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domingo, 6 de septiembre de 2020

Estoy celoso de que él tenga un papá y yo no.




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 Un hogar peculiar 
 Autora: Skate 
 Capítulo:5 estoy celoso de que él tenga un papá y yo no


  • ¿Me quieres explicar porque te peleaste con ese muchacho? –le pregunto en un tono furioso Carolina, a su hijo mayor, Santiago, justo cuando habían colocado un pie afuera del colegio. Había decidido que se iría caminando hacia su casa, para aprovechar y hablar con su hijo. 
  • Porque es un imbécil –contestó de mala gana.
  • Tu estas buscando que te de, ¿verdad?
  • Mamá, es solo que él –soltó un suspiro de frustración–, no me cae bien.
  • ¿Y ese es motivo suficiente para agarrarte a golpes con él?
  • Tampoco es que lo agarre a golpes, solo lo molestaba y ya.  No es que pretendía hacerle daño; si lo hubiese querido, el pobre hubiese ido a parar al hospital.

Carolina, paró en seco y se volteó para ver directamente a la cara a su hijo, incrédula por lo que acababa de oír.
  • ¿Ah sí? –se cruzó de brazos ofendida. Le parecía injusto y cruel que su hijo se aprovechara de que asistía a clases de Karate, para quizás, hacerle daño a alguien, además, de que tenía un cuerpo bastante ejercitado y él lo sabía.
  • Si –le contesto altanero.
  • Pues aparte de la zurra que te voy a dar, sería un buen castigo dejarte sin ir un mes a tus clases de Karate.
  • No mamá, eso no. Sabes que no puedo faltar a mis clases, dentro de poco subirán al cinturón negro. Debo seguir practicando.
  • Si vuelves a insinuar que le puedes hacer verdadero daño a alguien a raíz de que sabes Karate créeme que te arrepentirás mucho. Y ten por seguro que te olvidaras de él.
  • Sí mamá. Lo siento –le respondió ya más calmado. Su madre sabía donde darle para bajarle los humos.
  • No me has contestado mi pregunta inicial ¿porque te peleaste con ese chico? –volvió al ataque Carolina.

Santiago colocó los ojos en blanco.
  • Mamá ya te lo dije.
  • No. Que no te caiga bien, no es motivo suficiente para pelearte con alguien. Sé que hay algo más. Tú no eres así. Nunca te peleas con nadie –frunció el ceño–. Por dios, si no quieres peleas con tu hermano.
  • El tipo es un idiota, no lo paso. Me da rabia.
  • ¿Qué te da rabia? –inquirió curiosa, sacando las llaves de la casa; ya estaban llegando a su residencia.

Santiago bajó la cabeza, no quería compartir con su madre lo que él sentía y lo que estaba pensando en esos momentos. Sabía, que, si lo hacía, lastimaría a su madre. Así que optó por la vía quizás no la más adecuada, pero sabía que su madre dejaría de insistir y lo dejaría en paz.
  • Nada que te importe mamá. Es mi vida. No te metas.
  • Acabas de sumar 5 azotes más, al castigo que ya tengo pensado darte. Te lo pregunto otra vez. ¿Por qué le tienes rabia a ese muchacho? ¿Qué te ha hecho?
  • Nada –le contestó enojado, justo en el momento en que cruzaban el umbral de la puerta de su casa.

Al llegar, su otro hijo que hoy no había ido a clases, ya que a su salón le habían dado el día libre, porque tenían una reunión de profesores, salto hacia Carolina dándole un fuerte abrazo. Ella le correspondió llenándolo de besos.

  • Está de más decirte que estás castigado Santiago, sube a tu cuarto que en un rato voy yo a arreglar cuentas contigo.
  • ¿Qué hiciste? –preguntó su hermano frunciendo levemente su ceño.
  • Nada que te importe –Como solía ser costumbre, muchas veces Santiago pagaba su enojo con su hermano, que estaba siempre ahí para él, muy noble y con un gran corazón.
Eliot, como no quería meter en más problemas a su hermano mayor se fue dejando a este y a su madre solos en la sala.

