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sábado, 30 de enero de 2021

Capítulo 24, De familia y cucharas maderas


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Segunda Oportunidades 

 Autora: Gabi 

 Capítulo 24, De familia y cucharas maderas 

 

 

 

 

Tener a Dante y Meghan cerca había sido una bendición para mí. No solo me sentía alegre de nuevamente trabajar junto a mi mejor amigo, pero ambos compartíamos muchas habilidades y nos complementábamos en otras, haciendo que la que ahora era nuestra pequeña empresa floreciera.

 

Aun así, con la empresa floreciendo se traducía a más horas de trabajo, y más horas trabajando fuera de casa. Se me dificultaba sobremanera estar en casa para cuando los niños llegaban de la escuela, y en algunas tardes llegue tarde, encontrando a más de una cara larga sentados en las gradas esperando mi llegada.

 

Logan sugirió que era buena hora de tener llaves de casa, pero aun así no me sentía cómodo dejándolo a cargo. Esto se solucionó cuando un miércoles por la noche cenábamos en casa de los White.

 

Meghan preparaba la cena mientras que Dante y yo discutíamos planes de trabajo en el desayunador de la cocina, los niños jugando en la sala, Logan incluido para mi deleite.

 

“Tendremos que trabajar hasta tarde, amigo, si queremos terminar para la fecha de entrega.” Me dijo el moreno en tono apenado.

 

“¿Hay algún problema con ello?” Pregunto Meghan, dejando la ensalada a un lado y viéndonos con intriga.

 

“Los niños salen de clase a las dos,” Explique, “no me gusta se queden solos en casa hasta la hora de la cena o después.”

 

Meghan y Dante intercambiaron una mirada, y luego la mujer se acercó, poniendo su mano en mi hombro. “Yo podría cuidar de ellos.” Me dijo, encogiéndose de hombros.

 

Mis ojos se agrandaron, sería algo extraordinario, sin embargo, “No lo sé, Meghan…tienes dos niñas pequeñas que-“

 

“Por Dios, Gabriel, solo serán un par de horas al día. Los tres son un amor, además de que Maggie amaría tener con quien jugar. El otro día se quejó de que su hermana no es divertida.” Me dijo con una sonrisa.

 

“Sería de gran ayuda, no te mentiré.” Les dije, “Bien, pues…de ser así te daré un pago por ello-no, no te niegues! Sé que la mudanza les afecto algo económicamente, y de todas formas, si tuviera que conseguir una niñera les tendría que pagar de igual forma.”

“Me relevas a niñera?” Me pregunto divertida, subiendo una ceja.

 

Me reí, pero antes de contestar, Maggie y Daniel entraron corriendo. “Papiii!” Grito mi pequeño, guindándose a mi pierna, “Papi, papi, paaapiiii, ¡Lautaro y Logan se comieron mis galletas!”

“¿Quieres practica?” Chinche a Meghan, tomando a Daniel en brazos, “Y de dónde sacaste galletas, campeón, si no te hemos dado.”

 

“De mi almuerzo. No lo había abrido para comerlas con Maggie.” Me dijo con un puchero.

 

“Abierto, campeón.” Corregí, “Y no te preocupes, mañana te pongo dos paquetes para que compartas con Maggie, ¿sí?”

 

El niño lo pensó, y luego sonrió. “¡Okay!”

 

“¡Yo también te voy a dar galletas!” Dijo la niña, feliz sentada en el mostrador de la cocina mientras su padre la sostenía allí.

 

“Creo que le vas a dar fruta.” Le dijo su madre, sonando un poco estricta pero la sonrisa en su rostro suavizaba sus palabras. “No creo que sea bueno coman galletas tantas galletas.”

 

“¡Aawww…pero me gustan las galletas, mami! ¡Son ricas!” Nos dijo la niña, cruzándose de brazos en un mohín, aunque cuando su padre hizo el mate de morderle el brazo en juego la niña rio a carcajadas, olvidando su protesta.

 

“A mí me gusta la fruta.” Dijo Daniel simplemente, encogiéndose de hombros.

