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Pequeñas travesuras
Autora: Anaís
Capítulo 38 entrega de notas
Liam
- No puede ser que sean tan idiotas, nunca escuchan maldición. - decir que estaba enojado era poco.
- Ya Liam, cállate.
- Como siempre. - volteé los ojos.
- Es un simple parque, no nos podemos perder.
- Si tu lo dices, Ethan.
Cuando recién llegamos la persona encargada dijo que este parque para llegar a recorrerlo todo era un día y medio como mínimo ya que hubo una ampliación hace un año atrás donde agregaron un acuario como decoración.
De nada servía usar el celular porque lo dejamos con nuestras cosas, esto parecía un real laberinto. Es más, diría que tiene un puto zoológico dentro.
Descansamos en unas bancas de madera ubicadas cerca de otros toboganes más altos que los anteriores, por suerte al mirar a lo alto vimos como estaban formados para subir.
- Arriba.
- ¿Qué? - Ryan preguntó.
- Miren la fila. - por una vez en el día me hicieron caso y sonrieron con un aire de victoria.
- Les dije que sería fácil. - dijo Ethan.
Subir esa altura me cansó mucho más que recorrer todo el camino de nuevo. Logramos avisarles que era hora de almorzar y nos dijeron que llegarían solos.
Connor
Ver a mis hijos felices para mi era todo, al parecer dejarlos elegir fue una buena idea. Hasta el momento no hubo ningún problema, almorzamos en un pequeño restaurante cerca del acuario y el resto de la tarde se pasaron nadando.
Quedaron agotados al finalizar el día, mañana teníamos el pasaje de avión para volver a casa así que hoy tenían que arreglar sus cosas. Solo porque era su último día traté de ignorar su hora para dormir y no existió ningún regaño de mi parte.
- Fue muy agradable tenerte aquí, enserio. - Alex me habló mientras preparaba una taza de café.
- Gracias por dejar quedarnos acá.
- Siempre estarán esas puertas abiertas hermano. - le sonreí. - Mañana los dejaré temprano en el aeropuerto.
- De acuerdo. Se pasaron con la casa, nunca imaginé que iban a darme algo como eso.
- Te lo mereces. - lo abracé feliz.
Al día siguiente llegamos muy temprano para no perder el vuelo y alrededor de las cuatro de la tarde logramos llegar por fin a Los Ángeles.
Todos tenían una cara de sueño impresionante.
Lo único que lograron hacer al llegar fue acostarse después saludar a Max quien movía la cola contento por nuestra llegada.
- Niños descansen un rato, los llamaré en la cena.
- Si, pa. - respondieron subiendo las escaleras.
Ethan
No sé en qué momento me quedé dormido pero desperté con la cara ardiendo y un color rojizo por las quemaduras al no aplicarme bloqueador ayer.
Ganas de sacar todo de la maleta no tenía así que quedaban directamente para más tarde.
- ¡Emily! - le grité desde mi cuarto.
- ¿Qué? - respondió.
- ¿Me traes un vaso de agua?
- Anda tú, no seas flojo.
- Por favor. - le puse los mejores ojos para convencerla.
- No. - salió riendo y yo la seguí para molestarla.
- Cuando me pidas cosas no te las pienso traer.
- Ethan caminas dos pasos y tienes el baño para sacar.
- Agh.
- ¿Viste mi crema hidratante? No la encuentro por ningún lado. - en ese momento me acordé de lo que pasó con ella la tarde anterior.
Justamente en un rato de aburrimiento a las dos de la mañana los chicos quisieron patinar de la nada, así que no pudieron hayar mejor producto para hacerlo que la crema de nuestra hermana. Sin querer le dejamos vacío el envase y para que no existiera evidencia alguna la lanzamos a la basura.
- No sé, quizás la perdiste. - mentí.
- Imposible. - buscó en su bolso.
- Voy por agua. - en el pasillo me topé con Liam enojado.- ¿Que te pasó?
- Nada, Ethan.
- ¿Te sientes mal?
- No, basta. - entró a su cuarto pegando un portazo.
Como no quería hablar preferí bajar a la cocina donde papá arreglaba la mesa para llamarnos a cenar.
- ¿Te ayudo?
- No es necesario cariño. - colocó un jugo en la mesa. - ¿Podrías llamar a tus hermanos?
- Están insoportables, por cualquier cosa reclaman. - levantó una ceja.
- Debe ser el viaje que los dejó agotados, se les pasará.
- ¿Mañana tenemos que ir al colegio?
- Claro que si, les falta muy poco para salir.
- Pero...
- No, lo acordamos antes del viaje. - coloqué un puchero. - Si no me equivoco es su última semana...
- Que no sirvieron de nada. - completé su frase.
- Puede que no pero así eran las normas del colegio.
- Odio ir.