  • ¿Que estas esperando para subir?
  • Mamá es que no quiero que me castigues.
  • Haberlo pensado antes de agarrarte a golpes con ese chico.
Santiago subió algo batido a su habitación y se acostó por un momento sobre la cama. Este era el segundo día consecutivo que lo iban a zurrar, casi ni se podía sentar con comodidad por las nalgadas que recibió ayer y ahorita se estaba preparando para recibir, ve sabe quién cuantas más.
Carolina, por su parte, se dirigió a la cocina en donde encontró a su madre cocinando el almuerzo.

  • Llegaste temprano cariño.
  • Si mamá, Santi se metió en problemas en el colegio y me llamaron.
  • Pobre mi nieto, no seas muy dura con él. Estoy segura que no tuvo la culpa.
  • ¿Te estás escuchando? ¿Cómo que pobre tu nieto? si él fue el que agarró a golpes al otro chico.
  • Por algo habrá sido, quizás el otro chico lo provocó.Quizás mamá –Carolina soltó un suspiro.
Esa era una de las cosas que no le gustaba de su madre. Adoraba con su vida a sus nietos, y no importaba lo que le dijesen los demás sobre lo que ellos habían hecho, ella siempre los iba a defender.

  • ¿Y papá?
  • Salió a comprar unas cosas para la camioneta. Regresa en un rato.
  • Vale. Me voy a mi cuarto a darme un baño y luego trataré con Santiago. Por favor no interfieras, porque el castigo va a ser grande.
Su mamá se le quedó mirando fijamente por varios segundos.

  • Lo que tú digas hija –Le respondió al final no muy convencida.
  • Gracias madre.
Carolina antes de castigar a su hijo, quería quitarse las 3 toneladas de estrés que sentía que llevaba encima, por lo que se metió al baño a darse una ducha con agua bien caliente.
En el ínterin, ella sin duda alguna se estaba preparando mentalmente para darle el castigo a su hijo, ya que iba a ser fuerte. Necesitaba asegurarse que su hijo no intentase volver a hacer algo parecido, y, sobre todo, no lo volviera hacer con ese chico en específico, era nada más y nada menos que el sobrino de su jefe y el hijo del hombre al que ella inesperadamente sintió una fuerte atracción a penas lo vio, podría decirse que fue amor a primera vista. Dudaba que Arturo sintiera lo mismo por ella, pero iba a intentarlo de igual manera. Consideraba que el hombre era un gran partido y no quería desperdiciar la oportunidad de conocerlo y quizás de juntarse, antes que otra se le adelantara y se lo quitara.
Ya vestida y con el cepillo de baño en la mano, se dispuso a ir hacia el cuarto de su hijo mayor.
Al entrar lo encontró acostado boca abajo, leyendo.
Santiago al darse cuenta que su madre había entrado, cerró el libro y se levantó de la cama dispuesto a recibir el castigo, sin embargo, al ver el cepillo en una de las manos de su madre no pudo evitar hacer una mueca de disgusto.
Carolina se dirigió hacia la cama para sentarse al lado de su hijo. Para poder hablar con él. Ella quería entender porque su hijo le había dicho aquello; que le tenía rabia a ese chico, quería que hablaran y que Santiago le tuviera la suficiente confianza para expresar sus sentimientos. 
Algo que la alarmó un poco, fue el hecho que el director había dicho que el primer día de clases ya habían tenido un pequeño altercado, ese par, supuestamente por la nacionalidad donde provenía Fabián y porque hablaban el Inglés bastante mal. Quería preguntarle también a su hijo si eso era verdad. Porque eso de estarse peleando o haciendo Bullying a alguien, no era lo suyo. En definitiva, era un comportamiento inusual en su hijo mayor.

