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sábado, 29 de enero de 2022

Pequeñas travesuras capítulo 39


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Pequeñas travesuras

 Autora: Anaís 

 Capítulo39  incapaz de guardar un secreto

 

 



 


Liam


Me negaba a aceptar ese resultado final, simplemente no iba conmigo y se convertía en mi peor pesadilla.


- No.


- Liam...


- Diosito estoy listo, llévame. - abrí los brazos y cerré los ojos.


- No seas infantil.


- Déjame vivir mis últimos momentos, Ryan.


- Te están esperando. - me levanté con un aire de derrota.


- Espero que el próximo año esté mucho mejor. - dijo la profesora con una mueca.


- Tiene que ser una equivocación, no es ni nota.


- Sale su nombre ahí.


- ¿Y si es del otro Liam?


- Usted es el único en la clase con ese nombre.


- Pero de otro curso. - negó e insistió en entregarla. - ¿Hay algo para subirla?


- Lo siento mucho. - con un puchero escondido caminé a pasos lentos hacia mi puesto. Coloqué los brazos en la mesa mirando un punto fijo.


- ¿Estás bien? - mi hermano preguntó y no le respondí. - Es una simple nota, probablemente nos fue igual.


- Ryan Miller. - lo llamaron pero a diferencia de mi tuvo felicitaciones por sacar una nota ejemplar.


Eso me dejó peor de lo que me encontraba, obviamente si él se sentía feliz yo también. El gran problema era conmigo que no tenía salvación por ningún lado.


Miedo claramente no tenía porque papá nunca fue de las personas que se enojaba por algo tan simple, incluso nos decía que a la próxima nos podía que ir mucho mejor pero esta vez me llevó diciendo como cuatro días que estudiara y no lo hice.


- Tocó la campana.


- No me di cuenta, estaba en otro lado. - Ryan suspiró.


- A cualquiera le puede pasar.


- Es que no es eso...


- ¿Entonces?


- Papá me dijo que estudiara y lo ignoré.


- Voy a guardar el secreto pero si se entera por otro lado no podré hacer nada.


- ¿Tan tonto soy para que me pase esto? - me dio un abrazo apretado.


- No lo eres. - con una seña llamó a nuestros amigos. - ¿Se unen a un partido?


- Si, vamos. - Alan y Julián aceptaron.


El resto de la tarde lo olvidé por completo, los chicos no paraban de hacerme reír o hacer que ocupara mi cabeza en otra cosa.


Marco nos vino a buscar en el auto y le insistimos en pasar por unas papas al McDonald's.


- ¿Van a querer con hamburguesa? - Emily nos preguntó antes de pedir la orden.


- Sí. - Mateo se levantó para acompañarla.


- Yo no. - respondí. - Solo las papas fritas.


- Está bien. - ambos fueron a pedir la orden mientras que los demás esperábamos en una mesa ubicada cerca de la puerta que daba al patio.


- ¿Cómo les fue hoy? - preguntó Marco.


- Normal.


- Aburrido como siempre pero por suerte queda cada vez menos para irnos del infierno. - dijo Ethan feliz. - ¿Les entregaron una comunicación para la firma de la última nota?


- ¿Qué? - abrí los ojos exageradamente. - ¿Papá las tiene que firmar?


- Sí. - subió los hombros. - Hoy nos avisaron.


- ¿Por qué esa cara? ¿Pasó algo? - mi hermano mayor me conoce tan bien.


- Nada.


- Aquí está todo. - Mateo y Emily se sentaron en el momento exacto para poder evitar la conversación.


- Se perdieron de lo mejor. - nuestra hermana sacó su hamburguesa con queso extra. - Debe estar riquísima.


- Lo dudo.


- Es que no cuenta si no te gusta el queso. - sonrió.


- ¿Saben si habrá algo el último día?


- Dijeron que van hacer la típica premiación en el gimnasio y entregarán un pequeño regalo a cada uno.


- Que aburrido.


- Si pero es nuestro último año, iremos a otra escuela ¿recuerdan? - dijo Ethan.


