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lunes, 8 de marzo de 2021

Segundas oportunidades capítulo 25


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Los derechos de autor de este texto pertenecen única y exclusivamente a su autor. No pudiendo ser publicada en otra página sin el permiso expreso del mismo.

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Segundas oportunidades

 Autora: Gabi

 Capítulo :25 posición en la familia

 

 



 
A pesar de la tarde tan…ansiosa, alocada y turbulenta que tuvimos, la cena fue igual que todas las otras. Los niños estaban como si nada. Al principio fue un tanto silenciosa, pero una vez la comida frente a ellos parecían haber olvidado todo. 

 

Me alegre de ver a Logan comer con tanto gusto, evidentemente ya se hacía todo un adolescente y su apetito voraz era evidencia de ello. Lautaro, contento cada vez que tenía comida frente a él, comía tranquilamente, aunque podría ver que se movía en su asiento, como si estuviera algo incómodo y por primera vez me pregunte qué tan duro había sido el castigo dado por Paula. 

 

Si bien era cierto había visto su castigado traserito y se miraba igual de rojo que cuando yo le castigaba, la verdad era que nunca había usado más que mi mano. Sabia Paula amaba a los niños con locura, y pondría su vida por ellos de ser necesario, pero aun así me dije debía de verificar más noche. 

 

Daniel, mientras tanto, hurgaba su comida sacando trocitos de pimientos, zanahoria, y cualquier otra cosa que no deseaba comer, viéndonos con toda discreción de una criatura de su edad antes de tratar de esconderlos, algunos de ellos llegando al suelo.

 

Comieron y platicaron como siempre, aunque podía ver a Daniel empezar a luchar contra el sueño aun antes de comer la mitad de su comida, mientras que Logan pedía a Paula un tercer plato. 

 

Ver la escena tan domestica me hizo sonreír, y por un instante me pregunte si Mary y mi hijo hubieran interactuado igual, si ese bebe no hubiera fallecido aun antes de iniciar su vida, me preguntaba si me hubiera hecho tan feliz como estos tres y si me hubiera sacado tantas canas como lo hacían ellos también. 

 

Pero al verlos sonreír, ver a Paula tomar a Daniel en brazos viendo como el pequeñito casi dejaba caer su cabecita en el plato medio lleno mientras prestaba su atención a Lautaro, y le hacia una caricia en el rostro a Logan, por primera vez no sentí aquel dolor al pensar en Mary y en mi bebe, por primera vez pude dar gracias al cielo por darme una segunda oportunidad de tener una familia, por darnos una oportunidad de ser una familia. 

 

 

Talvez había sido mucho para Daniel, quien se quedó dormido mucho antes que su hora habitual. Le lleve en brazos y le cambie, aprovechando a checar que sus pompitas estuvieran bien y no hubiera rastro del castigo antes dado. El niño ni se inmuto, simplemente se acomodó aún más cuando le tape, dejando salir un suspiro como si estuviera agradecido de estar en su camita. 

 

No tomo mucho tiempo para que Lautaro también siguiera los pasos de su hermano menor y cayera rendido a los brazos de Morfeo. Logan, sin embargo, fue distinto. Aunque se fue a su habitación tiempo después, estaba muy tranquilo y contento, aunque si comento la falta que, hacia Viviana en casa, y era cierto.

La chica se había convertido rápidamente en parte de la familia. Talvez no la miraba con ojos de padre, talvez la miraba con ojos de tío, no lo sabía aún. Hasta ese momento no había pensado en Viviana más allá en que ella era la novia de mi sobrino. 

 

Paula, sin embargo, se notaba estaba muy apegada a ella. “Hola, cariño.” Saludo, haciéndome levantar una ceja. No eran celos, simplemente, bueno…era mi novia y ¿recibía una llamada telefónica y contestaba así? Pero no eran celos. “Es Viviana.” Me susurro, con una sonrisa, haciéndome sonreír y relajarme completamente. 

 

La escuche hablar por teléfono con ella, y me di cuenta que le hablaba de casi la misma forma en que les hablaba a los muchachos. Paula hablo tranquilamente con ella, y por lo que podía escuchar no todo estaba bien. Llego un punto donde Paula empezó a calmarla, diciéndole que todo estaría bien y que ya pronto estaría de vuelta en casa. Fue en ese punto que empecé a pensar que talvez sería lo ideal la tratara más y empezara a conocerla por la persona que era.

 

Esa noche Paula durmió en casa, y al día siguiente despertar fue algo…interesante. No habíamos hecho el amor ni nada por el estilo, simplemente nos acurrucamos y platicamos hasta quedar dormidos, ella usando de pijama una de mis viejas camisetas. Simplemente ese momento en el que no es la lujuria ni esa atracción animal de dos seres humanos. Ese momento que simplemente disfrutas estar cerca de la persona que amas y escuchar su voz. Pero al despertar, no era Paula en mis brazos, era Logan. 

