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jueves, 30 de diciembre de 2021

Pequeñas travesuras capítulo 34


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 Pequeñas travesuras

 Autora: Anaís  

 Capítulo 34 la policía 

 

 



 


Connor


Luego de mandar a Liam quise respirar un poco de aire fresco, aún me encontraba tenso por lo de hace un rato. No puedo imaginarme que algo le hubiera pasado a cualquiera de mis hijos, son como mi tesoro al que tengo que proteger y cuidar siempre.


Es difícil cuando se les ocurre hacer cosas extremas como lo anterior evidentemente.


- Papá dice el tío Alex que te sientes a la mesa para almorzar. - Mateo llegó a mi lado.


- Si cariño, voy enseguida. - este asintió y me acompañó.


Después de lavarme las manos antes de sentarme sentí como el ambiente estaba raro. Mi hermano trataba de sacar diferentes temas de conversación y mis hijos estaban en un completo silencio.


- ¿Qué les pareció la comida? - Gabriela les preguntó con una sonrisa.


- Está muy buena. - dijeron al unísono.


- ¿A qué hora saldrán? - preguntó.


- Tiene que llegar Nick, dijo que venía en camino. - Alex respondió.


- No creo que... - la puerta principal se abrió sin dejarme terminar la frase.


En este momento no pensaba que era lo mejor salir, quería estar cerca de todos mis niños. Conozco muy bien a mis hermanos y dudo que me dejen aquí.


- ¡He llegado! - Nick pasó feliz por esa puerta. - Hola a todos.


Liam


No pude tragar ningún alimento en el almuerzo, era como si tuviera un nudo en la garganta. Me sorprendí al escuchar que papá iba a salir, eso significaba que posiblemente me fuera a librar de todo con un poquitito de ayuda de mis tíos.


- ¿Me pasas la sal? - me habló Ethan.


- Dile a otro.


- ¿Estás molesto? No inventes.


- Les dije que me bajaría de ahí sin ayuda pero ustedes insistieron en traerlo.


- ¡Estabas por caerte y te caíste!


- Lo tenía bajo control.


- No discutan. - Marco negó. - Olviden lo que pasó.


- ¡Claro! Como a ti no te van a castigar es muy fácil decirlo.


- Yo te dije que no era buena idea. - se defendió.


- Agh.


- ¿Chicos vamos a ir a la casa abandonada? - mi primo nos miró a todos.


- Obviamente que si primo. - todos me quedaron mirando como si hubiera dicho una tontería. - ¿Qué?


- Estas castigado por si no lo recuerdas. - Ryan susurró.


- Pero papá va a salir...


- Es arriesgado. - Marco lo apoyó.


- No me digan que me van a dejar aquí, por mí no se preocupen.


- Si tú lo dices. - Emily suspiró.


Mi celular comenzó a sonar mucho, tenía como treinta mensajes por todas las veces que escuché una notificación.


- ¿Quién te habla tanto? - Ryan movió las cejas.


- No te metas.


- Eres imposible. - hizo una pequeña pausa. - Apuesto a que es la chica de la que me hablaste...


- No Ryan, déjame.


Me dediqué a mirar el celular y al meterme a Instagram pude ver como estaba etiquetado en muchas publicaciones por el video del árbol.


- ¡¿Quién fue el gracioso?!


- ¿Lo viste? - Ethan estaba riendo a carcajadas. - ¡Eres famoso, bro!


- ¡Borra eso! Estas perjudicando mi reputación.


- ¿Enserio? Inventa algo mejor. - mi mellizo se le ocurrió darme un golpe suave en el hombro.


- Le diré a papá. - dije dispuesto a levantarme de la mesa y sus caras cambiaron por completo.


- No lo hagas... - ambos colocaron toda la atención en mí. - No tiene sentido ir...


- Entonces lo tienen que borrar.


- ¿Qué cosa? - papá llegó de la nada y yo sonreí internamente.


- Nada, era una foto de hace años que no le gusta a Liam. - Mateo era experto en inventar excusas y mentiras.


- Ya. - me miró como para comprobar que decía la verdad. - Chicos cuando terminen de comer vengan al living para hablarles sobre algo.


- Si, pa.


Emily


Papá hizo una pequeña reunión con todos nosotros en el sofá.


- Chicos se van a quedar con su tía Gabriela, no quiero desorden ni mucho menos peleas. Necesito que se comporten ¿sí?


- ¿A dónde vas a ir?


- Saldré un momento con sus tíos pero volveré lo más pronto que pueda.


- ¿Podemos salir a comprar algunas cosas para comer? - mi hermano menor preguntó.


- Claro que si cariño, yo les doy permiso. Pero hablo enserio niños.


- No te preocupes, con Marco aquí nada de eso va a pasar. - dije en voz baja.