 

“Lo sé.” Le dije, dándole un beso en su mejilla y dejándole en el suelo.

 

Seguimos preparando la cena, Dante y yo hicimos a un lado nuestro trabajo y era, en realidad, una escena particularmente hogareña, con ambos niños riendo y haciendo chistes de vez en vez.

 

Fue cuando Meghan puso los espárragos en la mesa, y me volteaba para llamar a los otros dos pequeños, que Maggie nos dejó a todos los adultos helados.

 

“Papi, ¿tú también tienes un gusano en tu pipi?” Todos volteamos a ver a la niña, y aunque su tez era obscura, pude ver como mi amigo se sonrojaba, con su esposa ocultando su risa tras su mano.

 

“Eh….como dices, princesa?”

 

“Daniel tiene un gusano en su pipi.” Explico la niña.

 

“¡No es cieto!” Defendio un enfurruñado Daniel. “No tengo un gusano. ¡A Maggie y a Susan les cortaron su pipi!”

 

Antes de que pudiera hablar, o que Dante interviniera, la carcajada de Meghan nos interrumpió, y ambos niños voltearon a verla con sus bocas bien abiertas y ojos bien abiertos.

 

“Nadie tiene gusanos aquí.” Dijo finalmente la mujer, tomando a su hija de la encimera y parándola junto a Daniel. “A ver, mis niños. Daniel, tu eres niño como tu papi o niña como Paula y yo?”

 

“¡Niño como mi papi!” Dijo feliz el pequeño.

 

“Muy bien, campeón.” Le dijo ella, sobando su cabecita, “Y tú, hija, ¿eres niño como tu papi, o niña como Paula y yo?”

 

“Niña igual que tú y Susan.” Dijo ella con una sonrisa.

 

“Exacto. Las niñas tenemos una vagina, pero los niños tienen un pene. Somos distintos.” La simpleza de sus palabras era increíble, y más aún al ver que Daniel y Maggie entendían sin hacer muchas preguntas. “Bien, ahora vayan a llamar a Lautaro y Logan, que el pollo se enfría.” Y así, los dos pequeños salieron corriendo en busca de los dos mayores.

 

“Bueno, ustedes dos gusanos, ¿ayúdenme sí?” Nos dijo finalmente, tendiendo el bol de ensalada a su esposo e hiendo por los otros vegetales.

 

Esa noche se decidieron los detalles. Los tres pequeños llegarían de la escuela directo a casa de Dante y Meghan…bueno, cuatro. Ya que Maggie y Daniel estaban en la misma clase por su edad.

 

Logan se encargaría de llevarlos a casa, Meghan me ayudaría con las tareas de los niños, y luego Paula o yo pasaríamos por ellos para cenar en casa, tener un momento en familia, verificar tareas y luego ir a la cama y repetir el mismo ciclo.

 

Así pasaron los días, y así pasaron dos semanas. El primer fin de semana pude pasar tiempo con ellos, pero el segundo sábado me encontré teniendo que trabajar.

 

Paula se quedó en casa con ellos, y podía ver como la mujer cada vez iba adaptándose cada día mas al rol maternal…aun con Viviana. La chica se adaptaba a pasar tiempo con los niños, y más de una vez entraba en discusiones típicas de hermanos con Logan.

 

Ese domingo Viviana se fue a visitar a su familia, sus padres habían vuelto de viaje y creo que lo que ella más quería era visitar a Marcos y pasar tiempo con mi sobrino. Nos alegró ver el entusiasmo que la niña poseía cuando se preparaba para ir a casa, parecía una pequeña y no una adolescente.

 

El día paso rápidamente, y pronto nos encontramos repitiendo el proceso de la semana. Lunes fue una carrera, dejar a los niños en la escuela, ir al trabajo, ver lo del proyecto, llegar a casa donde Paula acababa de llegar y preparaba la cena y los niños jugaban o miraban televisión. Revisar las tareas, pelear con aquel que no la había completado, o felicitarlos por haberla completado.

