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jueves, 1 de octubre de 2020

Capítulo 16, Feliz Cumpleaños!




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Segundas oportunidades
Autora: Gabi
Capítulo: 16,  Feliz Cumpleaños!



Nunca me había alegrado tanto acabar un día. Y la verdad, esperaba no volver a tener que pasar por un día donde tenía que castigar a los tres niños…y con rabietas incluidas.

La pizza, gracias al cielo, estaba calentita cuando llegamos. Al bajar, con Logan corriendo tras mío, Paula no le dio tiempo ni de decir mu, simplemente lo tomo en un abrazo y le lleno de besos.

“¿Estas bien, amorcito?” Le pregunto, viéndole como si en vez de un castigo le hubiera estado torturándolo.

“No me dolió.” Creo que otro se hubiera enojado, pero a mí me causo algo de gracia.

“A mi si me dolió cuando papi me hizo pam pam.” Le dijo Daniel, “Pero no llore tanto como tú.” Vaya…bien decían que las peores verdades venían de los niños y los borrachos.

Agradecí que Paula todavía tenía a Logan sujeto en un abrazo, porque el niño hizo amago de ir tras el más pequeño. “Yo si llore mucho,” Dijo Lautaro, poniéndose junto a Paula buscando un abrazo también.

“Vaya, como que estos niños han sufrido mucho hoy.” Dijo la mujer en tono divertido, “Tal vez sea mala idea comer pizza.”

“NO!” Gritaron los tres a la vez, corriendo hacia la mesa.

El resto de la noche fue, gracias al cielo, sin ningún tipo de sorpresas. Solo una familia corriente comiendo una comida corriente mientras hacían una plática corriente.

Bueno, lo único que si recordé es el hecho que estábamos a una semana del cumpleaños de Logan. El 25 de enero mi niño cumpliría catorce años…y no podía concebir la idea de que esa cosita tuviera esa edad.

En realidad, me empecé a preocupar un poco. Cuando cumplí catorce años empezaba a ver bellos imaginarios salir de mi pecho y rostro, pero Logan no tenía ni uno ni lo otro. Aunque era más alto que sus hermanos, cualquiera lo haría pasar por la edad de Lautaro.

Aunque bien, sabía que Lautaro no solo era el más alto de su clase, pero también se miraba un tanto mayor que sus ocho añitos. Si no fuera por su activa imaginación y personalidad, le atribuiría mayor edad.

“¿Qué piensas?” Me pregunto Paula ese sábado, mientras estábamos en el parque.

Viendo que, hacia buen clima, había decidido traer a los niños a que gastaran energías y de paso ejercitaran, y había llamado a Paula en el camino para ver si por esas casualidades estaba libre. Por los niños.

“Logan cumplirá catorce.” Le dije solamente, observando a los tres chiquillos que corrían tras una pelota.

“¿Te preocupa tener un adolescente?” Me dijo divertida, “Es el mismo Logan de hace un año.”

“No te parece que…no te parece que debería verse distinto?” 

“¿Distinto?”

“Si…no sé, mas…más grande. Más desarrollado.” Me explique, “Marcos a esa edad ya tenía casi mi altura, y yo ya empezaba a cambiar la voz.” Quise darme a entender, tocando mi garganta y enfatizando con mis manos.

Un atisbo de entendimiento cruzo la mirada de la mujer, que simplemente me sonrió y tomo mi mano. “Max fue igual.” Me dijo, confundiéndome.

“Max…el donador de esperma, Max?”

“Si.” Me dijo simplemente, “Era el más pequeño de la clase. No te imaginas como Diana se burlaba de él. A esa edad, ella ya tenía una gran pechonalidad, además de que no creas que lo de ser coqueta era algo que le salió de la noche a la mañana.”

No dije nada, obviando toda información de esa arpía y concentrándome en lo que realmente me interesaba. Logan. Había llevado hace un par de días a los niños al médico.

Según me habían dicho los niños estaban bien. Su salud estaba bien, aunque tendría que concertar otra cita para ponerlos al día en sus vacunas…algo que viendo como Daniel había reaccionado a que le pusieran una no quería volver a pasar por eso nuevamente.  

Me tranquilizaba el hecho de saber que estaban bien de salud, y aunque el doctor me dijo la estatura de Logan si era muy baja para su edad, tampoco lo vio preocupante. Talvez solo era yo el que me preocupaba de más.

El tiempo es algo que no perdona, ya lo decían muchos escritores. El cumpleaños de Logan se nos vino encima antes de que pudiéramos siquiera parpadear.

