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sábado, 30 de enero de 2021

Capítulo 23, Papá de verdad


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Segundas 0'portunidades

 Autora: Gabi 

 Capítulo 23, Papá de verdad. 

 

 


 

“Un poco mas a la derecha, mejor.”

 

Con un gruñido por el peso, Dante y yo obedecimos las ordenes de Meghan, quien cargaba a su bebe en brazos, quien ya podía sentarse con un poco de ayuda y nos miraba atentamente.

 

Pusimos aquel mueble de madera donde ella deseaba, intercambiando miradas con Dante y esperando que estuviera satisfecha.

 

“Gaabrieeel!” El tono quejumbroso de Logan tomo toda nuestra atención, venía con su ceño fruncido y un leve puchero que, a mis ojos, lo hacía ver adorable. “Lautaro insiste en cargar unas cajas que dicen frágil.” Acuso, cruzándose de brazos.

 

Dante fue el primero en salir corriendo por la puerta, mientras que yo solo suspiré y asentí, antes de ir tras mi amigo a ver en que lio se metía mi hijo.

 

Hijo. Esta última palabra esa palabra tenía una nueva connotación. Había decidido, sin embargo, no decirle nada a los niños todavía. Los únicos que sabíamos eran, en realidad, Henry, Anna, Paula y yo.

 

Pensaba hablar con Melissa y Michael este fin de semana.

 

No quería decir nada hasta completar los papeles de Daniel y Logan. Por una parte, Paula había empezado a buscar al padre de Logan. No había mantenido contacto por obvias razones, pero tenían amigos y conocidos mutuos. Después de todo, habían crecido juntos.

 

Por otra parte, el encuentro entre Daniel y Theodore me había dado muchos días de tensión.

 

Después de aquella ocupada mañana, tanto Henry como Weston me habían dicho que lo mejor era contactar con los padres biológicos y ver que renunciaran a sus derechos como padres legales, aunque no estuvieran en ningún papel. Lo mejor era no tener ningún cabo suelto.

 

No le dijimos a Weston los orígenes de Daniel, pero sabía bien dónde encontrarlo y quien era, por lo que, siguiendo los consejos de Henry, acordamos con Theodore que podría conocer al niño el sábado por la tarde.

 

Paula iría con nosotros, llevándose a Lautaro y a Logan en puntos clave para que Daniel pudiera hablar con Theodore bajo mi atenta supervisión. Lo que había olvidado por completo era que Dante y Meghan se mudarían ese mismo sábado y habían pedido mi ayuda.

 

Ahora nos encontrábamos bajando cajas y muebles del camión para luego ir al parque y encontrarnos con Theodore.

 

Llegamos donde estaban los niños. Habian ciertas cajas, que tenían juguetes y otras cosas no pesadas que les habíamos dicho podían mover, aunque Logan había insistido que él podría con otras cajas más pesadas.

 

Me percate que poco faltaba para que ambos hermanos mayores se liaran a golpes, así que me apresure para intervenir antes de tener que empezar a repartir castigos.

 

“¿Que sucede?” Pregunte, quitándole a Lautaro la caja que Logan había estado tratando de arrebatar. Esperaba que nada estuviera quebrado.

 

“Yo también quiero ayudar!” Me dijo el niño con un gran puchero.

 

Dante bufo divertido, palmeando mi espalda. “Me alegra que Susan todavía no sepa hablar.” Con esas palabras, simplemente tomo la caja y camino para adentro, dejándome a mí con dos niños dispuestos a pelear, ya que ambos niños habían empezado a gritar.

 

“No puedes, ¡tonto!” Le reclamo Logan.

“Tú eres el tonto!” Le grito Lautaro, “¡Yo puedo hacerlo!”

 

Suspire, sabiendo que Logan tenía la razón. “Lautaro, hijo,” Hable, tratando de calmarle, poniendo mis manos sobre sus hombros, “Claro que puedes ayudar,” La cara de Lautaro se ilumino, viendo a Logan con desdén, “Pero con las cajas más pequeñas que te había dicho antes,” y esta vez fue Logan que lo vio con desdén.

 

“¡Pero no es justooo!” Lloriqueo, viendo las cajas. Esperaba tener el mismo pleito dentro de un par de años, cuando se sabía que los adolescentes rehusaban ayudar. “¡Yo también soy fuerte!”

 

“¡No lo eres!”