 

Luego, llegaba la hora de dormir, a veces Paula se marchaba temprano y otras me ayudaba a acostar a los niños y pasábamos un tiempo solos ambos. Fue un tanto agotador, a decir verdad, pero me daba tranquilidad saber que los niños estaban bien y con supervisión adulta.

 

Entre tanto ajetreo, no todo era color de rosa. Meghan me había dicho que a veces Logan tardaba en llegar. Los más pequeños se adelantaban y Logan llegaba quince o hasta veinte minutos luego. Había tenido varias discusiones con él por eso, inclusive se había quedado sin ver televisión por las próximas semanas, y al pasar dos días sin ningún tipo de quejas por eso, pensé que había enmendado.

 

Fue el viernes que todo cambio. Me encontraba supervisando el trabajo de uno de los empleados, dándole las ordenes de cómo hacer unos acabados cuando Dante llego corriendo. Vi su cara de preocupación, y automáticamente supe que algo había pasado.

 

“Necesitamos irnos.” Me dijo el hombre rápidamente, “te explico en el auto.” No sabía que pensar. Miles de escenarios pasaron en mi mente, y la verdad no supe que pensar.

 

Dejé todo botado y salí corriendo detrás de Dante, pensando lo peor en todo tiempo. Minutos después nos encontrábamos en el auto, y mi preocupación se peleaba por darle cupo al enojo, aunque a decir verdad lo que más me preocupo en todo tiempo fue el hecho de saber que ninguno de mis tres hijos había llegado a casa con Meghan.

 

De hecho, la escuela le llamo para avisarle que Maggie se encontraba muerta en llanto porque sus amiguitos la habían dejado botada y tendría que, según ella, dormir en la escuela solita ese fin de semana.

 

Meghan había buscado a los niños por todos lados, pero no los encontraba. Al llegar a casa de los White, la mujer se encontraba al borde de un colapso nervioso.

 

Me miraba una y otra vez, pidiendo perdón por no haber cuidado bien de los niños. “No te preocupes, Meghan, no es tu culpa.” Tranquilice a la mujer, “Debo de ir a buscarlos.”

 

“Claro, te acompaño.” Me dijo Dante, dándole un abrazo a su esposa para clamarla más.

 

Fue allí que pensé en Paula. Era mejor que ella supiera lo que estaba pasando, así que sin más saque mi móvil y le llame.

 

“Hola, guapo.” Me contesto feliz.

 

“Los niños no están.” Le dije, sintiendo mis nervios traicionarme.

 

“¿Cómo que los niños no están?” Pregunto la mujer, su voz cortándose un poco.

 

“Nunca llegaron a casa de Dante, no sabemos dónde están. Dante y yo iremos a buscarlos ahora pero-“

 

“Iré a buscarlos yo también. Tienen que estar en algún lado, amor.” Me dijo, tratando de sonar tranquila, pero podía sentir los nervios en su voz.

 

Nos pusimos de acuerdo en que áreas del pueblo irían ellos a buscar y donde iríamos nosotros a buscar.

 

Habían pasado más de veinte minutos cuando una muy molesta Paula me llamo.

 

“Los encontraste?” Pregunte, sintiendo mi corazón en mi garganta.

 

“A Lautaro y a Daniel.” Me dijo, su voz sumamente molesta. “Estaban jugando en el parque, por los columpios. Voy con ellos a casa, así que te veremos allá. No saben dónde está Logan, pero por lo visto se pusieron todos de acuerdo para ir a divertirse.”

 

“Seguiremos buscando a Logan, talvez deberíamos de ir por el parque.”

 

“Si, mientras tanto yo me encargo de estos dos.” Me dijo, y por un momento me sentí mal por los niños. Una Paula enojada no era una vista agradable…si bien lo sabía yo.

 

Nos dirigimos al parque con Dante, hace un par de días atrás había visto a varios muchachos por un área que, a decir verdad, no deberían de estar. Dudaba que Logan estuviera allí, esperaba que no lo estuviera, pero lo dudaba mucho.