- Ethan queda poco, coloca la mejor actitud. - me miró. - Recuerda que hay probabilidades de mudarnos.
- Lo sé pero no quierooo. - lo abracé.
- Ve a lavarte las manos para comer. - me dio una palmada suave.
Liam
Estaba en mi cama tranquilamente hasta que el celular me sonó indicando que había una llamada de mi mejor amigo.
[ Llamada entrante Julián ]
- ¿Hola?
- ¡Hasta que contestas!
- ¿Pasó algo?
- ¿Supiste que mañana entregan las notas? - preguntó preocupado.
- ¿Qué? Dime que es una broma.
- Ojalá.
- ¿Nos habrá ido tan mal?
- Después de que nos hayan encontrado copiando lo dudo. - dijo con sarcasmo.
- Maldición. - cerré los ojos.
- Pero dudo que se enteren tus hermanos y menos tú papá.
- ¿Crees que sería bueno esconder la nota?
- Obvio, solo si es mala.
- Hablamos en un rato, me llaman. - corté.
Todo se estaba volviendo complicado, el día que ocurrió eso lo preferí omitir para no tener problemas. Esa profesora me tiene mala, estoy seguro.
Siempre que nos sentamos juntos con Julián se acerca, no nos quita la mirada en ningún instante. Además de que al hablar o llegar tarde a su clase nos saca con anotaciones. Si papá supiera que mi hoja está llena de muchas negativas me mata.
Me dolía el estómago de pensar en que mañana las daban, podría ocultarlas pero si se las dan a todos juntos me declaraba oficialmente frito.
En la cena casi no probé la comida, di las gracias mentalmente que no me preguntaron nada. Mis hermanos trataron de convencer a papá en faltar mañana pero no lo lograron.
Acostarme con esa sensación de que mañana será un pésimo día es de lo peor.
[ Día siguiente 6:45 AM]
La alarma me rompió los oídos, literal. Quería botarla lo más lejos que pudiera pero era el celular y no era tan idiota como para atreverme.
- Es tarde, despierten. - dijo papá en el pasillo.
- Un minuto más. - hablé cuando sentí la puerta de mi cuarto abrirse.
- No cariño, arriba.
- Creo que me siento mal.
- ¿Hoy? No Liam, levántate.
- Papá de verdad. - reclamé.
- Hablamos de esto ayer, no aceptaré ninguna excusa y reclamo. - salió y tiré la almohada en su dirección enfadado.
- ¿Por qué hiciste eso? - abrí los ojos de golpe al darme cuenta que le cayó en la cara.
- No quise...
- Deja esos berrinches Liam, estoy tratando de ser lo más paciente posible. Hoy tengo guardia en el trabajo y no estaré hasta mañana.
- Lo siento. - internamente sonreí porque tenía asegurada mi salvación. - Ahora me cambio al uniforme.
Con un buen ánimo que no esperaba para nada hoy me vestí para ir a tomar desayuno.
- ¿Me prestas las zapatillas? Es que hoy tengo eso del equipo de fútbol y las mías están sucias. - Ryan entró a mi cuarto en pijama.
- Si, sacalas.
- Gracias, bro. - mientras el las buscaba yo me arreglaba la corbata.
Nos fuimos juntos por el pasillo y mis otros hermanos se unieron.
- Marco los llevará hoy a clases, me toca un horario mucho más adelantando en el trabajo además de la guardia.
- Pero papi... - Mateo reclamó.
- Mañana vamos a vernos, lo prometo. - le dio un beso a todos en la cabeza para luego tomar sus cosas.
- Los amo mucho, no se lleven peleando y faliciten las cosas a su hermano. Espero que tengan un buen día en el colegio. - volvió a despedirse.
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Las clases transcurrieron con normalidad hasta que llegó la profesora que tenía mi destino en sus manos, saludó al curso para luego empezar con la materia de la asignatura dejando la entrega de notas para el final.
- Estoy seguro que no nos irá bien. - Julián susurró.
- Ni me lo recuerdes, es horrible que me pase esto a mi. Soy uno de los mejores de la clase, nunca debí pensar en copiar por primera vez.
- Tranquilo.
- ¿Dónde está Ryan?
- En el baño. - asentí. - Escucha, parece que va a entregarlas.
- Las notas no estuvieron muy buenas a nivel general. - coloqué atención. - Me decepcionó bastante porque este curso es buenísimo, sé que este año no fue el mejor por razones obvias de la pandemia pero como última prueba es necesario dejarla registrada en el libro de clases.
- ¿Como va a ser el orden? - mi hermano entró a la sala.
- De la nota más baja a la más alta. - los nervios me atacaron. - Se van acercando por favor.
Mi corazón dejó de latir en el momento exacto en que dijeron mi nombre de los primeros.
Esto no puede estar pasando...
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