- Para ustedes a lo mejor. - Emily susurró pero para su mala suerte todos la escuchamos provocando que hubiera un silencio absoluto.


- No digas eso.


- Princesa vendrás con nosotros si nos mudamos. - Marco la animó.


- Aún faltan los papeles legales para poder cambiarme. - se mordió el labio nerviosa. - Tengo que contarles algo.


- ¿Mhm?


- Te escuchamos.


- Adelante.


- Mamá últimamente estuvo llamando mucho y me escribió mensajes de texto.


- ¿Qué hay con eso? ¿Quieres irte?


- No, no. - compartimos miradas entre todos. - Si no vuelvo con ella puede traer problemas porque legalmente tiene mi custodia.


- Emily...


- Si papá no gana el juicio.... - sus ojos se llenaron de lágrimas dejándonos un nudo en el estómago. - Lo siento, no debí llegar a sus vidas otra vez.


- Nunca más queremos oírte decir algo como eso. - hablamos molestos.


- Tranquila, pronto se solucionará todo. - realmente lo esperaba.


Camino a casa los chicos la hicieron reír a carcajadas por sus cosquillas y malos chistes.


Yo venía con audífonos que tenían el máximo volumen casi reventado mis oídos y en lo personal lo prefería porque me hacía desviar mis pensamientos.


- Es la tercera vez que te hablamos para que bajes del auto. - Ethan reclamó. - ¿Te pasa algo?


- Tengo sueño, es todo. - quise evadir sus preguntas y rápidamente al salir de allí me dirigí a mi habitación para pasar el resto el día encerrado sin ganas de nada.


Después de tirar mi mochila al piso y lanzarme a la cama un dolor de cabeza se presentó pero demasiado fuerte. Puede que sea por el estrés así que cerré los ojos dispuesto a dormir.


Marco


Cuidar a mis hermanos sí que era un verdadero reto, conmigo se comportaban pero al momento de explotar me saturaban. Todos tienen sus propios problemas pero al parecer se desquitan unos con otros para pasar el enojo.


- ¿Ethan puedes ir por el jugo? Necesito ver qué puedo hacer para la cena.


- No quiero, estoy súper bien aquí. - dijo desde el sofá.


- Bueno, entonces hoy no tocas postre. - su cara cambió y como un imán se levantó.


- ¿Que hay? - revisó el refrigerador. - ¡Dime que es mentira! ¿Puedo comer ya mismo, por favor?


- Primero la cena.


- Marco, no está papá. - dijo con sus ojos de cachorros. - Déjame ¿sí?


- Adivina... - lo llamé con la mirada.


- ¡Te adoro! - me abrazó.


Hacer su comida favorita es ganarse todo su cariño y eso me pone feliz, cuando quiere es el niño más tierno que existe.


- Voy por el bello durmiente, vengan a sentarse.


Subí las escaleras despacio mientras veía algunas notificaciones recientes en el celular. Toqué su puerta esperando que respondiera pero no pasó.


- Hey Liam. - silencio absoluto. - La cena está servida.


- Mhm.


- ¿Puedes abrir?


- No voy a cenar, no tengo hambre. - levanté una ceja confundido.


- Que triste pero quedarse sin cenar no es una opción.


- Marco, por favor.


Estaba en una discusión interna conmigo mismo ya que si le cumplía su petición seguramente mañana papá se iba a molestar porque no consumió lo que debería en un día.


- ¿Bajas a comer después? - en un susurro inaudible aceptó.


Ryan


Luego de cenar y recostarme en mi cama para ver el computador un pequeño dolor en la garganta no me dejó tranquilo. Era tan incómodo que bajé a la cocina para preparar un remedio casero según Google.


Consistía en miel con limón, por buena fuente sabía que funcionaba así que lo intenté. Aliviaba un poco pero no lo suficiente.


- ¿Ya se van a acostar? - le pregunté a Mateo y Emily que bostezaban apagando la televisión.


- Si, acabo de dormir a Max, ten cuidado si te acercas. - susurró mi hermana.