 

Pasaron quince minutos y no lograba encontrar a Logan, mi preocupación aumentaba cada minuto más y más.

 

Cuatro días atrás le había devuelto su móvil, y ahora me enfurecía el hecho de que ni siquiera sonaba, todas mis llamadas caían en buzon, muestra de que obviamente lo tenía apagado.

 

“Gabriel…amigo…” Las palabras de Dante me hicieron parar, aunque la angustia que me invadía no daba tregua. Le volteé a ver y fue allí que me percaté que el hombre no dejaba de observar a lo lejos, sus ojos un poco horrorizados.

 

Al voltear mi corazón se detuvo por un momento, y luego pude sentir como casi temblaba por la cólera que me invadió.

 

Habían alrededor de ocho muchachitos, adolescentes entre los catorce y quince años talvez…y parecía irrisorio ver a un pequeño entre ellos. Para cualquier extraño seria uno muchacho mucho menor, pero yo sabía bien su edad. Era un muchacho de catorce al igual que los demás…con un cigarrillo en una de sus manos.

 

Con horror, vi como los demás le incentivaban a dar un sorbo, y Logan lo puso en su boca.

 

“LOGAN ALMIRA BAJA ESO AHORA MISMO!” La mayoría de los muchachos dieron un respingo, al igual que Logan, pero en eso el voltio hacia mí y, para más inri, rodo los ojos. Sentí a Dante moverse nerviosamente a mi lado, dando un leve silbido ante la testarudez del muchacho.

 

“Amigo estas muerto.” Le dijo uno de los muchachos.

“Si,” Corroboró otro, escondiendo de mi vista el cigarrillo que tenía en su mano, y viéndome con algo de temor. “Si fuera mi papá me daría por muerto.”

 

Logan no dijo nada, solo me miro con evidente molestia, entrecerrando sus ojos un poco, pero todavía sosteniendo el cigarrillo aquel. “Ven aquí!” Llame, sintiendo mi sangre hervir aún mas de ser posible.

 

Era increíble como todos me miraban con algo de preocupación, excepto mi propio muchacho. Rodando los ojos, le dio el cigarrillo a uno de sus amigos y se puso de pie.

 

“Eh…recuerda que no puedes matarle.” Me dijo Dante, para luego suspirar. “Llévate a tu muchacho, tampoco vamos a dejar a estos otros aquí a sus anchas.” Me dijo, suspirando y sacando su móvil.

 

Logan llego cerca nuestro, aunque mantuvo una distancia sana, haciendo que me enfadara casi aún más. No creí que fuera posible, pero por lo visto todavía podía aumentar mi enojo.

 

Sin siquiera pensarlo, di los dos pasos que nos separaban y lo tomé por la nuca, aparentando mi agarre y haciéndole caminar frente a mí, demasiado molesto para decirle cualquier cosa.

 

Mi mano picaba por estrellarse contra su trasero, pero no era algo que realmente le enseñaría algo. Si le castigaba ahora lo haría más por venganza que por su comportamiento…bueno, eso me decía a mí mismo. En realidad, creo que era también para no ser demasiado duro con él.

 

Mi auto no estaba tan lejos, de hecho, el proyecto no estaba muy lejos de aquí por lo que no tardamos en llegar a él. No solté el cuello de Logan, me fui directo a la puerta del copiloto y la abrí un poco bruscamente, pero antes de que Logan subiera al auto dejé que mi mano caer.

 

PLAS

 

No sé si lo esperaba o no, pero dio un brinquito y me vio con algo de enojo. “No.” Me dijo bajito.

 

“No?” Pregunte, sumamente molesto. “No te digo yo a ti.” Le dije, dejando caer mi mano una vez más. “Mejor no me digas nada, Logan, que estoy tan molesto soy capaz de darte una buena tunda aquí mismo.” Le dije, dándole una tercera nalgada antes de dejarle entrar al auto, cosa que hizo rápidamente.

