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martes, 8 de septiembre de 2020

Como perros y gatos.




"Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo" 



 Un hogar peculiar
 Autora: hkaty  
 Capítulo : 5 como perros y gatos 



Sebastián al salir del cuarto de su hermana, se fue disparado hacia el suyo, en donde abrió la puerta de golpe, y se encontró a su hermano encima de las rodillas de su papá, aunque tenía el pantalón puesto, Fabian estaba haciendo unas cuantas muecas de dolor, cada vez que sentía la pesada mano de su padre impactar contra su ya adolorido trasero.
¡Papá! ¿Qué haces? ¡Detente! 
Listo terminamos. Levanta –le dijo Arturo a Fabián.
A lo que el menor de sus hijos se levantó con algo de dificultad. Pero no parecía afectarle que Sebastián había presenciado parte de su castigo.
Hijo, creo ya haber hablado contigo en que no te inmiscuyas cuando castigo a alguno de tus hermanos. Yo sé porque lo hago.
Pero si ya lo castigaste ayer, es injusto que lo vuelvas a castigar hoy por lo mismo.
Eso no es de tu incumbencia, y para tu información y para que no me vuelvas a interrumpir cuando este “hablando” con Fabián, durante toda la semana lo voy a estar castigando. Lo que hizo es inaceptable.
¡Papá! –protesto el aludido con un tono dolido.
De una u otra manera se va a enterar. Ya estas advertido, no me gusta que mis hijos me digan cómo debo disciplinar a mis otros hijos –bramo Arturo–. ¿Quedo claro?
Lo que tú digas –contesto molesto, dirigiéndose hacia su cama para irse a dormir–. Buenas noches.
Buenos noches, que descansen mis niños. Y que Dios los bendiga.
No soy un niño, tengo 19 años.
Para mí siempre serás mi niño.
Tanto Fabián como Sebastián se metieron en su cama listos para dormir, su padre ya les había apago la luz del cuarto al salir.
Pero Fabián no podía quedarse quieto ni irse a dormir sin mofarse un poco de su hermano por lo ocurrido, ellos eran rivales desde que el tiene memoria, así que, por cualquier cosa, por más mínima que fuera, ellos se molestaban entre sí, bromeaban o se atacaban. Y en este caso no iba a ser la excepción. 
No me digas que ahora me quieres –se regocijo en un tono burlón, por lo que había dicho su hermano–. Ahora la nenaza se preocupa por mí. ¿Quién lo diría? El amargado tiene sentimientos.
¡Oye! ¿porque mejor no te callas? Y yo no soy un amargado. Para la próxima guevon, no me voy a meter, si papá te quiere matar a palos que te mate.
¡Uyy! Se picó la marica. Claro que si eres amargado. Nunca te ríes y te la pasas con una cara de ogro todo el tiempo, que, ¡madre mía!, espanta a cualquiera, por eso es que nunca has tenido novia –puyo un poco más a su hermano, quería hacerlo rabiar de verdad, para él era divertido ver como su hermano mayor, que se creía don perfecto, perdía los estribos.
¡Fabián! si no quieres que aparte que te duelan tus pálidas nalgas también te duela otra parte de tu anatomía, yo que tú me callaría. Y para tu información si yo tengo o no tengo novia no es tu problema.
Algunas cosas Sebastián evitaba responder del todo, ya que no sabía cómo contra atacar lo que decía su pequeño hermano con argumentos válidos, si él tenía la razón. Aunque a veces le decían que era un chico, guapo y lindo. Casi no se preocupaba por su apariencia física y no ponía mucho esfuerzo para arreglarse al salir a la calle, y por herencia de su madre, adquiero un semblante en el cual siempre lo hacía ver como si estuviera molesto y serio, cosa que no era así la mayoría de las veces.
¿Ves? Hasta hablas como si tuvieras metido un palo en el culo, ¿quién te va a querer así?, ¿quién querría salir con alguien así?
Ya Fabián, me quiero ir a dormir, ¡no me jodas!
Ah viste, no me respondes porque tengo razón. El que calla otorga –reflexiono–. ¿A poco eres gay? ¿Y te gustan que te lo metan?
