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Segundas oportunidades
Autora: Gabi.
Autora: Gabi.
Capitulo: 1El fin de un nuevo comienzo
“Papá…”
Esa simple palabra hizo que mis ojos se humedecieran. Si
bien no era la primera vez que esa palabra era dirigida a mí, si era la primera
vez que Logan me la decía. Aquel mocoso de 15 años que poco a poco se había
adueñado de mi corazón junto a sus hermanos.
“Gracias.” -Me dijo, con lágrimas en sus ojos.
“Gracias.” -Me dijo, con lágrimas en sus ojos.
Sin dudarlo, lo atraje a un fuerte abrazo. Aunque el día
anterior había sido una pequeña fierecilla y una pesadilla, ahora me encontraba
lleno de orgullo y amor. No pude hacer más que besar la coronilla de su cabeza
mientras mis brazos rodeaban su cuerpito, una de mis manos sobre sus risos y la
otra sobre su espalda.
De haberme dicho hace dos años atrás que estaríamos en este
punto, me hubiera burlado y reído…o más bien insultado y golpeado a quien osara
pensar que mi vida podría continuar.
Lo cierto era que hace un poco más de dos años creí que mi
vida había venido a su fin.
El inicio de todo esto había sido al comienzo del final.
Todo comenzó ese dichoso 6 de abril. Mi amada Mary cumplía 28 años. Había
pedido ese día de baja y por semanas había planeado el día perfecto.
Desayuno en cama, un paseo a las montañas a esquiar en la
última poca nieve que quedaba y para finalizar, una cena elegante en uno de los
restaurantes favoritos de Mary.
Fue el día perfecto para ambos…y el ultimo día que
tendríamos también. Mary dormía tranquilamente en el asiento copiloto mientras
yo manejaba, la calle apenas y tenía autos y todo parecía lleno de paz. Un
momento yo manejaba, al otro abría los ojos para ver a Mary, sus ojos abiertos
y su rostro lleno de sangre.
No recuerdo mucho, pero desperté días después en un
hospital. Mi pierna tenía varias fracturas, había necesitado tres
intervenciones quirúrgicas, ni que decir de la larga recuperación que se me
venía encima.
Durante las primeras semanas nadie me quiso dar información
de Mary. Entendí que mi estado era critico por la preocupación que miraba en
los ojos de mis suegros y hermana. Creo que dentro de mi sabía que mi Mary ya
no estaba, pero mi corazón y mente se rehusaban ante tal idea.
Dos meses después del accidente me confirmaron la peor
noticia. Un hombre se había quedado dormido en el volante, impactando contra
nosotros. Tanto el cómo mi esposa no lo habían logrado, y yo…pues no se sabía
cómo había sobrevivido. Mary murió en el impacto.
Si este golpe no había sido lo suficientemente duro, me
dieron la noticia que Mary estaba encinta de 45 a 50 días. No podía
creerlo…ella y yo habíamos hablado de comenzar una familia…jamás podría haberme
imaginado esto.
Aunque mi salud aumentaba, mi depresión cada día estaba
peor. Me mudé a casa de mi hermana por los siguientes seis meses hasta que pude
caminar solo con la ayuda de un bastón. Debido a las heridas que sufrí en mi
pierna no podía caminar por un buen tiempo, y con eso mi vida cambio por
completo. Perdí mi familia, mi vocación, y con ello toda mi vida.
Una vez me recuperé, decidí vender el condominio donde
habíamos vivido y prácticamente todo lo que me ataba a mi vieja vida. No
soportaba ver las miradas de lastima de todos así que empaque mis pocas
pertenencias y me mude a donde nadie me conociera.
Termine comprando una casucha en un pueblo lejano. La casa
parecía sacada de un cuento de terror al tener más de una década de
abandono…aunque a decir verdad el vecindario no estaba en mejores condiciones.
En algún punto había sido una linda casa de estilo
victoriano, con un lindo y largo porche frontal y una piscina en el patio
trasero. Cuando la compre no podía caminar por el porche debido a la
podredumbre de la madera de ella, el pequeño jardín frontal estaba lleno de
maleza y un árbol que alguna vez vivió, y el patio trasero estaba en peor
condición. La piscina estaba llena de grafiti, rajada en algunos lugares y
sobra decir que llena de maleza.
