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Segundas oportunidades
Autora: Gabi
Capítulo: 16,
Feliz Cumpleaños!
Nunca me había alegrado tanto acabar un
día. Y la verdad, esperaba no volver a tener que pasar por un día donde tenía
que castigar a los tres niños…y con rabietas incluidas.
La pizza, gracias al cielo, estaba
calentita cuando llegamos. Al bajar, con Logan corriendo tras mío, Paula no le
dio tiempo ni de decir mu, simplemente lo tomo en un abrazo y le lleno de
besos.
“¿Estas bien,
amorcito?” Le
pregunto, viéndole como si en vez de un castigo le hubiera estado torturándolo.
“No me dolió.” Creo que otro se hubiera enojado, pero
a mí me causo algo de gracia.
“A mi si me dolió
cuando papi me hizo pam pam.” Le dijo Daniel, “Pero no llore
tanto como tú.” Vaya…bien decían que las peores verdades venían de
los niños y los borrachos.
Agradecí que Paula todavía tenía a
Logan sujeto en un abrazo, porque el niño hizo amago de ir tras el más pequeño. “Yo si llore
mucho,” Dijo
Lautaro, poniéndose junto a Paula buscando un abrazo también.
“Vaya, como que
estos niños han sufrido mucho hoy.” Dijo la mujer en tono divertido, “Tal vez sea mala
idea comer pizza.”
“NO!” Gritaron los tres a la vez, corriendo
hacia la mesa.
El resto de la noche fue, gracias al
cielo, sin ningún tipo de sorpresas. Solo una familia corriente comiendo una
comida corriente mientras hacían una plática corriente.
Bueno, lo único que si recordé es el
hecho que estábamos a una semana del cumpleaños de Logan. El 25 de enero mi
niño cumpliría catorce años…y no podía concebir la idea de que esa cosita
tuviera esa edad.
En realidad, me empecé a preocupar un
poco. Cuando cumplí catorce años empezaba a ver bellos imaginarios salir de mi
pecho y rostro, pero Logan no tenía ni uno ni lo otro. Aunque era más alto que
sus hermanos, cualquiera lo haría pasar por la edad de Lautaro.
Aunque bien, sabía que Lautaro no solo
era el más alto de su clase, pero también se miraba un tanto mayor que sus ocho
añitos. Si no fuera por su activa imaginación y personalidad, le atribuiría
mayor edad.
“¿Qué piensas?” Me pregunto Paula ese sábado, mientras
estábamos en el parque.
Viendo que, hacia buen clima, había
decidido traer a los niños a que gastaran energías y de paso ejercitaran, y
había llamado a Paula en el camino para ver si por esas casualidades estaba
libre. Por los niños.
“Logan cumplirá
catorce.” Le
dije solamente, observando a los tres chiquillos que corrían tras una pelota.
“¿Te preocupa tener
un adolescente?” Me dijo divertida, “Es el mismo Logan
de hace un año.”
“No te parece que…no te parece que debería verse distinto?”
“¿Distinto?”
“Si…no sé, mas…más
grande. Más desarrollado.” Me explique, “Marcos a esa edad
ya tenía casi mi altura, y yo ya empezaba a cambiar la voz.” Quise darme a entender, tocando mi
garganta y enfatizando con mis manos.
Un atisbo de entendimiento cruzo la
mirada de la mujer, que simplemente me sonrió y tomo mi mano. “Max fue igual.” Me dijo, confundiéndome.
“Max…el donador de
esperma, Max?”
“Si.” Me dijo simplemente, “Era el más
pequeño de la clase. No te imaginas como Diana se burlaba de él. A esa edad,
ella ya tenía una gran pechonalidad, además de que no creas que lo de ser
coqueta era algo que le salió de la noche a la mañana.”
No dije nada, obviando toda información
de esa arpía y concentrándome en lo que realmente me interesaba. Logan. Había
llevado hace un par de días a los niños al médico.
Según me habían dicho los niños estaban
bien. Su salud estaba bien, aunque tendría que concertar otra cita para
ponerlos al día en sus vacunas…algo que viendo como Daniel había reaccionado a
que le pusieran una no quería volver a pasar por eso nuevamente.
Me tranquilizaba el hecho de saber que
estaban bien de salud, y aunque el doctor me dijo la estatura de Logan si era
muy baja para su edad, tampoco lo vio preocupante. Talvez solo era yo el que me
preocupaba de más.
El tiempo es algo que no perdona, ya lo
decían muchos escritores. El cumpleaños de Logan se nos vino encima antes de
que pudiéramos siquiera parpadear.