 

Dormía profundamente, y en realidad ni cuenta en que momento el niño vino a nosotros, pero sentí como mi corazón se derritió ante esto. Aun con esa pesadez y esa niebla del primer despertar, me di cuenta que en las últimas semanas el niño había estado un tanto arisco, y así dormidito como estaba, se miraba completamente tranquilo. 

 

Le acerque a mí, abrazándole más y dándole un beso en su frente. “Tenemos casa llena,” Paula susurro a mi espalda, haciéndome girar mi cuello, de una forma algo incomoda. 

 

Creo vio mi confusión, porque soltó una pequeña risita, bajando con su mano un poco la sabana y dejándome ver parte de la cabeza de Daniel, o para ser más específicos, los mechones desordenados de su cabello. “Veo estamos llenos.” Le dije con una sonrisa, sobando la espalda de Logan, aprovechando que por lo menos dormido fuera tan mimoso. “Solo falta Lautaro.” 

 

“Nuu, aquí está también.” Me dijo mi novia- y que bien sonaba decir eso- viendo hacia su otro lado. No podía verlo bien, pero con el silencio de la mañana, supe escuchar los ruiditos que hacia al dormir, como un pequeño murmullo que ya sabía reconocer. 

 

Como pude, y tratando de no despertar a Logan, ni tampoco incomodar a Daniel y aplastarlo por accidente, me tumbé en mi espalda, imitando la forma en que Paula estaba. Logre hacerlo, y luego, con ayuda de Paula, pase mi brazo por debajo de la cabeza de Daniel. En minutos no solo tenía a Logan acurrucado a mi lado, pero Daniel dormía entre el abrazo de ambos, y Lautaro estaba ‘’+acurrucado junto a Paula. 

 

No era extremadamente cómodo, tenía algo de calor, y la verdad no era la mejor forma de dormir, pero me sentía sumamente bien. Tenía a mi familia junto a mí, y estaba sumamente agradecido por ello. 

 

_-_

 

“¿Gabriel?” La voz de Viviana me saco de mis pensamientos. En un santiamén habían pasado ya una semana desde aquel amanecer…donde me di cuenta que mis brazos si podían entumecerse muy dolorosamente. 

 

Esa tarde Viviana había regresado, y en un impulso le sugerí a Paula pasaran ambas la noche en casa. Me daría la oportunidad de observar a un más a la muchacha, y talvez poder interactuar con ella, cosa que rara vez hacía. 

 

Fue asi que Viviana y Paula empezaron a pasar más y más tiempo en casa. En poco tiempo mi estudio paso a ser un cuarto parcial para Viviana, y poco a poco la habitación paso a estar rodeada de sus cosas, al punto en que decidí sacar mi mesa de trabajo, y la terminamos acomodando en la sala. No es como si ocupara tanto espacio, y aunque prácticamente había sido hijo único, sabía que Melissa y Paula siempre decían que todo adolescente, especialmente las niñas, necesitaban su espacio. 

 

Era una nueva normalidad a la que nos acoplamos sin siquiera darnos cuenta de ello. Me encontraba sentado en mi mesa de trabajo, revisando unos planos y poniendo en práctica mis nuevos conocimientos. Después de todo, mis clases a pesar de ser virtuales, daban fruto. 

 

No esperaba que Viviana se acercara a mí, ni que usara un tono algo infantil tampoco. Era un tono que el mismo Logan usaba cuando quería algo o se había metido en algún problema. Era un tono que ella por lo general solo usaba con Paula, por lo que no pude más que voltear a verla y parpadear. 

 

“Eh…puedo… ¿puedo hablar contigo?” La incertidumbre en su mirada y su voz me dio ternura. Siempre la había visto casi como una adulta, pero me recordé rápidamente que solo era una niña también. 

 

“Si…eh, sí, claro.” Le dije, señalando un pequeño banco que me servía por tiempo de mesa donde podía sentarse. 

 

Ella suspiro, paso su mano por su ahora azulado cabello y tomo asiento. Se miraba nerviosa, y si no supiera que era una muchacha sensata, hubiera pensado estaba en problemas. 

 

Espere por uno o dos minutos en incomodo silencio, viendo como ella se retorcía y jugaba con el borde de su camisa, cada vez recordándome más a Logan y ahora a Lautaro, solo le faltaba chuparse el dedo como a Daniel. 

 

“¿Viviana?” Llame después de varios minutos, tratando de sonar algo tranquilo. 

 

“Es que…tengo un problema.” Me dijo, sonrojándose y mordiendo su labio. 

 

Levante una ceja, más aún cuando llevo su mano y empezó a morder su uña, ahora si tenía una manía de cada uno de mis hijos. “Te escucho.” Le dije. 

 

Ella se removió en su asiento, viéndome algo preocupada, “Es que…paso algo en la escuela…y bueno…no fue mi culpa…bueno, no del todo, pero trate de evitarlo y pues…bien…” No pude evitar fruncir un poco, viéndole y tratando de entenderla. 

 

“¿Tuviste algún problema con alguien?” Mi tono era tranquilo, en realidad estaba más confundido de el porque me contaba esto a mí. Ella solo asintió, mordiendo su uña nuevamente. 