- Ese es el problema. - él habló. - Ocurrió un plan de último minuto y no estaremos con Daniel.


- ¿Y la casa...? - Mateo estuvo a punto de hablar lo que tenía que guardarse.


- ¿De qué hablas cariño?


- Era un videojuego, nada importante papá. - suspiramos de alivio.


Nick


Esperamos a Connor como media hora exacta para despedirse de sus hijos y decirles que se fueran a comportar.


- Ya hermano, ellos lo saben.


- Pero de todas maneras.


- ¿Listo? - Alex llegó feliz al auto.


- Sí. - sonrió. - ¿Me podrían decir que es?


- Las sorpresas no se dicen.


- Alex ya me adelantó algo. - quité la mirada del camino para verlo con enojo.


- ¿Qué? ¡Deja de mirarme así!


- Connor primero que nada no quiero que rechaces la sorpresa ¿ya?


- Depende.


- Nada de eso, la aceptas porque es un regalo y punto. - Alex le apretó los hombros.


Hablamos durante todo el camino recordando algunas anécdotas de la infancia. No nos dimos cuenta cuando pasó la hora y llegamos al destino.


- Cierra los ojos. - le pedimos.


- Exagerados. - aceptó. - Si me llego a tropezar...


- Calma. - reímos.


Lo sacamos de auto con cuidado para que viera la sorpresa que tenía al frente.


- Ahora sí, abre los ojos. - la sonrisa que tenía en el rostro cambió por asombroso.


- ¿Qué es esto?


- ¿No ves? Una casa. - Alex explicó.


- Lo sé. Pero no entiendo que tiene que ver con la supuesta sorpresa.


- Es tuya si es que te mudas acá.


- ¿Qué? - se atragantó con saliva. - No, no.


- Connor...


- Es mucho, esto debe ser muy caro y no aceptaré algo tan grande. Les agradezco enserio pero...


- Es un regalo. - le entregué las llaves contento. - Entremos. - lo arrastramos prácticamente hacia el interior.


Ryan


"Aburrido"


Esa era la palabra que me definía en este preciso momento, acostado en el sillón sin hacer nada. Haber revisado todo el celular y no encontrar nada.


- ¿Qué haces? - le pregunté a mi otro primo por parte del tío Nick. Fue el único que pudo venir.


- Nada interesante.


- ¿No te dan ganas de salir a conducir un rato?


- ¿Eres idiota o qué? No tenemos auto. - por un momento creí que daría el típico discurso de meterse en problemas.


- Adriel eso me lo dejas a mí, se dónde tiene las llaves papá. Aquí guarda el segundo auto que tenemos.


- ¿Vienes o no? - indeciso aceptó y se levantó del piso. - Tiene que ser rápido para que no se enteren.


Por primera vez en la vida me acompañaba en una estupidez tan grande como esta y no pensaba desaprovechar la oportunidad. Tenemos la misma edad pero lo rebelde nunca lo tuvo, realmente debe estar enojado o molesto para aceptar.


Caminamos en un absoluto silencio para sacar las llaves ubicadas en la mesa del teléfono. Nuestra tía jugaba con los pequeños en el patio, teníamos el camino despejado.


Al lograr nuestro objetivo había que escabullirse hasta llegar al auto, no fue muy difícil en realidad.


- ¿Sabes conducir?


- No pero algo me enseñaron.


- Yo llevaré el control entonces. - traté de recordar todas las clases que tuve y logré prenderlo. Por lo menos era un gran paso.


Poco a poco logré moverlo del estacionamiento y llevarlo a la carretera.


- ¿Sabes qué quise hacer siempre?


- ¿Qué?


- Una carrera. - pisé el acelerador y fue adrenalina pura el sentir la velocidad.


- Joder, ten cuidado. - tuve que ignorar aquel comentario porque lo tenía más que presente.


Se sentía como si fuera un corredor de autos. Siempre me llamó mucho la atención ese deporte aunque era muy peligroso. La idea de eso es completar un recorrido en el menor tiempo posible y ahora no lo veía tan difícil.


Adriel venía pegado al asiento, literal.


- Para esto, nos vamos a estrellar. - cerró sus ojos.


- Primo no pasará. - dije seguro. - ¿Nunca pensaste en ser un piloto de carreras?


- ¡Nunca en mi puta vida! ¡Para maldición! - por un momento, sólo por un momento le quité la vista al camino y ese fue mi gran error.


Al volver a mirar tenía un auto de frente listo para chocar con nosotros, no supe cómo pero me desvíe del camino.


- Iba a morir. - también pensaba lo mismo pero no lo dije.


- Mierda.


- Me bajo de aquí. - al frenar a un lado de la carretera con las manos temblorosas abrió la puerta. 


- Adriel tenemos que volver, sube.


- No creo que podamos. - un sonido muy conocido me dio escalofríos.


La policía.




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