Translate

martes, 7 de diciembre de 2021

Pequeñas travesuras capítulo 33


一一一一一一一一一一一一一一一

Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

一一一一一一一一一一一一一一一




 Pequeñas travesuras

 Autora: Anaís 

 Capítulo 33

 

 



 
Capítulo 33: ¿Qué mejor que empezar el día cayendo de un árbol?


Connor


Todos se fueron a acostar un rato más y yo me dediqué a recoger algunas cosas, mi hermano minutos después se levantó.


- Siempre te digo que no hagas nada, eres un invitado.


- Pero eso no significa que tenga que quedarme para que me atiendan, nos haces un gran favor al dejar quedarnos aquí.


- No hay problema. - sonrió.


- Sabes que estuve pensando y que es muy ridículo...


- ¿Que cosa? ¿Eso de llevar a tus hijos al médico viendo que eres estudiante muchos años para eso? -se puso a reír. 


- ¿Lees mi mente o que? Pero si Alex, creo que me quedé con las cosas que teníamos en el matrimonio.


- Hay cosas que debes cambiar, es difícil pero ya pasó mucho tiempo.


- Desde ahora no pienso gastar más dinero allá a excepción de que sea estrictamente necesario.


- Exacto. Tengo que contarte algo que no te va a gustar del todo.


- Dilo rápido.


- Papá insiste en que te unas a la empresa, quiere darnos los tres cargos más importantes a nosotros pero si tú te niegas es difícil.


- Amo mi carrera, se que es sacrificada pero para eso estudié. No pienso abandonarla hermano.


- Solo piénsalo.


- ¿Es necesario decir que no de nuevo?


- Si piensas de la manera en que tendríamos una muy buena situación económica por tener la mejor empresa a nivel internacional..


- Lo sé, me gustaría unirme pero no quiero dejar la clínica.


- ¿Y si no la dejas? 


- ¿De qué hablas?


- Podrías trabajar en ambas para que papá quede contento, él siempre quiso que fueras parte.


- Al igual que..


- No te lastimes más diciendo su nombre, no vale la pena. 


- ¿Puedes creer que aún me duele lo que hizo? Es como si no quisiera olvidarla.


- Eso no se olvida de la noche a la mañana, fue la mujer de tú vida y es la madre de tus hijos pero aprendiste a superarlo por lo que más amas.


- Mis niños.. - este asintió. 


- Quiero tener la custodia completa de mi hija, ya tengo un abogado y fecha para el juicio.


- Se que lo ganarás, ya no tendrás que preocuparte. 


- ¿Estarás ahí cierto?


- ¿Como me preguntas eso? Estaremos ambos, no te dejaría solo por nada del mundo y menos Nick.


- Hablando de él ¿hoy vendrá?


- Te tenemos una sorpresa. 


- ¡Pero si lo dices no es sorpresa! - reímos. - ¿Me dices?


- ¿Te acuerdas de la posible mudanza?


- Mmm...


- Bueno, por ahí tiene que ver. Eso sí solo iremos los tres, los niños tienen que quedarse.


- ¿Estás seguro? Quizá tendríamos que llevarlos porque va a ser mucho dejarlos con tu esposa, no podrá una hora con tantos.


- ¿Que podría pasar?


Mateo


Desperté con el cuello adolorido porque dormí en una mala posición, me quise estirar y relajandome comencé a rodar por la cama cayendo al colchón del piso donde dormía mi hermano.


- Ten cuidado. - me reclamó mientras trataba de abrir los ojos.


- ¿Que hora es? 


- Ni idea. - miró el celular que tenía a su lado. - Las doce del día.


- Dormimos demasiado.


- Para que decirte que no si es así, ¿me harías un favor? 


- Depende.


- Mateo por favor, no te cuesta nada además.


- Ya, ya. Dime que quieres pero si significa tener que dejarme en ridículo olvídalo.


- Anda a la cocina y dile a escondidas al tío Alex que me dé una pastilla para el dolor de cabeza, si están los chicos mejor a ellos.


- Vale. - me levanté de la cama.


- Oye me daré una ducha ahora, dile que no molesten a los demás si es que vienen y me dejas la pastilla en el escritorio por favor.