 

“Algo así,” me confió, “le dije a una de mis maestras que no vivía con mis padres. Aparentemente, esto le molesto y dijo que quería hablar con mis tutores…dice que no es correcto y que por eso ando estas “mechas” en la cabeza.” Me dijo, señalando su ahora azul cabellera. 

 

No pude evitar rodar los ojos. Me parecía ilógico que en estos tiempos pedagogos tuvieran un pensamiento tan retrograda. “Tienes un cabello hermoso…no es mi color favorito, pero no se mira mal.” Le dije con una sonrisa, a lo que ella se tranquilizó y sonrió. Sabía que su cabello era una de las tantas peleas Melissa había tenido con ella. “Ahora bien, no lo tomes a mal, con gusto voy contigo, ¿pero porque no quieres que Paula vaya?” 

 

“Bueno…es que…puede la haya…¿dicho cosas no muy lindas?” Me sonrió con nerviosismo. 

 

“Viviana…” Mi tono fue un tanto estricto, ni siquiera lo pensé, simplemente lo dije. 

 

“¡No es mi culpa!” 

 

“¿Que le dijiste?”

 

“Ella empezó.” 

 

“¿Que le dijiste?”

 

“No te enojes…”

 

“Más me voy a enojar si no confiesas ya.” 

 

Ella suspiro, viéndome con ojos de cachorro apaleado, “Le dije vieja…” bueno, eso no era tan malo, “y puede que haya sugerido, en sinónimos, no tanto antónimos…que ya casi se muere y que no puede opinar mucho desde un cementerio o que talvez pertenece a un museo por ser una momia.”

“¡VIVIANA!” 

 

“¡No me gritees!” Exclamo, dándome un puchero. “¡Ella empezó!” 

 

“¡Debería de darte unas buenas nalgadas por eso!” Le solté, para luego sonrojarme. Por lo visto la paternidad me había cambiado la forma de pensar. Dos años atrás jamás le hubiera dicho eso a un adolescente. 

 

“¡No te enojes!” Me pidió nuevamente, poniendo una de sus manos en mi brazo y viéndome con ojos algo acuosos. “¡Si Paula se entera me va a matar!” 

 

“¿Y por qué?” 

 

“Bien…puede que no sea la primera vez que tenga problemas con esta maestra.” Me confeso.

 

“¡Ah, no!” Exclame, poniéndome de pie y poniendo mis manos en la cintura. “Ya la regué una vez con Paula, ¡no voy a regarla otra vez por salvar tu pellejo!” 

 

“¡Solo es una mentira asii,” exclamo, poniendo dos de sus dedos extremadamente cerca, “pero assiiiiiii de chiquitita!” 

 

“No.” 

 

“Pero se va a enojar conmigo! ¿Sabes lo feo que es cuando te regaña?”

 

“No me vas a convencer, Viviana.” 

 

“Ja.” La voz de Logan nos cortó, mientras se tiraba en el sofá. “Alguien está en problemas.” Canturreo con una sonrisa. 

" Callate microbio que no es contigo" Se burlo Logan. 

 

“Basta. Ambos.” Pedí, por lo que sentía era la milésima vez esa semana. Logan solo rodo los ojos y se encogió de hombros, acomodándose más sobre el sofá y sacando su móvil. 

 

“Antes de que empieces,” Interrumpí a Viviana, que volvía a juntar sus manos y abrir la boca. “No voy a mentir a Paula, ni a ocultarle nada. Simplemente no estoy dispuesto.” 

 

No podía evitar pensar que, si los roles fueran cambiados, y Paula me ocultara algo de mis chicos me molestaría bastante. Y por una milésima de segundo también me pregunte que puesto, exactamente, ocupaba Viviana en esta dinámica familiar que habíamos creado. 

 

“¡Gabriel, porfaaa! No es mentir, es…solamente no cargarla.” 

 

“Aja, ¿y con cuantas cosas no nos cargas?”

 

La niña abrió los ojos un poco, sonriéndome con una falsa inocencia, “Bueno, pero tampoco digas eso…”

 

Suspire, tomándome de paciencia como hacía con los muchachos, “Si llego a ir contigo-“

 

“SI! ¡Gracias!” Me dijo, tomándome por sorpresa cuando me dio un efusivo abrazo, haciéndome sonreír. 

 

“No he dicho que si todavía, eh.” 

 

“Pero lo estás pensando.” Contrarresto, viéndome con picardía. 

 

Poniendo mis manos en sus hombros, la separe un poco de mi para verla un tanto serio. “Bien, está bien. Me convesiste. Iré contigo, pero tampoco le voy a ocultar nada a Paula.” Si algo había aprendido de mi previo matrimonio con Mary, era que una mentira por omisión podía causar graves problemas, no importando si venia de mi parte o de su parte. 

 

Como decía mi madre, la comunicación era clave en una relación. Y como siempre, me había dado con esa piedra muchas veces hasta que aprendí mi lección después de mil y un peleas con Mary. Ser honesto era lo mejor en todo sentido, y aunque nunca había lidiado con niños en mi relación amorosa, intuía que esto era igual. 

