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sábado, 11 de diciembre de 2021

Improvisando capitulo6



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 Improvisando

 Autora: Brisalunar  

 Capítulo 6 tensa calma 

 

 



 



La mañana había llegado más temprano que tarde, Lorenzo se despertó por la cálida luz que ya se hacía presente en su habitación, sin poder consolidar nuevamente el sueño, observo con admiración el bello rostro de su esposa, desde el momento en que la conoció despertó algo que ni el sabía que podía sentir, y sin imaginarse de la infinita felicidad al tenerla a su lado y ser la madre de sus hijos. 

Estaba sumido en sus pensamientos, cuando Clarice comienza a despertarse, regalándole una sonrisa. 

  • -Buenos días, amor- Saluda Lorenzo, acariciando cariñosamente la mejilla de su esposa. 

  • -Buenos días, ¿Llevas mucho tiempo meditando? – 

Lorenzo hizo una mueca en signo de afirmación, le iba a explicar aquel dibujo de su hija y saber que pensaba ella al respecto, pero en ese momento su teléfono comienza a sonar insistentemente, por lo que debe tomarlo antes de que ese sonido le ocasione dolor de cabeza tan temprano. 

  • -Es mi madre, está bastante ansiosa de que Giulio participe en la audiencia del viernes

Clarice abrió los ojos sorprendida, y se acomodó en la cama para quedar sentada, viendo a su marido. 

  • - ¿Esté viernes? -

  • -Si, es en el caso que te he comentado, Giulio me pidió estar presente- dijo casualmente. 

  • -Este viernes es la premiación del ensayo de Piero en la Embajada, Lorenzo- 

  • - ¿En qué momento me iba a enterar?

  • -La maestra envió un correo el día de ayer, seguramente no lo alcanzaste a leer, además de una invitación formal- explico, para luego alzar una ceja-no leíste el sobre que te dejo Piero en el escenario -

Lorenzo se sintió culpable, el día de ayer, antes de ir al encuentro de sus hijos tenía bastante papeleo, y no presto atención a los documentos que no fueran parte de su trabajo.

  • - ¿A qué hora es la ceremonia? -

  • -A las 11:00-

Frustrado pensó en los posibles caminos que podría tomar para llegar a tiempo. 

  • -La audiencia es a las 9:30- Clarice rodó los ojos

  • -Está bien, yo lo solucionaré- le prometió mientras tomaba el teléfono nuevamente, al tiempo que se ponía de pie para levantarse -Me haré cargo del desayuno- 

Clarice vio desaparecer a su esposo por la puerta del baño, y se propuso a confiar en su palabra, sin más se dispuso a ver a sus pequeños. 

Lorenzo se encontraba en la cocina preparando el desayuno, siempre fue bueno en la cocina, en especial en preparar pastas, en honor a su legado italiano, pero desde que había ingresado a la universidad, se perfeccionó aún más. Allí se encontraba en está ocasión preparando panqueques de chocolates, acompañados de jugo de frutas, no fue hasta que su hija le hablo, que se percató que ya no se encontraba solo.

  •  - ¡Huele delicioso, Papá! – expresó Magdalena mientras avanzaba rápidamente a los brazos de su padre, Lorenzo le devolvió el elogio con una sonrisa y la cargo en sus brazos, a la vez que acariciaba la cabeza a su hija para luego besar su coronilla. 

  • -Mis hermanos estarán felices- dijo alegre -es su favorito- 

  • -Lo sé- 

  • -Parece que alguien los quiere consentir- Dijo Clarice, mientras ingresaba a la cocina, observando con un brillo divertido en sus ojos a su esposo y este solo esquivo la mirada sonrojado por ser descubierto y se concentró en seguir cocinando.

  • -Cariño, ¿me ayudas a poner la mesa, por favor? - Le pedio Clarice a su hija, quien no se hizo de rogar, para correr hacia el mueble y comenzar a sacar los cubiertos y los individuales. 