Debo decir que esa semana había sido
una en el que todos parecíamos querer encontrar un balance. Encontré que
prefería tener la mano floja y parar todo de raíz con un par de nalgadas de vez
en cuando que tener que poner a uno de los niños sobre mi rodilla para una
tanda completa.
Los niños no parecían muy contentos con
el hecho de que no les permitía muchas cosas que había estado permitiendo, pero
al mismo tiempo parecían adaptarse rápidamente y se miraban a la larga más
contento.
Para el cumpleaños de mi niño mayor
había invitado a sus amigos a casa para partir un pastel a su nombre. No
pensaba hacer más, solo partir el pastel y dejarles hacer lo suyo, pero Paula
tenía otras ideas. Llego a casa temprano, nuevamente cargada de bolsas. Si
seguía así, empezaría a asociarla con un Santa Claus sexy…siempre cargaba
bolsas.
De ellas saco un gran banner con FELIZ
CUMPLEAÑOS escrito en el, además de globos, confeti y otros decorativos. Me
hizo mover la mesa redonda que fungía como comedor para nosotros y ponerla en
la sala, el sofá tuve que correrlo, tuvimos que limpiar y, en pocas palabras,
pusimos mi casa patas arriba.
Al final, todo el inconveniente valió
la pena al ver la cara de felicidad de Logan. Era sábado, y habíamos quedado
que sus invitados llegarían por la tarde, pero para mi sorpresa, Paula había
planeado algo completamente distinto.
Cuando escuché un auto estacionarse
frente a nuestra casa no pensé gran cosa. Pero cuando escuché las familiares
voces acercarse me sorprendí. Melissa y familia habían llegado, junto con Dante
y familia también.
“¡¿Dónde está el
cumpleañero?!” Me pregunto mi hermana en forma de saludo,
atrapándole en un fuerte y efusivo abrazo, seguidos por Maggie y Maia, que se
mostraban más emocionadas que el agasajado.
Sin embargo, mayor fue mi sorpresa al
ver quienes estaban detrás de toda mi familia. Sentí un nudo en mi estómago y
garganta, además de que me sentí todo un traidor.
No sabía si estaban alegres, tristes,
nerviosos, o qué, pero estaban parados tomados de la mano. “Eeeh…hola.” Les saludé, acercándome a saludarlos,
justo como cuando pedí la mano de su hija en matrimonio.
“Gabriel.” Anna fue la primera en reaccionar,
soltando la mano de su marido y atrapándome en un cálido abrazo. “¿Cómo estás?”
No pude contestar, verla era como ver a
Mary. Eran tan parecidas, que, quitando las arrugas y el pelo rubio, podrían
hacerse pasar la una por la otra. Incluso sus voces eran similares. Y tal vez,
en ese momento, me plantee que ese fue el verdadero hecho de que me hubiera
alejado de ellos.
“Gabriel.” Me saludo Henry, dándome un fuerte
apretón de mano seguido por un rápido abrazo. El típico abrazo de hombres donde
por alguna razón deciden golpearte la espalda para sacar tus pulmones…aunque mi
suegro…o ex suegro, había perdido esa habilidad muchos años atrás.
“Henry...que bueno
verles.” Era
realmente incomodo, no solo tenía mil y un sentimientos atrapados, pero me
habían tomado por completa sorpresa.
“Sentimos venir en
un momento tan íntimo,” Me dijo Anna, viéndose algo nerviosa, “Planeábamos venir
hoy pero…Melissa nos dijo que uno de tus hijos cumplía años y…pensamos en
posponerlo pero-“
“Melissa pensó hoy
era lo mejor.” Le dije, conociendo a mi hermana no me extrañaba.
“Sentimos tanto
irrumpir-“
“Todavía son mi
familia.” Las
palabras salieron de mi boca antes de poder evitarlo, “Sé que…sé que no hay
nada que nos una, pero…desde antes que Mary y yo nos casáramos, ustedes ya eran
parte de la familia.”
Antes de que pudiera contestar algo,
escuché el “¡PAAAPIIII!”
de
Daniel, además de que sentí como esa bolita de energía se pegaba a mi pierna.
“Ey, calma,
campeón, que me votas.” Reí, atrapándole en mis brazos.
“El pastel es muy
grande!” Me
dijo, con la carita toda manchada de chocolate. Más me valía vigilar que
estaban comiendo estos tres o no dormiría por la noche. “Además de que hay
cosas muy ricas, pero la Señorita Honey no me deja tomar más. Dice que después
me va a doler la pancita, pero ya le dije que no, que yo soy fue´te y no me va
a doler nada. ¿Me dejas tomar más?”