 

Fue evidente como Viviana ser relajo ante mis palabras, sonriendo y asintiendo. Esa noche ambas féminas durmieron en su apartamento, dejándome a mí y a mis varoncitos durmiendo solos. 

 

Talvez fue lo largo del día, pero Daniel no tardo en quedarse dormido en el sofá. Intuía que debía despertarlo para su baño, pero verlo acurrucadito, bueno, lo mejor era dejarlo tranquilo.

 

Mientras acostaba a Daniel en su cama se acercó Lautaro, sobando uno de sus ojitos en clara muestra de sueño. “Ey, campeón.” Susurre mi saludo, mientras terminaba de acomodar a Daniel que ahora tenía dos amiguitos de felpa más. Poco a poco estos pequeños se llenaban de juguetes, incluso Logan que, aunque un adolescente, disfrutaba todavía de jugar con sus hermanos. 

 

“Papi, ¿sabes que ya viene mi cumpleaños?” Si bien lo sabía e incluso lo habíamos discutido hace unas semanas atrás con Paula, el recordatorio me sorprendió.

 

“Sí, claro.” Aunque sorprendido, tampoco lo mostraría. Lo último que quería era lastimarlo. Viendo como bostezaba le tomé en brazos y decidí que, aunque apenas serían las ocho de la noche, lo mejor era darle su baño temprano. Suficiente con tener que bañar a uno por la mañana. “¿Que te gustaría hacer ese día?” 

 

“Jugar.” Me dijo, acurrucándose contra mi hombro. Bien, un baño rápido en el cual no podría dejarlo solo como acostumbraba. Lo mejor sería ayudarle. “Y comer. Quiero pastel.” 

 

Riéndome, apreté mi abrazo un poco. “Tenlo por hecho, mi amor.” Le dije, “El pastel es indispensable en un cumpleaños.” 

 

“Pueden venir los abuelos?” Me pregunto con ilusión, viéndome al tiempo que le ponía en el suelo para abrir el grifo. “Me gusta tener abuelos.” 

 

“Me gusta que tengas abuelos.” Le susurre juguetonamente, ayudando a quitarle la camisa. “Y claro que pueden venir. ¿A quienes más te gustaría invitar?” 

 

“A mis amigos de la escuela.” Me dijo, “¿Puede venir la Señorita Lulu?” Desde que le habíamos cambiado de clase amaba ir, y amaba a su maestra. Una mujer de amenos cuarenta o cincuenta que se notaba su devoción a la docencia. 

 

“A los que tú quieras,” Le dije con una sonrisa, “Siempre y cuando no sea a todo el pueblo.” Le moleste, puyándole su costado y sacando una risilla picara. 

 

“No. Pero la Señorita Honey y Viviana tienen que venir.” Su palabra fue seria, y para mostrarlo asintió, con sus manos en las caderas incluso. 

 

“Eso dalo por hecho, y también le diré a tus tíos para ver si pueden venir. Estoy seguro que a Viviana le encantaría tener a Marcos aquí.” Al ver como arrugaba la nariz como con asco, no pude pero levantar una ceja. “¿No quieres que estén juntos?” Pregunte, finalmente desabotonando su pantalón, mientras el detenía su mano en mi hombro y levantaba un piecito. 

 

“Es que…cuando están juntos se dan picos y, ¡guacala!” Me dijo, “Yo nunca le voy a dar un pico a una niña.” 

 

No pude evitar reír ante esto, tomándole por debajo de sus axilas y poniéndole en el agua. “¿No le vas a dar un pico a Paula tampoco? ¿O a la abuela?” Pregunte con sorna, mojando con cuidado su cabello para lavarlo.

 

“¡Ellas no cuentan, papi!” Me dijo seriamente, “¡No son niñas!” 

 

El típico argumento de todos los varones a esa edad. En realidad, no me importaba si alguno de mis hijos algún día me decía que era gay, pero en realidad dudaba que alguno de ellos lo fuera. Evidentemente, Logan sentía atracción por el sexo opuesto, Daniel, aunque todavía muy chico, mostraba cierto interés en el cuerpo de las niñas, un interés normal de su edad. Y Lautaro, bueno, más de una vez lo había visto viendo con fascinación algún comercial donde salían modelos. 

 

Aun así, era muy pronto para decidir estas cosas, además de que no era yo quien debía de decidir, pero ellos mismos cuando fuera el tiempo correcto. 

 

Por ahora, lo que, si podía hacer era disfrutar de estar con mi niño y de pasar un tiempo a solas con el haciendo algo que cualquier padre hace, darle un buen baño a su hijo y llevarlo a la cama. Lautaro me hacia reír con sus ocurrencias, dejando ver que empezaba a crecer al pedir hacer ciertas cosas por el mismo, como lavarse sus partes, o incluso sacarse el champú de la cabeza…aunque con esta última tuve que ayudarle. Siempre decía haber terminado a pesar de tener burbujas por todos lados. 

 

“¿Gabriel?” La voz de Logan nos interrumpió cuando ayudaba a Lautaro a ponerse su camisa, distrayéndome un poco. 