 

A diferencias de otras veces, espere a que estuviera sentado y luego jale yo mismo el cinturón de seguridad y me asegure lo tuviera puesto, luego me gire a la puerta y tranque el seguro de niños, cosa que en realidad tampoco hacia nunca.

 

Cerré la puerta y respiré profundo, dejando salir el aire lentamente. Cigarrillos. Si ahora estaba con cigarrillos debía preguntarme si luego lo encontraría tomando alcohol o peor aún, con drogas.

 

Supe debía calmarme, y aunque pensé en hablarle a Paula en ese momento decidí que talvez lo mejor sería hablar una vez en casa. Ella podría calmarme, hacerme ver que, aunque merecían un castigo podría ser un tanto suave con ellos y sobretodo hablar las cosas, primeramente.

 

Con eso en mente, decidí subir al auto y conducir a casa. El camino fue tenso, Logan ni siquiera me dirigía la mirada, más que unas cuantas furtivas que no sabía eran para saber qué tan molesto seguía o para maldecirme internamente.

 

Minutos antes de llegar a casa caí en cuenta que no solo tendría que ajustar cuentas con Logan, pero seguramente con Daniel y Lautaro también. Bien, no sería la primera vez que tendría que arreglarme con los tres.

 

Al bajar del auto me dirigí a la puerta de Logan, la abrí, le desabroché el cinturón y tomando su brazo, le guie hacia nuestra puerta. Fue al llegar frente a esta que ambos quedamos un tanto quietos.

 

No solo se escuchaba el claro llanto de Daniel, pero también los pequeños grititos de Lautaro junto con unos claros golpes secos.

 

PLACK PLACK PLACK

 

Logan me miro con ojos grandes y luego de tragar grueso, se apegó a mí, como buscando refugio, y yo alucinaba. Abrí la puerta, y era justo lo que imaginaba.

 

Daniel, con sus pantaloncitos y calzoncillo en los tobillos, estaba parado en la esquina con sus pompitas un tanto al rojo vivo, mientras tanto, Paula tenia a Lautaro sobre sus rodillas, desnudo de cintura para abajo mientras dejaba caer una cuchara de madera sobre su pequeño traserito.

 

PLACK PLACK PLACK

 

“Que sea la última vez que desaparecen solo porque creían sería divertido.” Regaño la mujer, mientras yo cerraba la puerta y trataba de no sonreír. No porque me parecía divertido ver a mis niños adoloridos, pero porque por alguna razón talvez mórbida, ver a Paula en ese plan de madre protectora me hacía querer comérmela a besos.

 

PLACK

 

Dejo caer la cuchara una vez más, y luego la dejo a un lado para empezar a sobar su espalda. Creo estaba tan concentrada en lo que hacía que ni siquiera se había percatado de nuestra presencia.

 

Viendo que el niño empezaba a calmarse, Paula le elevo por las axilas y con sumo cuidado lo sentó sobre sus rodillas para abrazarlo y llenarle de besos, sobando su pelito y susurrándole suaves palabras que no alcanzaba a oír.

 

Seguía parado cerca de la puerta, con los brazos cruzados y observándoles. De reojo vi como Logan trato de huir, pero lo ataje por el cuello de la camisa y lo jale hacia mí. “Creo que es tu turno.” Le dije, haciéndole sonrojar completamente.

 

Fue allí que Paula levanto la vista y se sonrojo completamente, viéndome un tanto apenada.

 

“¿Me das campo?” Le pregunte, jalando a Logan conmigo e inclinándome para tomar la cuchara.

 

Paula no dijo nada, simplemente asintió y, luego de poner a Lautaro de pie, lo encamino hacia la otra esquina. No sabía que había pasado con mis dos menores, pero si sabía lo que había pasado con mi muchacho mayor.

 

“No! Gabriel! Nooo!” Empezó a llorar Logan, viendo de reojo a Paula y sonrojándose un poco, pero no estaba dispuesto a escuchar. Talvez no debería de hacerlo de esta forma, talvez me arrepentiría luego, pero en ese momento lo único que podía ver era a mi niño drogado en algún lado si no le ponía un alto con el cigarrillo de inmediato.