  • - ¿Los chicos están despiertos? -

  • -Si, ya van a bajar- 

  • -¿Giovanni seguía en el cuarto de Piero?- Preguntó Lorenzo, ambos padres sabían que su hijo menor se había pasado a la habitación de su hermano a mitad de la noche, debido a que algo llamado quizás “instinto maternal” hizo despertar a Clarice y sin poder conciliar el sueño nuevamente, fue a chequear a sus hijos, sin embargo, luego de ver la habitación de su hija, que es la que le queda más cerca, fue hasta la de Piero, sorprendiéndose tiernamente al ver a sus dos hijos en aquel cuarto, se agradeció el no haber entrado primero a la de Giovanni, porque al haber notado que no se encontraba allí, le hubiera dado un ataque. Comprobó que ambos estuvieran bien tapados con las cobijas, y regreso a su cuarto, en donde Lorenzo la esperaba adivinando cual había sido su misión. Entonces Clarice le conto lo que acababa de descubrir. 

  • -Así es, me hizo recordar a lo difícil que era hacer que durmiera solo cuando era pequeño- comento Clarice, con una pisca de melancolía, pensando en lo rápido que han pasado los años. 

Los chicos bajaron justo a tiempo para ayudar a terminar de arreglar la mesa, Giovanni notó que era lo que estaba preparando su padre y sus ojos azules destellaron alegría, ya que uno de sus pasatiempos favoritos era comer cosas dulces, su expresión no paso desapercibida por su madre, que los animó a acomodarse mientras ella se encargaba de servir los platos. 

Clarice se sentó justo delante de sus dos hijos mayores, sus cabellos aún se encontraban desordenados después de dormir, pero a ninguno de los dos les pareció importarles mientras disfrutaban de sus panqueques de chocolate, mientras que Lorenzo reprimió una sonrisa ante el entusiasmo de sus hijos por el desayuno.

  • -Parece que están disfrutando de los panqueques- Dijo Clarice.

  • -Es mi favorito- fue la respuesta de Piero, mientras que su hermano solo asentía debido que su boca estaba completamente llena. 

  • - ¡sí, papá lo sabe! - exclamo Magdalena alegremente mientras se llevaba un gran pedazo a su boca, Giovanni le sonrió a su padre aún sin poder hablar debido a la comida. 

  • -Gracias- Añadió Piero, sintiendo una cálida sensación en su interior. 

Lorenzo asintió y se dispuso a comer. Por lo voraz que sus hijos estaban devorándose el desayuno, intuyó que le quedaron deliciosos. Ambos padres comenzaron a apreciar aquel cálido momento familiar, olvidando lo ocurrido el día anterior, permitiéndose disfrutar de aquella calidez y sonrisas de sus hijos.  

Después de un rato, ya cada uno estaba en sus actividades, y Lorenzo se encontraba en su estudio, se acordó de aquel sobre que el día anterior había ignorado y fue a por él, sin embargo, al momento de tomarlo para poder leerlo con calma, alguien entro a su despacho. 

  • -Hola, tío- Saludo Giulio casualmente, Lorenzo se sorprendió por un segundo, para luego responderle con una sonrisa, invitándolo a sentarse en el sofá. 

  • - ¿Todo bien? - Pregunto Lorenzo, al notar la ansiedad de su sobrino. 

  • -Si… bueno- dijo vacilante, hasta que finalmente se animo a hablar- Tengo preparado unas declaraciones de testigos por la audiencia del viernes, y además hice unas anotaciones de los últimos juicios, pero, estás se me quedaron en la oficina, me preguntaba si podríamos ir a buscarlas y así poder enseñárselas-

Lorenzo noto aquel brillo en los ojos de su sobrino, el mismo que tiene Giuliano cuando se propone algún objetivo, estaba seguro de que para Giulio esto era un primer paso bastante importante y él estaba dispuesto a apoyarlo. 