 

“¡LOGAN!” Aunque traté que mi tono no fuera tan fuerte, sé que sonó más como un grito molesto, y fue suficiente para que ambos dejaran su peleíta, y para que me impacientara aún más. Lo achacaría al estrés de llevar a Daniel con su donador de esperma esa tarde horas más despues. “Basta ya, los dos.” Regañe, frunciendo el ceño, “Lautaro, eres fuerte pero todavía eres un niño. Sea como sea, tu hermano ya es más grande y un adolescente,” Aunque de adolescente no parece mucho, pensé, “Tu puedes ayudarnos con las cajas más pequeñas que no digan Frágil, como te había dicho antes.”

 

Lautaro no dijo nada, aunque su puchero me lo dijo todo. “y tú, Logan, no debes hablarle así a tu hermano.” Mi tono fue aún más suave que lo que había sido con Lautaro, pero fue peor recibido.

 

Logan me fulmino con la mirada, su tamaño podría ser de niño pequeño, pero su mirada ya gritaba ´hormonas´ por doquier. “Claro,” me dijo con desdén, “Siempre te pones de acuerdo con ellos, ¿no?”

Antes de poder replicar, tomo una caja algo pequeña y se fue adentro, dando zancadas a cada paso.

 

Bien, talvez era un desastre como padre, pero tampoco me iba a retractar en mi decisión.

 

Aunque la mañana fue muy movida, pude observar como Logan evitaba con todo hablar con los demás. Dante pudo sacarle una que otra sonrisa, pero los demás fuimos ignorados casi en su totalidad, incluso la pequeña Susan fue ignorada.

 

“¿Seguro no quieren almorzar con nosotros?” Pregunto Meghan, esperando que Dante terminara de armar la sillita alta de la bebé para sentarla allí.

 

“¡Vamos a comer pizza!” Gritó Maggie emocionada, haciendo que los ojos de Lautaro se agrandaran.

 

“¡Paaaapaaaá!” Chillo, “¡Yo quiero pizza!”

 

“Otro día, campeón, por hoy tenemos algo más que hacer.” Dante me vio extrañado, pero supo no preguntar ni indagar, a lo que le estuve altamente agradecido.

 

Sin más, encaminé a mis tres pequeños a nuestro auto, tratando de no inmutarme cuando vi que Logan le daba un leve empujón a Daniel, quien lo vio feo y solo le saco la lengua.

 

No fue un empujón fuerte, ni tampoco le haría daño, y tampoco quería estar todo el tiempo encima de mis hijos con un regaño, pero en cuanto voltio a verme supo que lo había visto.

 

“Perdón.” Murmuro, aunque de mala manera.

“No te preocupes.” Le dijo Daniel, tratando de escalar para subirse al auto a lo que movi a ayudarle, “Mi amigo Pablo me dijo que su hermano le dijo que cada vez que lo empujaba era porque lo quería. Así deben tratarse los hermanos.”

“Pues vaya forma.” Le dije sin poder evitarlo, “No es algo que me parezca que deban hacer.”

Aparentemente dije un chiste, porque Lautaro y Logan solo sonrieron mientras se ponían su cinturón de seguridad y yo ayudaba a Daniel a colocar el suyo.

“¿Estas bien, chaparro?” Pregunto Logan, viendo a su hermanito, haciéndome sonreír. Por más que mi niño se mostrara molesto, se preocupaba por sus hermanos.

 

“¡Sip!” Dijo el niño feliz, tomando uno de sus juguetes que tenía en mi auto.

 

A partir de allí Logan pareció calmarse, haciéndome a mi sentirme más tranquilo.

 

No tardamos tanto en llegar a nuestro destino, y a pesar de que no había nada de nieve todavía hacia bastante frio. Después de tanto hablar y buscar, Paula y yo habíamos acordado este era el mejor lugar.

 

Era lo bastante público para seguridad nuestra, pero al mismo tiempo era lo suficiente privado para poder tener una conversación privada con Daniel.

 

Habían pasado algunas semanas ya desde la última nevada, y con la rapidez que marzo se acercaba también lo hacia la primavera, aun así estábamos como a diez grados centígrados. Los niños iban bien abrigados, y aun así podía ver algo de humo salir de sus boquitas, aunque con la rapidez que competían por llegar primero a las mesas nadie diría que esto les afectaba.

