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viernes, 10 de septiembre de 2021

Improvisando capítulo 5


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Improvisando

 Autora: Brisalunar  

 Capítulo 5 a tu manera 

 

 



 


Lorenzo entró a la habitación encontrándose con su hijo mayor sentado en el piano que le regalaron cuando cumplió 15 años, había insistido en que le gustaría aprender a tocar dicho instrumento, y su Clarice no dudo en obsequiárselo, ya ha pasado un año desde eso y su hijo ha mostrado gran dote musical. Piero aparto su vista de las teclas y miro fijamente a su padre, mientras caminaba hacia él, con los brazos cruzados sobre su pecho y una mirada severa.

  • - ¿Algo más que decir, Piero?, ¿Quizás el cómo alguien les pudo vender alcohol a menores de edad? -

  • -Ya me descubriste y me quitaste las botellas, eso no importa ahora- contestó despacio, sin ánimos de discutir y deseando que no hiciera más preguntas con respecto a ese tema, estaba decidido en no delatar a sus amigos.

  • - ¡Claro que importa jovencito! – Regañó enojado su padre elevando el tono de voz, pero inmediatamente se percató y se obligó a serenarse, no serviría de nada gritarle a su hijo enfadado - ¿A casó piensas que con tu madre vamos a permitir que nuevamente un irresponsable facilite alcohol a unos niños?, si hace falta me encargó que clausuren aquel lugar-

  • -Siempre resuelves todo así, cuando no estás de acuerdo con algo, te esmeras en que cambie para que funcione a  te gusto- Se quejó

  • -Así es como debe ser, no se les puede vender alcohol a menores de 18 años, y tú señorito tienes 16 años, apenas cumplidos-

  • -Te preocupas de seguir la ley, pero no siempre es correcto como tú piensas o asumes las cosas- Le espetó a su padre.

  • -Aquí no se trata de lo que piense, Piero. Si no, de que hicieron algo mal, si la policía se hubiera percatado de lo que tenían esas mochilas, aún estarían en problemas, y quizás el dejarlos un tiempo más allí hubiera sido un buen escarmiento, agradece que el vendedor se dio cuenta por las cámaras de que esos bolsos eran suyos y se lo entregó a Richard sin siquiera revisar lo que tenían-

  • -Tampoco debieron revisarlos ustedes, ¿Qué paso con los derechos civiles? - Cuestionó un tanto frustrado.

  • -No me vengas con los derechos civiles, cuando te refieres a ellos para justificar el ocultar alcohol siendo menor de edad jovencito- Gruñó Lorenzo -Quiero que me digas como lo consiguieron-

Espero unos segundos, pero no hubo respuesta por parte de su hijo, aún mantenía su mirada en él, pero de su boca no salía palabra alguna.

  • -Piero, responde lo que te pregunte- Amonestó secamente.

  • -Que importa, si ya nos lo quitaron, jod...- Dijo Piero más para si mismo, pero su padre igualmente lo escuchó.

  • -No te atrevas a terminar esa frase- Le advirtió sonando peligroso

El plan de Lorenzo sobre tener una conversación calmada con su hijo se estaba yendo por la borda, y era innegable que él era el culpable, al no poder controlar su temperamento.

-Hablo enserio Piero- Pidió cansado ante el mutismo de su hijo -bien, si no lo quieres decir solo empeoras la situación-

Lorenzo se acomodó en la cama, y se arremango la manga de su camisa ante la atenta mirada de su hijo, Piero lo observaba cautelosamente mientras comenzaba a sentir una picazón y molestia en su trasero ante su futuro próximo.

  • -Ahora túmbate, hijo- Le pidió su Padre en un tono más inofensivo que antes, al tiempo en que se tocaba sus piernas.

  • -No soy un niño, papá, ya no tengo la edad de Magdalena- Se quejó firmemente su hijo.

  • -Pues desde mi punto de vista, de 8 a 16 años no hay diferencia, hijo- Comentó Lorenzo -menos cuando te comportas y mientes peor que tu hermana-

  • -No he mentido- se defendió.