Debo decir que esa semana había sido una en el que todos parecíamos querer encontrar un balance. Encontré que prefería tener la mano floja y parar todo de raíz con un par de nalgadas de vez en cuando que tener que poner a uno de los niños sobre mi rodilla para una tanda completa.

Los niños no parecían muy contentos con el hecho de que no les permitía muchas cosas que había estado permitiendo, pero al mismo tiempo parecían adaptarse rápidamente y se miraban a la larga más contento.

Para el cumpleaños de mi niño mayor había invitado a sus amigos a casa para partir un pastel a su nombre. No pensaba hacer más, solo partir el pastel y dejarles hacer lo suyo, pero Paula tenía otras ideas. Llego a casa temprano, nuevamente cargada de bolsas. Si seguía así, empezaría a asociarla con un Santa Claus sexy…siempre cargaba bolsas.

De ellas saco un gran banner con FELIZ CUMPLEAÑOS escrito en el, además de globos, confeti y otros decorativos. Me hizo mover la mesa redonda que fungía como comedor para nosotros y ponerla en la sala, el sofá tuve que correrlo, tuvimos que limpiar y, en pocas palabras, pusimos mi casa patas arriba.

Al final, todo el inconveniente valió la pena al ver la cara de felicidad de Logan. Era sábado, y habíamos quedado que sus invitados llegarían por la tarde, pero para mi sorpresa, Paula había planeado algo completamente distinto.

Cuando escuché un auto estacionarse frente a nuestra casa no pensé gran cosa. Pero cuando escuché las familiares voces acercarse me sorprendí. Melissa y familia habían llegado, junto con Dante y familia también.

“¡¿Dónde está el cumpleañero?!” Me pregunto mi hermana en forma de saludo, atrapándole en un fuerte y efusivo abrazo, seguidos por Maggie y Maia, que se mostraban más emocionadas que el agasajado.

Sin embargo, mayor fue mi sorpresa al ver quienes estaban detrás de toda mi familia. Sentí un nudo en mi estómago y garganta, además de que me sentí todo un traidor.

No sabía si estaban alegres, tristes, nerviosos, o qué, pero estaban parados tomados de la mano. “Eeeh…hola.” Les saludé, acercándome a saludarlos, justo como cuando pedí la mano de su hija en matrimonio.

“Gabriel.” Anna fue la primera en reaccionar, soltando la mano de su marido y atrapándome en un cálido abrazo. “¿Cómo estás?”

No pude contestar, verla era como ver a Mary. Eran tan parecidas, que, quitando las arrugas y el pelo rubio, podrían hacerse pasar la una por la otra. Incluso sus voces eran similares. Y tal vez, en ese momento, me plantee que ese fue el verdadero hecho de que me hubiera alejado de ellos.

“Gabriel.” Me saludo Henry, dándome un fuerte apretón de mano seguido por un rápido abrazo. El típico abrazo de hombres donde por alguna razón deciden golpearte la espalda para sacar tus pulmones…aunque mi suegro…o ex suegro, había perdido esa habilidad muchos años atrás.

“Henry...que bueno verles.” Era realmente incomodo, no solo tenía mil y un sentimientos atrapados, pero me habían tomado por completa sorpresa.

“Sentimos venir en un momento tan íntimo,” Me dijo Anna, viéndose algo nerviosa, “Planeábamos venir hoy pero…Melissa nos dijo que uno de tus hijos cumplía años y…pensamos en posponerlo pero-“

“Melissa pensó hoy era lo mejor.” Le dije, conociendo a mi hermana no me extrañaba.

“Sentimos tanto irrumpir-“

“Todavía son mi familia.” Las palabras salieron de mi boca antes de poder evitarlo, “Sé que…sé que no hay nada que nos una, pero…desde antes que Mary y yo nos casáramos, ustedes ya eran parte de la familia.”

Antes de que pudiera contestar algo, escuché el “¡PAAAPIIII!” de Daniel, además de que sentí como esa bolita de energía se pegaba a mi pierna.

“Ey, calma, campeón, que me votas.” Reí, atrapándole en mis brazos.

“El pastel es muy grande!” Me dijo, con la carita toda manchada de chocolate. Más me valía vigilar que estaban comiendo estos tres o no dormiría por la noche. “Además de que hay cosas muy ricas, pero la Señorita Honey no me deja tomar más. Dice que después me va a doler la pancita, pero ya le dije que no, que yo soy fue´te y no me va a doler nada. ¿Me dejas tomar más?”