 

Tomé asiento y vi como Paula se retiraba a la cocina, dándonos algo de privacidad. Daniel había dejado de llorar un poco y volteaba “disimuladamente” para ver que tenía a su hermano mayor llorando.

 

No dije nada, aunque tenía mucho que decir, por ahora era mi mano y la cuchara que hablarían. Sosteniendo a Logan con una mano, use la otra para bajarle el pantalón y ropa interior, a pesar de que él se oponía y trataba de detener mis movimientos.

 

No pasaron ni dos minutos cuando lo tenía listo para ir sobre mis rodillas, y eso fue lo que paso a pesar de sus protestas, pataleos y lo mucho que jalaba su brazo para tratar de librarse de mi agarre.

 

Le puse sobre mis rodillas y dejé mi mano caer nuevamente, calentando no solo sus dos redonditos cachecitos, pero también la unión de sus glúteos con piernas y la parte superior de sus piernas.

 

No lleve una cuenta específica, pero aun así mantuve sumo cuidado de no pasarme de la línea y cuando creí estaba listo tome la cuchara aquella con un numero especifico en mente.

 

“Que sea la última vez que te vas sin decir dónde.” Le dije, dejando caer los primeros cuatro golpes, haciéndole llorar sentidamente.

 

“Perdón! Perdooon! Gabrieeeeel!” Lloro amargamente, pateando un poquito.

 

“Que sea la última vez que te veo con un cigarrillo, Logan, que si vuelve a pasar te doy con el cinto.” Le advertí, para dejar caer cuatro nuevos golpes.

 

“No puedes solo irte y dejar botados a tus hermanos. No puedes ir a ningún lugar sin permiso, lo sabes bien, Logan, y si lo vuelves a hacer solo te ira peor, ¿estamos claros?”

 

El niño asintió, llorando y tosiendo un poco, balbuceando un poco ya que sus palabras no eran un tanto claras.

 

Nuevamente suspire y levante un poco el instrumento aquel.

PLACK PLACK PLACK

PLACK PLACK PLACK

 

Y con eso termine el castigo, dejando caer la cuchara para sobar la espalda de mi niño que lloraba amargamente.

 

Volví a ver a Paula, que entraba al lugar. Me dio una pequeña sonrisa, que más parecía una mueca de dolor, pero se acercó a donde estaba Daniel. Mientras levantaba a Logan para darle un abrazo vi como la mujer tomaba al pequeñín en brazos, sobando sus un tanto sonrosadas posaderas y llevándoselo a la cocina.

 

Me tomo un par de minutos calmar a Logan, y aunque nunca lo había hecho, decidí seguir el ejemplo de Paula. Dándole un último beso en su cabecita le puse en pie y antes de que pudiera subir sus pantalones le pare.

 

“Ah-ah,” empecé, señalando a Lautaro que seguía en la esquina moviéndose un tanto incómodo. “Vamos, a la esquina.” Le dije, viendo la cara de horror que puso. “No, no te quejes. Suficiente por hoy, amor. Vamos.” Con eso, le guie hacia donde había estado Daniel.

 

Una vez allí camine hacia la concina. Por el exquisito olor supe que Paula cocinaba, y al entrar la vi partiendo una coliflor mientras que Daniel comía unos trozos de zanahoria y apio con aderezo, sorbiendo un poco evidenciando que no hace tanto había estado llorando.

 

“¿Esta rico, amor?” Le pregunte, acercándome a él y dándole un abrazo y un beso en su húmedo cachetito.

 

“Shi.” Me dijo simplemente, para luego verme tristón. “Papi, me porte mal y Paula me dio en la colita.”

 

Este niño me derretía de amor. Le tome en brazos para darle el más grande de los abrazos, mientras Paula me miraba con algo de pena. “Pues, a portarse bien entonces.” Le dije, llenándole de besos y falsas mordidas para hacerlo reír antes de dejarlo sobre su silla para que siguiera con su merienda.