- Pides demasiado. - sonreí y él negó.


Al bajar a la cocina estaban la mayoría sentados con el celular, mis tíos al parecer se encontraban en el patio haciendo un asado. 


- ¿Saben dónde encuentro un paracetamol?


- En la caja de la derecha del mueble. - Liam me indicó.


- Gracias.


- ¿Como despertó Ethan? - me preguntaron los tres.


- Pues abriendo los ojos.. - los demás no lo tomaron como un chiste.


- Hablamos enserio. - Marco me miró.


- Que humor el de ustedes. Está bien supongo, ahora va a tomar una ducha. 


Nadie me preguntó nada luego de eso así que subí con lo que me habían pedido, cuando mi hermano terminó yo saqué mis cosas para ducharme.


Estaba en pleno concierto cuando sale el agua helada de golpe causandome escalofríos. 


- Debe ser una broma.


Pensé que podía ser el gas seguramente entonces terminé rápido para no sentir frío. Hoy quería pasar por el centro comercial para comprarme una sudadera que busqué por internet hace unas semanas, en ese minuto estaba agotada pero quedaban solo en esta ciudad y trataría de comprarla.


Lo difícil sería que me dieran permiso si es que Marco no llega a acompañarme, podría decirse que como soy el menor me cuidan como si me fuera a perder en la esquina.


Estaba aburrido y como ninguno hacía nada interesante fui por mi hermana. No pude encontrarla por ningún lado hasta que miré en dirección a la ventana y pude verla sentada en la plaza que se encuentra al frente de la casa.


No dudé en acercarme.


- ¿Puedo?


- Si, obvio. 


- ¿Que haces aquí? Pareciera que te quisieras alejar del mundo.


- Quizás justo eso quiera.


- Okay. Dime ahora que te pasa, no eres así y mucho menos te alejas.


- Nada Mateo, quería estar sola.


- ¿Hablaste con el desconocido del otro día?


- ¿Te refieres a Gabriel?


- Supongo que es el nombre. - me sonrió. - ¿Te gusta acaso?


- No. - por fin se puso a reír. - Somos amigos.


- Menos mal.


- No te metas en mi vida amorosa. - me dio un empujón suave. - Se cuidarme sola además eres más pequeño que yo, en este caso tendría que estar en tu lugar.


- Seguro. - lo dije en un tono de burla. - No dejaremos que nada te pase.


- Así que hablas por los demás, son unos celosos y sobreprotectores. - reí.


- Un poquito de todo.


- ¿Que hacen? - llegaron los cuatro a sentarse con nosotros.


- Hablando de los reyes de Roma..


- Quiero comprar unas cosas en el centro comercial. - Emily nos dio una mirada tratando de convencernos. - Ustedes serían los mejores acompañándome..


- No tengo ganas. - Ethan hizo una mueca.


- Yo si, quiero comprar la sudadera que les dije la otra vez.


- Podría hacer un tiempo con Daniel y llevarlos. - dijo Marco.


- ¡Gracias! - Emily lo abrazó. 


- Hey, chicos. - Liam gritó desde lejos. - Les apuesto a que no suben a ese árbol.


- No tengo problema, yo voy. - Ryan le siguió el juego.


- Chicos dudo que sea buena idea. 


- Mateo si te da miedo mejor no subas. - Ethan habló antes de correr hacia ellos.


- Se van a lastimar. - Marco los fue a ver y nosotros también lo acompañamos.


Los tres estaban viendo la altura para poder escalar, apostaron dinero de quien llegaba más alto. Mientras todos miraban y pensaban hacer aquella estupidez llegó nuestro primo diciendo que tenía la mejor idea de todas.


- Acabo de encontrar una casa abandonada cerca de aquí. ¿Quién se une? - Daniel estaba entusiasmado.


- Yo pero primero el árbol. - dije volteandome y atragantandome con saliva al ver a Liam escalando. - Pensé que era una bendita broma.


- Les advertí, después no se quejen si caen de lo alto. - los dos mayores de fueron hacia la casa. - si algo pasa me avisan.


- ¿Este es idiota o se hace? - Emily le preguntó a todos.


- Somos. - Ryan le respondió.