No había agua potable, el techo tenía varios hoyos, algunas
ventanas rotas y…bueno…era un desastre. Nadie en su sano juicio la hubiera
comprado…y yo no estaba en mi sano juicio. El agente de bienes raíces casi
saltaba de alegría al darme las llaves luego de finalizar la venta.
Lo primero que hice fue hacerle de plomero y electricista.
Con la plomería me fue bien…bueno…
“¡Por la gran p…!”- Creo que mi grito se pudo escuchar hasta el
centro del pueblucho aquel. Al tratar de componer un grifo, aquella cosa
decidió escupir toda el agua café, casi negra, sobre mi cara. Casi vomito ante
el olor putrefacto, más cuando casi entra dentro de mi boca y entro dentro de
mis fosas nasales.
Como pude, agarre un trapo cercano y limpie mi rostro,
tratando de no inhalar aquel líquido. Lo dejé así y salí hacia el único hotel
cercano donde me hospedaba por los siguientes días.
Ese fue mi primer encuentro. Usando todo tipo de vituperio y
maldición que mi boca podía pronunciar, me encontré parando en seco al ver tres
niños parados frente al pequeño portón oxidado de mi nueva propiedad.
Todavía mojado y hediondo, me quede parado sin saber qué
hacer. El mayor de ellos miraba mi camisa empapada con asco, mientras que el de
medio me miraba confundido. Fue la reacción del más pequeño que me hizo
reaccionar; a mis cálculos a penas y tenía los 3 a 4 años, giro su cabeza como
lo haría un cachorro y arrugo su pequeña naricita en desdén.
“Tenías razón, Logan…está
loco.” -No pude más que abrir mi
boca en sorpresa, estaba seguro que mis ojos se abrieron como platos mientras
que sentía el enojo y humor pelear por el puesto.
“¡Cállate, Daniel!” -Le dijo el mayor, tornándose rojo como un
tomate.
“Pero tú lo dijiste.” -Dijo el de medio, asintiendo como un viejo
discutiendo el tiempo. “Dijiste que cualquiera
que comprara esta pocilga o se mudara a este barrio de mala muerte tenía que
ser un psicópata desquiciado.”
Bueno, el humor iba perdiendo poco a poco la pelea. “Señor,” -hablo el menor, Daniel, sus
ojos verdosos viéndome con un tanto de asco, “Debería
de tomar un baño. La señorita Honey dice que la ‘higiene’ es importante…”
Antes de poder responder al pequeño metido, un grito y un
golpe hizo que los cuatro saltáramos del susto. “¡¿Que
hacen allí, por un demonio?!” -Una
mujer de aspecto poco agradable les grito. “No
les dije que debían estar aquí, ¡diablos!”
Tanto Daniel como el otro niño se apegaron a Logan, el que
suponía era su hermano mayor. La mujer aquella se acercó a nosotros, sonriendo
y tratando de verse cordial, aunque al ver mi aspecto sucio prefirió mantener
su distancia.
“Disculpe…les dije que ya no
vinieran aquí.”
“Agradecería mantuviera a sus
hijos…alejados.” -Le dije, tratando de ser educado lo más posible. “Ahora, si me disculpa.” -Sin mediar otra palabra camine hacia ellos,
haciendo que los cuatro retrocedieran sin pensarlo.
Dos días después logre componer las llaves del lugar y tener
agua potable. Una vez logré esto, me dispuse a componer el techo. Aunque
todavía cojeaba después del sobreesfuerzo, y probablemente lo haría de por
vida, podía hacer ciertos tipos de trabajos.
Me tomo tres semanas poder mudarme a la casa, tenía techo
nuevo-literalmente-, agua potable, un electricista había hecho los cambios
necesarios, y había reparado las ventanas de la planta baja que lo necesitaban.
Todavía quedaba mucho por hacer, sin decir que prácticamente
el único mueble del lugar era un simple sofá viejo de dos piezas que había
comprado.