  • Ven hijo siéntate aquí conmigo. Vamos hablar.
Santiago, hizo lo que su madre decía. Ya se encontraba mucho más calmado y dispuesto a escuchar la reprimenda. La casi media hora que estuvo solo en su cuarto, le sirvió para reflexionar sobre lo sucedido, sabía que no eran sanas las emociones o los sentimientos que sentía contra esos chicos, porque al final y al cabo no les habían hecho nada. Sin embargo, no lo podía evitar, por alguna extraña razón les había puesto el ojo, sentía una especie de celos, pero no lo iba a admitir frente a nadie.

  • Hijo te conozco perfectamente, tú no eres de lo que se agarra a golpes con alguien. ¿Ese chico te hizo algo? –Probó Carolina, aunque el director le había dicho todo lo contrario, que Santiago era el que había empezado, ella no quería ser una madre que daba las cosas por hecho, quería escuchar la versión de su hijo primero, antes de darle el castigo.
  • Noprecisamente –respondió cabizbajo.
  • ¿Entonces cómo fue?
  • Yo fui el que empecé –confesó, aunque no quería que lo castigaran, tampoco se sentía cómodo mintiéndole a su madre en la cara. Porque el muy en el fondo quería compartir con ella cómo se sentía, pero dos cosas en especial, lo impidan de hacerlo, le daba pena y no quería lastimar a su mamá diciéndole que le hacía falta su padre.
  • ¿Cómo es eso? Explícate mejor.
  • Desde el primer día me empecé a burlar de ellos porque no sabían hablar inglés y por su nacionalidad y hoy la profesora me asignó a hacer una exposición con él, y yo no quería ni de chiste trabajar con Fabián, por lo que le pedí a la profesora que me cambiara, pero no quiso. En ese momento empecé a meterme nuevamente con él, a insultar, pero esta vez él me correspondió y empezamos la pelea.
  • Mmm ya veo –Carolina hizo una mueca de decepción. –¿Tú te has metido con algún otro compañero antes?
  • No.
  • ¿Y por qué el cambio? ¿Por qué a él precisamente lo estabas molestando? y bueno también a la hermana. 
  • No sé mamá, me provocó.
Esa no es la respuesta. Inténtalo de nuevo hijo, porque no te creo.
Solo estoy celoso –contestó cabizbajo, de repente sintió que estaba haciendo un enorme esfuerzo para no ponerse a llorar. No entendía porque ese tema para él, era tan sensible.

  • ¿Celoso porque mi vida? –Carolina se extrañó al escuchar aquello. Pero sentía que cada vez estaba más cerca de que su hijo se abriera a ella y le contara sus inquietudes y lo que le estaba pasando.
  • De que él tenga un padre que lo quiera y yo no.
Al decir aquello Santiago, sintió como las primeras lágrimas le corrían por su rostro. El tema de su padre siempre ha sido algo que, para él, es muy doloroso; ha sido su debilidad.
Carolina, sabía lo fuerte que era para su hijo que su padre no estuviera a su lado y no solo eso, sino que, no lo quisiera. Aunque esto último solo lo decía para ella, jamás lo confesaría delante de alguno de sus hijos. Les partiría el corazón.

  • Mi vida, no te pongas así. Mi cielo, si tu padre no quiere estar contigo y con tu hermano, él se lo pierde. Me tienes a mí, a tus abuelos, que te aman y que hacemos lo posible por darles todo el amor y cariño que necesitan tú y tu hermano, para que la ausencia de su padre no los afecte. Sé que tú lo quieres mucho hijo, pero hay cosas que debes entender y por más que uno las desee no se van a volver realidad.
  • ¿Porque él me odia mama?
  • Tu padre no te odia hijo –Carolina, al ver lo afligido que se encontraba su hijo, se acercó a ella para darle un fuerte abrazo.
  • Si me odia. Desde que ustedes se separaron yo ya no existo para él, es que cuando vivíamos los 4 juntos, siempre me gritaba, me decía cosas feas, nunca me decía que me quería ni me daba un brazo y cuando yo lo quería abrazar me rechazaba.
Su madre dio un fuerte suspiro, su hijo le estaba diciendo la verdad y ella no sabía cómo maquillarla para que él, no se sintiera tan mal, y sobre todo para evitarle el sufrimiento y el dolor que eso provocaba, el ser rechazado por un padre.