 

“¿Dime?” pregunte, para luego rodar los ojos. Lautaro peleaba por meter la cabeza donde iría su brazo. “así, no, hijo.” 

 

“Oye…¿puedo ir mañana a casa de Carlos?” 

 

Suspire, finalmente poniéndole la camisa correctamente a Lautaro para luego tomar la toalla y dirigirme a su mojado cabello. “Logan, cariño, sabes que sigues castigado.” 

 

Pude ver casi en cámara lenta como se le formaba un puchero en sus labios, su paciencia finita evaporándose rápidamente. “¡Pero ya paso una semana!” 

 

*Si, y dos semanas de casatigo da gracias que no te llevo de la mano  de ahora en adelante.” Sentencie, jalando a Lautaro del brazo que quería huir del trato la toalla le daba. 

 

“¡Papi, ya está seco!” Reclamo, al tiempo que Logan reclamaba con un, “¡Pero ya me castigaste! ¡Y frente a Paula!” 

 

“Basta.” Le dije a ambos, tomando a Lautaro nuevamente por los sobacos para dejarlo frente a mí, “Usted, jovencito, tiene el cabello mojado, y al menos que quieras volver al doctor y que te inyecten, me dejas terminar.” Me vio con ojos grandes y asintió, para quedarse inmóvil, dejándome libre para discutir con el mayor de mis muchachos. “Y usted, señor, le recuerdo que esas nalgadas las tenías más que merecidas.” 

 

“¡Frente a Paula!” Volvió a reclamar, dejando caer una lagrima. Aunque ya habíamos tenido esta platica, sabia debíamos volver a tocar el tema…por cuarta vez. “Ve a lavarte los dientes.” Le pedí al menor, que feliz al verse librado de la toalla corrió a obedecer. “ven aquí, cariño.” Le abrí mis brazos a Logan y, para mi sorpresa, no se rehusó como otras veces. 

 

Camino a mí y, aunque no me abrazo de vuelta, se dejó abrazar. “Te he pedido perdón por esto, y lo vuelvo a hacer. Si, te castigue frente a tus hermanos y Paula, y entiendo que eso no estuvo bien. Tienes catorce, y cuando tenga que castigarte buscare hacerlo en privado…lo mismo hará Paula el día que ella deba castigarte.” Daba por hecho eso volvería a pasar, sería iluso de mi parte pensar que no. “¿Me perdonas por eso?” 

Logan pareció pensarlo, peor como las veces anteriores, volvió a asentir. Me senté en la cama y lo jalé para que quedara sobre mis rodillas. Aunque a su edad muchos no lo aceptarían, a Logan parecía no importarle, siempre y cuando no hubiera nadie frente. "Bien amor" Le dije, dándole un beso de agradecimiento. “Aun así, eso no significa que no estés castigado.” 

 

La mirada de enojo era algo que esperaba, por lo que continúe, “Ya te he dicho, Logan, y lo mantengo. Esta vez te la deje fácil, pero si vuelves a escaparte te daré con mi cinturón. No es la primera, ni la segunda, ni la tercera que haces eso. No puedes simplemente irte cuando tú quieras a donde tú quieras.” 

 

“¡Pero te estoy pidiendo permiso!” Señalo, como si ese fuera todo el asunto. 

 

" Y muy bien echo" Le felicite, “Eso es lo que debes hacer siempre hasta que seas un adulto. Pero un permiso puede ser aprobado o negado, y en este caso es un no.” 

 

Chupando los dientes, se levantó con brusquedad. “Esto es tonto.” Reprocho. 

 

“Enójate si así lo deseas, tienes todo el derecho. Pero estás muy advertido, jovencito, usted sale de casa sin permiso, usted se va de la escuela a otro lado que no se le ha autorizado, usted se marcha sin que el adulto a cargo este enterado y le haya dado permiso y mi cinturón y su traserito tendrán una seria discusión. ¿Estamos claros?” 

 

Si las miradas mataran, esta me hubiera pulverizado como las gemas del infinito. “¿Estamos claros, Logan Almira?” 

 

“Si.” Me dijo, para nuevamente fulminarme y salir de la habitación dando zancadas. 

 

Suspire, rogando al cielo y todos los santos no tener que cumplir mi amenaza. En realidad, me odiaba por haberla dado, pero era un patrón que Logan tenia y no podía permitir siguiera con ello. Escaparse de casa para ir a jugar con sus amigos, y ahora ir a fumar podía tener graves consecuencias. 

 

Aunque el pueblo era uno chico y sano, no quería decir que el peligro de las drogas y delincuencia juvenil no existiera, y era algo que no permitiría ninguno de mis hijos cayera en ello. 

 

Dos horas después estaba la casa en completo silencio. Todos dormían en sus camas, y yo, aunque acostado en la mía, miraba una serie. Después de todo, The Witcher no era una serie que podía ver frente a mis hijos, y aprovechaba estos momentos para ver aunque sea quince minutos de ella. 