La casa, aunque a cualquiera hubiera sido lo contrario, fue
una bendición. No solo mantenía mi cuerpo al límite, pero también mantenía mi
mente ocupada. Me despertaba antes del sol y me dedicaba a poner mis destrezas
de carpintero a prueba, una vez el sol se ocultaba, me volvía pintor. Apenas
dormía unas 4 a 5 horas, y solo paraba para lo más necesario y básico.
Una vez me había mudado al lugar fue imposible no cruzarme
con mis vecinitos. Logan iba y venía constantemente por lo poco que podía
observar, y los otros dos jugaban en la calle casi todo el día. Si bien esto a
veces me molestaba, quería fingir que era por el ruido que hacían y no por el
hecho de tener a dos niños pequeños en la calle sin supervisión.
La madre de ellos venía a casa muy noche, a veces borracha si es que mi oído no me fallaba.
Una de las noches que me hizo darme cuenta que algo pasaba fue mientras pintaba el barandal del porche frontal. Finalmente lo había cambiado todo y durante la noche me dedicaba a darle una capa de pintura blanca. De alguna forma me había acostumbrado a los gritos y peleas de los vecinos, pero por lo general los ignoraba.
Diana, como había aprendido se llamaba mi vecina, llego a casa un tanto bebida y en compañía. Era ya tardé, pasadas las once de la noche y solo pude esperar que los tres niños estuvieran dormidos ya.
Asqueado, decidí que pintaría el resto otro día y empecé a empacar mis cosas. Tapando la lata de pintura estaba cuando escuche los primeros gritos provenientes de la casa contigua. Suspire hastiado, lo último que quería eran vecinos complicados.
Sin embargo, antes de poder levantarme escuche la puerta
abrirse y los gritos de Diana y uno de sus hijos…suponía que Logan ya que no
era una voz tan chillona e infantil como la de los dos niños menores.
Aunque quería ignorarlos, algo en mí se inquietaba. Me puse
de pie y decidí observar por un instante antes de dar el día por finalizado.
Por un minuto o dos Logan y su madre se gritaron de todo.
No entendía como la mujer no le soltaba un tirón de orejas.
Jamás podría dejar que mi hijo me dijera lo que ese niño le decía…aunque bien
merecido se lo tenía. No la conocía del todo bien, ni conocía su historia, pero
sabía que sus hijos eran su última prioridad…si es que tenía alguna.
Minutos después salió el tipo aquel. Nunca lo había visto en
mi vida. Si habría un cliché al que apegarse, diría que era un hibrido de
vagabundo, motociclista, y borracho.
Sin decir palabras el tipo se dirigió hacia el pedazo
podrido de madera que hacía de portón de aquella casa. “¡¿Dónde vas?!” -Pregunto
Diana, dejando a su hijo y prendiéndose del brazo musculoso del hombre aquel.
“Vine por sexo, no por
problemas de hijos.”- Le espeto.
“No te vayas…todavía podemos
tener un buen tiempo.” -Diana
suplico, justo al mismo tiempo que Logan hablo. “Vete,
¡nadie te quiere aquí!”
“¡Cállate!” -Le grito Diana, “Vamos…
¡la pasaremos bien! Podemos ir a otro lugar si quieres…”
Era asqueroso presenciar aquel tono entre dulce y lujurioso.
Era aún más increíble que hablara así frente a su hijo.
No pude escuchar lo que Logan llego a decir, pero en
segundos había un hombre adulto de casi dos metros atacando a un adolescente
escuálido y bajito. Lo peor de todo, Diana, su madre, se paró en satisfacción a
ver aquello.
No supe cuándo ni cómo, pero me encontré en medio del
alboroto. Talvez no tenía la fuerza ni estamínea de hace un año, pero seguía en
buen estado físico y no me costó mucho separar a aquel crio del iracundo
hombre.
No sé cómo Logan había logrado atajar un puñetazo haciendo
que le sangrara la nariz. Sin embargo, Logan
tendría varios moretones en su rostro y cuerpo.
“Un paso más y llamo a la
policía.” -Le advertí, mientras
los tres respirábamos fuerte, Logan a mis espaldas.
El extraño sonrió socarronamente, “Tranquilo, me largo de esta pocilga. Ningún polvo vale tanto.”