“No.” Le dije tranquilamente, tratando de limpiar su rostro, pero todo lo que tenía era mi pulgar y rehusaba volverme una de esas viejas que limpian la cara de sus hijos con saliva.

“¿Este es uno de tus pequeños?” Interrumpió Anna. La cara de ilusión de ambos me rompió el corazón por un momento. Mary había sido su única hija, ninguno tenía más familia cercana y todos sabíamos la ilusión que tenían por tener nietos.

“Daniel, déjame presentarte a tus abuelos.” Le dije, haciendo que Daniel agrandara sus ojitos y viera a los mayores. “Ellos son tu abuela Anna, y tu abuelo Henry.” Le dije al niño, “Claro, si es que aceptan.”

Creí que Anna sería la más efusiva, siendo que Henry por lo general era estoico y de pocas palabras, pero el hombre me sorprendió cuando rápidamente se movió y quito al niño de mis brazos para cargarlo el mismo.

“Creo que yo puedo conseguirte esos dulces.” Le susurro, haciendo que Daniel sonriera ampliamente, y antes de que pudiera decir lo contrario entraron a la casa, con Daniel gritándole a sus hermanos que los ‘abelos’ habían llegado.

No pude evitar reír ante esto, pero antes de poder entrar sentí a Anna tocar mi brazo. “Gracias, hijo.” Me dijo la mujer. Solo pude sonreír y, pasando mi brazo por sobre sus hombros la guie a la casa.

Nunca había visto mi casa tan llena de gente, y si hace un año me dirían que no solo tendría a los que eran mis vecinos correteando por allí, pero también a sus amigos, a mi familia y a mi mesera, nunca lo hubiera creído. Probablemente le hubiera soltado un puñetazo en el rostro por semejante cosa.

Al momento de partir el pastel la cara de Logan no podía estar más emocionada. Me enternecía ver la ilusión que tenía al ver todas las velas en un simple pastel de vainilla y fresas.

Oficialmente, Logan tenia los catorce años, y, aun así, seguía dándome ternura. Era increíble como quería alardear de su primo frente a sus amigos, aunque creo que Marcos no pensaba lo mismo. El pobre se miraba incomodo entre tanto chiquillo, empezando porque estos no eran de la edad de Daniel, pero adolescentes que probablemente le harían preguntas incomodas.

En algún punto, el pobre se pudo escabullir y lo encontré en el porche trasero de la casa. Me sorprendí, ya que era un área que todavía debía arreglar y por lo general era un verdadero desastre.

“Veo que encontraste la paz.” Le dije divertido, sentándome a su lado.

“La paz y un poco de respiro…aunque hace mucho frio aún.” Me dijo, soplando aire caliente en sus manos.

“Podrías estar adentro donde está caliente.”

“Si, y tener a un grupo de pubertos preguntándome por mi novia. No, gracias. Por parte me alegra no haya venido.”

Esto último me sorprendió, “¿La habías invitado?” No sé si me sorprendía más el hecho de que la chica rechazara más la invitación de su novio o el hecho de que todos sabían de esta fiesta menos yo.

“No…quería, pero pensé que lo mejor sería decirles a mis papás primero y…bueno, conoces a Mamá.”

Asentí, si bien conocía yo y los celos irracionales de Melissa. “Se puso pesada.”

“Pesada se queda corto…casi me llevo una zurra por su culpa.” Me dijo, molesto aún. “Papá llego justo cuando estaba gritando. Claro, como si sabía que él venía, ella dejo de gritar. Pude explicarle la situación a papá, y él dijo que era buena idea que Viviana viniera. ¿Pero para que tío?” Su voz estaba cargada de frustración. Nunca había visto así a mi sobrino, algo más estaba pasando y esto me alarmo.

“Sabes que tú y Viviana son bienvenidos aquí.” Le dije, poniendo mi mano en su hombro.

Mis palabras parecieron llenarle de paz, se apoyó contra mi buscando un poco de consuelo. “Gracias, tío.”

Seguimos sentado el uno al lado del otro sin mediar palabra. Estaba perdido en sus pensamientos y yo, la verdad, estaba agotado. Nunca me imaginé que una partida de pastel fuera tan agotadora…y eso que no había caído en cuenta que luego tendría que limpiar el desastre que queda después de una fiesta.

En algún punto Marcos recibió una llamada, y, excusándose con una mueca, se fue a hablar en privado. Disfrute de la soledad un momento más cuando la puerta de la cocina se abrió dando paso a Dante.