 

Sumergido estaba en tratar de entender como matarían a ese monstruo cuando mi teléfono sonó, dejando a Geralt y Yennefer en pausa para ver quién podría ser, y al ver el simple mensaje, me pudo importar poco lo que esos dos brujos hacían o dejaban de hacer. 

 

Hola guapo…completamente sola pensando en ti. 

 

Con un mensaje así de tu novia, cualquiera se olvidaba de lo que hacía. 

Es un pesar no poder estar allí. Le devolví con picardía, y no pude evitar rodar los ojos al ver su respuesta tan…Paula. 

 

Ni tanto. Puedo dormir a mis anchas sin que me roben parte de mi frazada. 

 

Le mande emojis de risa, acomodándome para la plática que sabía vendría. Apenas había apagado la televisión cuando ella llamo. 

 

“Así que no te gusta dormir conmigo.” Le dije a modo de saludo. 

 

“Niego toda acusación. En ningún momento ha salido tales palabras de mis pensamientos y menos de mi boca.” 

 

“Lo tengo por escrito.” 

 

“Me hackearon mi teléfono.” Me contesto, para luego soltar un quejido. Sabia eso significaba se acomodaba aún más en su cama. Seria, después de todo, una llamada corta.* Los niños ya están durmiendo"

*Si* le respondí, acomodándome yo mismo. “Daniel no alcanzo ni a bañarse cuando ya estaba dormido. Eso le pasa por despertarse a las cuatro hoy.”

 

“Al menos se puso a jugar calladito y no despertó a todos.” 

 

“En eso tienes razón,” accedí, sonriendo. “espero eso no signifique que voy a volver a encontrar mi sala llena de juguetes mañana temprano.”

 

“Al menos eso significa poder bañarlo sin pelear.” 

 

“También.” Le dije, “Hablando de peleas, hay algo que quiero comentarte.”

 

“No me digas que Viviana y Logan volvieron a pelearse. Ya les dije que a ambos les iba a dar si seguían.” Su tono y amenaza fue tan natural, que por un momento volví a preguntarme que papel tomaba esa niña en nuestra improvisada familia. Hasta ahora solo había sido la novia de mi sobrino, para luego la protegida –si todavía hoy día se usaba ese término- de mi novia. Ahora era casi como una hija putativa. 

 

“No, no es eso, pero tiene que ver con Viviana.” 

 

Casi pude escuchar como fruncía. “Te escucho.” 

 

“Tenía un citatorio para mañana en la escuela. Quede de ir con ella.” El suspiro fue audible, la frustración casi palpable. “No quería que te enteraras, pero…no quiero ocultártelo tampoco.” 

Paula mantuvo silencio, y yo ya no sabía que más decir. Nos mantuvimos en silencio ambos, mientras yo esperaba que ella me dijera algo, y lo que dijo me dejo peor aún. “No sé qué hacer.” 

 

“¿Disculpa?” 

 

“Ay, amor. ¡Estoy tan confundida con esa niña! ¡Porque si algo he descubierto, es que sigue siendo una niña!” Bien, ahora era yo que no sabía que hacer…o decir. "Si Grabiel tiene dieciséis en  mi casa al principio la vi como…una joven mujer que necesitaba ayuda, pero luego…bueno…cada vez se comporta más como una niña y menos como mujer.” 

 

Y la confusión solo incrementaba. Creo nunca entenderé porque las mujeres no hablan claramente. ¿Porque no entienden que los hombres necesitamos instrucciones claras, precisas y concisas, no conjeturas? “Entiendo…” Mentira más grande no ha salido nunca de la boca de un hombre hacia su pareja. 

 

“Es que, veras,” prosiguió, ignorando mis palabras, “Ella es muy inteligente y madura en ciertos aspectos. Puedo tener conversaciones profundas con ella, ¡pero cinco minutos después está haciendo algo que solo quiero soltarle una nalgada para que se esté quieta! ¡Como cuando se pone de tú a tú con Logan! Es como si realmente fueran hermanos.” 

 

“Amor,” me atreví a interrumpir. Mejor momento para hablar del tema no había. “¿que es ella?” 

 

“¿Perdón?” la confusión y sorpresa eran nuevamente palpables. 

 

“Estamos claros que formamos una familia, y si bien tu no vives con nosotros oficialmente, vienes a ocupar el rol de madre y yo el de padre,” 

 

“Ajaaa, te escucho…”

 

“Bien, Daniel, Lautaro y Logan son nuestros hijos, sin dudarlo, pero…”

 

“Viviana donde entra.” No fue una pregunta, fue una oración declarativa en todo esplendor. 

 

“Exacto. Era la novia de mi sobrino, paso a ser tu protegida, pero ahora…es como…”

 

“Ella tiene padres.” Me dijo simplemente Paula, y podía casi intuir había cerrado sus ojos para pensar, “Bueno, tiene donadores de esperma y óvulos, porque de padres no son mucho.” 

 

“En eso tienes razón, pero legalmente son sus padres y nosotros no somos nada legalmente…bueno, tu eres como su tutora, ¿no?” 

 

“Si, sus padres firmaron su autorización para que actué in loco parentis.” 

“En loco que?” 