-Con una mirada de desdén, agarro su chaqueta que en algún punto quedo olvidada
sobre una de las tantas malas hierbas y, dándole una ligera sacudida se marchó.
Durante todo el corto proceso Diana trato de pararlo,
rogándole se quedará o inclusive ofreciéndose a ir con él, pero el hombre aquel
solo soltó su brazo bruscamente, subió a su motocicleta y se marchó sin mirar
atrás.
No sé porque seguía allí…la verdad hasta el día de hoy no
puedo explicar porque seguía allí. Mi cerebro le gritaba a mis piernas que se
movieran, pero mis piernas rehusaban obedecer.
Creo que siempre estaré agradecido la rebeldía de ellas.
Antes de poder verlo venir, Diana se giró a su hijo y lo tumbo con un bofetón.
“¡Porque siempre te metes en
mi vida!” - Le grito la mujer, hiendo de adulta a adolescente. “Siempre es lo mismo! ¡Mamá mi tarea, mamá mi ropa, mamá
aquí, mamá allá!” -Grito en
furia, dando algunos giros y jalando su propio cabello mientras gritaba, “Mamá, mamá, ¡mamáaaa!”
Logan y yo guardábamos silencio mientras aquella mujer
despotricaba, saltaba, gritaba, giraba en sí misma y no hacia sentido.
Finalmente, paro y el silencio fue más ensordecedor que los gritos de hace unos
instantes.
Finalmente, Diana se giró con una sonrisa que hizo mi sangre
se helara. Sinceramente, esa mujer más que crecer necesitaba ayuda mental.
Estaba loca, y su tono dulce y calmado no hacía más que poner los pelos de
punta.
“Hay, cariño…”- se acercó a Logan que, gracias a su anterior
golpe, tenía el labio reventado y su cachete empezaba a mostrar un cardenal. “Creo que necesitamos un poco de tiempo.” -¿Tiempo?
¡¿Era su hijo o novio?! Por Dios…esa mujer estaba loca. “¿Porque no buscas otro lugar para dormir por hoy y
mañana…mañana será otro día, sí?”
“¿Usted está loca?” -Las palabras salieron sin permiso de mi boca.
Estaba a punto de tomar mi vieja camioneta e ir a algún centro médico. Creí que
no me habían hecho los exámenes suficientes antes de darme el alta.
Diana no se dignó en contestar, sacudió su larga y ondulada
cabellera hacia atrás, me dedico una sonrisa, subió las pocas gradas a su
puerta frontal y la cerró con llave.
“Está bien.” -Dijo el chiquillo aquel, limpiándose la sangre
con el dorso de su mano. “No es la primera vez.
Lautaro y Daniel saben que no pueden salir del cuarto cuando esto pasa y puse
un pasador en la puerta por si alguno de sus…novios…intenta entrar.”
Nunca he sido uno que pueda disimular muy bien. Aun de niño
me lleve unas por tratar de mentirle a mis padres. Aun mis amigos se mofaban de
lo poco disimulado que era…y esta vez no fue la excepción. Aunque trate, no
pude ocultar mi enojo e indignación ante estas palabras.
Si no me agradaba mi vecina antes…me agradaba menos ahora.
Viéndolo bien, aquel chiquillo escuálido aparentaba unos doce a lo mucho. Sus
ojos obscuros parecían libros abiertos, grandes y expresivos que en ese
instante mostraban molestia ante mí.
“Buenas noches señor…”
“Bellucini…Gabriel
Bellucini.” -El chico encogió su
nariz ante mi apellido, pero no dijo nada más. Asintió y empezó su camino a la
calle.
“No puedes dormir en la
calle…no es seguro.” -Realmente en ese momento me odie. “Vamos…puedes quedarte en mi casa esta noche.” -Y nuevamente, algo había sucedido que ahora mi
boca tenia vida propia. Mi cerebro y mi cuerpo se habían desconectado de mi
voluntad de alguna forma.
“Este…no gracias, puedo“
“¡Maldición, niño, no te
estoy preguntando!” -El grito me
asusto a mí mismo, y por un momento pude ver el temor en sus grandes ojos, más
aún cuando me cuadré ante él, como soldado listo para la batalla.