 

Tanto era la prisa que Daniel, todavía con la torpeza de los niños de su edad, tropezó y cayó, pero antes de poder llegar a su lado se levantó y siguió su carrera tras sus hermanos, inmutándose y mostrándome que no había golpe alguno.

 

Deslumbre a Theodore sentado en las mesas. El muchacho se miraba nervioso, moviendo una de sus piernas arriba y abajo y viendo con ojos grandes a mis hijos que corrían en su dirección.

 

Naturalmente, el primero en arribar fue Logan, quien se dirigió a una de las mesas vacías, viendo a Theodore por un momento antes de dirigir su atención a Lautaro, quien llegaba de segundo.

 

Daniel fue el último en llegar, pero a este no pareció importarle, tomando asiento junto a Lautaro. No preste atención lo que se decían entre hermanos, seguramente molestándose y mofándose de su rapidez.

 

“Buen día.” Salude a Theodore, que todavía observaba a mis hijos con total admiración y algo de temor. Bueno, miraba a uno en específico, al menor de ellos que estaba arrodillado en la banca sacándole la lengua a Lautaro mientras Logan reía y Lautaro le devolvía el gesto.

 

“Señor Bellucini.” Saludo el menor, poniéndose de pie rápidamente, su respiración un tanto agitada, como si él hubiera sido participe de la corta carrera de mis niños.

 

“Paula no tardará en llegar con la comida.” Le dije, sabiendo que en pocos minutos la mujer estaría con nosotros.

 

“¿Paula?” Pregunto, los nervios traicionando su voz, que como si fuera un puberto nuevamente se le quebró, haciéndolo sonar menor de lo que en realidad era.

 

“Mi novia.” Le explique, sintiéndome orgulloso de decir aquellas palabras. “Lo mejor es que hablemos a solas con Daniel, por lo que ella me ayudara a entretener a Logan y Lautaro.” Explique, señalando a los dos mayores.

 

“Ya veo. La verdad pensé que-“

 

“PAAAPPIIII!” El grito de Daniel interrumpió sus palabras, haciéndolo brincar y agrandar sus ojos con pavor, aunque estos inmediatamente se calmaron cuando mi pequeño corrió a abrazar mi pierna, un puchero en sus labios. “¡Paapiii! Lautaro no me deja sentar en la esquina!”

 

“Daniel, hijo, hay cuatro esquinas. ¿Porque no te sientas en la que está junto a Logan?” Resolvi, sobándole su cabello. No era la primera vez que tenía que parar una de esas peleítas sin sentido.

 

Meses atrás me exasperaba, terminaba perdiendo la paciencia rápidamente y más de una vez había terminado gritándoles o soltándoles alguna nalgada. Todavía me pasaba, pero estaba aprendiendo que los niños, en especial Daniel y Lautaro, peleaban por las cosas más ridículas y sin sentido alguna, con la particularidad de que tenían rápida y fácil solución.

 

Ante mis palabras, Daniel ladeo la cabeza, poniendo su dedito pulgar en la boca y luego de meditarlo asintió, regalándome una pequeña sonrisa y corriendo junto al mayor de sus hermanos, mientras que Lautaro trataba de usar sus piernas para evitar que se sentara junto a él.

 

“Veo que lo mantienen ocupado.” Me dijo Theodore, haciéndome sonreír.

 

“No tiene ni idea.” Le dije, señalando con mi mano hacia la mesa. Con un rápido asentir, el militar aquel me siguió a la mesa, donde una clara discusión amigable perduraba, pero al verme llegar con un extraño los tres se callaron.

 

“Niños,” les dije, dándole una palmadita en la pierna a Lautaro para que le permitirá sentarse. “Él es un…” Bien, no había pensado como presentarlo, talvez debí haber pensado más en todos los pequeños detalles.

 

“Soy un conocido de su padre.” Dijo Theodore, y por alguna razón, el hecho de que me llamo su padre me lleno de aún más paz. Supe en ese momento que hacia lo correcto.

 

Asentí ante sus palabras, al mismo tiempo que me percaté que Paula venía a lo lejos. Sus ojos me preguntaban si todo estaba bien a lo que le sonreí, con ella devolviendo mi sonrisa, mientras que los tres pequeños se levantaban para ayudarle con la canasta y saludarle.

 

Durante los siguientes minutos nos dedicamos a poner la comida en la mesa, Paula insistiendo que debíamos comer antes de que se echara a perder por el frio, saludando rápidamente a Theodore. Sabía que ella a duras penas lo recordaba. Después de todo, era un pueblo pequeño.