 

La risa de la mujer, aunque sabía se reía de mí, me hizo sonreír. “Yo quede igual, un término latín, creo. Así me dijo su abogado, en lugar de sus padres. Prácticamente, como tutela legal, pero para cualquier acto con demasiado peso debo tener al menos su aprobación verbal.” 

 

Levante una ceja, pero no dije nada por un momento. “Así que…técnicamente eres como…su madre postiza?” 

 

“Puuueees…así me dijo ella, ahora que lo pienso. Que por fin tenía una mamá.” 

No dije nada. No porque no quisiera, pero porque no sabía que contestar. La paternidad me había llegado de golpe…literalmente con una ventana quebrada. A veces me preguntaba si no estaría metiendo la pata pero, al ver el desastre que era la donadora de óvulos, pues…no creía estar haciendo un tan mal trabajo. 

 

No obstante, no sabía que pensar en este caso de Viviana. Si bien no era una adulta, tampoco era una niña. No creía que pudiera tener con ella la misma relación que tenía con mis hijos, pero tampoco haría un desaire de sacarla de nuestras vidas de golpe. No solo porque sabía lo mucho que significaba ella a Marcos, pero por el simple hecho de que todos los humanos buscamos pertenencia. 

 

Creo Paula pudo sentir mi pensar, o entender mi pensar, porque inmediatamente me cambio tema, hablando del cumpleaños de Lautaro, del regalo que le tenía ya, y de que planes tenia para saber si debía prepararse y hacer la comida de ese día. 

 

El día siguiente llego tan rápido como los demás, y me encontré entrando a aquella escuela secundaria. Me parecía insólito que dentro de un año Logan sería un estudiante más de aquel lugar…pero si apenas era un pequeñín. 

 

Llegue a dirección donde ya estaba Viviana sentada con carita compungida. Realmente era solo una niña. “Ey.” Le salude, poniendo mi mano en su hombro y apretando ligeramente. Mi recompensa fue una dulce sonrisa. 

 

“¿Disculpe?” Pregunto una mujer, aparentemente la secretaria, “¿Usted es el padre de la joven?” 

 

Por mi edad, era improbable ser el padre de una niña de esa edad, pero tampoco imposible de haberla engendrado durante mi adolescencia. “No,” respondí, dándole una sonrisa a Viviana, quien me dio una sonrisa triste, “En realidad se podría decir soy…como su tío o tutor. Su tutora legal, Paula Andoni es mi novia. Lamentablemente ella no pudo venir hoy y me pidió lo hiciera.”

 

“El está como parte de mis contactos de emergencia.” Dijo la muchacha, dando una mirada retadora. 

 

Mi cuerpo actuó por instinto, y simplemente levante una ceja ante el tono algo rudo de ella, así como lo hacía muchas veces con mis propios hijos. “Perdón,” se disculpó, viéndola con una sonrisa tímida. 

 

Probablemente la mujer estaba habituada a lidiar con esas actitudes de adolescentes, porque simplemente asintió y me sonrió. “Le diré a la directora que usted ya está aquí. Por favor tome asiento, en seguida le llamamos.” 

 

Y así fue, veinte minutos después me encontraba con una mujer en sus cuarentas, obviamente la directora, y una maestra que no sabía si tenía treinta u ochenta. Se miraba joven, pero completamente amargada, y podía entender el disgusto de la adolescente, y cualquier otro, hacia la mujer. 

 

No obstante, era evidente que, aunque no lo quisiera ver de esa forma, Viviana tampoco había actuado correctamente. La catedrática parecía molesta de que no fue uno de sus padres, viendo de menos que el novio de la tutora fuera quien se presentara, y en realidad, si podía entender su disgusto. 

 

Por otro lado, la directora parecía comprender la situación y después de llegar a un acuerdo donde Viviana tendría una consecuencia por su actitud, también acordamos que la maestra mantendría sus comentarios para ella misma. Por lo que la directora insinuó, también habrían consecuencias para ella. 

 

“Gracias.”  Me dijo alegremente en el pasillo, antes de que ella se retirara a sus clases y yo volviera a mi rutina diaria. “La verdad, ninguno de los donadores se ha tomado nunca el costo de venir a hablar con mis maestros.” 

 

“Viviana…” En realidad, había mucho que quería decir, pero el cómo simplemente no aparecía. 

 

“Ya sé, no debí hablarle así, no debí insultarla…mis detenciones diarias me lo van a recordar, pero al menos si ella lo vuelve a hacer ya sé que hacer. Ya veo que es bueno tener padres.” 

 

Por algún motivo, esa frase me molesto. “No estarías tan contenta ni sonriente si fueras mi hija.” Le espete, sintiendo el enojo aumentar. “Lo que hiciste no es gracia. Hablarle así a una autoridad…por mucho que se la merezca…solamente da gracias no eres mi hija.” 

 

Pude ver como mis palabras la herían, pero más allá como el enojo también surgía en ella. “¿Qué quieres decir?” Pregunto molesta, “¿Porque todo el mundo siempre me dice lo mismo?”

 

“Olvídalo,” suspire, “Mejor vete a tu clase.” 