Debo admitir que aun en ese momento admire la determinación
de aquella criatura…aunque hay momentos que desearía fuera un poquito, pero
solo un poquito, más dócil. “¡No!”
Mis puños se apretaron, mi mandíbula se tensó y si de mis
ojos salieran rayos laser delante mío solo hubiera quedado un pequeño puñado de
cenizas. “O caminas a casa o te arrastro a
ella.” -Las palabras apenas salieron de mi boca…era tanta mi furia
desubicada que era como un perro pitbull, no podía controlar mi mandíbula ni
abrirla para mejor pronunciación.
Los ojos de Logan se aguaron, sus cachetes se enrojecieron y
sus expresivos ojos se llenaron de furia. “¡No
lo necesito!”
Nuevamente, mi cuerpo se mandó por sí mismo. Fue como si yo
estuviera parado a un lado viendo una obra de teatro que se protagonizaba
frente a mí con mi doble. La verdad, cargar a alguien como un costal de papas
había sido habitual en mi vida anterior, y me encontré cargando a Logan de esa
forma.
Claro que el niño grito, pataleo, golpeo mi espalda he hizo
todo lo humanamente posible por soltarse de mi agarre. Nada funciono. Camine a
mi casa, ignore las brochas y pinturas en mi porche y entre a mi sala.
Una vez allí, prácticamente lo deje caer en el piso como a
un saco de papas. Era en ese momento que volví en mí mismo y me pregunté si
acaso me había convertido en un secuestrador. ¿Acaso acababa de secuestrar a mi
vecino? Olviden eso, ¡¿acaso había secuestrado a un menor de edad?!
Bueno…esperaba no me fuera tan mal en la cárcel.
Aun con tantos pensamientos, mi brazo reacciono cuando Logan
se puso de pie en cuanto sintió el suelo y trato de huir por la misma puerta
por la que lo había atrapado. Mi brazo se movió sin autorización…realmente
necesitaba visitar un médico, mi cuerpo hacia cosas sin mi consentimiento…y lo
atrape por la solapa de la camiseta.
Creo que a cualquier observador la escena hubiera sido
cómica, pero mi mente estaba lejos de ver lo que mi cuerpo hacía. Aquel crio se
retorcía como gusano en un anzuelo, mientras que yo solamente me detenía en
pensar en una cosa, y una cosa sola mientras mi mano sujetaba aquella tela
fuertemente.
El único mueble que había en mi casa era un sofá…que no era
muy cómodo que digamos. Después de dormir en el varias noches había decidido
que lo cambiaría por uno más cómodo en cuanto terminara con las renovaciones de
esa misma habitación.
Le podría dar el sofá “Quieto,
¡caramba!” -Grite interrumpiendo
mis pensamientos y sacudiéndolo un poco, haciendo que el mismo parara un
segundo sus gritos y movimientos. Perfecto…le podría dar el sofá al mocoso por
esa noche y yo podría simplemente dormir en el suelo…si es que llegaba a
dormir.
“Déjame ir, ¡maldito pervertido!” -O podría dejarlo dormir en la calle y que se las
arreglará por sí mismo.
Él había dicho que ya lo había hecho antes…¿qué tal si la
loca de al lado cambiaba de idea y se volvía una madre osa? Podría decir que lo
había secuestrado...que lo había raptado a media noche y que como un clásico
villano de películas me había metido a su recamara para meterlo en un costal y
me lo había llevado…y golpeado…diablos…los golpes.
Talvez lo mejor sería dejarlo ir después de curar sus
heridas. Aunque…ahora que estaba callado y retorciéndose…bueno…daba un poquito
de lastima…y esa lastima se esfumo al momento que me fulmino con una mirada
acusadora.
“Sabes que, muchacho,” -le dije, soltándolo de improviso haciéndolo que
cayera al suelo, “Lo mejor será que“-
Y como si alguien lo hubiera planeado, los cielos se abrieron. No, no bajaron
ángeles ni hubo una luz sobrenatural…solo empezó una tormenta descomunal.
Genial. Ahora ni aunque me metieran preso podría dejarlo ir…aunque…
Un rayo potente cayó cerca, haciendo que el chiquillo aquel
brincara del susto, mordiéndose su ya herido labio. Perfecto. De puberto todo
lo puedo, a infante me asusta la lluvia.
