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Segundas oportunidades
Autora: Gabi
Capítulo 33 La pieza faltante
Esperar fecha para ir a juicio puede ser lo peor, pero en mi caso simplemente lo vi como un plazo alargado para alejar del todo a la loca de Diana. Ella, por su parte, simplemente se mantuvo alejada de nosotros. No sabía si encogerme de hombros ante esto, rodar los ojos ante la faceta de “madre abnegada” que quería implementar, o simplemente ignorar lo pasado y seguir con mi vida.
Esto ultimo tomo la antesala ya que, en realidad, con tres niños aburridos en casa por el verano tanto Paula como yo debíamos ingeniárnosla.
Desde que Daniel había pronunciado la palabra prohibida en casa, no había día de la semana en que uno de ellos no me dijera lo mucho que querían una mascota, mientras que yo trataba de entretenerles con la compostura de la piscina la cual por supuesto no se arreglaría tan rápido y tardaría poco mas de dos semanas.
“Amor…” Me despertó la voz de Paula una madrugada, cuando después de ciertos…menesteres…empezaba a quedarme dormido, mi piel y la suya pegadas una con otra.
“¿Hmm?” Apenas pude murmurar.
“He estado pensando en lo de la mascota.”
Mis ojos se abrieron de golpe, y aunque estaba cansado después de haber complacido el deseo carnal de nuestros cuerpos sentí mi piel erizarse al pensar que mi loca había cedido ante el suplicio de nuestros mucositos.
“Paulaaaaa…” Fue un gemido, muy diferente a los que habían salido de mi boca hace apenas minutos atrás.
“No, no, escúchame.” Me dijo, girándose e inclinándose un poco para verme a los ojos, dándome plena vista de sus bellos y libres pechos. “No estoy diciendo que tengamos un perro ni nada de eso…pero…¿y si conseguimos un pez?”
“¿Que?”
“Siempre quise una mascota…” me dijo, sus mejillas tiñéndose de rojo, “Pero…bueno, un gato o un perro, es decir, ¡hay Gabriel!” me suplico casi con un puchero. “¡Yo también quiero un animalito!”
No pude evitar traer mi mano a mi frente. “No. puede. ser.” Dije pausadamente.
“Escúchame, ¿sí?” Me suplico, viéndome con un puchero y ojos lastimeros. Definitivamente o le había aprendido esa mirada a Lautaro o Lautaro se la había aprendido a ella. “Yo se que no podemos algo muy grande, pero…un pez Beta.” Me dijo con una gran sonrisa e ilusión. “¡Yo lo cuido, y los niños me pueden ayudar!” Me dijo con emoción. “Yo les enseño como cuidarlo, se les da de comer una vez al día, se limpia su pecera cada cierto tiempo y bueno, solo ocupa un lugar muy, pero muy, muuuy chiquitito.” Me informo.
“Paula…” mi voz se tornó algo divertida, girándome para verle mejor. “Estas queriendo convencerme para que diga si, o me estas diciendo esto para que cuando vea un pececito en nuestra casa solo piense en las cosas buenas.”
Paula sonrió con picardía. “¿Un poco de ambos?”
La carcajada que solté no fue para menos, dejándome caer en la cama. “¿Y crees que con un pez se queden felices?”
“Pues…es una mascota, ¿no?”
Asentí, acomodándome nuevamente, con Paula acomodándose sobre mi pecho, besando mis pectorales y bajando su mano. Si esta era su forma de terminar de convencerme era una muy efectiva, y mi cuerpo empezaba a responder rápidamente a ella.
La tarde siguiente al llegar a casa me encontré con una peculiar y divertida escena. Todos estaban rodeando la mesita de la sala, y sobre esta, en el centro, una pequeña y redonda pecera con un pez azul en ella.
Paula observaba el animalito seriamente, Lautaro ladeaba la cabeza de lado a lado al son del pez, Logan le observaba con una suave sonrisa, mientras que Daniel le imitaba con su boquita, abriendo y cerrando los labios.
“Hola.” Les salude con una sonrisa, a los que todos me voltearon a ver de una y luego voltearon a ver al nuevo miembro de la familia.