  • -Ocultar la verdad es una forma de mentir, Piero- le aseguró su padre -Vamos, ya sabes cómo va- y nuevamente comenzó a palmear su regazo para que su hijo se coloque en posición.

-No quiero esto...-

  • - ¿Qué te de nalgadas?, pues bien sabes que es lo que reciben los niños cuando se portan mal y no obedecen a sus padres- Le señaló su padre -y usted señorito, ha sido un niño muy mal portado, que aún a estas alturas decide no ser sincero-

Hubo un pequeño intercambio de miradas, Piero intentaba mentalmente serenarse y obligarse a afrontar el castigo, pero el niño en su interior no se lo permitía.

  • -Ahora has lo que te pedí, por favor- Dijo está vez muy suavemente, Piero avanzó lentamente hasta la cama, Lorenzo notaba el nerviosismo y temor de su hijo, puede tener 16 años, pero aún sigue siendo su niño pequeño, así que muy pacientemente espero hasta que por fin lo tuvo a su alcancé, le cogió el brazo y se lo acarició por unos segundos para relajarlo un poco, haciendo que su hijo bajará la guardia y aprovechara aquello para maniobrarlo suavemente y posicionarlo boca abajo sobre su regazo.

  • - ¿Por qué estamos en esta posición, hijo? -

  • -Ya lo sabes- gruño bajito, ganándose por parte de su padre una palmadita en medio de tu trasero, provocándole un brinquito debido a la sorpresa más que por el dolor.

  • -Si, pero quiero que tú lo digas, para saber si entiendes la situación- Le explicó estricto -y última advertencia de cómo me hablas, que en el auto ya te deje pasar una contestación-

Lorenzo suspiro más para sí, y comenzó a sobar la espalda de su hijo en un intento de serenarlo y lograr que su hijo colabore.

  • - ¿Sabes que te portaste mal?, ¿verdad? – Peguntó esta vez más pacientemente.

  • -Si- afirmó en un murmuro.

- ¿Qué ocurre cuando te portas mal, Piero? -

-Me pegas -

  • -Te castigo con unas palmadas en el trasero- Le corrigió -No te pego hijo, y jamás te haré daño-

  • -Dímelo después de dejar mi colita roja -Piero se arrepintió inmediatamente después de decir aquello, como era capaz de referirte a su trasero delante de su padre como "colita", se odio por lo infantil que sonó su declaración, sin embargo, Lorenzo por su parte sonrió ante la frase de su hijo, ya que sintió que volvía a ser su pequeñito que imitaba a los super héroes.

  • -Pues esa colita ha sido muy desobediente y por eso se gano está azotaina- Se aprovechó de que su hijo bajara la guardia de adolescente para tratarlo como niño, eso era algo que él ya había aprendido como tratar.

  • -Ya papá, ya entendí- Respondió Piero, rojo de vergüenza, comenzando a retorcerse en las piernas de su padre

- ¿Seguro?, ¿Entiendes porque te voy a castigar hijo? -

-Si –

- ¿Por qué, Piero? – Le preguntó nuevamente, pero Piero se quedó mudo otra vez, más que nada porque la culpa por sus actos le apenaba y no se fiaba de que su voz le saliera sin sollozos, pero su padre una vez más lo animó a responder con una suave palmadita.

– Porque los desobedecimos al salir solos a buscar alcohol, sin pedir permiso ni avisar y terminamos en la comisaría – confesó bajito, pero eso le bastó a Lorenzo.

  • -Muy bien- lo felicitó y sobó su cabeza, para luego comenzar a bajarle los pantalones y su ropa interior, y dejarlas en sus rodillas, pero las manos de su hijo no tardaron en reaccionar, intentando afirmar las ropas para que su padre no le deje el trasero desnudo.

  • - ¡No, no bajes mi ropa! - exigió, intentando afirmarla, pero no tuvo éxito, porque su padre le aparto sus manos, dejándolas aprisionadas contra su espalda, y terminando de bajarle la vestimenta.

