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domingo, 1 de enero de 2023

Especial Navidad


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Un regalo tardio 

 Autora: Gabi

 El gigante de axero 

 


“¡Max!” 

“¡MAX!”

“¡MAAAX!” 

Los gritos de Charlie resonaban por todo el hogar y taller. “¡MAAAAX KENTON!” La molestia era evidente cada vez que llamaba el nombre de su vástago, aunque cualquiera viendo tal escena solo podría sonreír al ver a Atom repitiendo cada uno de sus movimientos caminando detrás del hombre. 

“¿Qué pasa?” Pregunto la bella Bailey, componiendo uno de los pocos adornos navideños esparcidos por el espacio que Atom había botado.  

“¿Has visto a Max?” Pregunto molesto Charlie. 

La mujer se encogió de brazos, viendo a Charlie con calma. “Está en su habitación.” Ante la respuesta, Charlie suspiro, alborotando aún más su cabello al pasar sus dedos por ellos. 

“Genial.” Murmuro el hombre, girándose y dando zancadas hasta el lugar. “Debería de haber estado en el gimnasio entrenando desde hace ya quince minutos.” 

“Todavía es un niño, Charlie.” Le dijo la mujer en alto, dirigiéndose nuevamente hasta una de las motocicletas en las que trabajaba. 

“¡Sabe que si quiere aprender a boxear debe entrenar!” Le dijo el hombre molesto, abriendo la puerta del preadolescente. “¡MAX!”

“Yaaa…¡ya estoy aquí!” dijo el pequeño, saliendo de mala gana de su habitación, cerrando la puerta rápidamente. 

“Estas tarde.” Le dijo el hombre, viéndole con ojos entrecortados. 

“Perdona, pero ya estoy aquí.” Le dijo con media sonrisa, tratando de alejarle del lugar. “Vamos, se nos va a hacer más tarde.” 

Las palabras del muchacho le inspiraron mayor desconfianza, viéndole con ojos un tanto achinados. “Que estabas haciendo?” pregunto, ladeando la cabeza, haciendo que Atom hiciera el mismo gesto. 

“¡NADA!” respondió el menor rápidamente, demasiado rápido para levantar las sospechas de su padre. 

“Déjame ver.” Le dijo tranquilamente, poniendo su mano sobre la cabeza del muchacho para moverlo del lugar. 

“¡No!” Grito con impulso, tomando la mano de su padre y girándose para tratar de jalarlo hacia el lado contrario. 

“Déjame ver, Max.” Le dijo mas seriamente, sospechando que algo grave podría estar pasando.  

“De verdad,” le dijo, “No pasa nad-“

Miau

El pequeño sonido les hizo a todos pausar, con Charlie achinando sus ojos. “¿Ese es un gato?” 

“¡Nooooo!” Dijo el niño, “Es…es…mi puerta.” Le dijo, asintiendo. “Mi puerta chilla.” 

Charlie levanto una ceja, viéndole algo molesto. “¿Crees que soy estúpido?” 

“¿Que?”

“¿La puerta?” 

“Bueno…no la puerta. Es decir, mi videojuego, hay una puerta…una puerta, este…es una puerta mágica que-“

Miau

Junto con el maullido se escuchó como rasgaban la puerta, haciendo que Charlie perdiera toda paciencia y abriera la puerta. 

“NO!” Max grito, tirándose sobre el brazo de su padre para tratar de pararlo. 

Al abrir la puerta les brinco una bola de pelos blanca y negro, aquel pequeñín que no solo se atrevió a salir maullando como loco pero que, al ver a Charlie se restregó contra su pierna y luego empezó a tratar de escalarle como si de un árbol se tratara. 

“¿Pero qué diablos es esto?” le pregunto, tratando de sacar al pequeño minino de su pierna sin poder. 

“Lo encontré en el callejón de atrás. Estaba con frio, llorando y con hambre.” Le dijo su hijo, tomando al minino en brazos. 

“¿Y lo trajiste así por así?” pregunto molesto, cruzándose de brazos. 

“Yo lo voy a cuidar…es chiquito, no molesta y-“

“Y nada. No puede quedarse.” 