Así que me senté entre Logan y Daniel, con este último sentándose en mis piernas. “Papi,” dijo Lautaro calladamente, “tenemos un pez.”
“Yo quería un perrito.” Dijo el menor de los tres, con un puchero. “¡No hace nada más que esto!” Me dijo volteando a verme he imitando al animalito con su boca nuevamente.
“La verdad, esta un tanto aburrido.” Dijo Logan.
“No es aburrido.” Defendió Paula, “Solo que…hay que esperar agarre confianza.”
Los dos mayores asintieron, con Daniel llevando un dedo a su boca para ser detenido por mi mano. “No, amorcito.” Le regañe con suavidad, para luego darle un beso en la manito y sostenerla en la mía.
“¿Cuándo agarre confianza va a salir a jugar conmigo?”
“¡No, tonto!” Le respondió rápidamente Lautaro, “¡Si juega contigo se va a morir!”
“¡No soy tonto!” Le recrimino el menor, viéndole con enojo.
“Bueno, bueno. Lautaro, no se le dice así a nadie.” Intervino Paula, “y Daniel, amor, los peces viven en el agua. No puedes sacarlo a jugar o se va a morir.”
Daniel puso un puchero, y se cruzo de brazos. “Logan tiene razón.”
“Lo dicho…esta cosa es aburrida.” Asintió el mayor, apoyando sus brazos en la mesa para luego descansar su rostro allí.
Paula simplemente negó con la cabeza, y yo suprimí una sonrisa. Talvez hubiera sido mejor una tortuga. “Necesita un nombre.” Dijo ella.
“Paco el pez!” dijo Daniel, “Como el de la película!”
“No tiene cara de Paco.” Nos dijo Logan, haciéndome preguntar que cara necesitaba para llamarse Paco. “Y si le ponemos Ponjo?”
“Mejor Gabriel!” Paula soltó una carcajada, mientras que yo me gire para ver con asombro a Lautaro.
“¡Por supuesto que no!” Intervine rápidamente, rehusaba a compartir mi nombre con un pez.
“Gabo puede ser.” Dijo Logan con una sonrisa pícara, viéndome de soslayo.
“¡Gabo! ¡Gabo! ¡Gabo el pez!” Salto en emoción Daniel.
“¡Gaaaabooooooo!” Le grito Lautaro al animal aquel.
Mientras fulmine con mi mirada a Paula que trataba inútilmente de retener su risa. “Lo siento!” Gesticulo con los labios, sin emitir sonido, para luego aclararse la garganta y hablar algo seria. “Bueno, bueno. Paco, Ponjo o Gabo, como sea el nombre su papá tiene que estar de acuerdo. Yo digo que, ya que el no nos ayudo a elegir en la tienda, dejemos que sea el quien decida el nombre.”
Genial, ahora todos los ojos volvieron a verme, sus miradas llenas de expectativas en lo que era obviamente una variación de mi nombre.
“Supongo que…” suspire, increíble lo que uno hacia por los hijos y la mujer, “Supongo que Gabo esta bien.” Dije entre dientes, forzando a sacar una sonrisa, aunque mi sonrisa se volvió genuina cuando todos se tiraron a abrazarme, incluyendo a Logan.
Así que, por el resto de la tarde le dimos la bienvenida, a petición de Daniel, a Gabo el pez a la familia. Lautaro tuvo la idea de comer sushi para la fiesta….aunque rápidamente fue vetada por Logan, quien sugirió era mejor una pizza de queso.
Eran tardes como esta que me hacia sentirme agradecido por mi familia. No había drama, ni pleitos, ni regaños, ni nada. Solo una tarde conviviendo con ellos y mostrándoles mi amor y cariño.
El miércoles en la tarde recibí dos noticias. La primera, y muy grata era que la piscina estaría lista para usarse y estrenarse ese sábado. La segunda, con un tanto de aprensión que dentro de un mes nos presentaríamos a juicio con la donadora de óvulos de mis hijos.