  • -Si, será con tú trasero descubierto-

  • -No, por favor no, papá- murmuró apenado, haciendo que el corazón de Lorenzo se encoja, está debía ser una de las partes más difíciles de ser padre, así que se agacho a besarle la cabeza a su hijo para tranquilizarlo.

-Tranquilo, terminaremos pronto con esto- Le susurró calmadamente, al tiempo de que levantaba su mano y la dejaba caer fuertemente en la retaguarda de su hijo mayor.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS sonaron en la habitación de Piero.

-No es bueno que te aguantes el dolor hijo, sabes que puedes llorar si quieres- Le decía Lorenzo mientras le sobaba los muslos a su hijo.

Piero asintió con su cabeza, porque sabía que una vez hablando se rompería y comenzaría a llorar sin poder frenarse.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

Lorenzo suspiró, le estaba dando nalgadas con bastante fuerza en el centro de su trasero, y si ya es doloroso castigarlo, la actitud de su pequeño lo empeoraba aún más al saber que estaba aguantando su llanto.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS

  • -No quiero que se repita está situación Piero, conoces las reglas y solo debes obedecer, aún eres muy pequeño- Puntualizó su padre.

  • No PLAS PLAS soy pequeño PLAS aay

Lorenzo dijo esa frase apropósito, conocía a su hijo a pesar de que él pensara que no era así, y sabía que al tratarlo de "pequeño" inmediatamente le respondería.

  • PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS snif

-Claro que lo eres- añadió con tres rápidas palmadas, haciendo brincar a su hijo por la sorpresa del aumento de velocidad

PLAS auch PLAS PLAS

Piero sollozaba muy bajito, y Lorenzo notó como apretaba con sus manos la ropa de cama, seguramente en un intento de contener el ardor.

  • - Te portarás bien y no se repetirá, ¿verdad? - cuestionó, y detuvo las nalgadas para sobar cariñosamente la espalda de su hijo y esperar su respuesta, sin embargo, solo obtuvo silencio, por lo que levanto nuevamente su mano, dejándola caer fuertemente en medio del trasero rojo de su hijo.

  • PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS aay

  • -Piero- le volvió a advertir, mientras le repartía contundentes palmadas.

PLAS PLAS PLAS

  • -Que sí- gruñó en respuesta frotando su cara en las mantas de la cama, haciendo nuevamente suspirar frustrado a su padre.

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS auch PLAS

  • P me gusta esa actitud hijo-

PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS auu PLAS PLAS-Lamento decepcionarte, pero es la única que tengo- le reclamó lastimosamente-PLAS PLAS PLAS PLAS sniff

Lorenzo se detuvo sorprendido por aquellas palabras, la primera parte del castigo había terminado, y comenzó a sobarle lentamente la espalda y el cabello, sintiendo como su hijo vibraba en sus rodillas por los sollozos, que cada vez se preocupaba menos por esconder.

  • -Tú no me decepcionas, Piero- Le dice mientras acomodaba los cabellos de su hijo -No hay razón alguna para que me decepciones-  Dice y continua con los mimos, frotaba suavemente su mano en la espalda una y otra vez, hasta lograr que Piero estabilizará su respiración, cuando el adolescente por fin se percató de que todo había acabo, se sintió incomodo en esa posición y se apresuró a ponerse de pie, pero su padre se lo impidió.-Aún no hemos acabado- le informó casualmente

  • -Pero, ya me has dado muy fuerte-

  • -Lo sé, es para dejar el mensaje claro – Dijo tranquilamente sin dejar de acariciar la espalda -has recibido exactamente el mismo castigo que tu hermano, pero aún falta que tratemos el asunto del alcohol-

  • -Me duele mucho, papá- Se quejó e intento sobarse su trasero con la mano, sin embargo, su padre se la aprisionó delicadamente detrás de su espalda.

  • -Sin sobarse aún, el castigo no ha terminado- Dijo más serio está vez, Piero comenzó a retorcerse fuertemente en el regazo de su padre intranquilo, deseando que no lo envié a la esquina como a un crío de 5 años. 