“Ey,” me dijo, tendiéndome una coca cola.

“Ey.” Le salude de vuelta, tomando el refresco y dándole un sorbo. “Que tal la fiesta?”

“Pues, Logan desapareció a su habitación con sus amigos, y Paula y Meghan organizan diversos juegos para los niños más pequeños. Anna y Melissa planean algo en tu cocina, y si no las conociera estaría corriendo lejos con mi familia.”

“Ya veo, un día típico. Supongo que Henry y Michael tienen una bonita platica telepática.” Me burle, de alguna forma ambos hombres disfrutaban de simplemente sentarse y, sin mediar más que una que otra familia, platicaban.

“Ya sabes. Me perdí en la parte de ‘Aja…los tiempos han cambiado’, no supe cuando pasamos de tema.”

No pude evitar reír ante la buena imitación de Henry, dándole un sorbo a mi bebida. “Por favor dime que Daniel no sigue comiendo más.”

“Claro que no.” Me dijo divertido, “El y Maggie ya arrasaron con todo. ¿Qué más quieres que coman?”

No pude evitar reír ante esto. Esos dos juntos estaban demostrando ser terribles, mientras que Lautaro y Maia podían hacer de las suyas. Maia tenía una imaginación tremenda.

Como solo dos buenos amigos pueden hacer, disfrutamos del silencio por un buen tiempo. Después de unos minutos Dante interrumpió el silencio, contándome alegremente anécdotas de sus hijas, el trabajo, viejos compañeros e incluso una que otra de su matrimonio. 

Disfrute escuchar las historias de mi amigo, siempre había sido un parlanchín. No podía quedarse callado por mucho tiempo.

Estuvimos como veinte minutos charlando sin interrupciones, lo que, con tantos niños en casa, fue un verdadero milagro y deleite. Había olvidado lo que era hablar con alguien sin un ‘¡Gabriel!’ ‘¡Papá¡’ o ‘¡Papi¡’ interrumpiendo cada dos minutos.

En realidad, no nos importó el frío, y era increíble que, a pesar de estar en los últimos días de enero, tuviéramos tan buen clima. Escuchamos la puerta abrirse, pero los pasos pesados que escuchamos nos dijeron podíamos seguir tranquilos, aunque el bullicio de los niños se hizo aún mayor.

“Permiso, caballeros,” Nos dijo Henry, que venía abotonando su abrigo, “Anna me advirtió del frio, pero…mis tímpanos necesitan un pequeño descanso.”

“Pues, ¡es mas que bienvenido a compartir nuestra grada!” Le dijo amenamente Dante, pero antes que pudiera sentarse, la puerta se abrió y salió una muy emocionada Maggie.

“¡Papi, papi, papiii!” Grito, corriendo hacia su padre sin abrigo, “¡Mami dice que mi ´manita necesita pañal nuevo, y que te pida ayuda pero que Daniel y yo podemos ayudar!” Le dijo emocionada, tirándose a sus brazos.

“Caballeros, si me disculpan, mis deberes paternos me llaman.” Nos dijo, acomodando a su hija en brazos, “Y usted, jovencita, ¿qué hace sin abrigo?” Regaño, dándole una palmadita suave mientras entraban. No pudimos escuchar la respuesta de la niña, pero si su riza.

“Extraño esos días.” Me dijo Henry, quejándose mientras se sentaba junto a mí. “Extraño también los días donde podía sentarme sin sentir que mis rodillas y todos mis huesos tronaban.” Se rio.

“Si…eso ultimo lo puedo entender.” Le dije, sonriendo un poco, “Este frio me va a pasar factura con mi pierna luego…ya puedo sentir el dolor donde tengo los clavos.” Fue decir eso y recordar que ese accidente no solo me había quitado parte de mi salud…pero también había arrebatado a la hija de aquel gran hombre. “Lo siento,” Dije casi de inmediato, sintiéndome incómodo.

“No fue tu culpa, hijo. Anna y yo lo sabemos.” Me tranquilizo, poniendo su mano en mi hombro. “Sabemos lo mucho que amabas a Mary. Es por eso que nos hace muy feliz ver cómo has superado todo.”

“Sigo amando a Mary.” Me defendí por alguna razón.

“Y siempre lo harás,” me dijo, con una sabiduría en sus ojos que solo los años le pueden dar a un hombre. “No te juzgo por tener una nueva relación…o por estar en el proceso de adopción.” Me sonrió, “Si necesitas ayuda en el proceso me puedes llamar, sé que a veces las cosas se complican sin necesidad.”