 

“¿Estas bien?” Le pregunte a la mujer, abrazándola.

 

“No, fue horrible castigarles.” Me dijo sinceramente, “Perdón si me sobrepase,” empezó, sorprendiéndome un poco. “No pensaba hacerlo, pero…tanto Lautaro como Daniel estaban insoportables. No te imaginas lo que me costó traerlos a casa, y cuando saque la cuchara fue porque estaban a puntos de irse nuevamente. Según ellos tenían libertad para ir a jugar donde quisieran.” Me dijo, todavía algo molesta.

 

“¿Y cuánto tiempo más lo vas a dejar en la esquina?” le pregunte, apuntando a Lautaro, a quien podíamos ver desde nuestro punto en la cocina.

 

“Tres minutos más. En realidad, solo pensaba dejarlo allí 10 minutos, un poco más que deje a Daniel.” Me dijo, haciéndome asentir. “¿Y cuando vas a sacar a Logan de su esquina?”

 

“Pues…si Lautaro se quedó diez minutos, creo que no le hará mal estar allí unos quince.” Le dije, tomando una de las zanahorias suponía eran para Lautaro o Logan, ya que había dos platos más con la misma merienda que Daniel comía.

 

Paula asintió, dándome una sonrisa algo triste para luego pasarme una lechuga, una orden silenciosa de que ayudara con la ensalada.

 

Como lo había dicho, tres minutos después Paula fue por Lautaro. “No, Logan.” El regaño de la mujer, y la voz algo agitada de Logan llamo mi atención, y girándome vi a Lautaro entrar a la cocina, aunque miraba hacia atrás.

 

“Hola, campeón.” Salude al pequeño, pero antes de que pudiera responderme, oímos el inigualable sonido de una palmada chocando contra piel.

 

“¡AAY! ¡NOO! ¡PAUULAAA!” Seguido por tres o cuatro más.

 

“Papi,” Me dijo Lautaro, mientras Daniel olvidaba lo poco que le quedaba en su plato y miraba la entrada con ojos grandes, “Creo que Logan se volvió a meter en problemas.” Me dijo, acercándose a mí.

 

No dije nada, escuchando lo que pasaba en el otro lado, pero tomé a Lautaro en brazos para abrazarlo y apapacharlo, como había hecho con su hermano menor.

 

“Te quedas allí, Logan. ¡Cuando tu papá te diga que puedes salir, sales! ¡Y cuidadito en moverte porque la próxima será la cuchara y no mi mano!” El regaño de Paula se hizo evidente, más cuando la mujer entro, renegando por bajo.

 

“Puedes creerlo?” Me dijo, indignada. “Lo encontré huyendo a su habitación. Le dije que no habría nadie más que él, pero debía quedarse, y aun así no hizo caso.” Me dijo, molesta mientras negaba con la cabeza.

 

Solamente suspire, mas allá de ver la poca obediencia que tenía Logan, había algo más con mis niños. Algo más los hacia comportarse de esa forma, y eso nadie me lo sacaba de la cabeza.

 

Senté a Lautaro junto a Daniel, quienes nos observaban detalladamente. Le extendí uno de los platos a Lautaro, quien empezaba a comer tranquilo como si nada hubiera sucedido. Después de todo, creo que la actividad favorita de este campeón era comer. 

 

Cocinamos en silencio, viendo como al terminar Daniel nos trajo su pequeño platito para luego salir corriendo de allí, supongo que a su habitación. Esperé el tiempo estipulado y luego fui a ver a Logan.

 

Supe que el niño lloraba tan solo al entrar. Era evidente por el movimiento de sus hombros y por la forma en que limpiaba sus ojos de toda lagrima. Me acerqué a él y subí con cuidado su ropa, haciéndole brincar un poco.

 

Me alegro ver que no quedaba más que un poco de sonrojo, y supe que en una hora probablemente el castigo solo sería un feo recuerdo…un recuerdo que esperaba quedara grabado en su memoria y le haría abstenerse de estas conductas.