  • - ¿Quieres que vayamos ahora? - sugirió 

  • - ¡Claro!, sería perfecto- 

Ambos se pusieron de pie, y Lorenzo tomo la chaqueta que reposaba en el perchero del estudio, donde además tenia las llaves de su oficina y se pusieron en marcha, Piero notó que su padre iba de salida con su primo, una vez que se fueron, se dirigió hasta el estudio de su padre y no tuvo que esforzarse para encontrar el sobre de la invitación a su premiación, lo tomo con tristeza al notar que aún estaba sellado, y su padre ni siquiera había tenido tiempo de abrirlo, casi por inercia se dirigió hasta la silla del escritorio de Lorenzo y se sentó en ella, sin despegar su mirada en aquel sobre. 

  • - ¿Qué haces aquí, hijo? - 

Levanto la vista encontrándose con la de su madre, en ese momento solamente se sentía dolido, porque a pesar de ser un buen estudiante y siempre acatar las órdenes, no importaba en lo más mínimo, claro, quizás con los sucesos del día de ayer sobrepasó varios niveles del termino “comportarse”, pero todo tenia una causa justificada, pero no importaba en estos momentos, ya pago las consecuencias por sus planes fallidos, y ahora solo le quedaba, idear un nuevo plan, sin importar las consecuencias, mientras pueda ayudar a su amigo. Lo que sus padres no sabían era que pensaban realizar una fiesta para juntar dinero y así poder pagar la inscripción a un torneo de patinetas de su amigo, debido a que su familia no estaban pasando por buena situación económica, quizás no les resulto la idea del alcohol, ya que era una forma de atraer a más personas, pero las ideas aún no se agotaban…

  • -A mi padre no le interesa la premiación- comentó más para si, ignorando sin querer la pregunta de su madre, ella suspiro, y se acerco hasta donde se encontraba su hijo, para acariciarle la mejilla. 

  • -Claro que le importa, estará allí ese día- 

  • -Pero no ha tenido tiempo para leer la carta, de seguro no tendrá tiempo para el evento- 

  • -Puede que aún no haya abierto el sobre, pero eso no significa que no le interese o que no quiera asistir y acompañarte- 

Piero esquivo la vista de su madre y ladeo la cabeza hacia un lado.

  • -Le interesa más la compañía de mi primo- exclamó tristemente lo que pensaba en un susurro, sin querer sonar celoso. 

  • -En Giulio ve a su hermano, pero tú eres su hijo, y no hay nada más importante que ustedes- le confirmó Clarice, al tiempo en que tomaba el rostro de Piero con ambas manos para que la pudiera ver a los ojos, y saber que ella no mentía. 

  • -Me gustaría ayudarlo, recuerdo que Giulio lo hacía antes de ingresar a la universidad explicándole cosas sencillas- Le confesó – Pero confía más en él, que en mi- 

Clarice suspiro, le había comentado varias veces a Lorenzo lo interesado que estaba Piero en poder aprender más acerca de su trabajo, pero únicamente recibía un “aún es demasiado joven”, “No debería preocuparse por esas cosas” por parte de su esposo, hasta el momento en que le menciono lo mismo que su hijo le estaba comentando, “¿por qué a Giulio lo instruiste antes de acabar la escuela?” a lo que Lorenzo únicamente le dijo “Porque me lo pidió Giuliano”, haciendo que toda la conversación terminará allí, en ese momento Clarice comprendió que lo que quería Lorenzo era compensar la ausencia de su hermano, y el se hizo responsable de llenar el vació que dejo, pero no hubo forma de hacerlo entender que sus hijos, en especial Piero, estaban sintiendo el mismo vacío, sin la necesidad de tener a su padre lejos. 

  • -No es así, hablaré con tu padre- Le prometió.

Animó a su hijo haciendo arañitas en su cabello y lo dirigió a la salida, sus hermanos estaban preparando galletas caceras, a pedido de Magdalena que vio un programa infantil y de algún modo convenció a Giovanni de participar. 