Sebastián sintió que ya su hermano había cruzado una línea, la cual había pasado de burlarse un rato de el a estarlo ofendiendo y diciéndole cosas que para el eran realmente insultantes. 
¡Te lo advertí!
Sebastián se levantó rápidamente de su cama, prendiendo la luz de la mesa de noche y se tiro encima de su hermano, primero le dio un golpe en la costilla, un poco fuerte, pero no lo suficiente como para hacerle verdadero daño, por más que sea, por muy molesto que estuviera con Fabián, él no se olvidaba de que era su hermano y lo quería. Luego le dio dos seguidos en el brazo, agarrándolo e intentando hacerle una especie de llave.
Nooo Sebastián, quítate.
Pídeme perdón por todo lo que dijiste.
¡Jamás!
Acto seguido Sebastián apretó más su agarre.
Aaaauuuu me estas lastimando. ¡Suéltame!
No hasta que te disculpes.
Con todo el alboroto que tenían y los gritos, lograron atraer a su padre.
Bueno, ¿qué está pasando aquí, porque tanta gritadera? Sebastián suelta a tu hermano.
Nada papá, solo estábamos jugando –contesto el mayor de sus hijos.
Saben que no me gustan los juegos de manos. Vamos a dormir chicos. No quiero volver a entrar por lo mismo.
Si papá –contestaron ambos chicos al unisonoro.
Te salvo papá como siempre, porque si no hubieses terminado llorando.
Si claro. Sueña.
Después de su pequeña pelea, por fin ambos se acostaron a dormir hasta el día siguiente.
Por la mañana tanto Eleanor y Sebastian se fueron bien temprano al colegio y la universidad respectivamente. Arturo se fue a su oficina y Fabián se quedó durmiendo hasta tarde, gracias a que estaba suspendido.
Sebastián al llegar a la universidad se juntó rápidamente con su grupo de amigos que había hecho desde el primer día, a primera hora tenia clase de introducción al Derecho, una de las clases más tediosas para él, por el profesor, que debía rondar los 80 años, hablaba sumamente bajo y entre los dientes, por consecuencia casi nadie le entendía, a duras penas los que se sentaban en los primeros puestos lograban escuchar algo.
Toda la mañana paso bastante rápida para Sebastián, que luego de la última clase, se fue con los chicos del equipo de natación, ya que tenían entrenamiento.
Por su parte Eleanor, le había ido estupendo en su día de escuela, estaba haciendo amigos buenos gracias a Dios, aparte, un chico le estaba coqueteando, ella, aunque él era súper lindo, no estaba interesada en tener novio por los momentos, porque primero no sabía muy bien si su padre la dejaría y su par Fabian de seguro que no le haría ni gracia, era demasiado sobreprotector con ella. 
En la hora de almuerzo en la oficina de Arturo, él y Carolina quedaron para comer juntos. Ambos aprovecharían para conocerse un poco mejor y hablar sobre el tema más importante para ellos en ese momento la rivalidad entre sus hijos.
¿Qué te dijo tu hijo sobre la pelea, porque se pelearon? –la abordo Arturo cuando se metía el primer bocado a su boca.
Ahhh –soltó un suspiro frustrada Carolina–es más complicado de lo que parece.
Bueno, discriminar a alguien por ser venezolano, no me parece tan complicado.
No, no me refiero a eso. Hay algo más detrás de porque empezaron pelearse. Por su puesto que la discriminación que mi hijo empezó a hacerle al tuyo es intolerable, ya lo castigué y le di un sermón sobre ello y el me prometió que no lo volverá hacer. No creas que yo lo estoy educando de esa forma –soltó un poco alarmada. De repente se había puesto algo nerviosa. Y le preocupaba mucho lo que Arturo pudiese pensar sobre ella.
No, pero si no te estoy culpando a ti. Creo en que debes estar haciendo un buen trabajo educando a tu hijo, si cuando lo vi, no percibí que fuera un chico malo, todo lo contrario, se notaba que estaba arrepentido y afligido por lo que había hecho.