Diana se enfrentaría a cargos de abandono, entre otros, y si todo saldría bien y dado el hecho de que Paula no había tenido éxito contactándose con el padre biológico de Logan, podríamos proceder a la adopción de mi niño mayor.
Por supuesto esto ultimo no se lo dijimos a los niños. Ellos solo sabían que Diana había regresado, pero nunca la miraban en realidad, aunque las medidas de seguridad con ellos eran un tanto mas estrictas. O asfixiantes como les llamaba Logan.
“¡¿Porque no puedo ir al parqueeee?!” se quejo este ultimo cuando entre por la puerta ese jueves.
“Ya te lo dije, Logan,” le dijo Paula, su voz un tanto exasperada. “No puedo llevarte ahora. En realidad, en cuanto venga tu papá debo irme a trabajar.”
“¡Él no es mi papá! ¡Y tu tampoco eres mi mamá!” Le alzo la voz el menor.
“Pues te aguantas. ¡Pero no vas!” Daniel, que pintaba en el suelo de la sala me volteo a ver. “Han estado así toda la tarde.” Me dijo, negando la cabeza como si fuera una pena para seguir con su crayón naranja.
“¡No me importa! ¡Yo voy!”
PLAS
El sonido inconfundible de una nalgada llego a nosotros, y Daniel siquiera se inmuto así que me encamine a la cocina.
“¡Basta!” Le regaño Paula, “¡Síguela, hijo, y vas a terminar bien castigado!”
Entre justo para ver como a mi muchacho se le llenaban los ojos de lágrimas, su mano sobando donde seguramente le habían impactado con lo que ahora sabia era la mano de Paula.
“Hola.” Salude, acercándome a ambos.
“¡Gaaabrieeel!” Logan inmediatamente se giró a mí, sus ojos dejando caer las lágrimas que había estado queriendo retener. “Todos mis amigos van a ir al parque, y me he portado bien, y ayudé en todo y hice todo lo que me pidió, y…y…y…” El niño ya no sabía que más decir, así que simplemente lo atraje a mí y le abrace, queriendo que se tranquilizara un poco.
No sabia que pasaba por la mente de Logan, pero podía sentir pequeños temblores en su cuerpo por los sollozos suprimidos. De los niños, Viviana incluida, Logan era el que menos berrinches hacia en realidad.
Paula me hizo señas de que nos dejaría solos y yo asentí, guiando al muchacho a las sillas de la pequeña mesa de la cocina. Aunque ya pesaba un poco, todavía era lo suficientemente bajo para poder sentarlo en mis piernas, y eso fue lo que hice justamente.
Le abrace y espere, recordando aquella tarde en la casa de Henry y Ana, donde algo similar había sucedido cuando Daniel decidió llamar mamá a Paula.
“no es justo.” Dijo por fin, un gran puchero en sus labios. “¡A todos los dejan salir, y solo porque…porque…ella…regreso yo ya no puedo hacer nada de lo que me gusta!”
El problema no era el poder o no salir, o eso intuía con esa ultima frase. El problema era el hecho de que esa arpía, por no ofender a las arpías, había regresado.
Aprete mi abrazo y le di un beso en su frente, esperando a que se calmara. “Hagamos algo,” le dije viendo el reloj, “ya es un poco tarde y no podría irte a dejar ni esperar para recogerte, pero ….porque no planeas con tus amigos ir a comer pizza…o algún lugar así. Yo te voy a dejar y luego paso por ti.”
Logan se separó un poco de mi y me vio como si fuera un loco. “Estas de broma?!” apenas pudo pronunciar las palabras, “Adri va a estar allí…ya por fin no soy el mas bajo de la clase y me salieron dos pelos en el bigote-“tuve que esforzarme por buscar esos dos pelos pero en efecto, habían dos apenas visibles pelitos allí. “¡Y si me ve llegar de tu mano va a pensar que soy un bebe!”
“Si, no podemos dejar que Adri piense eso.” Le dije, tratando de no sonreír, “pero dime, ¿quién es Adri?”
“¡Es la niña que le gusta!” Me informo Daniel desde el quicio de la puerta, entrando de volada con sonrisa pícara.