 

Los niños, a pesar de tener un extraño con nosotros, no parecieron inmutarse e inmediatamente degustaron los manjares que Paula había preparado ansiosamente.

 

En algún punto salió a relucir el hecho de que Theodore era militar, a lo que los niños le hicieron mil y un preguntas, en especial Logan que le interesaban, aparentemente, las armas. Sus preguntas eran todas las de un crio curioso por lo que no puse mucho reparo en ellas, y Theodore parecía no molestarse por ellas tampoco.

 

Cuando finalizamos la comida, Paula se las ingenio para alejar a Lautaro y a Logan, insistiendo que su ayuda era primordial para ella, e ingeniándoselas para que Daniel no se sintiera de menos.

 

Supe lo que hacía, aunque mi estómago sentía una revolución venir y los nervios me traicionaban. En los últimos veinte minutos mis pequeños habían mostrado un interés total por este extraño y ahora debía decirle a mi chiquito que ese hombre era en realidad su padre…un papel que solo yo quería ocupar.

 

Mientras los demás se iban Daniel estaba muy ocupado contándole a Theodore acerca de cómo el parque era más bonito en verano, de cómo había patos y muchas, muchas ardillas y mariposas y otros animales.

 

“Si,” Le dijo Theodore, “Este era mi lugar favorito de niño también.” Le sonrió, haciendo que el menor ladeara su cabeza, además de que intuí no tendría otro mejor momento.

 

“¿Ya habías venido aquí?” Pregunto el niño, a lo que Theodore, mordiendo su labio, asintió.

 

Suspirando, y sabiendo era mi entrada, tomé a Daniel por debajo de sus brazos y en un rápido movimiento lo atraje a mí, sentándole en mi regazo. “Theodore nació y creció aquí, campeón.” Le explique, “El…su mamá y su papá lo mandaron a estudiar lejos y por eso no lo conocías de antes.”

 

Daniel frunció el ceño, torciendo su cabeza hacia atrás para poder verme y luego viéndole a él. “Yo no me quiero ir de aquí.” Me dijo con la mayor seriedad que su cuerpito tenia.

 

“Y no lo harás, campeón.” Le dije, abrazándole hacia mí con posesión. “No lo harás hasta que seas mayor y estés listo para tomar esa decisión.” Después de todo, esperaba que fueran a la universidad o quisieran tomar alguna carrera que de una forma u otra los llevaría a una de las ciudades vecinas.

 

Tuvimos unos segundos de silencio, hasta que le puse fin a mis miedos. Como si estuviera parado en un precipicio, tome impulso y me tire en este. “Daniel, hijo,” Le acomode mejor para que pudiéramos vernos a los ojos. Podía ver a Paula con los dos mayores a lo lejos, podía ver a una pareja caminando a su perro, y luego a un par de ardillas que revoloteaban por unas ramas de un árbol sin hojas. “Quería que conocieras a Theodore porque…pues…” debí haber indagado con un psicólogo. ¿Qué impacto tendría esta noticia en mi niño?

 

Suspire, olvidándome de las ardillas, el perro, la pareja y hasta del agua fría de la laguna. “Sabes que para que haya un bebé debe haber una mamá y un papá?” Hable, haciendo que Theodore se ruborizara por algún motivo y se removiera en su asiento.

“¡Si!” Me dijo Daniel con una sonrisa, “¡¿Le vas a pedir a Paula que nos traiga un bebé?!”

 

No pude evitar mi sonrisa, dándole un beso en su frente, “No, campeón. No creo que sea el momento para eso.” Le explique, haciendo que sus ojos perdieran un poco de ilusión y su boquita formara un tierno pucherito.

 

“Yo quiero un bebe como el que tiene Meghan.” Me dijo, algo tristón. “Yo no quiero ser él bebe de la casa.”

 

Nuevamente volví a sonreír, sobando su cabecita. “Pues, veras, tu una vez fuiste bebe.” Nuevamente intente desviar la conversación y dirigirla al punto que debía llegar. “Hace unos años atrás, tu mami conoció a tu papi, y luego tu apareciste en la pancita de mamá.” Expliqué lo más sencillo que pude.

 

Daniel frunció su ceño, viéndome como si yo estaba loco. “¿Tu ya conocías a mamá, entonces?” pregunto, confundido.