Gracias. Santiago es un buen chico. Es solo que la separación con mi exesposo ha sido muy fuerte para él. Te voy a contar algo, pero no se lo cuentes a Fabián, es algo muy personal que me confeso Santi –sonrió levemente al recordar lo que le había dicho su hijo al momento en que lo estaba castigando. Porque en parte le había enternecido, y en parte no.
Arturo se pasó una mano por la boca disimulando que estaba cerrando e hizo el ademan de haber botar la llave.
Mi boca está cerrada.
A lo que Carolina rio por ese infantil gesto.
Sabes que Santi, esta es celoso de tu hijo, porque dice que él tiene un padre que lo quiera y el no.
Arturo coloco un semblante de aflicción al oír aquello.
Él dice que le gustaría tener un papá, que lo trate como tus tratas a tus hijos. Eso me partió el alma.
¿Y qué paso con el padre de tus hijos?
Nos separamos hace 3 años y hace 2 que nos divorciamos. Ya nuestra relación tenía demasiados problemas, ninguno de los dos se ponía de acuerdo al momento de hacer algo, además, en la forma en la que él se comportaba conmigo y con mis hijos hizo que fuera perdiendo el amor por él, y llego un punto en el que estaba con alguien que ya había dejado de amar, y el sentía lo mismo, por lo que, lo mejor fue separarnos. Pero eso, desde el día que yo me fui con mis hijos de su casa, desde ese día no quiso saber más nada de ellos, ya tiene más de 2 años que no los llama y ni si quiera me ha pasado la manutención.
Puedes demandarlo, ¿sabes? él está en la obligación de ayudarte con el 50% de los gastos de tus hijos.
Lo sé, pero gracia a Dios, nunca me he visto en la necesidad de pedirle ayuda a él, con lo que gano me alcanza para que los tres vivamos cómodos, además de que mis padres me ayudan mucho con mis hijos.
¿Qué edad tiene tu otro hijo?
12, y se llama Eliot, es un amor, cuando te lo presente de seguro de caerá bien.
Me encantaría conocerlo, y al otro muchacho también.
Claro que sí, un día de estos nos juntamos todos y conocemos a nuestras respectivas familias mutuamente, a mí también me gustaría conocer a tus hijos.
Me parece excelente. Yo aparte de los mellizos también tengo otro hijo, el mayor, tiene 19, ya está en la universidad.
Wow que bien. ¿Y que estudia?
Derecho.
Una muy buena carrera.
Si lo es.
Así continuaron hablando por un largo rato, Arturo al igual que lo había hecho Carolina también le hablo de su difunta esposa, y otras cosas de interés para ambos.
En la tarde cuando Arturo ya había salido de su trabajo y estaba de vuelta en casa, le pregunto por su hermano mayor a Eleanor. Que era la que estaba sentada en la mesa del comedor haciendo deberes.
En su cuarto con Fabián.
No se habrán vuelto a pelear, ¿eh?
¿Quién? yo –pregunto extrañada.
No, ese par. Pregunto por si acaso, porque de verdad es que no se dan espacio, en vez de hijos pareciera que tengo es animales –reflexiono algo cansado.
Bueeeno –respondió dudosa Eleanor, es mejor que subas y lo averigües por ti mismo. Yo los quise separar, pero como no me hicieron caso, me vine y los deje a ellos allá que se mataran, yo también estoy cansada de que día y noche se la pasen peleando.
Arturo paso sus manos por su cara en señal de frustración.
Por Dios, ¿Qué paso ahora?
Mejor sube y averígualo tú mismo.
Arturo le hizo caso a su hija, y se fue hasta la habitación de sus hijos, pero al momento que iba a entrar, freno al escuchar voces discutir provenientes desde dentro de la habitación, con la perilla en la mano se quedó parado detrás de la puerta y acerco su oreja para oír mejor.
Idiota, mi papá me va a culpar a mí –ese era Sebastián.
No fue mi culpa, tú me empezaste a molestar, y al momento en que retrocedí se cayó.
Si claro cómo no, cuando papá venga yo le voy a decir que fuiste tú. A mí no me van a castigar por tu culpa.
Y yo le voy a decir a papá que me golpeaste.
Hazlo que yo lo voy a negar todo. Además, ¡tú también me golpeaste! –se quejó algo afligido Fabián.
¡Ay! Ya, deja de llorar marica.