 

Una vez subí su ropa, le giré para abotonarle el pantalón. Logan, con lágrimas saliendo de sus ojos y sus cachetes empapados, no hizo nada por detenerme. Solo me observaba mientras que yo con sumo cuidado le acomodaba su ropa, incluyendo su camiseta.

 

“Me asustaste mucho hoy, Logan,” Le dije, todavía agachado y viéndole hacia arriba, mis ojos llenándose de lágrimas sin esperarlo. “No sabía dónde estaban ni tu ni tus hermanos, te llame incontables veces y solo iba a buzón y luego te encuentro fumando, ¡FUMANDO! ¿Que estabas pensando?” Le recrimine.

 

No me percate que mis lágrimas habían comenzado a caer, pero Logan extendió su mano y limpio la lagrima con sumo cuidado, como si fuera yo un animalito herido. “Perdón.” Me dijo, “Es que…creí que no te importaría.”

 

Suspiré, y le atraje en un fuerte abrazo. Si algo le pasaba a uno de estos niños yo moriría con ellos. Pensaba que haber perdido a Mary había sido lo peor de mi vida, pero me di cuenta que perder a uno de ellos seria aun peor. Eran amores distintos, pero no implicaba que fueran amores menos importantes en mi vida.

 

Nos mantuvimos abrazados un rato, pero luego mi pierna me recordó la incómoda posición en que me encontraba y muy a mi pesar me separe de él. “Le debes una disculpa a Paula, campeón.” Le dije con suavidad, para que el escondiera su rostro en sus manos.

 

“¡Me vio el trasero!” Se lamentó en voz lastimera, haciéndome sonreír.

 

“Tranquilo, es uno muy lindo.” Le chinche, haciendo que me diera una mirada de reproche.

 

“También me pego.” Me recrimino, cruzándose de brazos.

 

“Y bien merecido lo tenías, hmm. Y que sepas que si ve la necesidad de hacerlo nuevamente tiene mi bendición, y ya viste que no tiene reparos ni contigo ni con tus hermanos. Ahora vamos, que te preparó una pequeña merienda antes de la cena.”

 

Al entrar a la cocina Logan vio a Paula con ojos grandes y luego se sonrojo completamente, para luego ver el piso de la cocina. Lautaro había acabado su merienda y se encaminaba a la salida, no sin antes darle un abrazo a su hermano.

 

Logan se lo devolvió, y le revolvió el cabello, antes que el niño saliera corriendo, seguramente también a su habitación.

 

“¿Me das un abrazo?” Le pregunto Paula, viéndole con cariño.

 

Solo eso basto para que Logan corriera a los brazos abiertos de la mujer, escondiendo su rostro sobre el hombro de esta. “Me perdonas?”

 

“Hay, mucosito.” Exclamo la mujer con amor. “Como no te voy a perdonar, si eres uno de los seres más importantes de mi vida, ¿hmm?” Le dijo, besando su frente.

 

“No fue mi intención asustarte.”

 

“Tu papá y yo estábamos muertos de temor que algo les había pasado.” Le dijo, volteando a verme mientras le tenía abrazado a ella.

 

“Creo que hay mucho que tenemos que hablar.” Dije finalmente, acercándome a ambos para abrazarles, dejando a Logan entre ambos y besando su cabeza.

 

“Demasiado.” Confirmo Paula, dándome una sonrisa. “Pero primero, Daniel y Lautaro fueron a hacer su tarea, y creo que este muchachote tiene que hacer lo mismo.” Dijo ella, haciéndole cosquillas a Logan.

 

Por primera vez en el día, Logan soltó una risilla, haciéndome soltar de golpe toda la tensión que, sin darme cuenta, había tenido acumulado.

 

No sabía todavía que había pasado, pero sabía que, sea como sea, estaríamos bien. Y nuevamente, supe que, Paula y yo habíamos formado una familia…o mis niños y yo le dábamos la bienvenida a nuestra familia a Paula. Aunque creo que sus traseritos hubieran agradecido que la bienvenida no tuviera nada que ver con ellos y la cuchara de madera. 



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