- ¡Llegué! ¡Me debes veinte dóla..! - una rama se rompió y quedó colgando. 


- ¡Baja de ahí! ¡Trata de buscar otra rama! - nuestra hermana desesperada le decía cosas. - ¡Ustedes no se queden mirando, busquen ayuda!


- ¡No! ¡Bajaré solo! - mínimo se rompía una pierna si se caía de ahí. 


- Ahí pisa. - le indiqué. 


- Vamos a buscar a papá, se va a caer. - Ethan junto a Ryan se fueron corriendo.


- ¡No aguanto con los brazos! - puso una mueca.


- Maldición Liam, aguanta más. 


- ¡No puedo! 


- Claro que si. - Emily temblaba. - Relájate y busca donde puedas poner tu pie.


- ¡Eso intento! - su mano se resbaló y entramos en el verdadero pánico. - ¡Me voy a caer! ¡No! 


Mientras lo mirábamos aterrados nuestro tío llegó corriendo con casi todos los que estaban dentro, incluidos mis primos y por supuesto papá con dos pre infartos.


- ¡Liam! ¡Ay Dios! - papá se afirmó del tío Alex a punto de desmayarse. 


- Sobrino voy a bajarte pero por nada del mundo te vayas a solt.. - fue en cámara lenta cuando él hizo todo lo contrario cayendo directamente hacia el piso, reaccionaron antes de su caída y lo fueron a salvar. 


Puede decirse que cayó como un saco de papas arriba de mi tío, papá y hermano mayor.


- ¿Estás bien? ¿Te duele algo? - Liam estaba en un estado de shock en ese punto. - Hijo dime algo. - papá estaba angustiado al punto máximo.


- Si, y-yo.. - no alcanzó a decir nada y se puso a llorar como si no hubiera mañana en sus brazos. 


Nosotros nos acercamos a preguntarle como se encontraba pero no quería hablar absolutamente nada, preferimos darle más privacidad y fuimos entrando para almorzar.


- Ya no tengo hambre. - dije en apenas un susurro a Ryan.


- A mi se me quitó hace dos minutos.


- ¿Le pagarás los veinte al final?


- Te pasas Mateo. - soltó una risa. - Si, se lo merece el pobre luego del buen regaño que se va a llevar.


- Concuerdo contigo.


Liam


¿Cómo podría decirlo?


Caer de una altura de varios metros sin morir fue la mayor adrenalina que sentí en toda mi vida pero también el peor susto que pasé. Nunca creí que iba a caerme al subir, es decir, era posible claro pero tener tan mala suerte para que pudiera pasar...


Sentía que tenía escalofríos por todo mi cuerpo cuando me lograron atrapar y que no saliera ningún herido. Lo primero que hice fue romper en llanto frente de todos por el susto, la vergüenza se esfumó en un dos por tres al abrazar a papá.


No sé cómo respondí a lo que me preguntó si ni podía hablar, es como si todo mi cuerpo estuviera paralizado. 


¿Si lo volvería hacer?


Probablemente si.


- ¡Casi me matas del susto! - papá me abrazaba sin querer soltarme. - Menos mal que te encuentras bien.


- Papi estábamos jugando y... - mal momento para dar explicaciones porque es como si se le hubiera pasado la angustia al mirarme como lo está haciendo ahora.


- ¿Que se supone que ibas a lograr subiendo tan alto? ¡Pusiste tú vida en riesgo!


- Era un simple juego solo que tuve mala suerte y..


- ¿Algo simple? ¿Sabes de los metros que caíste? 


- Fue pura adrenalina.


- Liam me voy a enojar por la tontería que estás diciendo, no, ya estoy enojado.


- Fue un accidente, no lo hago más.


- ¡Claro que no volverás a escalar un árbol en tu vida caramba! Todavía no puedo creer que estas bien. - me abrazó de nuevo.


- Estoy sano y salvo.


- Eso lo sé muy bien pero estas definitivamente castigado, me vas pasando el celular ahora jovencito y todos las cosas tecnológicas en casa.


- Papá no seas así. - coloqué un puchero.


- ¿Qué? Es lo menos que puedo hacer después de lo que hiciste.


- ¡Pero si estoy de lo mejor!