 

Mi corazón se partió en mil pedazos. En un par de meses este niño me miraba totalmente como si yo fuera su padre en todo sentido…y lo era en los más importantes, me dije para mí mismo. No obstante, el hecho constaba que biológicamente no lo era.

 

“No, amor.” Nuevamente, me arme de valor, tragando grueso. “Daniel, yo soy tu papá porque así lo elegimos tu y yo, pero no porque tengas mi sangre…soy tu papá, y siempre lo seré…pero…veras, tu papá de sangre…Theodore es tu papá también.” Bien, lo había dicho. Lo dije, lo dije y no se había acabado el mundo, aunque Daniel frunció aún más su seño y volvió a ver a Theodore, que agrandaba los ojos de tal manera que pude ver por primera vez rasgos de Daniel en él.

 

Daniel no dijo nada, lo observo un momento, y luego me volvió a ver a mí, luego lo volvió a ver a él, y luego a mí. Ninguno de nosotros hablamos, esperando la reacción del niño, que no tardo en venir. “Pero yo ya tengo un papá…no necesito dos.” Dijo tranquilamente. “Talvez pueda encontrar un hijo en otro lado, Sr. Theodore. Pero yo ya estoy tomado.” Le dijo con finalidad, haciendo que mi corazón se derritiera de amor.

 

Theodore le sonrió, aunque pude ver que las palabras, sea como sea, le dolieron un poco. “Eres feliz teniendo ese papá?” Le pregunto con ternura, antes de que yo pudiera interceder.

 

“¡SI!” Le dijo el niño con emoción, “¡Es el mejor papi del mundo!”

 

Theodore nuevamente le sonrió, aunque pude ver la tristeza en sus ojos. “¿Me dejas contarte un secreto?” Le pregunto, por primera vez viéndose relajado en todo el tiempo que llevábamos allí.

 

Daniel, como cualquier niño de su edad, asintió con interés, inclinándose hacia la mesa para escuchar mejor. “La verdad…no estoy listo para ser papá.” Le dijo Theodore, “Y…pues…tu llevas mi sangre, y eso no es malo…pero tampoco quiero quitarte a tu papá…pero si me gustaría ser tu amigo especial.”

 

Daniel pareció pensarlo un poco, nuevamente frunciendo su ceño. “Mi maestra dice que, si un extraño nos quiere dar dulces, o nos quiere mostrar un perrito, no debemos ir con él. ¿Tú tienes dulces o un perrito?”

 

No pude evitar soltar una carcajada, Theodore se miraba sorprendido con que mi hijo, inconscientemente, lo comparara con un delincuente ‘roba niños’ como les llamaban.

 

“Eh…no.” Le dijo Theodore, a lo que Daniel asintió.

 

“Papi, él quiere ser mi amigo.” Me informo Daniel, como si yo no hubiera estado presente todo el tiempo.

 

“¿Y qué tal tú?” pregunte, tratando de contener mi risa, “¿Tú quieres ser su amigo?”

 

Nuevamente, el niño ladeo la cabeza, haciendo un sonidito particular con su garganta como cuando alguien piensa seriamente algo. “¿También vas a ser amigo de mis helmanos?”

 

“Hermanos.” Corregí automáticamente, para ser ignorado por ambos.

 

“Si ellos me dejan.” Acepto Theodore.

 

“Pero si tienes la sangre de ellos tienes que devolvérsela. Yo no la necesito, así que te la puedes quedar.” Vaya, a este punto no creo que Daniel realmente haya entendido a que nos referíamos.

 

“Daniel, campeón, Theodore no tiene la sangre de nadie…pero dentro de ti, tú tienes su sangre.” Le explique nuevamente, a lo que el niño puso cara de asco, “No te preocupes, no es nada malo.” Le dije, “Solo que veras, Logan y Lautaro…bueno, ellos también tienen otro papá y ellos llevan su sangre.”

 

“¡Qué asco!” Dijo quien evidentemente no sería mi doctorcito algún día, “La sangre no debería de compartirse, la verdad.” Y con esto, brinco de mis piernas y salió corriendo a donde estaban sus hermanos y Paula.

 

No nos quedamos mucho tiempo más en aquel parque, después de todo, hacia frio, y habíamos cumplido el propósito por el cual habíamos ido a aquel lugar.

 

Para mi sorpresa, Daniel invito a Theodore a ver una película en casa, diciéndole a sus hermanos que aquel hombre, “¡me dio de su sangre, y ahora estoy mesclado!”