“¡Cállate!” le brinco, literalmente, Logan a quien apenas pude atrapar por la cintura para que no le callera encima al mas chico de la casa.
“¡Epa!” Grite, tratando de no reír. “Daniel, no molestes a tu hermano, y Logan, no le sigas la corriente.”
“¡Pero papi!” Se quejo el menor, “¡Esa niña le gusta! ¡Yo lo he visto!”
“¡A ti también te gusta alguien!” Replico Logan, con la misma intensidad que el pequeño de cinco años.
“A mi no me gusta una niña!” Dijo indignado Daniel, “¡Me gustan dos y son mis novias!”
No pude mas que llevarme la palma a la cara.
“¡¿Tienes noviaaa?!” La voz asombrada de Lautaro resonó y pude ver por el reojo que este y Paula venían entrando a la cocina.
“Tengo dos!” Dijo el menor feliz y orgulloso, a lo que Paula frunció el ceño.
“Daniel, cariño, no es bueno tener dos novias a la vez. No puedes engañar a las personas que quieras.” Le dijo la mujer con voz tranquila.
“Como asi?” Pregunto el menor.
“Que no puedes tener dos novias al mismo tiempo,” Le dijo Logan, “no le puedes mentir a las dos.”
“¡Pero…pero…pero yo no les he mentido!” Dijo Daniel molesto, “¡ellas saben que las dos son mis novias y los tres jugamos juntos!”
Dios…tenia a un niño tímido, y a otro hijo descarado.
“Las niñas son tan raras.” Dijo Lautaro, cruzándose de brazos mientras sacudía su cabeza.
“Lo son.” Asentí, viendo que por lo menos uno de mis hijos se parecería a mí.
“Por eso me gustan mas los niños.”
Bien, talvez no se parecería a mí.
“¡¿Te gustan los niños?!” Pregunto asombrado Logan, viendo a su hermano con asombro.
Lautaro se encogió de hombros mientras asentía. “Son bonitos y les entiendo mas que a las niñas…aunque a veces encuentro niñas que también me gustan, pero prefiero los niños.”
“Mientras no le mientan a nadie…bueno, creo que estamos bien.” Concluyo Paula, viéndome con cara de asombro. “Por ahora, vamos, los quiero a todos bañados y listos para la cama antes de la cena que luego vemos una peli.”
Y así, nos quedamos solos Gabo el pez y yo en la cocina, asombrados de que tenia un hijo gay, uno polígamo, y otro tímido, pero no pude evitar sonreír al saber lo increíbles que eran cada uno de ellos.
Esa noche, luego de haber acostado a los dos menores me dirigí al cuarto de Logan, que se había visto algo triste viendo su teléfono durante la película. Sabia que hubiera preferido, como cualquier adolescente, estar con sus amigos que con su familia.
“Hey.” Le dije, viéndole ya acostado y no pudiendo ocultar mi sonrisa al ver lo rápido que intento vanamente en esconder aquel osito de peluche que le había dado hace ya un tiempo atrás.
“Hola.” Me dijo, sonrosándose y poniéndose de lado, de modo que pudo quedar medio acurrucado junto a mi pierna ya que me había sentado en su cama.
“Lamento mucho que no hayas podido ver hoy a tus amigos.” Le dije sobando su cabello y espalda.
Como pudo se encogió de brazos, “Esta bien.” Me dijo algo triste, “Adri no pudo ir tampoco.”
“Ya veo.” Le dije pensativo.
“¿Gabriel?”
“¿Dime?”
“¿No…no te molesta lo de Lautaro?” me pregunto con incertidumbre, “Siempre…de alguna forma creo que lo sabia pero, bueno, esta pequeño y dicen que eso se sabe cuando grandes y-“
“Logan,” irrumpí, dándole dos toquecitos suaves en su barbilla para que me viera a los ojos, “Lo mas importante para mi es que sean hombres de bien, que estudien y sean de provecho a la sociedad y mas aun a sus familias y amigos. Me alegrara saber que tienen a alguien con quien compartir sus victorias y sus penas, si es una mujer o un hombre es lo de menos.” Le dije con toda sinceridad, a lo que el sonrió.