“No.” Le dije tranquilamente, tratando de
limpiar su rostro, pero todo lo que tenía era mi pulgar y rehusaba volverme una
de esas viejas que limpian la cara de sus hijos con saliva.
“¿Este es uno de
tus pequeños?” Interrumpió Anna. La cara de ilusión de ambos me
rompió el corazón por un momento. Mary había sido su única hija, ninguno tenía
más familia cercana y todos sabíamos la ilusión que tenían por tener nietos.
“Daniel, déjame
presentarte a tus abuelos.” Le dije, haciendo que Daniel agrandara
sus ojitos y viera a los mayores. “Ellos son tu abuela Anna, y tu abuelo Henry.” Le dije al niño,
“Claro, si es que aceptan.”
Creí que Anna sería la más efusiva,
siendo que Henry por lo general era estoico y de pocas palabras, pero el hombre
me sorprendió cuando rápidamente se movió y quito al niño de mis brazos para
cargarlo el mismo.
“Creo que yo puedo
conseguirte esos dulces.” Le susurro, haciendo que Daniel
sonriera ampliamente, y antes de que pudiera decir lo contrario entraron a la
casa, con Daniel gritándole a sus hermanos que los ‘abelos’ habían llegado.
No pude evitar reír ante esto, pero
antes de poder entrar sentí a Anna tocar mi brazo. “Gracias, hijo.” Me dijo la mujer. Solo pude sonreír y,
pasando mi brazo por sobre sus hombros la guie a la casa.
Nunca había visto mi casa tan llena de
gente, y si hace un año me dirían que no solo tendría a los que eran mis
vecinos correteando por allí, pero también a sus amigos, a mi familia y a mi
mesera, nunca lo hubiera creído. Probablemente le hubiera soltado un puñetazo
en el rostro por semejante cosa.
Al momento de partir el pastel la cara
de Logan no podía estar más emocionada. Me enternecía ver la ilusión que tenía
al ver todas las velas en un simple pastel de vainilla y fresas.
Oficialmente, Logan tenia los catorce
años, y, aun así, seguía dándome ternura. Era increíble como quería alardear de
su primo frente a sus amigos, aunque creo que Marcos no pensaba lo mismo. El
pobre se miraba incomodo entre tanto chiquillo, empezando porque estos no eran
de la edad de Daniel, pero adolescentes que probablemente le harían preguntas
incomodas.
En algún punto, el pobre se pudo
escabullir y lo encontré en el porche trasero de la casa. Me sorprendí, ya que
era un área que todavía debía arreglar y por lo general era un verdadero
desastre.
“Veo que
encontraste la paz.” Le dije divertido, sentándome a su
lado.
“La paz y un poco
de respiro…aunque hace mucho frio aún.” Me dijo, soplando aire caliente en sus
manos.
“Podrías estar
adentro donde está caliente.”
“Si, y tener a un
grupo de pubertos preguntándome por mi novia. No, gracias. Por parte me alegra
no haya venido.”
Esto último me sorprendió, “¿La habías
invitado?” No
sé si me sorprendía más el hecho de que la chica rechazara más la invitación de
su novio o el hecho de que todos sabían de esta fiesta menos yo.
“No…quería, pero
pensé que lo mejor sería decirles a mis papás primero y…bueno, conoces a Mamá.”
Asentí, si bien conocía yo y los celos
irracionales de Melissa. “Se puso pesada.”
“Pesada se queda
corto…casi me llevo una zurra por su culpa.” Me dijo, molesto aún. “Papá llego justo
cuando estaba gritando. Claro, como si sabía que él venía, ella dejo de gritar.
Pude explicarle la situación a papá, y él dijo que era buena idea que Viviana
viniera. ¿Pero para que tío?” Su voz estaba cargada de frustración. Nunca había
visto así a mi sobrino, algo más estaba pasando y esto me alarmo.
“Sabes que tú y
Viviana son bienvenidos aquí.” Le dije, poniendo mi mano en su hombro.
Mis palabras parecieron llenarle de
paz, se apoyó contra mi buscando un poco de consuelo. “Gracias, tío.”
Seguimos sentado el uno al lado del
otro sin mediar palabra. Estaba perdido en sus pensamientos y yo, la verdad,
estaba agotado. Nunca me imaginé que una partida de pastel fuera tan agotadora…y
eso que no había caído en cuenta que luego tendría que limpiar el desastre que
queda después de una fiesta.
En algún punto Marcos recibió una
llamada, y, excusándose con una mueca, se fue a hablar en privado. Disfrute de
la soledad un momento más cuando la puerta de la cocina se abrió dando paso a
Dante.
“Ey,” me dijo, tendiéndome una coca cola.