  • Hijo yo no tengo respuesta de porque su padre los trataba así. Les pido perdón por no haberles dado un buen padre que los amara. Pero nunca me voy a arrepentir de haberlos tenido, ustedes son mi vida. Los amos con locura y por eso los tres juntos podemos salir adelante, sé que duele, que va a ser difícil, pero debes tener en cuenta que yo te amo y aunque te falte ese cariño paterno, me tienes a mí, tu familia, a tu hermano, para compensarlo y debes estar agradecido y feliz por ello. Si tu papá no quiere ser parte de la familia, allá él, él se pierde de compartir con mis bellos muñecos.
Santiago, sonrió levemente al escuchar como su madre lo llamó, así le decía cuando era pequeño.

  • Pero igual duele más.
  • Lo se amor. Pero lo único que te puedo aconsejar es que empieces a enfocarte en lo que tienes, a disfrutarlo y valorarlo.
Aunque para Santiago era fuerte por lo que estaba pasando, su mamá tenía razón. No podía simplemente echarse a llorar porque no tenía a un padre que lo quisiese, si muchos millones de niños viven esa misma situación y hasta peor. A pesar de que no quisiera sentirse mejor, de alguna u otra manera era un poco masoquista y quería seguir lamentándose en su lecho. Aunque haría el intento para que eso no le afectará. 
  • ¿Me vas a castigar? –preguntó de repente, cambiando radicalmente de tema.
  • Claro que si mi amor. Lo que hiciste hoy no lo puedes volver a repetir.
  • Vale. –Santiago, se levantó para desabrocharse el pantalón y colocarse en posición de castigo.
  • ¿Estamos bien entonces sobre lo que estábamos hablando?
  • Sí mamá.
  • Sabes que está mal tenerle rabia o celos a Fabián, porque él, tenga un padre amoroso, ¿verdad?
  • Lo se ma, pero igual el me sigue cayendo mal.
En ese momento Carolina se acordó de algo que había olvidado por completo mientras hablaban del asunto de su exesposo. El director le había dicho que Santiago también se metía con esos chicos por su nacionalidad, además de burlarse porque no sabían hablar bien el inglés. Era algo que por un momento olvido, pero en definitiva tenía que corregir también a su hijo por ello.

  • El director me comentó que también molestas a esos chicos porque son venezolanos y te burlas porque no saben inglés.
Santiago bajó la cabeza avergonzado. Había sido un idiota por haber hecho aquello, ahorita que lo pensaba mejor, era algo muy bajo, haber agarrado el país de procedencia como objeto de burla.

  • SÍ mamá.
  • ¿Y porque lo hiciste? Te gustaría ir a un país de habla hispana y que se burlen de ti porque no hablas el español o que te discriminen solo porque naciste en cierto país –Carolina frunció el ceño, de un momento a otro al recordar sobre ese tema, se le subió el enojo nuevamente a la cabeza, porque era un argumento muy serio.
  • No, no me gustaría.
  • Bueno espero que no lo hagas de nuevo. Es algo delicado. No te debes burlar de las personas por su procedencia ni mucho menos discriminarlos, ¿quedó claro?
  • Sí mamá.
  • Si vuelvo a enterarme que lo has hecho de nuevo, créeme por Dios Santiago, que te voy a dar una paliza monumental. Yo no te estoy criando de esa manera.
  • Lo siento, no lo volveré hacer.
  • Más te vale. Y quiero que de ahora en adelante te la lleves bien con ese chico. -Santiago rio.
  • Ja, ja, ja, ja muy graciosa mamá. Independientemente que no lo vaya a seguir molestando, no significa que ahora vaya a ser su amigo. No me cae. Ni él ni su hermana. La chica es bastante presumida y pretenciosa. 
Carolina soltó un suspiro frustrada, en definitiva, su hijo no tenía remedio. Finalmente decidió dar por finalizada la charla y procedió a acomodarlo sobre su regazo. 
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
Comenzaron a caer las primeras nalgadas.
PLAS PLAS PLAS PLAS 
PLAS PLAS PLAS PLAS