- Es tarde, ¿viste la hora? - puse atención en el reloj de la sala.


- ¿Hablas enserio? A esta hora la fiesta recién está comenzando.


Se despidieron y yo también copié su acción, a decir verdad me sentía más cansado de lo normal.


A las cuatro de la mañana me desperté sudando envuelto en muchas mantas y con una tos fuerte. Fui por papá pero recordé que estaba de guardia entonces al devolverme a mi cuarto escuché como Liam lloriqueaba.


Siendo un buen hermano pensé en ignorarlo pero ganó mi preocupación.


- Hermano, despierta. - le moví un brazo.


- ¿Qué?


- ¿Tuviste una pesadilla?


- No. - se colocó a toser en mi cara.


- Joder, que asco.


- No fue con querer idiota.


- Hazte a un lado, quiero dormir. - él con un ojo abierto abrió la tapa y me acomodé.


- Eres el único suertudo de tener una cama de dos plazas. - tuve la impresión de que ni me escuchó porque al segundo lo tenía roncando en mi oreja.


Liam


Por la mañana al estirarme como siempre sentí algo extraño en mi hombro y lo traté de quitar sin mirar.


- Agh. - con más fuerza pegué manotazos por doquier.


- Basta. - su voz la reconocí al instante.


- No me quites toda la manta. - la tiré y este hizo lo mismo. - Ryan...


- No seas egoísta.


- Me duele la cabeza, no empieces.


- Pues a mí la garganta y no la pongo como excusa.


- ¿Qué hora es? Si me despertaste una hora antes de ir al colegio te voy a matar.


- Espera, ¡Ryan! - como estúpido recibí una patada que me hizo caer al piso. Los segundos no pasaron y ya lo tenía riendo a carcajadas.


Connor


La noche fue pesada, para recuperar todo el sueño que perdí eran máximos dos días. Llegué a casa en la madrugada cuando todos dormían, el cachorro me sintió y ladró tan fuerte que tuve que acercarme para callarlo.


Estaba por tocar la alarma para despertarlos así que no valía la pena dormir unos minutos porque en el fondo sabía que pasaría de largo.


Con un beso en la frente desperté a cada uno. Mateo al sentir mi presencia se colgó como un koala sin querer soltarme.


- Te extrañé.


- Yo también mi vida. - le di unas palmaditas en la espalda. - Despierta, haré el desayuno.


- Sigues vestido con el uniforme. - de una manera muy tierna refregó sus ojos.


- Acabo de llegar hace poquito. - sonrió. - Iré por tus hermanos.


No hubieron problemas con los demás hasta que llegué al cuarto donde dos de mis pequeños dormían juntos.


- Chicos vayan a cambiarse.


- Noo.


- Campeones, arriba. - dije abriendo las cortinas.


- Por favor, quiero quedarme. - me extrañó de los mellizos ya que muy pocas veces lo piden.


- ¿Qué pasa? - no tuvieron que contestarme porque al escuchar una tos lo comprendí. - Uy, eso no suena bien.


- Papá me duele la garganta. - Ryan habló despacio.


- Yo me siento bien, quiero ir al colegio.


- ¿Seguros?


- Si papá. - insistió Liam. - Te prometo que me siento como nuevo, además van a hacer actividades por ser última semana.


- Primero la temperatura y tomamos la decisión.


- Es injusto, él se siente mal.


- Ve a colocarte el uniforme y después del desayuno lo comprobamos. Si te encuentras bien no tengo problema en dejarte ir. - se cruzó de brazos de manera infantil.


- ¡Siempre es lo mismo! - su actitud me desconcertó.


- Liam no me grites.


- ¡Es que todo es una mierda!


PLAS PLAS 


- Au...


- Alto ahí, te calmas antes de hablar y para con ese lenguaje. 


- Está de mal humor por las notas. - su hermano lo fulminó con la mirada.


- Liam no quise... - con lágrimas en los ojos se fue corriendo de la habitación.


Vaya manera de empezar el día.







 

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