Como si hubieran cambiado al mocoso, sus ojos antes
acusadores me vieron con terror y suplica. “Supongo
que no te importa quedarte, ¿no?”- El
sarcasmo salió sin permiso. Y creo que a este punto había entendido mi cuerpo
tenía su propio reglamento y no obedecería lo que le dijera.
“Perdón…”- susurro, viendo al suelo sin levantarse de este y
atraer sus rodillas a su estómago.
Suspire. Había sido mucho para una noche y viendo mi reloj
era ya pasada la media noche. De nuevo, genial.
"Siéntate en el
sofá"- Le ordene, girándome
y caminando hacia la cocina en busca del kit de primeros auxilios. Podría no
tener comida en mi alacena, pero era mi naturaleza ya estar listo para
emergencias.
Una vez tenía el botiquín en mis manos camine de vuelta al
chiquillo que miraba desde el sofá a la ventana. Me senté y saqué el algodón y
agua oxigenada. Aunque trate de ser suave mis manos eran un tanto bruscas y
pesadas, acostumbradas ya al trabajo tosco. Sin quererlo apreté una herida más
de lo que quería, haciendo que un quejido saliera de los labios aquellos.
“Lo siento.” -Susurre, sintiéndome culpable como cuando había
pisado la cola de mi perro.
“Está bien.” -Dijo el simplemente, jugando con su vieja
camiseta y sin levantar la vista.
En silencio mutuo, limpie sus heridas visibles. Una vez
termine, pregunte si tenía otras heridas lo cual el negó. “Bien…puedes dormir en el sofá.” -Le dije, recogiendo
el botiquín y guardándolo. De reojo lo vi asentir y acostarse allí aun con
zapatos y todo.
Decidí ignorar aquello y simplemente me senté en el piso
junto a la ventana, vista hacia el sofá. Logan no dijo nada, simplemente me vio
y luego se giró para queda boca arriba. Cerré los ojos, tratando de acomodarme
y decidido a dormir, aunque sea unas horas sentado, cuando escuche como el
mocoso se volvía a mover. Abrí un ojo y vi cómo me daba la espalda. Sería una
larga noche.
“No voy a ir a ningún lado.” -Escuché como se volvía a mover y sentí una
mirada acusadora nuevamente. Abriendo los ojos, vi como apoyaba la parte superior
de su cu
erpo en sus brazos tratando de sentarse. “Puedes ir a tu cuarto…no me voy a ir…al menos que esperes que me duerma para violarme…o descuartizarme…o planeas comerme en sopa…”
erpo en sus brazos tratando de sentarse. “Puedes ir a tu cuarto…no me voy a ir…al menos que esperes que me duerma para violarme…o descuartizarme…o planeas comerme en sopa…”
No pude evitar el bufido que salió de mí. En un sentido
obscuro, tenía sentido del humor el mocosito. “No
sé si lo has notado, pero solo hay un solo mueble en esta casa y estas sentado
en el.” -Le dije con una ceja levantada. “No
quiero sonar pervertido, pero…estas en mi cama.”
La risilla que escuche fue…no tengo palabras para
describirlo. Algo en mí se animó, y quería volverla a escuchar…pero otra parte
de mi sintió que de alguna forma traicionaba a Mary y aquel bebe no nacido.
Era…difícil de describir, aun ahora.
“Si sonó como un pervertido.”
“Antes me tuteabas, me insultabas,
me pegabas y gritabas y ahora me tratas de usted.”- Solté con una medio sonrisa, y por un momento
sentí mi corazón leve, pero pronto el sentimiento de culpa me invadió,
arrasando con toda tranquilidad mental que había logrado tener. “Cállate y duerme. Mañana te vas a tu casa.”-
La aspereza con la que mi voz se destacó me desubico incluso a mí, y fue
evidente que a Logan también.
El niño no dijo nada, solo asintió y se tumbó en el sofá
nuevamente. Inhale y exhale, y decidí que lo mejor sería concentrarme en el
sonido de la tormenta y olvidar la pequeña compañía que, por un momento, me
había dado un atisbo a una felicidad inalcanzable.
Hola , gracias por participar con tu historia
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