PLAS PLAS 


- Si, seguramente.


- No me castigues *snif* - tenía que tranquilizar el ambiente de alguna manera - lo siento.


- Liam.. - cerró sus ojos suspirando tres veces profundamente. - Cariño siempre lo digo, si a ustedes les pasa algo yo no se que haría. Esto que acabas de hacer merece un muy buen castigo para no volver a repetirlo.


- Papi enserio. - ya me había ganado unas en la mañana y no quería otras ahora.


- No se trata de perdonarte, es que te des cuenta de lo que hiciste y no hacerlo más.


- Lo volvería hacer - de pura molestia porque nada estaba funcionando dije el susurro el cual no fue muy bajo al parecer porque me quedó mirando enseguida.


Maldición, mi gran boca.


- ¿Escuché mal? 


PLAS PLAS PLAS 


- ¿De verdad? ¿Lo volverías hacer? Yo te voy a dar motivos para que se te olvide eso.


PLAS PLAS PLAS 


- ¡No, no! Era una broma. - puse las manos como pude.


- No puedo creer que juegues con algo así, a la casa, vamos.


- Por favor no te enojes - estaba dispuesto a quedarme afuera porque se que apenas cruzara esa puerta me iba a llegar el castigo de mi vida.


- Cariño mejor hablemos adentro.


- Noo. - me comenzaba a desesperar porque no sabía que más hacer para ganar tiempo.


- Hijo camina. - no pensaba hacerlo. - ¿Tendré que moverte yo como un niño pequeño?


- Quiero quedarme aquí.


- Lamentablemente no es tu decisión además de que tenemos que ir a almorzar. - me quedé inmóvil. - ¿Enserio? 


- Si.


- Te lo advierto Liam, mejor camina si no quieres agregarle más.


- No. - me senté en el pasto mirándolo con los ojos cristalizados.


- Estas haciendo un berrinche. - puse el puchero más grande que pude y las lágrimas me caían del rostro. - Arriba. - me dio la mano y no se la acepté.


- Me quiero quedar. 


Dios, soy un verdadero infantil. Aún no se como tengo 17 años y pronto tendré que irme a la universidad.


- Última advertencia, levántate de ahí cariño. 


- No.


- ¿Por qué?


- Me vas a castigar al entrar - dije entre hipidos.


- No tesoro. Todos deben estar esperándonos para comer. - me levanté.


- ¿Y después? 


- Cambia esa carita para almorzar ¿sí? - se acercó y me dio un beso en la frente.


Connor


Esos pucheros que mis niños colocan son mi debilidad y más si están incluidos con llanto. Es como si el enojo se fuera y solo quisiera consolarlos sobre todo cuando eran pequeños.


El susto que pasé cuando mi hijo se soltó del árbol fue inexplicable y que al conversar con él diga que no fue nada como si su vida no hubiera estado en peligro me molesta totalmente.


Su berrinche era como ver a un niño de cinco años a pesar de que ya tenía diecisiete. 


No creí que fuera tan difícil hacerlo entrar para ir a comer, obviamente íbamos a conversar después de eso seriamente.


Mi paciencia ya se estaba agotando y de por si es mucha, esperé más de diez minutos que tomara una actitud madura y la verdad es que nunca lo hizo o no lo intentó.


- ¿Ahora si? - pregunté y este negó pero miró de manera sospechosa las calles. - Liam Miller quiero ver que intentes dar un paso para correr.


- Tampoco lo iba a hacer. - él jura que nací en la época de los dinosaurios quizá para no entender lo que hace.


- Entonces de una vez entremos. - alcanzó solo a dar un paso para irse antes de que lo alcanzara del brazo.


PLAS PLAS PLAS 


- ¿Que te dije? Ya basta, agostaste mi paciencia.


PLAS 


- Te doy dos segundos para que te vayas a lavar las manos y te sientes a la mesa.


Esta vez corrió pero no para el otro lado si no directo obedeciendo la orden.

No me gusta ser tan estricto en algunos casos pero se lo ganan a pulso.








 

1 comentario:

  1. Se que estoy atrasada con vuestras actualizaciones ,pero estoy bastante extresada.mil disculpas

    ResponderEliminar