 

Lautaro y Logan no entendieron mucho, pero por lo visto Paula había hablado con ellos, ya que Logan rápidamente paso su brazo por sobre los hombros de su hermanito y fulmino a Theodore con la mirada.

 

“Daniel no necesita un papá.” Le gruño, viéndole con algo de furia.

 

“Tranquilo, campeón,” Le calme, viendo como Theodore levantaba una ceja, y Paula trataba de evitar sonreír. “Tu hermano ya tiene un padre, y ese soy yo.” Le dije, guiñándole un ojo a Paula, quien me dedico una sonrisa.

 

Logan no dijo nada, pero si acerco aún más a su hermano, como si tuviera que protegerlo y lo alejo de quien miraba como un enemigo.

 

No dije nada, simplemente pasé mi propio brazo por sobre los hombros de Logan y lo atraje a mi dándole un beso sobre su cabello.

 

Horas más tarde, Theodore ya se había ido, y quedábamos solo mis niños, Paula y yo. Al llegar a casa habíamos jugado diversos juegos de mesa, entre ellos No te Enojes y Uno, que ahora estaban desperdigados por la sala.

 

Habíamos tenido un buen tiempo jugando, con Daniel haciendo turnos para jugar conmigo, con Paula o incluso con Theodore. En algún punto habíamos logrado que Logan se relajara y simplemente disfrutara del momento.

 

Todavía quedaba un tema por tratar con todos ellos, y creí que no tendría mejor oportunidad ya que estaban cansados, pero tampoco somnolientos.

 

Voltee a ver a Paula, y de alguna forma pudo entender mi inquietud, ya que asintió con una sonrisa, apagando la televisión y tomando la atención de mis chicos completamente.

 

“¡Señorita Honey!” Se quejó Lautaro, viéndola con un puchero, “¡Llegaba a mi parte favorita!” Reclamo.

 

“Tengo algo importante que hablar con ustedes.” Les dije, sentándome un poco más derecho, haciendo que Logan me viera alarmado.

“¿Paso algo malo?” Pregunto Logan, su ceño fruncido.

 

“No, nada de eso.” Le asegure, apretando su hombro. “De hecho, creo que es algo bueno.”

 

Los tres me miraron expectantes, y aunque podía ver la tranquilidad en Daniel, mientras chupaba su dedito, la confianza en Lautaro de que fuera lo que fuera, podía confiar en mí, y luego estaba Logan, quien se miraba un tanto alarmado y preocupado.

 

Esperaba algún día podría llegar a ganarme su confianza, así como esperaba y tenía casi la certeza de haberme ganado su amor y cariño.

 

“Ayer fui con el abuelo Henry ante un juez,” les dije, sonriéndoles con tranquilidad. “Quiero que sepan que los amo, que haría cualquier cosa por ustedes, y que mi mayor miedo todo este tiempo es que un día los alejen de mi vida para siempre.” Había pensado y repasado en mi mente mil y un veces que decirles, pero a la hora de la hora, hable del corazón.

 

“Ayer fui donde el juez, y me dio los papeles para tener su custodia temporal. ¿Saben que significa esto?” Daniel y Lautaro negaron con la cabeza, aunque Logan solo me vio con aprensión, aparentemente entendiendo perfectamente. “Eso significa que venga quien venga, o pase lo que pase, legalmente ustedes van a estar conmigo y nadie los va a poder alejar.”

 

Ante mis palabras, Daniel soltó un grito de felicidad, brincando en las piernas de Paula, Lautaro se tiro a mis brazos, dando brinquitos de felicidad al igual que su hermano menor. Fue Logan quien me preocupo. No dijo nada, no se alegró, no se molestó, no reacciono.

 

Me vio por un momento y luego salió corriendo hacia lo que creí era su habitación. La felicidad de Daniel y Lautaro pauso, la sonrisa de Paula disminuyo, los tres viéndome con preocupación.

 

“Enseguida vuelvo.” Les dije, dándole un beso en la frente a Lautaro antes de levantarme e ir por Logan.

 

Tener un adolescente en casa era peor que tener a un pequeño, me daba cuenta. Al entrar en su habitación no me sorprendió encontrarlo acostado boca abajo en ella, su carita enterrada en su almohada.

 

Sin decir nada, simplemente me tumbe a su lado, dejando que la mitad de mi cuerpo cayera sobre el de él, aplastándole un poco adrede. “Gaaaabriiieeeel!” Se quejó, moviéndose y dándome campo.