  • -Mamá, faltan chispas de chocolate- dijo Magdalena con un leve puchero, ella amaba las chispas de chocolate y su objetivo principal de cocinar galletas era usar muchas chispas de chocolate. 

  • -Cariño, podemos usar de estas- le ofreció su madre mostrándole las mostacillas de colores, pero no logró convencer a su hija. 

  • -No mami, no serian galletas con chispas de chocolate, sin las chispas de chocolate- señalo 

Clarice suspiro, para luego mirar a sus hijos. 

  • - ¿Pueden quedarse a ver las galletas, mientras voy a comprar al supermercado? -  

Los chicos asintieron, y Clarice no perdió más tiempo para ir a comprar las dichosas chispas, pero cuando estaba en la puerta colocándose la chaqueta, llega su hija preparada hasta con una carterita, asimilando que iría con su madre. 

  • - ¿Estás lista, mami?

Clarice la observo y tuvo que reprimir una carcajada, con esa actitud parecía toda una adolescente en lugar de una pequeña niña de 8 años, una vez en el vehículo le advirtió que irían por lo que hacía falta para las galletas, y unos cuantos abarrotes, más ningún juguete, recibiendo como respuesta un asentimiento por parte de su pequeña.

El camino al supermercado se les hizo relativamente rápido, no había trafico por lo que pudieron llegar sin mayores contratiempos.

Magdalena le tomo la mano a su madre, para caminar a su lado visiblemente feliz de ir de compras. 

Sin embargo, a pesar de que el trafico estaba bastante expedito, en el supermercado no ocurría lo mismo, era sábado por la tarde, y se hacia notar en las largas filas de las cajas registradoras. 

Clarice se arrodillo para quedar a la altura de su hija.

  • -Cariño, no me sueltes la mano- La niña la miro un tanto confundida, normalmente le pedían eso cuando se encontraba en la calle rodeada de gente. Clarice, al notar su cara de confusión se apresuro a agregar -Hay mucha gente pequeña, no quiero que te separes de mi- 

Magdalena asintió, recordando la última vez que había salido con su papá y salió corriendo de su lado para cruzar la calle hasta la tienda de enfrente al ver una casa de muñecas de ensueños expuesta en la vitrina, su padre visiblemente muy asustado y molesto, la regaño duramente en esa ocasión, y como acto reflejo sin querer la pequeña se llevó una de sus manos a su colita. 

Ya en el pasillo de pastelería, donde la pequeña casi saltaba de alegría por la cantidad de opciones de chocolates que tenían para decorar sus galletas, su madre se enterneció por aquel brillito inocente que reflejaba su hija, y le causo gracia el poder que tiene el chocolate en los niños, dejo que escogiera varias opciones, ya que nunca están de más en su casa ese tipo de ingredientes, para luego dirigirse a los demás pasillos, aprovechando el viaje al supermercado, Clarice tenia pensado reponer algunas cosas que hacían falta en su hogar. 

Luego, la niña toma una gran barra de chocolate, rellena de frutilla, y la va a dejar en el carrito del supermercado, Clarice, al notar esto, la saca y la devuelve a su lugar, notando la cara enfurruñada de su hija. 

  • -Llevemos ese chocolate- pidió la niña, volviendo a tomar la caja. 

  • -No, ya llevamos suficiente y en la casa aún hay dulces- dijo calmadamente, ignorando el tono de berrinche que estaba adoptando su pequeña.

  • -Pero no tenemos esté- 

  • -Dije que hay muchas golosinas en casa, no necesitamos más, bebé- le respondió su madre calmadamente, 

  • - ¡Pero yo lo quiero! - exigió la pequeña, dejando de lado su ternura y poniendo la mejor pose de berrinchuda. 

  • -Obedece, Magdalena- Dijo firmemente Clarice, a lo que su hija se quedo inmóvil, con le chocolate en la mano -déjalo donde estaba

La niña no se movía de su lugar, y su madre pudo ver que no tenia ni un indicio en que la obedecería. 

