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viernes, 25 de noviembre de 2022

Javier capítulo 1


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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 Javier

Autora: pili

 

 


“Terrores nocturnos”

Ñiaaaa Ñiaaa

Me levanté durante la madrugada con mi bebé en brazos a preparar un biberón.

 Estaba solo.

Mi novia estaba ingresada en una clínica por vesícula, le darían el alta mañana al medio día. Mis padres son médicos, estaban de turno en el Hospital Naval y mi querida hermana también médico decidió mudarse con su novio, para que mi novia y yo pudiéramos estar más cómodos con mi pequeño monstruo que lloraba y lloraba.

Le mecía con el brazo que le sostenía, mientras que con el otro preparaba e intentaba recordar cuantas cucharadas de formula eran. ¡Me lo habían escrito en un papel! Pero lo perdí, de un segundo a otro mi hijo comenzó a llorar con más intensidad... Como si eso fuera posible.

-Ñiaaaa Ñiaaaa

Decidí que eran cuatro cucharadas.

- Tranquilo bebé, tranquilo. ya sé que no soy tan bueno como mami, pero hago lo que puedo...

Agite la leche como lo hacía mi madre y mi novia; Con un poco más de energía debo reconocer, en gran parte motivado por la desesperación propia del momento y me exploto, bueno, no explotó, pero salió un chorro disparado de la boquilla ¿Cómo era posible? ¿Por el calor? 

¡Si a penas estaba caliente por miedo a quemarle!

El llanto de Georgie había cesado. Le miré, tenía la cara con leche, la había salpicado. La fórmula y él se anhelaban mutuamente. Deje el biberón en la encimera y le levanté con ambos brazos para jugar un poco y aprovechar el pequeño instante de calma que me habían brindado esos pocos mililitros de leche que para mi desgracia no fueron más que eso, unos bastos segundos reducidos a nada. 

George había vuelto a la batalla.

-Ñiaaaa-Ñiaaaaa

- Mierda.

Terminé de preparar la fórmula  más abatido que nunca y al fin se durmió. A las horas después debía levantarme, el padre de mi novia fue a recogerme a la casa de mis padres y emprendimos marcha en busca de mi dulce Elena.

Luego del alta con mi novia delicada y nuestro hijito de cuatro meses gorgoteando en su silla de bebé nos fuimos a su casa.

No vivíamos juntos oficialmente, pero no nos separamos nunca, ella se quedaba en mi casa o yo en la de ella.

Teníamos proyectos de una casa enorme donde viviríamos con nuestro pequeño Georgie, nuestros perros y los hijos que vinieran, pero primero debíamos terminar el cole, luego entrar a una carrera y luego buscar empleo y ahorrar dinero, sólo entonces podríamos poner nuestros planes en marcha. Mientras tanto solo hacíamos lo que nuestros escasos dieciséis años nos permitían hacer. Soñar.

Pasaba el tiempo y mi hijito dejó los balbuceos por palabras, cuando dijo papá por primera vez sentí que el pecho me iba a explotar. Yo era su papá. Le miraba con admiración y cada tanto me repetía: ¿Cómo era posible que algo tan precioso haya salido de mi? Era perfecto.

Un día en específico, cuando George caminaba un buen trecho sin desequilibrarse, mi hermana, Irene. Nos informó que se casaría con mi cuñado, les felicitamos y comenzaron los preparativos, mi Georgie llevaría los anillos y al cabo de unos meses llegó el gran día, para entonces mi George tenía un año y ocho meses.

Decir que mi casa estaba desordenada era poco, estaba hecha un desastre.

Que mi madre corriendo de un lado a otro, que la maquillista, la del peinado, la de las uñas, el fotógrafo, Elena, mi novia con un zapato menos pidiendo que mude a George.

Las bodas no deberían ser motivo de estrés, pero decidí callar mi pensamiento por miedo a la reacción de las tres mujeres que más amaba en el mundo. Podían matarme.

- ¡Javier! Ve a vestirte ¿Te duchaste siquiera?