  • Aaaauuu no tan fuerte mami.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS

  • Mmmggg noooo
PLAS PLAS PLAS PLAS 
PLAS PLAS PLAS PLAS


  • Ya entendí…snif…mamá…snif…no volveré a pelear.

Santiago comenzó a lloriquear y a sollozar, sentía que las nalgas le ardían. Su madre a pesar de que no le había dado muchas le estaba dando con bastante fuerza.
Sin embargo, Carolina planeaba darle un par de nalgadas más, para reafirmar la lección.
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS

  • Yaaa…snif…mamá…snif…para por favor
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS

  • Nooo yaaaa…snif…no más
PLAS PLAS PLAS PLAS
PLAS PLAS PLAS PLAS

  • P-para…snif…
Cuando Santiago ya lloraba a mares, Carolina, finalmente paró y procedió a subirle el calzoncillo y el pantalón a su hijo.

Cualquier chico de su edad le daría vergüenza que su madre le viera desnudo. Sin embargo, como él, desde pequeño la que siempre se había encargado de la disciplina en casa había sido su mamá, no sentía ese pudor. Le tenía mucha confianza a ese ser que lo había traído al mundo. Aunque por supuesto siempre tapándose bien su paquete.
Santiago, apenas se paró de las rodillas de su madre, se limpió rápidamente las lágrimas, y se lanzó hacia los brazos de esta. Que siempre el, después de un castigo necesitaba saber que todo estaba bien con ella y que lo había perdonado por su travesura.

  • Esta semana que vas a estar suspendido, no me vas a estar de holgazán. Vas a estar castigado aquí en la casa. Te encargas de la limpieza de toda la casa tú solo, incluso harás los deberes de tu hermano.
Santiago abrió la boca ofendido y horrorizado.

  • ¡¿Qué?! Pero es mucho mamá y no es justo.
  • ¡Eh! –Carolina hizo una seña con su mano abierta, en señal de que se callara–.  No repliques, que todavía no termino. Además, por esta semana todas las noches pasaré por tu habitación antes de dormir a darte la otra parte del castigo, vas a recibir 30 nalgadas que te recordarán que no debes pelear con los demás.
Santiago abrió los ojos como platos.

  • No mamá. Eso sí que no. Es demasiado.
  • He dicho. Se acabó el tema.
  • Te pasas –protesto, cruzándose de brazos.
Una de las peculiaridades de Carolina, es que podía ser una madre amorosa y cariñosa con sus hijos, les tenía paciencia y hacía lo posible por entender sus problemas, vale, ella también había sido adolescente y no se le olvidaban por todos los conflictos existenciales que solían presentarse a esa edad. 
Santiago, al irse su madre, se quedó en su habitación pensando en lo sucedido. No valía la pena seguir metiendo con un chico que le caía mal y aunque le costara admitirlo le tenía algo de envidia. Así que se le ocurrió la brillante idea de que quería ser mejor que él, por lo que haría lo posible por ganarle en todo. En las notas, quería sacar mejores notas que él, en deportes, tenía pensado estar al pendiente en que deportes él se iba a inscribir para hacer lo mismo y demostrarle que él era el mejor. 
El chico se quedó ese día dormido temprano, la paliza, lo había dejado agotado, por supuesto se había acostado boca abajo. Pensando en Fabián, y en su nuevo y estupendo plan, si bien ya no quería pelear directamente con él, porque el que pagaría las consecuencias sería su trasero, tampoco quería dejarlo en paz del todo. Una sonrisa cómplice y algo maliciosa posó en su rostro justo antes de caer en los brazos de Morfeo.
Al día siguiente en la familia Pernalete, Fabián se despertó con un molesto dolor en la parte trasera de su anatomía. Al ver su reloj, notó que eran exactamente las 9 de la mañana. Su padre sorprendentemente lo había dejado dormir hasta tarde. Bueno no era como si tuviera algo mejor que hacer. Su padre debió haberse ido temprano a su trabajo y sus hermanos al colegio y a la universidad respectivamente.
La semana que estaría suspendido la aprovecharía al máximo, ya había creado un pequeño plan de todas las cosas que iba a hacer, leer, jugar videojuegos, ver videos, podía darse el lujo de ver un maratón por internet de su serie favorita: Teen Wolf.
Se dirigió a la planta de abajo y en la barra de la cocina se encontró una pequeña nota de su padre: 