Arturo no entendía muy bien lo que había pasado, pero considero que ya había escuchado suficiente y decidió entrar.
Al colocar un pie dentro de la habitación, sus dos hijos lo miraron sorprendido y al reparar lo que estaba caído en el piso, entendió a la perfección de lo que hablaban sus hijos.
El televisor Smart Tv de 50 pulgadas estaba caído en el suelo con la pantalla totalmente rota.
¿Qué diablos paso aquí? –pregunto en verdad molesto. No podía ser que sus hijos pensaran que la plata les caí de los árboles, y no cuidaran las cosas.
Yo no fui –el primero en excluirse de culpa fue Sebastián, lo hizo tal y como lo había escuchado decir minutos antes, por lo que el Arturo, ya antes de entrar estaba predispuesto a no creerle mucho lo que su hijo mayor le dijera.
Papá lo partí yo, pero fue sin querer…snif… no fue mi culpa –Fabián se soltó a llorar fuertemente. Por su cabeza pasaba la idea de que su padre le iba a creer todo a su hermano mayor, cuando gracias a que él lo estaba molestando, el retrocedió más de la cuenta y se llevó consigo el televisor–. Pero Sebastián me golpeo.
Mentiiraaa –se hizo el ofendido–. No le creas.
Si bien es cierto Sebastián era un chico con muchas cualidades, también tenía uno que otro defecto y el mentir era uno de ellos, por más que le enseñase, Arturo, no había conseguido todavía hacer que su hijo dejara las mentiras, además no había forma, muchas veces, que él se hiciese responsable de sus actos.
Pero a pesar de que Arturo sabía que lo que su hijo decía no era verdad, quería descubrirle la mentira en el acto.
¿Dónde te golpeó Sebastián? 
Aquí –hizo una seña hacia su costado–.  Y en el estómago.
Para ver –Arturo le levanto levemente la franela a Fabián.
En Efecto tenía la zona roja y un poco maltratada.
Si es mentira que tu no lo golpeaste, ¿cómo aparecieron estos golpes en el estómago de tu hermano?
Sebastián palideció, a pesar de que sabía que su papá lo había descubierto, no estaba dispuesto a dar su brazo a torcer.
¡Jo! No lo sé, se habrá visto, que yo tenga que saber todo lo que le pase a este tarado. De seguro eso se lo hizo el chico ese con el que se peleó en la escuela.
Está mintiendo papá, él fue…snif…
Arturo no estaba seguro si su hijo estaba llorando porque el había sido el que partido el televisor y esperaba que lo castigaran por ello, o porque los golpes que le había dado su hermano.
¡No me mientas en mi cara Sebastián! Esos golpes tienen minutos de haberse hecho, ¿¡tú crees que soy idiota o que!? Tan poco me tienes que pretendes que me crea esa estupidez que acabas de decir.
Sebastián al ver que había echo enojar realmente a su padre, bajo la cabeza, arrepentido.
No, perdón, yo no quería lastimarlo realmente, ni que se dañada la tv, es que el desde anoche me ha estado diciendo cosas hirientes y ya me cansé.
Arturo soltó un fuerte suspiro, en definitiva, no sabía cómo hacer para que sus hijos no se estuvieran peleando como perros y gatos.
Pero era en juego…snif… no para que me lastimaras, me duele –se quejó de forma lastimera.
¿Exactamente dónde te duele? –Arturo se preocupó al ver que su hijo lloraba era por los golpes que le había dado su hermano.
Aquí un poco más arriba de la cadera.
Arturo examino minuciosamente la zona y efecto allí tenía un fuerte cardenal, que probablemente se le transformaría en un hematoma. Pero no se veía que fuera realmente grave, sin embargo, para el día siguiente si le seguía doliendo lo llevaría a que lo chequeara un médico, no hubiese sido que le haya fracturado una costilla.
Ahorita vas a mi cuarto para echarte una pomada antinflamatoria.
Está bien…snif…
Ya estoy cansado de los dos, que a cada rato se la pasen peleando. ¡Son hermanos! Y tu Sebastián vuelves lastimar a tu hermano y créeme que te voy a dar una paliza todas las noches por un mes, a ver si aprendes a que no te puedes estar jugando con Fabián de esa forma, lo lastimaste. Y no voy a permitir que sigan así, si los tengo que zurrar todas las noches hasta que se les grave en la cabeza, créanme que lo hare.