Se volvió a acomodar, y nos quedamos en un cómodo silencio. Le di un beso en la frente, deseándole una buena noche cuando volvió a detenerme.
“¿Cuándo este la piscina lista puedo invitar a mis amigos a pasar la tarde?” me pregunto con ilusión.
“Cierto. Con todo se me olvido decirles que estará lista este sábado.” Le dije al menor, quien me vio ilusionado y alegre nuevamente.
“¡¿Puedo invitar a mis amigos?!” estaba a punto de decirle que no era una buena idea cuando lo pensé mejor.
“Cinco. No más.”
“¡Perfecto! Adri y su mejor amiga, y mis tres amigos mas cercanos.” Me dijo con una sonrisa, ya conocía a los otros tres muchachos y a sus padres por lo que asentí y minutos más tarde me despedí de él.
Supuse que iba a ser un fin de semana movido, y así fue. Al saber que Logan tenia invitados, Lautaro quiso invitar a sus mejores amigos, y luego Daniel también (incluyendo a sus dos novias).
Me di cuenta que el noviazgo de Daniel no iba más allá de tomarle a ambas las manos, y Paula y yo hicimos notas mentales de tener al pequeño un poco mas vigilado.
Por supuesto, Henry y Ana también vinieron y fue un alivio tener dos adultos mas para ayudar, ya que la mayoría de los padres de familia no se habían quedado.
Prácticamente una tarde en la piscina se volvió una pequeña mini fiesta para los niños. Paula y Ana entraban y salían de la casa constantemente para tener agua, toallas y protector solar a mano, mientras que Henry y yo estábamos vigilando que no hubiera accidentes, en especial que nadie corriera a la orilla de la piscina, que no se golpearan al jugar y mas importante, que no hubiera ahogados.
A pesar de lo ajetreado que era todo, en realidad estábamos teniendo un tiempo maravilloso, aunque dudaba volviéramos a hacer esto pronto. Paula y yo seguramente terminaríamos agotados al final del día.
“¡Paaapiiii!” Daniel corrió a mí, saliendo de la alberca chorreando agua y mojando todo a su alrededor. “¡Papiii!” Me susurro ya mas de cerca. “¡Me hago del dos!” me dijo con urgencia, y no pude, pero tratar de aguantar la risa.
“Bien, vamos.” Le dije, envolviéndole en una de las toallas medianas y tomándole en brazos, hiendo con el a la casa vacía…bueno, Gabo estaba feliz en su pecera.
Justo cuando pase por la sala tocaron a la puerta, cosa que me extraño ya que no esperábamos a nadie. Daniel, un poco mas seco en mis brazos se revolvió. “¡Me hago, papi!” Me dijo con urgencia.
“¡Un momento!” Grite, poniendo al menor en el suelo. “Ve tu solito, vamos.” Le indique, quedándome con la toalla en la mano. Daniel tomo esto como una invitación para quitarse su única prenda y luego salir corriendo desnudo al baño de visitas de esa planta.
Negue, y simplemente tome el traje mojado del suelo cuando volvieron a tocar un poco mas rudamente. Rodando los ojos abrí la puerta para ver a un extraño no tan extraño.
Un poco mas alto que yo, cabello rubio obscuro y los mismos ojos que mi hijo mayor.
“¿Usted es Gabriel Bellucini?”
Una sensación incomoda se adueñó de mi estómago, una corazonada que no quería comprobar. “El mismo.”
“Mi nombre es Max Jameson. Se que usted tenia la tutela temporal de Logan Altamira, es mi hijo y vengo por él.” Con eso me entrego unos papeles que reconocí de inmediato. Tenia la custodia de Logan, con firma y sello de un juez.
La sensación incomoda se torno en un balde gigante de agua helada.
Esos padres de estos chicos están locos no quisieron saber de ellos en toda su vida y ahora que tiene a alguien que los quiere y los cuida aparecen para llevárselo.que lo mate y lo entierre en el estanque de la piscina
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