“En el microondas tienes el desayuno preparado y en la nevera está el almuerzo. Recuerda dejarle a tus hermanos. Sebastián debe llegar después de las 5. Cuando llegue tu hermana le pides los cuadernos para que pases las clases y no te atrases. Te quiero. Pórtate bien”.

Fabián, a pesar de que su papá de manera repentina haya cambiado su método de disciplina, seguía siendo bueno con ellos, y sobre todo le encantaba que su padre los alcahuetea (consentir) mucho. No podría creer que su papá ni siquiera le hubiese dejado asignado algo para hacer, con tal, no es que estuviera de vacaciones, sino que habían sido expulsados, otros padres de seguro mantendrían a monte a sus hijos con deberes en el tiempo que durará la expulsión. Se sentía dichoso por ello.

El, junto con sus hermanos, eran bastante afortunados a pesar de todos. Su padre era el encargado de cocinar, había contratado a una señora de servicios para que fuera a la casa dos veces por semana y se encargara de la limpieza. Los únicos deberes que tenía era mantener su cuarto ordenado y lavar los platos del almuerzo. Como eran tres hermanos, se distribuían la losa del día entre los tres.
Sebastián, por su parte, se sentía emocionado, hoy comenzaría las prácticas de natación en su universidad. Y agradece que su mano ya estaba sana, ya las heridas se le habían curado.
Ese día le habían dado mucha clase, sentía su mano derecha cansada de tanto copiar, pero eso no le impediría nadar.

Después de salir de clases se fue a almorzar con sus amigos y en la tarde se reunió en la piscina con todos los del equipo de natación Masculino.
Vamos a cambiarnos –le dijo Jonathan, un chico que desde que comenzó las clases se había hecho rápidamente amigo de él.
Al llegar a los vestidores, Sebastián se quitó su ropa, y se colocó un traje de baño color azul marino que tenía 2 rayas naranjas a cada lado. Se puso un gorro de silicón azul eléctrico con unos goggles del mismo color que le combinaban a la perfección.
Cuando estuvieron todos los chicos listos, el entrenador les indicó que se metieran en la piscina. La cual era de 50 metros olímpica, de 7 carriles. El color del agua era azul cristalino, en donde, a raíz de las luces fosforescentes del lugar, permitía que el reflejo en el agua se viera nadiamente. La piscina se encontraba en un espacio cerrado, aunque bastante amplio.
Empezaron todos los muchachos a calentar en el agua, luego el entrenador formó 2 grupos, de 7 chicos cada uno, colocó 1 chico en cada carril y les indico que nadaran a estilo libre. Les tomó el tiempo a cada uno de ellos y se fijó que en su mayoría tenían tiempo muy altos, por lo que empezó a exigirles más.
Sebastián apenas ingresó al agua, que había quedado en el segundo grupo, fue como si le hubieran inyectado una dosis de vida, se sentía como un pez en el agua. Se nutría. Él amaba estar en una piscina, se sentía libre, sus hombros se distorsionaban y si estaba con algunos chicos pues se divertía. Nunca había pensado a competir a nivel internacional. Solo había practicado en alguna que otra competencia pequeña, pero el amor que le tenía a ese deporte hacia que se lo reconsiderar seriamente esa opción.
En el primer silbato que dio el profesor, empezó a dar brazadas en perfecta sincronía. Moviendo su cabeza de un lado a otro. Al llegar al final, al tocar la pared, giró su cabeza para ver a sus otros compañeros, y sorpresivamente les había sacado una ventaja considerable. 20 segundos al segundo que llegó. Que había sido nada más y nada menos que su amigo, Jonathan. El entrenador quedó notablemente sorprendido.