- ¿mmm? Mamá me duche ayer, ¿Por qué debería hacerlo hoy?

Solo recibí una mirada asesina y opté por lo sensato. huir y llevé a mi hijo al cuarto para mudarlo.

- Están todas locas ¿Verdad que sí?

¿Verdad que si?

- Tan ocas.

- A ver, repite. "His - te - ri - cas"

- ...

Me miró con un gran signo de interrogación sobre su cabeza y no pude evitar reírme.

Una vez cambiado y listo, le deje sentado sobre la cama con algunos juguetes y me cambié, iba a tomar a George y en el trayecto  resbale con un pedazo de cartón de los que traen en el empaque las camisas y caí.

- ¡Ah mierda!

- Mie'da.

- ¡No! Georgie, no repitas.

- Mie'da.

- Mira el pato.

Le pase su pato de peluche que había ganado con mi novia en un máquina de garra, sorprendentemente gaste más dinero tratando de sacar el animal que lo que costaba si hubiera pagado por él en una tienda cualquiera, un maldito peluche de veintidós dólares que no medía más de doce centímetros.

Pero George lo amaba y eso a mi me alegraba el alma.

- ¡Ato! ¡Pa ato!

- Si tu pato.

- Javi vamos, solo faltan ustedes... Uyy pero que guapo mi bebé.

Elena, mi novia entró al cuarto y lucía un vestido de tonos verdes y marrones. Era ajustado, caía suavemente por su preciosa silueta hasta unos centímetros sobre las rodillas y un leve tajo en la pierna derecha que subía hasta medio muslo, estaba hermosa. Mi novia era hermosa, sin duda la más bella de todas.

- Lo sé... No tienes miedo de enamorar a alguna invitada. - Contra ataque el cumplido que claramente no era para mi.

- ¡Ja! Miedo de que no te caiga un meteorito, eso da miedo. Aww mi bebé, que guapo estás. Y eso que tienes ahí ¿Qué es?

- Ato mamá, ato.

- Elena...

- ¿Qué quieres?

- Ese vestido es muy corto. Ponte algo más largo, quieres.

El tono de voz que empleé fue severo, pero qué más podía hacer después de decir que me cayera un meteorito, debía vengarme y no podía meterme con "cómo se veía vestida"... Porque se veía como una diosa.

De pronto noté mi cuerpo estremecerse, la forma en que Elena me miraba era feroz. Había picado, no pude frenar más la carcajada y me miró con desdén.

Me acerqué para besarla y le respondió. Estaba perdonado.

- ¡Ay! No pellizques. Mujer violenta.

- No me digas babosadas.

- ¿Te digo otra cosa?

- ¿Qué tontería vas a decir ahora?

- Me tienes loco.

- ¿Te digo algo yo?

- ¿Qué cosa?

- Eres...

- Mie'da.

- ¡George no! eso no se dice. ¿Dijiste malas palabras frente a George? Javi no que tendrías cuidado.

- Me caí, solo se me salió, perdón.

- Roguemos para que no lo diga en la boda.

- Te imaginas se lo dice al Padre.

- Ay Javier, ni lo digas.

- Hablando en serio me encanta como te ves.

- Gracias mi amor, Igual estás guapo.

Nos reímos un rato hasta que ya estábamos con la hora encima. Por suerte George no dijo nada indebido, de hecho se puso a llorar y tuve que entregar los anillos en su lugar. La boda resultó un éxito, mi hermana se veía muy feliz. 

Pasados los meses llegó un periodo que con Elena estábamos bastante estresados, teníamos la finalización de curso, los exámenes finales, el examen de acceso a la Universidad y lo que nos demandaba mas tiempo.

George.

A veces me preguntaba cómo era posible no rendirnos, con lo pesado que había sido todo.

Yo tenía una familia acomodada económicamente, pero Elena no y independiente del dinero, nos habíamos perdido gran parte de nuestras vidas en el cuidado de nuestro pequeño.