  • -Quédate quieto, Piero- Le pidió su padre – quiero que me digas la verdad de como consiguieron semejante cantidad de bebidas-

  • -Te dije que no importa- suplicó bajito

  • -Claro que importa jovencito- Reprendió severamente, pero se dio cuenta de que su tono de voz no era el indicado en ese momento para tratar con su hijo, así que con su mano le comenzó a dar unas leves palmaditas en el trasero, iguales a las que se les dan a los bebes para tranquilizarlos, sin embargo, con su hijo paso todo lo contrario, el llanto que no dejaba mostrar hace un rato, ahora cada vez se hacía más fuerte, lo que no sabía Lorenzo era que su hijo se sentía culpable por ocultarles la verdad y preocuparlos, pero estaba decidido en no involucrar a sus amigos.

  • -Ya... hijo – arrullaba con delicadeza su padre continuando con las palmaditas.

  • -Lo siento, de verdad lo siento- confesó Piero entre lágrimas, y a su padre no le bastó más palabras para saber que su hijo no sé estaba disculpando únicamente por la desobediencia, sino que también por no poder decir la verdad acerca de las botellas.

  • -No puedo decirte papá, perdóname- se lamentaba, Lorenzo se conmovió por ver a su hijo disculparse con tanto sentimiento, rápidamente lo acomodó para tenerlo entre sus brazos, dejando el trasero entre sus piernas para que no roce con nada, y comenzó a consolarlo en un abrazo apretado.

  • -Sabes que puedes confiar en mí- Dijo Lorenzo, pero Piero únicamente bajo la mirada, por lo que su padre tuvo que levantarle la barbilla para que lo mirara a los ojos.

  • - ¿Acaso mi hijo está protegiendo a alguno de sus amigos? - intento adivinar

  • -No te puedo contar, papá- sollozó

  • -Respeto tus decisiones hijo, aunque está no la comparto-

A Lorenzo le pareció que no era el mejor momento para seguir presionando a su hijo, ya sabía o intuía una parte de la historia y era que otro chico se consiguió las bebidas, así que, decidido a no alargar más el castigo, lo acomodó sobre sus piernas, haciendo que Piero se removiera queriendo zafarse del agarre.

  • -Ya nos queda poco- dijo Lorenzo -lo estás haciendo muy bien - y sin más bajo con fuerza nuevamente su mano para estamparla en aquella roja colita. Está vez, a su hijo le costó un poco más mantener la compostura y el orgullo, ya se encontraba cansado para eso.

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Piero intentó llevarse su mano para cubrir su trasero desprotegido, pero su padre le sostuvo la mano y la mantuvo en la espalda afirmada para impedir que volviera a intentar taparse con ella.

  • -Ya casi acabamos- le informó Lorenzo para calmarlo, mientras elevaba su rodilla para poner más en alto el trasero de su hijo y darle las últimas nalgadas con un poco más de fuerza

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El orgullo se había esfumado de Piero, ya que a pesar de sus esfuerzos no podía evitar sollozar bajito sobre las rodillas de papá, mientras se llevaba sus manos al trasero para sobárselo casi desesperadamente, pensando que sin duda este ha sido uno de los peores castigos que ha recibido.

Su padre dejo que el pequeño se sobara y llorara todo lo que quisiera, pero se apresuró a subir sus ropas para cambiarlo de posición y acomodarlo en sus piernas, para él mismo calmar aquel dolor y llanto.

  • -Esta todo perdonado, mi príncipe- Murmuró mientras mecía a su hijo, igual a como lo hizo con Giovanni, pero comenzó a notar que Piero se atragantaba con su propio llanto.

  • -Me duele mucho- Dijo Piero mientras sobaba su trasero, haciendo que su padre también le sobara para calmar el ardor.

  • - Lo sé, pero ya paso hijo, respira conmigo- Le pidió con suavidad, mientras aferraba más el abrazo, y podía sentir a su hijo respirar de forma más calmada -Eso es... así se hace, papá está contigo-

Continúo meciéndolo suavemente, y se odió el tener que castigar a sus hijos, pero sabía que debía hacerlo para que ellos aprendieran la lección, no quería que repitieran el suceso de hoy y tampoco que se pusieran en peligro, por ello se ganaron algo más que un simple regaño.