  • ¡Wow eres bueno! –Lo elogió Jonathan impresionado. Quitándose los goggles para verlo mejor.
Sebastián siguió así todo el entrenamiento, nadaba bastante rápido, el coach le indico que su patada era perfecta, lo que lo llenó de orgullo, se sentía bien que lo alabaran por lo que amaba hacer.
Al final del entrenamiento regresó a su hogar, al entrar estaban todos reunidos merendando en la sala. Por lo que se sentó un rato a platicar con su papá y sus hermanos y a comerse un delicioso atol de arroz que había hecho su padre.
Al terminar subió a darse una ducha y a hacer los deberes que le habían mandado ese día.
Tenía que investigar sobre la historia del derecho y hacer un ensayo sobre ello. Lo realizó rápidamente mientras su padre preparaba la cena.
Sebastián amaba la comodidad que tenía en su habitación. La mayoría de las veces la tenía para él solo, ya que su hermano solo subía a ella cuando iba a dormir. Prefería pasear en la computadora de la sala o jugando Play allí también.

  • Chicos vengan a comer –escucho el grito de su padre.
Fue una cena bastante tranquila, Arturo les contó a sus hijos como me estaba yendo al trabajo. Y los chicos les contaban sobre el colegio y la universidad. Su hijo mayor le contó con entusiasmo su primer día en la piscina y los tiempos que había hecho.
Después de cenar, Eleanor era la encargada de lavar los platos de la cena, por lo que junto a su padre recogió la mesa, mientras sus hermanos se dirigían a su habitación.

  • ¿Qué tal te va en la uni? ¿Si te estás adaptando? –le preguntó de repente Fabian a su hermano mayor cuando iban por mitad de escaleras.
Sebas, paró en seco y lo miró frunciendo el entrecejo. 

  • ¿Qué quieres? –le pregunto dudoso.
  • ¿Cómo que quiero? –Ahora fue el turno de Fabian de colocar cara de desconcierto, no entendía porque su hermano le preguntaba eso.
  • Tu nunca preguntas por mis cosas. Algo debes de querer.
Fabián soltó un bufido y rodó los ojos.

  • ¿No le puedo preguntar a mi hermano como va con sus estudios
  • ¿No? 
  • Si eres ridículo vale –El hermano menor se dispuso a seguir su camino hacia el cuarto, dejando solo al mayor.
  • Vale si puedes. Solo que es raro –Lo siguió Sebastián.
Los dos estuvieron un rato hablando sobre sus respectivas instituciones educativas. Hasta que su padre llegó a la habitación justo cuando ambos chicos ya se habían colocado el pijama de dormir.

  • Sebastián, necesito que salgas un momento. Tengo que hablar con tu hermano –dijo algo cansado el señor Arturo. 
  • Claro pa, voy a estar con Eleanor me avisas cuando termines.
  • Por supuesto hijo. Gracias.
Sebastián, al principio no le dio importancia, aunque su hermano había puesto cara de circunstancias cuando escuchó aquello, él solo se imaginó que su padre quería hablar de algo íntimo con su hermanito.
Al tocar en el cuarto de Eleanor, ella le dijo que pasara enseguida.
Su hermana estaba sentada en su cama con su laptop en sus piernas.
Sebastián se sentó a un lado intentando también ver la pantalla.