Esas palabras me dejaron con la sangre más fría aún. No dije nada, solo mordí mi labio como lo había hecho el día que pedí la mano de Mary en matrimonio. “Gabriel…” Me dijo aquel hombre, sabiendo leerme casi tan bien como Michael, “Por favor dime que estas en ese proceso.”

“Bueno…en realidad…pues…no…”

“¿Pero tienes la custodia legal?” Más que una pregunta, fue dada en un tono asertivo, y al ver mi cara Henry pareció casi palidecer junto a mí, “¿Tienes el permiso de su madre? ¿Un papel, aunque sea una servilleta que diga algo con su firma?”

Tanta pregunta me hizo poner nervioso, lo que hizo que me pusiera a la defensiva. “¡A esa mujer no le importan los niños!” Le dije, casi gritando, poniéndome de pie y pasando mis manos por mi cabello agitadamente. “Siempre los miraba en la calle, no me importaba mucho, la verdad.” Recordar aquellos meses me hacía sentir avergonzado, realmente no eran los mejores tiempos de mi vida, “Una noche Diana corrió a Logan de la casa…solo porque quería follar y el muchacho salió corriendo por algún motivo. Si no hubiera estado allí el niño hubiera pasado la noche quien sabe dónde, ¡y ya lo viste Henry! ¡Está cumpliendo catorce años y pareciera tener doce a lo mucho! Actué por instinto…o simplemente porque soy un humano y no podía concebir la idea de tener a un niño en la calle bajo una tormenta.”

Mi respiración estaba entrecortada, me sentía realmente afectado por todo esto y nunca lo había notado cuánto. Pero hablar de ello por primera vez fue como una catarsis, y creo que hacerlo con Henry que siempre escuchaba más de lo que hablaba era simplemente lo que necesitaba.

“Después de eso los niños empezaron a trabajar para reponer una ventana quebrada…vamos, Henry. ¡Ni siquiera desayuno les daba! Terminé alimentándolos mañana, tarde y noche y luego un día…bueno…metí las patas, ¿sí? Los corrí, los quería lejos de mí y sé que fui un monstruo en hacer eso, que un hijo de las mil putas se queda corto comparado con lo que hice, pero ni una semana después Lautaro vino a media noche porque sus hermanos habían enfermado. ¿Y dónde estaba Diana? Tres días después volvió y bueno…se los llevo, pero los Gullier me dejaron quedarme con ellos y no hemos sabido nada de ella en los últimos cuatro meses.”

El hombre no dijo nada, no se inmuto. Fue como que si le hubiera contado la vida de un ave que se había quebrado el ala, pero ahora vivía cómodo en su jaula. No obstante, podía ver al abogado trabajando en su mente rápidamente. Con sus dedos entrelazados y apoyando sus codos en sus rodillas parecía calcular todo rápidamente.

Finalmente, después de un silencio incómodo y sofocante, abrió la boca. “Tienes un caso muy sólido, hijo.” Me dijo simplemente, “Es abandono de hogar, y más allá de eso, es el abandono de tres menores de edad. Pudiera ir presa, incluso, ya que la ley tiene fuertes medidas contra aquellos que abusan de menores…bueno, no es perfecta pero que en esta tierra lo es.” Me dijo simplemente. “¿Tienes alguna prueba de todo lo que me dijiste?”

Lo pensé por un momento, dejando mis sentimientos a un lado y solo concentrándome en el pensamiento de que era hora de hacer esto legal, ¿y quién mejor para ayudarme que uno de los abogados más prestigiosos de la ciudad? Bueno…abogado retirado, pero aun así era dueño del bufete de abogados más fuertes de la ciudad.

“Pues…no de la primera noche.” Le dije, “En realidad, quise pensar que solo era un incidente…de cuando enfermaron tengo los recibos del hospital…no sé si sirvan. Es decir, están a mi nombre y aparecen los nombres de los niños…dije que era un vecino cuidando de ellos mientras su madre no estaba y eso pareció bastarles.”

“Eso es bueno. ¿La escuela sabe que están contigo?” Pregunto, a lo que yo asentí. “Muy bien, ¿tienes algún lugar fuera de este frio donde podamos trazar un plan para empezar el proceso cuanto antes?”

Aunque no tenía más que una silla en el que sería mi estudio, terminamos hiendo allí y trazando el mejor plan. Lo que Henry haría y lo que yo tendría que hacer.



Si Diana se atrevía a regresar se encontraría con una gran sorpresa esta vez. 




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