  • -No más lágrimas, hijo- Le susurró -No te imaginas como nos sentiríamos con tu madre si algo les llega a pasar, pero ahora los tenemos aquí en casa, y todo quedo atrás y estás perdonado ¿Bueno? -

Piero asintió, de pronto sintió como el teléfono de su padre comenzaba a sonar en el bolsillo de su pantalón, Lorenzo también se percato de ello, y se regaño a si mismo mentalmente por no haberlo dejado en su cuarto o silenciado, cuando lo toma para apagarlo, pudo notar en la pantalla claramente un mensaje de su sobrino "Es tarde, pero quería avisarle que tengo los antecedentes que rectifican las declaraciones del caso Lacroix", dio una rápida leída antes de volver a pagar el teléfono y sonrió, su sobrino se ha esforzado en el trabajo, casi añorando el reconocimiento por parte de los abogados, pensando en que lo que le hace falta es tener aquella atención por parte de su hermano Giuliano, sin embargo, no se da cuenta de que sus hijos también lo necesitan él.

Piero leyó el mensaje y notó su expresión, aquella completamente opuesta a la que ha tenido durante todo el día por sus desobediencias. Se obligó a ponerse de pie, y le dio la espalda a su padre, a Lorenzo el gesto le dolió, había deseado tanto pasar a la parte en donde consolaba a su hijo, y ahora este volvía con la actitud de adolescente reacio, sin percatarse de que no actuaba por las hormonas adolescentes, sino desde el dolor.

  • - ¿Te sientes mejor, hijo? - Preguntó extrañado por la reacción del menor, sin embargo, Piero únicamente asintió con la cabeza, por supuesto que no se sentía mejor, le dolía horrores el trasero, y además la culpa que sentía no era poca, porque en lugar de darle razones para que su padre le de aquella sonrisa de orgullo, hace todo lo contrario y se mete en problemas. Siempre fue obediente, pero había comenzado a actuar de una forma más rebelde, desde el momento en el que le pregunto a su padre si le podía ayudar en el trabajo, y solo recibió un "Aún eres muy joven" de su parte, sin darse cuenta del interés y ganas que tenía de aprender y de parecerse a su padre.

  • -Me puedes dejar solo, por favor-

  • -Hijo...-

  • -Por favor, no quiero que estés aquí, papá- dijo despacio, mientras caminaba a su cama y se acostaba, haciéndose bolita, arrepintiéndose al instante, ya que su trasero le ardía y el roce con las cobijas solo aumentaba el malestar.

  • -Avísame si me necesitas- le respondió Lorenzo sin saber cómo actuar, ¿acaso debía quedarse a acompañarlo o respetar su espacio e irse?, sin embargo, a pesar de cuestionarse como actuar, lentamente comenzó a caminar hacia la puerta para salir de la habitación.

Piero en el momento que escucho la puerta cerrarse comenzó a llorar, pero esta vez sin contenerse, odiaba que su padre lo viera llorar, porque sentía que ya no estaba en edad para eso, y que solo quería demostrarle que ya era un hombre tan fuerte como él, cuantas veces le ha pedido ayuda y a él simplemente se le olvida o le termina poniendo excusas, últimamente solo se da el tiempo para mimarlo después de castigarlo, sin darse cuenta de que su hijo ya no quiere sentir su cariño únicamente como consuelo. De pronto sintió a alguien acostarse a su lado, haciendo que se sobresalta por un momento, pero inmediatamente reconoció aquel olor.

  • - ¿Mi príncipe, tiene pena? - preguntó Clarice al tiempo que destapaba a su hijo y le tocaba cariñosamente la nariz, Piero se apresuró a negar con la cabeza y limpiarse la cara con la manga de su pijama.

  • -Hijo, no es malo demostrar lo que uno siente- le animó su madre mientras se apegaba más a él para acurrucarlo entre sus brazos, y comenzar a acariciar su cabello.