  • ¡Chismoso! Vete para allá –lo empujo levemente de manera juguetona. Sebastián le hizo caso y se colocó en la otra punta de la cama.
  • ¿Qué haces?
  • Nada, estoy viendo unos videos en YouTube. 
  • ¿Videos de qué o quién? –pregunto curioso
  • .De un canal que se llama “viejos duelos de trapo”. ¿Los has visto?
  • ¡Claro! me encantan sus videos. Son demasiado geniales. Lástima que se hayan retirado.
  • Si es una lástima, eran buenos.
  • Total –concordó.
  • ¿Qué pasó? ¿Qué me vas a pedir? –inquirió de repente Eleanor, después de que ya tenían algunos minutos los dos en silencio.
  • Te pasas. ¿Simplemente no puedo venir a visitar a mi hermanita?
Eleanor despegó sus ojos de la pantalla y miró incrédula a su hermano.

  • Ehhh, ¿no?
  • Me ofendes –Sebastián actuó un poco, llevándose una mano hacia el pecho y haciendo una mueca fingida de sorpresa.
Eleanor volteo los ojos.

  • Está bien. Me descubriste. Solo vine en realidad, porque papá me echó por un rato de mi habitación, quería hablar en privado con Fabián.
La cara de Eleanor se entristeció en seguida.

  • ¿Qué pasó? ¿Por qué pones esa cara? –pregunto intrigado.
  • Fabián, ¿no te lo ha dicho?
  • ¿Decirme que? 
  • Su castigo.
  • No. ¿Ya papá no lo castigo?–indago Sebastián extrañado. Si mal no había entendido su padre le había dado unas buenas nalgadas ayer, pero eso había sido todo, ¿no?
  • Papá le va a pegar todas las noches mientras dura la expulsión –le respondió algo afligida. Lo que le sucediese a su par a ella también le afectaba y mucho. Sobre todo, si era algo que provocaba dolor a su hermano.
  • ¿¡Qué!? –pregunto Sebastián horrorizado–. No te creo.
  • Pues créelo hermano, papá se pasa. ¿Por qué crees que te sacó del cuarto?
Sebastián en ese momento se levantó con un semblante enojado en dirección a la puerta.

  • ¿A dónde vas? –inquirió nerviosa su hermana.
  • A parar el castigo. Y decirle a papá que está loco.




2 comentarios:

  1. Ummm que oculta Carol del papa de los niños

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  2. Me encantó el capi, gracias por actualizar, le tocó fuerte a Santiago, pero se lo buscó, me molestó la parte que porque sabe Karate lo iba a utilizar para lastimar, sí se enteran de eso su sensei, no lo dejaran practicar en nuingún dojo, por otra parte yo amo las artes marciales en general, me emocioné al leer algo sobre el tema, también pensé que Carol se las daría con el cepillo, pero mejor dicho solo le garnateó el trasero jajajaja, osea solo fue con la mano jajaja, y pues está celocito porque no tiene a su papá con él, pero mi abuela decía, que madre solo una y papá se consigue en cualquier esquina, de repente se case Carol con su jefe y le consiga padrasto al chico o quien sabe, solo tu.
    Me agrada la complicidad que se tienen los hijos de Arturo, me gusta mucho como se llevan los mellos y también como va a defender Sebas a su hermanito, aunque se haga el duro con él (como la mayoría de los hermanos mayores) se nota que lo quiere, pero su padre sigue siendo blandito con ellos.
    Está hermosa tu historia, con el balance adecuado entre narración y dialogo y yo tengo que decirlo, no puedo poner un comentario tipo: me gusto mucho y ya, tengo que dejar en claro mis puntos de vista, tal como cuando escribo jejeje.
    Saludos y en espera del próximo!!!!

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