Muchas salidas al cine con amigos, algunos partidos de básquet, caminatas, e incluso campamentos escolares.

Tenía dieciocho años y un niño que pronto cumpliría tres. Con Elena estábamos estudiando en la sala, sentados en el piso con la mesita de centro llena de libros y algunas migajas que dejaba George, se suponía que estaba sentado viendo televisión, pero para un niño de su edad, el estar quieto demandaba súper habilidades que no tenía y que para estas alturas nosotros estábamos acostumbrados a que él las incumpliera.

De pronto sentí un empujón, no fue fuerte, pero me encontró desprevenido. Mire mis ejercicios matemáticos, tenía una gran línea de tinta sobre ellos.

Ahora los debía rehacer y solo quedaba plazo hasta mañana.

- ¡Maldición George!

- Papi vamos, mmm.

Mire la Tv, lo que apuntaba su dedito, había un parque. El típico parque de barrio.

Mire a Elena con mirada cómplice para ir y desconectarnos un rato, con suerte Georgie se cansaba y dormía el resto de la tarde.

Elena no se había enterado de nada, le toque para que me prestara atención, nos observó un segundo y se dio por enterada.

- ¡No! No mi amor, papá y mamá están ocupados.

George escuchó el "no" y fue basta para su mini berrinche.

- Anda Elena no seas aguafiestas, hace semanas que no lo sacamos, solo una hora, volvemos a las tres treinta, justo a la merienda, lo más seguro es que se duerma de regreso.

- Es que debemos terminar esto.

- Lo sé, pero tiene derecho a respirar aire fresco, además hoy mamá vuelve a eso de las seis, si vamos ahora al parque y Gorgie duerme, es probable que a esa hora despierte y así lo ve mamá en lo que acabamos de estudiar.

- Está bien, igual necesitaba un relajo.

Me respondió mientras estiraba sus brazos. Cada vez que hacía eso me recordaba a un gatito despertando.

- Pequeñajo deja de llorar. Anda vamos por un sweter.

Al llegar al parque nos sentamos en el césped con mi novia frente a la caja de arena donde jugaba Georgie. Le vimos correr, intentar saltar y le ayudamos con los toboganes.

- Mami "lele"

- oww ¿Donde duele mi amor?

George nos dio la espalda y supusimos que ese era el lugar que dolía, mi novia le sacó una gran cantidad de arena que estaba rozando la piel de nuestro pequeño. Una vez limpio le llevamos a un tobogán mas alto.

- Javi, suéltalo.

- No, se va a caer.

-Anda, amor no seas cobarde.

Le solté y no cayó. Uff. Jugamos un rato más hasta que George se durmió. De camino a casa le cargaba en mi brazos y mi novia iba junto a mi compartiendo unas galletas que eran de Georgie.

Fue de esas ocasiones que se catalogan como "Un recuerdo Feliz". "Un recuerdo muy feliz" Uno de los últimos antes que comenzara la pesadilla a la que nos debíamos enfrentar, a la que la mayoría se enfrentaba tarde, pero por desgracia a nosotros se nos presentó temprano.

La cruda realidad.

Pasó el tiempo y dimos el examen de acceso a la universidad.

Elena entró en medicina y yo a una escuela culinaria a la que solo pude asistir seis meses.

****** Un año después******

Peter: Quieren conocer a las sirenas

Wendy: Me encantaría.

Juan: Nosotros preferimos conocer a los Indios.

Miguel: Si así es.

Peter: Pues bien... Niños perdidos, muestren el camino hacia la toldería. Vamos Wendy.

Wendy: Vamos. (llegan a las Sirenas) no puedo creerlo sirenas de carne y hueso.

Peter Pan, el diálogo lo conocía de memoria, las canciones también. ¿Cuál era la fijación de los niños pequeños con ver la misma película una y otra vez?. Todas las mañanas despertaba como hoy. Viendo a Peter pan.

- ¿Papi jueguemos a Pete pan?