Max le vio con determinación, la misma mirada que tenía hace unos meses con Atom. “Necesita una casa.” Le dijo molesto, “Y aquí tenemos una.”

“No. Necesitas entrenar, no tenemos el tiempo ni-“ 

“Es mío. Se queda.” 

Charllie le vio con molestia, su rostro endureciéndose mientras que el menor abrazaba a la bolita de pelos a su pecho. “Dame eso.” Ordeno firmemente. 

“No.” Le dijo el niño con la misma intensidad de firmeza. 

“Max, dame esa cosa.” 

“¡No puedes quitarme a Fredy!” 

“¿Fredy?” La molestia aumento en el mayor. “No puedes ponerle nombre! No sabes si esa cosa pulgosa está enferma o si-“

“¡Tú eres el enfermo!” Le grito Max, molesto, y antes de qe pudiera hacer más, Charlie le tomo del brazo y le soltó una dura palmada. 

“¡No me hables así!” 

Max no dijo nada, no lloro, no se quejó, pero el enojo en sus ojos le dijo todo a su padre. Meses atrás, Charlie hubiera perdido todos los estribos con él, pero algo en él le hizo recordar que, después de todo, su niño tenía más fuerza interna que la que el jamás habría tenido. 

En menos de un año la vida de Max había cambiado por completo, desde la pérdida de su madre, hasta la batalla legal por su custodia…recordando el hecho de que por años él no había sido nadie para su propio hijo. 

Esto le tomo segundos realizarlo, y vio a su hijo, tomando en brazos a la pequeña bolita de pelos protectoramente. Suspiro, “A ver Max…hijo….no podemos quedarnos con el gato.” Le dijo, tratando de hacerle entrar en razón. 

“Lo mismo dijiste de mí, y aquí estoy.” Le dijo, no sacándole en cara por mucho que dolieran las palabras, pero simplemente dando los hechos. 

Charlie no sabía que decir, por un momento molestándose un poco ante la incomodidad. Estaba a punto de responder, cuando Bailey llego, dando un pequeño grito de admiración. 

“¡Pero que belleza!” Dijo la mujer, tomando al gatito en brazos. “¿Pero de donde salió esta preciosura?” 

“La encontré en el callejón de atrás, pero resulta que Charlie quiere que regrese al basurero de donde salió.” Le dijo molesto. 

“Primero que todo, nunca dije eso. Y segundo, es papá para ti.” La voz antes rígida de Charlie sonaba tranquila para el oído común, pero para el que le conocía sabía que algo le turbaba, y esa persona era Bailey. 

“Sabes,” le dijo tranquilamente, “Los gatos tienen fama de ser mascotas que no necesitan mucho.” Le dijo, “Y la verdad, sería una buena compañía cundo vas de gira. Él y yo nos quedamos en casa.” Le dijo la mujer, “Y por supuesto, sé que Max me ayudaría…podría ser un regalo de Navidad.”

“Navidad fue hace cuatro días.” Le dijo Charlie, sobando la cabeza del gato. 

“Un regalo tardío.” Le dijo, dándole una sonrisa picarona. 

Charlie vio la mirada esperanzada de su hijo, y al final supo que aceptaría, aunque el hecho de que Bailey obviamente ya había tomado una decisión. 

“Vamos a tener que comprarle un arenero, y comida, y lo que sea que un gato necesita.” Apenas había terminado de hablar, Max se lanzó a sus brazos. 

“¡GRACIAS! ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAAAS!” Grito el niño con emoción. “Y lo siento mucho…yo…”

Charlie suspiro, sobando el cabello del niño y apegándole a su pecho. “No digas más,” Le dijo tranquilamente, “Como dijo Bailey…tómalo como un regalo tardío de Navidad.” 

El niño asintió, disimuladamente limpiando sus lágrimas, aunque su padre las pudo ver. “Tu…tu eres mi regalo también.” Le dijo suave, “Poder estar contigo.” 

Ante esas palabras, Charlie no pudo contener las lágrimas, agachándose para abrazar completamente al joven, y cargarlo en brazos en un fuerte abrazo. “No, TU eres el mejor regalo que la vida me dio.” 

Padre e hijo se fundieron en un fuerte abrazo, con Bailey limpiando sus lágrimas mientras 


 

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