues-“

 

“Si.” Me dijo en tono suave. “Si me gustaría.” 

 

Le sonreí, alegrándome de que quisiera pasar un poco de tiempo conmigo. “Perfecto. Mañana iras conmigo, dejaremos a tus hermanos en casa de Meghan y tu vendrás conmigo.” Le dije con una sonrisa. “Ahora, descansa, campeón.” 

 

Logan asintió, aunque podía ver que algo no estaba del todo bien. Talvez esperaba que le castigara de otra forma y no se esperaba lo contrario. Con su celular en mano salí a mi habitación sintiendo un poco de alivio en mi pecho. La daga seguía allí, pero era un poco mejor. 









 

1 comentario:

  1. Ya va tomando fuerza de familia.

    Te digo lo mismo que a MMAAM ,perdón por no publicar antes

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