“Pudiste haberme dado campo en cuanto entre.” Le dije descaradamente, robando la almohada en la que tenía su rostro y poniéndola bajo mi propia cabeza, acomodándome más a gusto.

 

“Esa es mía.” Me dijo con un puchero, sonrojándose un poco cuando se descubrió que bajo su almohada estaba su oso de peluche. Sin decir más, tome su osito en mis manos y le observe.

“Tiene nombre?” Pregunte, ignorando la mirada fulminante del muchacho.

“No.”

 

“Hmm…lastima. Yo tenía un tigre de peluche, o todavía lo tengo. Estoy seguro está en una de mis viejas cajas. Talvez deba buscarlo. Se llamaba Titi…bueno, así le llamaba de niño. Me lo regalo mi padre en mi primer cumpleaños.” Le dije, “La última vez que lo vi le faltaban todos sus bigotes, un ojo, y creo que Mary le reparo la cola que se empezaba a despegar de su cuerpo.”

 

“Y todavía lo tienes?”

 

Sonreí, su voz, aunque tímida, denotaba mucha curiosidad y si algo había aprendido de Logan era que para llegar al punto real del problema debía irme por las tangentes.

 

“Claro que sí, puede que sea un objeto, pero por un tiempo fue mi mejor amigo.” Aprovechando que se acomodaba para verme, pase mi brazo por debajo de él y le jale a mí, dejando que se acurrucara a mi lado. Cada día me daba más y más cuenta de lo mucho que amaba a estos niños.

 

“Los amigos van y vienen.” Me dijo simplemente.

 

“Cierto, pero este era especial…al igual que ustedes.” Le dije, apretándole un poco contra mí y dándole un beso en la frente. “Tienes que entender algo, cariño, ustedes son una parte vital para mi vida, los tres, y no hay nada que no haría por ustedes.”

 

“Paula había tratado…no recuerdo mucho, pero había metido mi ropa en mi mochila. Nunca me pude ir…fue la única vez que mamá me pego. Me dijo que nunca tratara de irme porque la próxima sería peor.” La frialdad con la que hablaba hacia que mi sangre hirviera. Nunca había deseado con tanta desesperación haber encontrado a los niños antes…o en este caso que ellos me encontraran a mi antes.

 

Abrace a Logan a mí, procesando la información en mi mente, “Aunque Diana regrese, cariño, no podrá llevarte ni a ti ni a tus hermanos, y si se atreviera a hacerles daño sería capaz de matarla con mis propias manos.” Más que palabras para el niño, eran palabras para mí.

 

“Lo prometes?” Su voz era suave, con temor en cada letra.

 

“Lo prometo.” Le dije, besando su cabeza, “Hare lo que sea para que nunca los aparten de mi lado, aunque tenga que secuestrarlos y huir con ustedes por el resto de mi vida.” Aunque mi tono era bromista y divertido, mis palabras eran una promesa.

 

“Sería una aventura divertida.” Me dijo, abrazándome con una gran sonrisa, “Y no tendría que volver a la escuela nunca más.”

 

No pude evitar tirar una carcajada ante esto, “No lo creo, cariño, de una forma u otra tu y tus hermanos estudiarían, eso lo prometo.”

 

Hizo un puchero, pero podía ver la tranquilidad de él y la sonrisa que se escondía tras su mueca.

 

“No quiero volver a ver a Diana en mi vida.” Me dijo, lleno de odio e ira. “Espero que nunca vuelva…que se la coma un cocodrilo o la aplaste un elefante.”

 

“Es tu madre, cariño. No la mejor-“la peor, de hecho, ”pero es tu madre, y debes perdonarla.”

 

“Nunca.” Me dijo, “La odio.”

 

Talvez lo mejor sería que estudiara psicología o algo…o talvez mis hijos deberían de ir a un psicólogo. No lo había pensado, pero definitivamente lo hablaría con Paula en cuanto pudiera.

 

Por ahora, sin embargo, disfrute de estar con mi muchacho en brazos, el silencio antes incomodo se volvió reconfortante y él se acomodó aún más en mis brazos, acostándose un poco sobre mi pecho. Rodee ambos brazos alrededor de él, con uno dándole una suave palmadita en su trasero y la otra sobando su espalda. Sabia, por los ruiditos que empezaba a hacer, pronto se quedaría dormido. 


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