  • -No creo que sea necesario que cuente, Magdalena- Le dijo su madre, en un tono más severo. 

Magdalena la observó por unos segundos, que a Clarice la parecieron eternos, pero la madre suspiro de alivio, cuando la pequeña testaruda dejaba el chocolate en su lugar, y volvía a tomar su mano. 

Pasaron por el pasillo de las mascotas, en donde pudo ver nuevamente el brillito en los ojos de su hija dejando atrás el incidente con del chocolate, y noto que estuvo a punto de ir hacia los juguetes de los perritos, Clarice suspiro, ellos no tienen mascotas, y sus hijos durante mucho tiempo le han pedido un perrito, pero ni ella, ni Lorenzo están de acuerdo. 

  • -Mira mami, que tiernos- dijo señalando con su mano el estante de los juguetes, Clarice le respondió con una cálida sonrisa, deseando que su hija no hiciera la dichosa pregunta. 

  • - ¿Podemos tener un perrito? - Suplico con ojos más tiernos que los de un cachorro. 

  • -No cariño –

La niña hizo un puchero, y sus ojitos se comenzaron a cristalizar, aquella facilidad que tenia para mostrar su felicidad, era similar al momento de mostrar su tristeza.

  • -Pero… a mi me gustan- dejo despacito mirando suplicante -a mis hermanitos también les gustan, Giovanni quedo muy triste cuando desapareció Lagito- 

Clarice respiro hondo, su pequeño era un amante de los animales, y de todo tipo, incluyendo insectos y reptiles, como olvidar cuando todas las semanas entraba una nueva especia a su casa, sin que nadie se diera cuenta, aunque sospechaba que Piero si lo sabía, uno de sus últimos “amiguitos” fue una lagartija, aunque no debería causarle gracia el cómo se enteraron del dichoso invitado, justo ese día la madre de Lorenzo fue a cenar con ellos, y en medio de la comida, su suegra grita por el susto al sentir algo caminando en sus piernas, al pararse sale la lagartija de debajo de la mesa y entre gritos Lorenzo la toma hábilmente para llevarla a su habitad, en este caso, la dejo en el patio trasero, pero del vecino, Tanto Clarice como Lorenzo decidieron darle una advertencia de que no debía ingresar nuevamente algún animal de cualquier tipo a la casa, ya que el haberlo dejado sin su “mascota” era suficiente castigo. Se agacho para quedar a la altura de su hija, y le froto la mejilla. 

  • -Lo sé, quizás más adelante – Sugirió Clarice cálidamente mientras le acariciaba el cabello, y deseando internamente que sus palabras convencieran a su pequeña. 

La niña la miro por unos segundos, y puso ojitos de cachorro haciendo que a Clarice se le partiera de a poco el corazón y sus ganas de decirle a su hija que adoptarían un perrito estaban a punto de ganar, al igual que cientos de veces en la que paso la misma situación con sus pequeños más grandes. 

  • -Que te parece si mañana vamos a ver a la abuela y así puedas montar a caballo- sugirió para animarla, y como resultado los ojitos azules de su hija destellaron una chispa de alegría, le encantaba ir a ver a su abuela, y si podía montar a caballo, aún más. 

No tardaron demasiado después de eso, ya que solo faltaba reponer una que otra cosa, así que ambas damas se dirigieron rumbo al hogar. 

Al momento de ingresar, ambas notaron un olor a quemado, Magdalena se apresuró a ir a la cocina temiendo que sus galletas hayan tenido un mal final, a pesar de haber conseguido las chispas de chocolate, pero se detuvo en seco, justo en la puerta, y su madre llego al segundo después, observando atónitas el aspecto de la cocina. 

Quemada. Parte de la encimera estaba quemada, en ese momento Clarice gira la cabeza hacia atrás, para ver como su esposo estacionaba el vehículo en la entrada.








 

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