Tanto Fabián como Sebastián se horrorizaron.
Y el televisor se partió por culpa de ambos, por andar peleando, por los que a cada uno lo voy a castigar por pelearse y por la televisión partida. Y se los digo de una vez, se quedaron sin televisor, yo no voy a comprar otro, y no crean que se van a ir a molestar a mi cuarto a ver la televisión, a lo mucho se irán al cuarto de su hermana y eso si ella los deja.
¡No! En mi cuarto no van a venir a molestar –se escuchó el grito a lo lejos de Eleanor, que al subir su padre ella había subido tras él. La mataba la curiosidad como sus hermanos se iban a zafar de esa.
¿Les quedo claro? Y si quieren un televisor van a sacarlo de su dinero. Ustedes verán si ahorran de la mesada que les doy para que entre los dos se la compren, o se inventan algo que les produzca dinero. Pero créanme que yo no voy a poner ni un centavo para volver a comprar otra TV, ¿les quedo claro?
Si señor –contesto Fabián.
Si papá –contesto Sebas.
Ahora Sebastián espérame afuera mientras castigo a tu hermano por favor, y después entras tú.
Sebastián salió de la habitación con cabeza gacha.
Por su parte Fabián se puso aún más nervioso y su llanto incremento considerablemente.
No papito…snif… por favor no me castigues, todos los días me has estado castigando y hoy lo noche lo vas a volver hacer, es mucho…snif…no.
El castigo de las 20 nalgadas que te estoy dando en las noches es por peleonero, pero veo que no sirve, porque de igual manera te peleas, no con un compañero, pero si con tu hermano.
Pero…snif… el fue el que empezó.
Entonces es mentira también lo que me dijo Sebastián, que tu desde anoche le has estado diciendo cosas pasadas de tono.
Fabián bajo la mirada 
Es verdad.
¿Y entonces? Tú también colaboras.
Lo siento.
Vente, sobre mis rodillas y bájate solo el pantalón, que no voy a ser tan severo.
Fabián hizo lo que su padre le estaba ordenando y procedió a desabrochar su pantalón y a bajárselo hasta la rodilla, se posiciono sobre el regazo y comenzó la tortura para él.
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Snif…no tan duro papá…snif–por su parte Fabián seguía llorando desconsoladamente.
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Fabián ya para ese punto del castigo pataleaba, gritaba y le suplicaba a su padre que parara.
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No papá…snif… para por favor. Ya no aguanto.
Listo mi vida, terminamos, levanta.
Fabián se subió rápidamente su pantalón, algo avergonzado, a pesar de que su padre lo había nalgueado sobre el bóxer, no estaba acostumbrado estar en esa posición.
Arturo le dio un pequeño abrazo y lo lleno de besos.
Ya mi amor cálmate, ya paso, y ahí ya estuvieron incluidas las nalgadas de esta noche.
Vale…snif…
Arturo le dio unos minutos para que se calmara y cuando vio que su hijo había parado el llanto, le dijo que le dijera a Sebastián que pasara y que esperara afuera mientras el ahora castigaba a su hermano.
Cosa que hizo que a Fabián se le escapara una sonrisita maliciosa al oír que a su hermano también lo iban a castigar, se alegraba internamente, se lo merecía por capullo. 





2 comentarios:

  1. Genial, que rápido actualizaste, me alegra encontrar un capi de está historia, te confieso que me cayó muy mal Fabián aquí por andar molestando a su hermano y hacer comentarios homofóbicos, digo igual que el muchacho no es homo ni nada eso me quedó claro, pero sí lo fuera no tiene porque andar diciendole cosas, Sebas no le pegó duro para mi que el showcero es él para que papi lo defienda, en fin yo el papá le daba minimo con el cepillo, que su mano no esta haciendo efecto al parecer, me gustó saber un poco del padre de los chicos de Carol y como siempre en espera de más. Un abrazo!!!

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  2. Me gustó esta historia pero porfa actualiza pronto

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