- Mmm esta bien, yo estoy desmayado, por que el capitán garfio me hirió.

-Noooo papi, ese ño. Tú weny y yo Pete y te descato.

- Está bien.

Jugué con George un buen rato, Elena estaba estudiando, quedó en la Universidad local. Era a lo que aspiraba y entró en la facultad de Medicina, Toda una familia de Médicos. En cambio yo, opte por cumplir mi sueño... La Gastronomía, Sin embargo cuando ocurrió lo de Georgie Elena quiso dejar la Carrera, le insistimos que no y gracias a Dios acepto. La situación era complicada por lo que quien dejó la Universidad fui yo, Gastronomía era más fácil retomarla.

- Javier levanta es tarde.

- ¡Belita!

- Mi amorcito. Ven bajemos, la tía te vino a ver.

- Belita amo.

Este mocoso sabía que nos tenía comiendo de su mano.

- Yo amo más.

George le estiró los brazos y mi madre lo tomó en sus brazos para bajar.

- Cinco minutos.

- Oh por Dios, ¿Qué es esto? ¿Un regimiento?

- Chinco minuto.

Mi madre me hizo la típica seña de llevarse los dedos a los ojos para luego apuntarlos a mi. Lo repitió un par de veces y Georgie la imitó. Cómo era posible no enamorarse de ese niño.

Baje a la sala. Estaba Irene sentada en un sofa y George jugaba con un auto en su panza. Me acerqué a ellos.

- ¿Georgie sabes que tiene la tía en la panza?

- Ñiño pedido.

La velocidad y seguridad con la que respondió hizo que con Irene soltamos una carcajada.

- ¿Ha sí? ¿Y qué niño perdido tengo acá dentro?

Esta pregunta le hizo pensar, lo medito unos segundos, luego, de la nada levantó cabeza y abrió sus hermosos ojos cafés con una expresión de felicidad.

- Pite pan. ¡Papá Pite Pan!

- Gorgui el primo se llama Julian... O Juliana

- ¡Pite Pan!

- Está bien... ¿Y cómo te has sentido, con el alien que se alimenta de ti?

- Bien, está creciendo sanito. A George le está creciendo el cabello.

- Si ya todo está volviendo a la normalidad, volveré a clases el próximo semestre, para entonces ya tendrá sus ricitos... Oye y ¿Estás segura que será hombre? que ese "esta sanito" sonó con mucha seguridad.

Me acomode a su lado y me recosté levemente sobre su hombro, me hizo mimos en la cabeza.

- Si... Es decir, aún no nos dicen nada, pero tengo la intuición.

- Con Elena no pudimos hacer eso.

- ¿El qué?

- Imaginar cómo sería George.

- ¿Fue una época estresante?

- Acaso no recuerdas cuando explotó todo.

- Cómo no, si yo fui la que te salvó el culo de papá.

Sentí mi cara caliente, indicio de que estaba colorada.

- Si si, lo que digas. Que sepas que después igual me pego.

- Pero si a mi me prometió que no te castigaría. Es más, me dijo que el que tu fueras padre adolescente fue culpa de él, te descuidaron... Creían que ya eras "mayor".

- No... No me castigo por eso, para ser exactos.

- ¿Y por qué fue entonces? Si esos días estuviste encerrado, no tuviste oportunidad para hacer nada.

- ... Hice una apuesta.

- ¿Qué?.

- Con los chicos apostamos veinte dólares cada uno a quien tenía sexo con su novia antes.

Irene no hablaba, giré un poco mi cabeza para mirarla.

- ¿Estás enojada?

- Si, es decir ¡No!... Es solo que no entiendo el criterio de nuestros padres de haberte dejado a tu bola.

Me quedé en silencio mientras mi mente viajaba un poco más atrás.


 

1 comentario:

  1. Antes que todo darte la bienvenida a este rinconcito de amistad , gracias por querer hacer parte de el .
    Ser padres a esa edad no debe ser fácil tu mundo cambia completamente ,veamos cómo se desenvuelve nuestro javi

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