 

“No.” Sentencio, poniéndose enfrente mío para que no pudiera caminar. “Dime que quieres decir. ¿Si fuera Logan qué?” 

 

“Es distinto. No eres Logan, no tienes catorce, ni –“

“¡No soy tu hija, ya lo sé!” Me grito, su carita roja en enojo. “Eres un desgraciado. Nunca debí ayudarte con Paula.” 

 

“¡Ey!” Regañe, “¡No me hables así!” 

 

“¿Qué más da?” Me pregunto, dándose la vuelta para ir a su salón, “Después de todo no eres mi padre, ¿no?” y para mostrar aún más su molestia levanto su dedo corazón antes de desaparecer. 

 

Quería ir tras ella y demostrarle mi enojo, pero me contuve y simplemente salí del edificio aquel. 

 

La mañana paso igual de rápido como era lo usual. En un par de días terminábamos el proyecto inicial, sin embargo, ya teníamos tres otros por iniciar. Uno de ellos una licitación de un pueblo vecino. Era bueno que Dante me ayudaba, yo solo no hubiera podido. 

 

Al medio día me dirigí al restaurante de Paula. Al entrar me saludaron varios de los clientes usuales, y me di cuenta que yo también me había convertido en un regular, además de alguien ya conocido un poco en aquel pueblo. 

 

Como siempre, el primero en saludarme fue Francis, el amigo y fiel socio de mi novia. “Hola guapo,” me saludo descaradamente, como siempre lo hacía, poniendo frente a mí un vaso de té frio. “Pero que cara traes, cariño.” Me dijo, viéndome fijamente, “Hmm, esto es algo que solo el toque de tu amado resuelve. Paula esta atrás, en su oficina.” 

 

Este hombre o era una joya o un verdugo, pero debía reconocer que su intuición nunca fallaba, aunque preferiría que no me hablara de esa forma. “Gracias,” le dije, tomando el vaso y llevándole conmigo. 

 

La oficina de Paula era más un pequeño armario convertido en oficina. Apenas había un escritorio, que ocupaba casi el 50% del espacio con una pequeña silla, y el otro 30% de espacio era ocupado por cajas y un pequeño archivo de dos gavetas donde probablemente mantenía todos los papeles que tenían que ver con administración. 

 

Había pensado en remodelar un poco el lugar, pero Paula se rehusaba. No tenía siquiera una ventana en el lugar, pero ella decía ser perfecto. Era perfectamente la pesadilla de un claustrofóbico, pero yo no era uno. 

 

Por los momentos la mujer parecía estar peleando con alguien al teléfono, y por lo poco que preste atención, seguramente alguno de sus proveedores. Observe algunos de los pocos cuadros en el lugar aquel, especialmente una fotografía de Paula con quien creía era su abuela, la dueña original del restaurante. 

 

La mujer se miraba muy dulce, pero había una chispa en su mirada que no sabía ubicar bien. 

“Disculpa, Gabriel.” Me llamo, su voz tensa. “Es increíble la ineptitud de ciertas personas. No puedo creerlo, realmente. Si bien es cierto me gusta que las cosas se hagan bien, no creo sea tan imposible de lidiar.” 

 

Me hice un hueco hacia ella, hasta que la tuve en brazos. “Claro que no.” Le dije, dándole un corto beso. “Difícil…talvez, imposible, jamás.” Le chinche, haciéndola rodar los ojos mientras sonreía. 

 

“Difíciles somos todos.” Me dijo en buen tono, tomando mi vaso de té y dándole un sorbo. “Hablando de difícil, ¿cómo te fue con Viviana?”

 

Inmediatamente el que se puso tenso fui yo, sobando mi frente y caminando hacia la puerta abierta. “Con la escuela, bien. Se llegó al acuerdo que tendría detenciones todos los días por media hora al final del día.” Le dije, “ "solo será una semana, y si el problema llega a suceder de nuevo, pues, allí si tendrá una mayor sanción.” 

 

Paula solo levanto una ceja, cruzándose de brazos. “No me dijo que tan grave era. Disculpa, debí haber ido yo.” 

 

“Si.” Me sincere. “La verdad…el problema lo tuve yo al final.” 

 

Procedí a contarlo lo sucedido, y pude ver como Paula pasaba de fruncir el ceño a molestarse realmente. Termino sentándose en su puesto y me escuchó atentamente, pero parecía no saber que decir. ¿Sería posible que, por primera vez, la mujer se había quedado sin palabras? 

 

“¿Y bien?” le dije cuando pasados varios minutos no dijo nada, “¿Qué piensas de todo esto?” 

 

Me vio a los ojos, y suspirando nuevamente, se mordió su labio por un par de segundos. “Pienso que,” me dijo, sonando insegura, “Necesitamos ayuda. ¿Crees que Michael y Melissa nos puedan aconsejar?” 










 

1 comentario:

  1. No me gustaría que Grabiel tomara a Bibiana parte de partenidad...es la novia de su sobrino y el siempre a sido su cómplice cuando vivía con su hermana,así que no lo veo ético que tome ese estatud

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