“Ey.” Le salude de vuelta, tomando el
refresco y dándole un sorbo. “Que tal la fiesta?”
“Pues, Logan
desapareció a su habitación con sus amigos, y Paula y Meghan organizan diversos
juegos para los niños más pequeños. Anna y Melissa planean algo en tu cocina, y
si no las conociera estaría corriendo lejos con mi familia.”
“Ya veo, un día
típico. Supongo que Henry y Michael tienen una bonita platica telepática.” Me burle, de alguna forma ambos hombres
disfrutaban de simplemente sentarse y, sin mediar más que una que otra familia,
platicaban.
“Ya sabes. Me perdí
en la parte de ‘Aja…los tiempos han cambiado’, no supe cuando pasamos de tema.”
No pude evitar reír ante la buena
imitación de Henry, dándole un sorbo a mi bebida. “Por favor dime que Daniel no
sigue comiendo más.”
“Claro que no.” Me dijo divertido, “El y Maggie ya
arrasaron con todo. ¿Qué más quieres que coman?”
No pude evitar reír ante esto. Esos dos
juntos estaban demostrando ser terribles, mientras que Lautaro y Maia podían
hacer de las suyas. Maia tenía una imaginación tremenda.
Como solo dos buenos amigos pueden
hacer, disfrutamos del silencio por un buen tiempo. Después de unos minutos Dante
interrumpió el silencio, contándome alegremente anécdotas de sus hijas, el
trabajo, viejos compañeros e incluso una que otra de su matrimonio.
Disfrute escuchar las historias de mi
amigo, siempre había sido un parlanchín. No podía quedarse callado por mucho
tiempo.
Estuvimos como veinte minutos charlando
sin interrupciones, lo que, con tantos niños en casa, fue un verdadero milagro
y deleite. Había olvidado lo que era hablar con alguien sin un ‘¡Gabriel!’
‘¡Papá¡’ o ‘¡Papi¡’ interrumpiendo cada dos minutos.
En realidad, no nos importó el frío, y
era increíble que, a pesar de estar en los últimos días de enero, tuviéramos
tan buen clima. Escuchamos la puerta abrirse, pero los pasos pesados que
escuchamos nos dijeron podíamos seguir tranquilos, aunque el bullicio de los
niños se hizo aún mayor.
“Permiso,
caballeros,” Nos
dijo Henry, que venía abotonando su abrigo, “Anna me advirtió
del frio, pero…mis tímpanos necesitan un pequeño descanso.”
“Pues, ¡es mas que
bienvenido a compartir nuestra grada!” Le dijo amenamente Dante, pero antes
que pudiera sentarse, la puerta se abrió y salió una muy emocionada Maggie.
“¡Papi, papi,
papiii!” Grito,
corriendo hacia su padre sin abrigo, “¡Mami dice que mi ´manita necesita
pañal nuevo, y que te pida ayuda pero que Daniel y yo podemos ayudar!” Le dijo emocionada, tirándose a sus
brazos.
“Caballeros, si me
disculpan, mis deberes paternos me llaman.” Nos dijo, acomodando a su hija en
brazos, “Y
usted, jovencita, ¿qué hace sin abrigo?” Regaño, dándole una palmadita suave
mientras entraban. No pudimos escuchar la respuesta de la niña, pero si su
riza.
“Extraño esos
días.” Me
dijo Henry, quejándose mientras se sentaba junto a mí. “Extraño también
los días donde podía sentarme sin sentir que mis rodillas y todos mis huesos
tronaban.” Se
rio.
“Si…eso ultimo lo
puedo entender.” Le dije, sonriendo un poco, “Este frio me va a
pasar factura con mi pierna luego…ya puedo sentir el dolor donde tengo los
clavos.” Fue
decir eso y recordar que ese accidente no solo me había quitado parte de mi
salud…pero también había arrebatado a la hija de aquel gran hombre. “Lo siento,” Dije casi de inmediato, sintiéndome
incómodo.
“No fue tu culpa,
hijo. Anna y yo lo sabemos.” Me tranquilizo, poniendo su mano en mi
hombro.
“Sabemos lo mucho que amabas a Mary. Es por eso que nos hace muy feliz ver cómo
has superado todo.”
“Sigo amando a
Mary.” Me
defendí por alguna razón.
“Y siempre lo
harás,” me
dijo, con una sabiduría en sus ojos que solo los años le pueden dar a un hombre. “No te juzgo por
tener una nueva relación…o por estar en el proceso de adopción.” Me sonrió, “Si necesitas ayuda
en el proceso me puedes llamar, sé que a veces las cosas se complican sin
necesidad.”