  • - ¿Papá le dio muy fuerte a esa linda colita? -

  • - ¡Mamá! – Se quejó su hijo

  • -Está bien corazón, pero sabe que puede hacer para que no le duela más- sugirió Clarice tiernamente

  • - ¿Qué? – preguntó sospechando la respuesta

  • -Portarse bien- Dijo mientras le sonreía y le ordenaba el cabello, quitándolos de su frente -Duerme pequeño-

Piero pensó en decirle que no era pequeño, pero en ese momento, su madre se lo podía decir las veces que quisiera.

  • -Lo siento, mamá- Se disculpó, mientras la miraba penosamente.

  • -Lo sé- Le respondió Clarice amorosamente besándole la mejilla -Descansa, que ya todo está perdonado y mañana será otro día-

Piero comenzó lentamente a cerrar los ojos abatidos por todas las emociones del día, mientras sentía como su madre lo apegaba más a su pecho y le daba consuelo con solo hacerle cariño y arañitas en la cabeza, no necesitaba palabras en ese momento, sentía aquel calor maternal y estaba dispuesto a disfrutarlo.

De pronto se despertó por el sonido de su puerta, abrió los ojos y notó por las luces de la ventana de su cuarto que seguramente ya era de madrugada, volvió a sentir un ruido y está vez acompañado de un movimiento en su cama se volteó rápidamente para encontrase con su hermano pequeño.

  • - ¿Giovanni, que haces aquí? - Le pregunta un poco somnoliento

  • -Me desperté y no pude seguir durmiendo- confesó apenado - ¿Puedo dormir contigo?

Piero vio en los ojos de su hermano pequeño un brillito de ilusión, así que no pudo negarse, le abrió más la ropa de cama, en una clara señal de invitarlo a acostarse con él.

  • -Bueno-

  • -Gracias, Piero- le sonrió Giovanni mientras se apresuraba a acomodarse en la cama.

  • - ¿Por qué no vas con nuestros padres? - Preguntó de pronto, por simple curiosidad

  • -No quiero molestarlos más, creo que pase la cuota el día de hoy y deben estar cansados- respondió apenado.

  • -Tú nunca los molestarías -

  • -aja- dijo dudoso.

  • -Vamos hermanito, ¿acaso yo te he mentido alguna vez? -

Giovanni lo pensó por unos segundos y negó con la cabeza, su hermano siempre ha sido sincero con él, sin embargo, de pronto se acordó de algo importante.

  • -No me dijiste lo de las botellas de alcohol- le acusó Giovanni sentido más que molesto, haciendo suspirar a su hermano.

  • -No te mentí Giovanni, solo no te conté todo para no meterte en problemas por si el plan no funcionaba- le confesó- y me alegro haberlo hecho-

  • -Para la próxima confía en mí, no importa si me causa problemas, porque igual te ayudaré- Le aseguró con convicción, sin notar lo tierno que le salieron aquellas palabras, a pesar de que lamentaba como había terminado todo y se sonrojó al recordar como le pedía a su padre que no lo castigará, algo dentro de él no podía evitar querer ayudar. Sin darse cuenta Piero se acerca y le acaricia el hombro.

  • -Está bien, si me lo dices así, prometo que para la próxima te lo cuento todo- Le dijo haciendo sonreír a su hermano, pero se apresuró a añadir -Pero no será muy pronto, que mi trasero aún debe recuperarse de esta -

Los hermanos comenzaron a reír, porque ambos tenían muy presentes aún aquel ardor en sus traseros, prueba de ello es que los dos se encontraban acostados boca abajo para evitar cualquier tipo de roce, pasado unos minutos, el sueño los comenzó a vencer y quedaron nuevamente profundamente dormidos, pensando en que mañana será otro día. 






 

1 comentario:

  1. Creí que se pararía el castigo hay pero me equivoqué no le perdonó y me da mucha penita de los sentimientos de Piero quiere que lo vea con el mismo orgullo que ve a su primo

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