Esas palabras me dejaron con la sangre
más fría aún. No dije nada, solo mordí mi labio como lo había hecho el día que
pedí la mano de Mary en matrimonio. “Gabriel…” Me dijo aquel hombre, sabiendo
leerme casi tan bien como Michael, “Por favor dime que estas en ese
proceso.”
“Bueno…en
realidad…pues…no…”
“¿Pero tienes la
custodia legal?” Más que una pregunta, fue dada en un tono asertivo,
y al ver mi cara Henry pareció casi palidecer junto a mí, “¿Tienes el
permiso de su madre? ¿Un papel, aunque sea una servilleta que diga algo con su
firma?”
Tanta pregunta me hizo poner nervioso,
lo que hizo que me pusiera a la defensiva. “¡A esa mujer no le
importan los niños!” Le dije, casi gritando, poniéndome de
pie y pasando mis manos por mi cabello agitadamente. “Siempre los
miraba en la calle, no me importaba mucho, la verdad.” Recordar aquellos meses me hacía sentir
avergonzado, realmente no eran los mejores tiempos de mi vida, “Una noche Diana
corrió a Logan de la casa…solo porque quería follar y el muchacho salió
corriendo por algún motivo. Si no hubiera estado allí el niño hubiera pasado la
noche quien sabe dónde, ¡y ya lo viste Henry! ¡Está cumpliendo catorce años y
pareciera tener doce a lo mucho! Actué por instinto…o simplemente porque soy un
humano y no podía concebir la idea de tener a un niño en la calle bajo una tormenta.”
Mi respiración estaba entrecortada, me
sentía realmente afectado por todo esto y nunca lo había notado cuánto. Pero
hablar de ello por primera vez fue como una catarsis, y creo que hacerlo con
Henry que siempre escuchaba más de lo que hablaba era simplemente lo que
necesitaba.
“Después de eso los
niños empezaron a trabajar para reponer una ventana quebrada…vamos, Henry. ¡Ni
siquiera desayuno les daba! Terminé alimentándolos mañana, tarde y noche y
luego un día…bueno…metí las patas, ¿sí? Los corrí, los quería lejos de mí y sé
que fui un monstruo en hacer eso, que un hijo de las mil putas se queda corto
comparado con lo que hice, pero ni una semana después Lautaro vino a media
noche porque sus hermanos habían enfermado. ¿Y dónde estaba Diana? Tres días
después volvió y bueno…se los llevo, pero los Gullier me dejaron quedarme con
ellos y no hemos sabido nada de ella en los últimos cuatro meses.”
El hombre no dijo nada, no se inmuto.
Fue como que si le hubiera contado la vida de un ave que se había quebrado el
ala, pero ahora vivía cómodo en su jaula. No obstante, podía ver al abogado
trabajando en su mente rápidamente. Con sus dedos entrelazados y apoyando sus
codos en sus rodillas parecía calcular todo rápidamente.
Finalmente, después de un silencio
incómodo y sofocante, abrió la boca. “Tienes un caso muy sólido, hijo.” Me dijo simplemente, “Es abandono de
hogar, y más allá de eso, es el abandono de tres menores de edad. Pudiera ir
presa, incluso, ya que la ley tiene fuertes medidas contra aquellos que abusan
de menores…bueno, no es perfecta pero que en esta tierra lo es.” Me dijo
simplemente. “¿Tienes alguna prueba de todo lo que me dijiste?”
Lo pensé por un momento, dejando mis
sentimientos a un lado y solo concentrándome en el pensamiento de que era hora
de hacer esto legal, ¿y quién mejor para ayudarme que uno de los abogados más
prestigiosos de la ciudad? Bueno…abogado retirado, pero aun así era dueño del
bufete de abogados más fuertes de la ciudad.
“Pues…no de la
primera noche.” Le dije, “En realidad, quise pensar que solo era
un incidente…de cuando enfermaron tengo los recibos del hospital…no sé si
sirvan. Es decir, están a mi nombre y aparecen los nombres de los niños…dije
que era un vecino cuidando de ellos mientras su madre no estaba y eso pareció
bastarles.”
“Eso es bueno. ¿La
escuela sabe que están contigo?” Pregunto, a lo que yo asentí. “Muy bien, ¿tienes
algún lugar fuera de este frio donde podamos trazar un plan para empezar el
proceso cuanto antes?”
Aunque no tenía más que una silla en el
que sería mi estudio, terminamos hiendo allí y trazando el mejor plan. Lo que
Henry haría y lo que yo tendría que hacer.
Si Diana se atrevía a regresar se
encontraría con una gran sorpresa esta vez.
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